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[Robert Kagan] Cuestionando el informe de inteligencia sobre Iraq.
Está muy mal que no podamos leer completamente el Estimado Nacional de Inteligencia sobre ‘Tendencias del Terrorismo Global' que fue selectivamente filtrado hacia el Washington Post y el New York Times la semana pasada. El titular del Times decía ‘Agencias de Espionaje Afirman Que Guerra de Iraq Empeora Amenaza Terrorista'. Pero no había citas del estimado mismo, de modo que todo lo que tenemos son descripciones de los periodistas de comentarios anónimos hechos por funcionarios de gobierno cuyos motivos y fiabilidad no podemos juzgar, sobre evaluaciones de inteligencia cuya lógica y argumentación, así como bases factuales, no tenemos modo de conocer ni de calibrar. Basándonos solamente en la cobertura de prensa, las conclusiones del Estimado Nacional de Inteligencia parecen impresionistas e imprecisos. Sobre un tópico de semejante importancia, sería conveniente tener las respuestas a algunas preguntas.
Por ejemplo, ¿qué quiere decir exactamente que la guerra de Iraq ha hecho peor la ‘amenaza terrorista'? Presuntamente, los autores del Estimado Nacional de Inteligencia admitirán que esta es una especulación antes que una declaración de hecho, ya que los hechos sugieren otra cosa. Antes de la guerra de Iraq, Estados Unidos sufrió una serie de atentados terroristas: el atentado con bomba y destrucción de dos embajadas norteamericanas en África del Este en 1998, el atentado terrorista contra el USS Cole en 200, y los atentados del 11 de septiembre de 2001. Desde que empezó la guerra de Iraq, no han habido atentados exitosos contra Estados Unidos. Eso no quiere decir que la amenaza se haya reducido debido a la guerra de Iraq, pero sí coloca el peso de la prueba en aquellos que argumentan que la ha incrementado.
Probablemente lo que los autores del Estimado Nacional de Inteligencia quieren decir no es que la guerra de Iraq haya aumentado la amenaza real. De acuerdo al Times, el informe no dice nada sobre si otro atentado terrorista es más o menos probable. Más bien, sus autores dicen que la guerra ha aumentado el número de terroristas potenciales. Lamentablemente, ni el Post ni el Times entregan cifras en apoyo de estas afirmaciones. ¿Lo hace el Estimado Nacional de Inteligencia? ¿O simplemente asumen sus autores que debido a que los musulmanes se sienten agraviados por la guerra, algunos de ellos deben de estar incorporándose a las filas de los terroristas?
Como pobre substituto de cifras reales, el Post observa que, de acuerdo al Estimado Nacional de Inteligencia, los miembros de células terroristas colocan mensajes en sus páginas web describiendo la guerra de Iraq como "un intento de Occidente de conquistar el islam". Sin duda que lo hacen. Pero llegar de esa observación a la conclusión de que la guerra de Iraq ha reforzado la amenaza terrorista exige responder algunas preguntas adicionales. ¿Cuántos terroristas hay ahora? ¿Cuántos de los nuevos terroristas fueron motivados por la lectura de esos mensajes en páginas web? ¿Y de esos, cuántos fueron motivados por la guerra de Iraq y no, digamos, por la guerra en Afganistán, or por las caricaturas danesas, o el conflicto palestino-israelí, o su rechazo de la familia real saudí o de Hosni Mubarak o, más recientemente, por los comentarios del Papa? Quizás nuestras agencias de inteligencia han descubierto un modo de examinar, medir y clasificar los motivos que empujan a la gente a convertirse en terroristas, aunque lo dudo. Pero cualquiera evaluación seria y útil de los efectos de la guerra de Iraq exigen como mínimo que se trate de separar el efecto de la guerra de todo lo demás que ha estimulado y sigue estimulando la cólera musulmana. ¿Intentó el Estimado Nacional de Inteligencia hacer ese cálculo?
Esa evaluación también requeriría algunas estimaciones de cómo se vería la amenaza terrorista hoy si no hubiese habido guerra. Por ejemplo, ¿calcularon los autores del estimado los efectos de los atentados del 11 de septiembre sobre el reclutamiento de terroristas o los efectos de los atentados de Madrid y Londres? Ciertamente es posible que estos acontecimientos produjeran un aumento de candidatos a terroristas, mostrando la posibilidad de éxitos sensacionales. Así que si hay un aumento general, ¿qué parte de este es el resultado de la guerra de Iraq o de las caricaturas danesas o de otras supuestas ofensas de Occidente contra el islam, y qué parte es la respuesta permanente de los propios logros terroristas de al-Qaeda de antes y después del 11 de septiembre de 2001?
Finalmente, una evaluación seria de los efectos de la guerra de Iraq debería tratar el argumento del gobierno de Bush de que es mejor luchar contra los reclutas terroristas en Iraq que en Estados Unidos. Puede ser verdad o no, aunque nuevamente pareciera que, de momento, el gobierno tiene a su favor el argumento más convincente. Pero un estudio serio tendría que calcular la cantidad de terroristas que están participando en la guerra de Iraq, y la cantidad de terroristas que pueden haber sido eliminados en Iraq, con cualquier aumento en el número de terroristas activos fuera de Iraq como resultado de la guerra. ¿Hizo el Estimado Nacional de Inteligencia ese cálculo?
Además, está la cuestión del contexto. ¿Qué deberíamos hacer si creyéramos que ciertas acciones pueden inspirar a algunas personas a convertirse potencialmente en terroristas? ¿Deberíamos refrenarnos siempre de emprender esas acciones, o hay casos en los que deberíamos actuar de todos modos? Tenemos buenas razones para creer, por ejemplo, que la guerra del Golfo Pérsico en 1991, y la continuada presencia de tropas estadounidenses en Arabia Saudí después de la guerra, fueron factores de gran importancia en la evolución de Osama bin Laden y al-Qaeda. Estamos bastante seguros de que el apoyo estadounidense s los muyahedines afganos contra la ocupación de las fuerzas soviéticas a fines de los años setenta y principio de los ochenta, también contribuyó al crecimiento del terrorismo musulmán.
Sabiendo esto, ¿diríamos ahora que cometimos un error en todos esos casos? ¿Diría el Estimado Nacional de Inteligencia que estaríamos más seguros hoy si no hubiésemos ayudado a expulsar a los soviéticos de Afganistán o a Saddam Hussein de Kuwait? En ambos casos el argumento sería tan sólido como el argumento sobre la más reciente guerra de Iraq.
De hecho, la cuestión de qué acciones nos hacen más seguros no se puede responder simplemente contando el número de nuevos reclutas terroristas que puedan haber inspirado esas acciones, incluso si estuviésemos en condiciones de hacer ese cálculo de manera fiable. Me preocuparía si la política exterior norteamericana estuviese solamente impulsada por el temor a que nuestras acciones pudieran inspirar indignación, radicalismo y violencia en otros. Como en el pasado, ese debería ser sólo un factor de nuestras conclusiones sobre lo que nos hace, y lo que no nos hace, a nosotros y al mundo, más seguros.

Robert Kagan, investigador del Carnegie Endowment for International Peace y colaborador del German Marshall Fund, escribe una columna mensual para el Post. Su libro ‘Dangerous Nation', una historia de la política exterior norteamericana, será publicado el mes que viene.

26 de septiembre de 2006
©washington post
©traducción mQh
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