carta a al-zarqawi
[Karen DeYoung] Carta ofrece mirada en la dirección de al-Qaeda.
En junio, seis meses antes de la muerte de Abu Musab al-Zarqawi, una importante figura de al-Qaeda le advirtió en una carta que podría ser retirado de la jefatura de al-Qaeda en Iraq si continuaba atacando a los líderes religiosos y tribales sunníes y de grupos rebeldes rivales.
El autor de la carta del 11 de diciembre, que dice que escribe desde el cuartel general de al-Qaeda en la región de Waziristán, Pakistán, es miembro del alto mando de Osama bin Laden, y firma como ‘Atiyah'. El Centro de Combate contra el Terrorismo de las fuerzas armadas en West Point, que dio a conocer la semana pasada un traducción de quince páginas del documento en árabe hecho público en Iraq, dijo que se desconocía su verdadera identidad.
Pero funcionarios antiterroristas dijeron que creían que se trata de Atiyah Abd al-Rahman, un libio de 37 años que se unió a bin Laden en Afganistán en los años ochenta cuando era adolescente. Desde entonces ha ido escalando posiciones en al-Qaeda como experto en explosivos y clérigo musulmán. Tras conocer a Zarqawi a fines de los años noventa en Herat, una ciudad al occidente de Afganistán, se convirtió en el principal interlocutor de al-Qaeda con el violento jordano.
El nombre de Atiyah no aparece en ninguna de las listas publicadas por el gobierno norteamericano de terroristas identificados o sospechosos de terrorismo. Pero su biografía, tal como fue descrita por funcionarios contraterroristas, ofrece una rara mirada en el cuadro de leales acólitos que escaparon con bin Laden hacia la región montañosa de la frontera entre Afganistán y Pakistán en el otoño de 2001.
La carta, el primer documento en salir a la luz de lo que los militares describieron como un "tesoro" de información requisado en casas de seguridad iraquíes en la época de la muerte de Zarqawi, proporciona nuevos detalles sobre la debilitada dirigencia de al-Qaeda en Waziristán.
"Estoy con ellos", escribe Atiyah a Zarqawi sobre el alto mando, "y me han hecho algunos comentarios sobre algunas de sus circunstancias".
El presidente de Pakistán, el general Pervez Musharraf, dijo en una visita a Estados Unidos la semana pasada, que cree que bin Laden y sus principales lugartenientes se encuentran en el lado afgano de la frontera. Oficiales y funcionarios de la inteligencia norteamericanos han creído durante largo tiempo que los cabecillas de al-Qaeda se ocultan en una de las provincias tribales en el lado paquistaní de la frontera, y la carta de Atiyah, si es correcta, confirmaría su ubicación en la época en que fue escrita.
Atiyah deplora las dificultades de la comunicación directa entre Waziristán e Iraq y propone que sería más fácil para Zarqawi enviar a un representante de confianza a Pakistán, antes que al revés. Los "hermanos", escribe, "quisieran tener un modo de hablar con usted y aconsejarle, y guiarle e instruirle; sin embargo, también ellos están ocupados con los despiadados enemigos aquí.
"También están débiles", continúa, "y pedimos a Dios que los fortalezca y cure sus heridas. Aunque tienen muchos problemas propios, son gente razonable, experimentada y cuerda, con conocimientos prácticos... Esta carta representa lo que los hermanos quieren decirle, es una sinopsis de lo que quieren decirle".
Considerada auténtica por funcionarios militares y del contraterrorismo, la carta de Atiyah agrega un contexto a sucesos en la relación a menudo difícil de al-Qaeda con su filial iraquí, arrojando nuevas luces sobre la profundidad de la preocupación sobre Zarqawi y los límites de su control sobre él.
Una carta anterior a Zarqawi, escrita en julio de 2005 por el lugarteniente de bin Laden, Ayman al-Zawahiri, hizo algunos de los mismos reproches con palabras más formales y menos directas. Pero tuvieron poco efecto. En septiembre de 2005, Zarqawi emitió una cinta de video acusando a líderes sunníes y chiíes de cooperar con las fuerzas estadounidenses y jurando que los mataría.
La carta de Atiyah empieza con un cálido saludo personal para Zarqawi. "Se lo digo en la introducción", dice, porque el resto de esta carta "girará fundamentalmente sobre las cosas negativas y advirtiéndole sobre asuntos que son peligrosos y deplorables".
Zarqawi había sido nombrado para una posición de enorme responsabilidad, continúa Atiyah, pero debía ampliar su círculo de consejeros en Iraq y prestar más atención a aquellos con una mejor comprensión de los objetivos políticos más amplios de al-Qaeda. Si sus palabras llevaran a Zarqawi a preguntarse si acaso le estaba pidiendo que renunciara, escribe Atiyah, la respuesta sería: "No necesariamente". Pero, continúa, "es una posibilidad si encuentra usted en algún momento a alguien mejor capacitado o conveniente que usted mismo". La ley islámica, le recuerda, exige que "se nombre a los más capaces".
Atiyah le ordena no tomar "ninguna decisión sobre temas importantes" sin consultar previamente con bin Laden, Zawahiri y los otros "hermanos". Dice que Zarqawi debía mejorar su relación con otros grupos sunníes rebeldes en Iraq y mostrarse más sensato a la hora de usar el nombre de al-Qaeda para sus operaciones.
Atiyah se refiere a un atentado en Jordania ordenado por Zarqawi como el tipo de operación que requiere autorización previa. Le llama a ejercer la mayor cautela y no "intente matar a jefes religiosos o tribales que son obedecidos y que gozan de buena reputación entre los sunníes de Iraq, sin que importen otras cosas". Después de que logren expulsar a las fuerzas norteamericanas y desmantelen al gobierno iraquí, escribe, "podremos actuar de otro modo".
"Debéis saber que nosotros, como los demás muyahedines, todavía estamos débiles... No hemos recuperado todavía nuestra estabilidad. No tenemos alternativa y no debemos despilfarrar ningún elemento de los fundamentos de nuestra resistencia ni ningún colaborador o partidario".
La carta de diciembre de Atiyah produjo aparentemente, al menos temporalmente, algunos resultados. En enero, la organización de Zarqawi, al-Qaeda en Iraq, anunció que estaba coordinando sus operaciones con otros grupos rebeldes sunníes bajo el alero de una organización llamada el Consejo Muyahedín Shura. Pero toda esperanza de apelar a los chiíes -vistos por al-Qaeda como una necesidad temporal que sería abandonada una vez que las fuerzas estadounidenses fueran expulsadas- quedó anulada cuando fuerzas afiliadas a Zarqawi volaron en febrero un importante santuario chií, la mezquita de la cúpula dorada al-Askari en Samarra. Además, varios líderes tribales sunníes de la provincia de Anbar en Iraq fueron asesinados este año por elementos bajo la bandera del Consejo Shura.
Desde la muerte de Zarqawi en un bombardeo aéreo norteamericano cerca de la ciudad iraquí de Baqouba en junio, el nuevo líder de al-Qaeda en Iraq, Abu Hamza al-Muhajer, se ha mostrado más sintonizado con los deseos de al-Qaeda y se ha acercado a líderes tribales y religiosos sunníes. Compitiendo por su apoyo con el gobierno respaldado por Estados Unidos, del primer ministro Nuri al-Maliki, al-Muhajer emitió el jueves un llamado público pidiendo su perdón y jurando respetar su erudición y condición.
Atiyah ya no se encuentra en Waziristán, dijeron oficiales norteamericanos que se negaron a especular sobre su paradero actual. Pero dijeron que no había sido capturado por Estados Unidos y tenían la certeza de que se encontraba vivo. Interrogado sobre la prioridad que se otorga a su captura, un oficial estadounidense dijo: "Es una figura importante... El mundo estará más seguro cuando lo saquemos de la calle".
El oficial dijo que Atiyah es uno de varios miembros importantes de al-Qaeda cuyos nombres no han sido dados a conocer. "Lo conocíamos", dijo. "Hay un montón de gente clave de al-Qaeda que puede no aparecer en los listados para el público general o la prensa". Rita Katz, cuyo Instituto SITE, de Washington, estudia páginas web de extremistas musulmanes, dijo que cree que Atiyah es un "importante estratega de al-Qaeda" que aparece frecuentemente en un sitio protegido por contraseña bajo el nombre de Louis Atiyah Allah. "Es uno de los yihadistas a los que recurren con preguntas. Él les dice qué hacer, qué fatwahs dictar. Se comunica con la comunidad yihadista por internet".
El funcionario contraterrorista se negó a decir si acaso el gobierno cree que Louis Atiyah Allah y Atiyah Abd al-Rahman sean la misma persona.
El trayecto de Atiyah de Libia a una importante posición en la jerarquía de al-Qaeda empezó como la de muchos jóvenes musulmanes que viajaron a Afganistán para unirse a los muyahedines afganos en su lucha contra la ocupación militar soviética en los años ochenta. Muchos fueron reclutados y organizados por bin Laden, un carismático saudí que se había incorporado a la causa de los muyahedines. Funcionarios estadounidenses dijeron que Atiyah operaba fundamentalmente en los alrededores de Jalalabad, al este de Afganistán.
A principios de los años noventa, tras un breve retorno a Arabia Saudí, bin Laden trasladó sus operaciones al Sudán. El ataque de Estados Unidos contra Iraq en 1991 le había dado una nueva causa, y su organización al-Qaeda, formada con los reclutas extranjeros que había organizado en Afganistán, declaró la guerra contra la presencia militar norteamericana en el Golfo Pérsico.
Mientras bin Laden se organizaba en Sudán, Atiyah se dirigió a Argelia, donde se cree que luchó junto con el Grupo Islámico Armado (conocido por GIA, por sus iniciales francesas).
Cuando los talibanes se hicieron con el poder en Kabul en 1996, bin Laden volvió a Afganistán, donde Atiyah se unió a él para establecer campos de adiestramiento terrorista. Tras ser dejado en libertad de una cárcel jordana, Zarqawi llegó a Afganistán en 1999. Aunque tenía sólo una tenue relación con al-Qaeda, Zarqawi utilizó dinero de bin Laden para montar su propio campo de adiestramiento cerca de Herat para preparar el derrocamiento del gobierno jordano en Amán.
Fue en Herat, creen funcionarios norteamericanos, que se desarrolló la relación entre Zarqawi y Atiyah.
Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, Zarqawi viajó a Irán y luego al norte de Iraq. Después de que fuerzas norteamericanas invadieran Iraq en marzo de 2003, utilizó sus vínculos con al-Qaeda para ganar legitimidad y partidarios en la resistencia antinorteamericana. En octubre de 2004, cambió el nombre de su floreciente organización por al-Qaeda en Iraq.
El papel de enlace de Atiyah era "más una función de sus antiguos vínculos con al-Qaeda y su relación con la dirigencia central de al-Qaeda y sus intereses en verlo asumir este papel, en oposición a una relación más estrecha con Zarqawi", dijo un funcionario del contraterrorismo.
El autor de la carta del 11 de diciembre, que dice que escribe desde el cuartel general de al-Qaeda en la región de Waziristán, Pakistán, es miembro del alto mando de Osama bin Laden, y firma como ‘Atiyah'. El Centro de Combate contra el Terrorismo de las fuerzas armadas en West Point, que dio a conocer la semana pasada un traducción de quince páginas del documento en árabe hecho público en Iraq, dijo que se desconocía su verdadera identidad.
Pero funcionarios antiterroristas dijeron que creían que se trata de Atiyah Abd al-Rahman, un libio de 37 años que se unió a bin Laden en Afganistán en los años ochenta cuando era adolescente. Desde entonces ha ido escalando posiciones en al-Qaeda como experto en explosivos y clérigo musulmán. Tras conocer a Zarqawi a fines de los años noventa en Herat, una ciudad al occidente de Afganistán, se convirtió en el principal interlocutor de al-Qaeda con el violento jordano.
El nombre de Atiyah no aparece en ninguna de las listas publicadas por el gobierno norteamericano de terroristas identificados o sospechosos de terrorismo. Pero su biografía, tal como fue descrita por funcionarios contraterroristas, ofrece una rara mirada en el cuadro de leales acólitos que escaparon con bin Laden hacia la región montañosa de la frontera entre Afganistán y Pakistán en el otoño de 2001.
La carta, el primer documento en salir a la luz de lo que los militares describieron como un "tesoro" de información requisado en casas de seguridad iraquíes en la época de la muerte de Zarqawi, proporciona nuevos detalles sobre la debilitada dirigencia de al-Qaeda en Waziristán.
"Estoy con ellos", escribe Atiyah a Zarqawi sobre el alto mando, "y me han hecho algunos comentarios sobre algunas de sus circunstancias".
El presidente de Pakistán, el general Pervez Musharraf, dijo en una visita a Estados Unidos la semana pasada, que cree que bin Laden y sus principales lugartenientes se encuentran en el lado afgano de la frontera. Oficiales y funcionarios de la inteligencia norteamericanos han creído durante largo tiempo que los cabecillas de al-Qaeda se ocultan en una de las provincias tribales en el lado paquistaní de la frontera, y la carta de Atiyah, si es correcta, confirmaría su ubicación en la época en que fue escrita.
Atiyah deplora las dificultades de la comunicación directa entre Waziristán e Iraq y propone que sería más fácil para Zarqawi enviar a un representante de confianza a Pakistán, antes que al revés. Los "hermanos", escribe, "quisieran tener un modo de hablar con usted y aconsejarle, y guiarle e instruirle; sin embargo, también ellos están ocupados con los despiadados enemigos aquí.
"También están débiles", continúa, "y pedimos a Dios que los fortalezca y cure sus heridas. Aunque tienen muchos problemas propios, son gente razonable, experimentada y cuerda, con conocimientos prácticos... Esta carta representa lo que los hermanos quieren decirle, es una sinopsis de lo que quieren decirle".
Considerada auténtica por funcionarios militares y del contraterrorismo, la carta de Atiyah agrega un contexto a sucesos en la relación a menudo difícil de al-Qaeda con su filial iraquí, arrojando nuevas luces sobre la profundidad de la preocupación sobre Zarqawi y los límites de su control sobre él.
Una carta anterior a Zarqawi, escrita en julio de 2005 por el lugarteniente de bin Laden, Ayman al-Zawahiri, hizo algunos de los mismos reproches con palabras más formales y menos directas. Pero tuvieron poco efecto. En septiembre de 2005, Zarqawi emitió una cinta de video acusando a líderes sunníes y chiíes de cooperar con las fuerzas estadounidenses y jurando que los mataría.
La carta de Atiyah empieza con un cálido saludo personal para Zarqawi. "Se lo digo en la introducción", dice, porque el resto de esta carta "girará fundamentalmente sobre las cosas negativas y advirtiéndole sobre asuntos que son peligrosos y deplorables".
Zarqawi había sido nombrado para una posición de enorme responsabilidad, continúa Atiyah, pero debía ampliar su círculo de consejeros en Iraq y prestar más atención a aquellos con una mejor comprensión de los objetivos políticos más amplios de al-Qaeda. Si sus palabras llevaran a Zarqawi a preguntarse si acaso le estaba pidiendo que renunciara, escribe Atiyah, la respuesta sería: "No necesariamente". Pero, continúa, "es una posibilidad si encuentra usted en algún momento a alguien mejor capacitado o conveniente que usted mismo". La ley islámica, le recuerda, exige que "se nombre a los más capaces".
Atiyah le ordena no tomar "ninguna decisión sobre temas importantes" sin consultar previamente con bin Laden, Zawahiri y los otros "hermanos". Dice que Zarqawi debía mejorar su relación con otros grupos sunníes rebeldes en Iraq y mostrarse más sensato a la hora de usar el nombre de al-Qaeda para sus operaciones.
Atiyah se refiere a un atentado en Jordania ordenado por Zarqawi como el tipo de operación que requiere autorización previa. Le llama a ejercer la mayor cautela y no "intente matar a jefes religiosos o tribales que son obedecidos y que gozan de buena reputación entre los sunníes de Iraq, sin que importen otras cosas". Después de que logren expulsar a las fuerzas norteamericanas y desmantelen al gobierno iraquí, escribe, "podremos actuar de otro modo".
"Debéis saber que nosotros, como los demás muyahedines, todavía estamos débiles... No hemos recuperado todavía nuestra estabilidad. No tenemos alternativa y no debemos despilfarrar ningún elemento de los fundamentos de nuestra resistencia ni ningún colaborador o partidario".
La carta de diciembre de Atiyah produjo aparentemente, al menos temporalmente, algunos resultados. En enero, la organización de Zarqawi, al-Qaeda en Iraq, anunció que estaba coordinando sus operaciones con otros grupos rebeldes sunníes bajo el alero de una organización llamada el Consejo Muyahedín Shura. Pero toda esperanza de apelar a los chiíes -vistos por al-Qaeda como una necesidad temporal que sería abandonada una vez que las fuerzas estadounidenses fueran expulsadas- quedó anulada cuando fuerzas afiliadas a Zarqawi volaron en febrero un importante santuario chií, la mezquita de la cúpula dorada al-Askari en Samarra. Además, varios líderes tribales sunníes de la provincia de Anbar en Iraq fueron asesinados este año por elementos bajo la bandera del Consejo Shura.
Desde la muerte de Zarqawi en un bombardeo aéreo norteamericano cerca de la ciudad iraquí de Baqouba en junio, el nuevo líder de al-Qaeda en Iraq, Abu Hamza al-Muhajer, se ha mostrado más sintonizado con los deseos de al-Qaeda y se ha acercado a líderes tribales y religiosos sunníes. Compitiendo por su apoyo con el gobierno respaldado por Estados Unidos, del primer ministro Nuri al-Maliki, al-Muhajer emitió el jueves un llamado público pidiendo su perdón y jurando respetar su erudición y condición.
Atiyah ya no se encuentra en Waziristán, dijeron oficiales norteamericanos que se negaron a especular sobre su paradero actual. Pero dijeron que no había sido capturado por Estados Unidos y tenían la certeza de que se encontraba vivo. Interrogado sobre la prioridad que se otorga a su captura, un oficial estadounidense dijo: "Es una figura importante... El mundo estará más seguro cuando lo saquemos de la calle".
El oficial dijo que Atiyah es uno de varios miembros importantes de al-Qaeda cuyos nombres no han sido dados a conocer. "Lo conocíamos", dijo. "Hay un montón de gente clave de al-Qaeda que puede no aparecer en los listados para el público general o la prensa". Rita Katz, cuyo Instituto SITE, de Washington, estudia páginas web de extremistas musulmanes, dijo que cree que Atiyah es un "importante estratega de al-Qaeda" que aparece frecuentemente en un sitio protegido por contraseña bajo el nombre de Louis Atiyah Allah. "Es uno de los yihadistas a los que recurren con preguntas. Él les dice qué hacer, qué fatwahs dictar. Se comunica con la comunidad yihadista por internet".
El funcionario contraterrorista se negó a decir si acaso el gobierno cree que Louis Atiyah Allah y Atiyah Abd al-Rahman sean la misma persona.
El trayecto de Atiyah de Libia a una importante posición en la jerarquía de al-Qaeda empezó como la de muchos jóvenes musulmanes que viajaron a Afganistán para unirse a los muyahedines afganos en su lucha contra la ocupación militar soviética en los años ochenta. Muchos fueron reclutados y organizados por bin Laden, un carismático saudí que se había incorporado a la causa de los muyahedines. Funcionarios estadounidenses dijeron que Atiyah operaba fundamentalmente en los alrededores de Jalalabad, al este de Afganistán.
A principios de los años noventa, tras un breve retorno a Arabia Saudí, bin Laden trasladó sus operaciones al Sudán. El ataque de Estados Unidos contra Iraq en 1991 le había dado una nueva causa, y su organización al-Qaeda, formada con los reclutas extranjeros que había organizado en Afganistán, declaró la guerra contra la presencia militar norteamericana en el Golfo Pérsico.
Mientras bin Laden se organizaba en Sudán, Atiyah se dirigió a Argelia, donde se cree que luchó junto con el Grupo Islámico Armado (conocido por GIA, por sus iniciales francesas).
Cuando los talibanes se hicieron con el poder en Kabul en 1996, bin Laden volvió a Afganistán, donde Atiyah se unió a él para establecer campos de adiestramiento terrorista. Tras ser dejado en libertad de una cárcel jordana, Zarqawi llegó a Afganistán en 1999. Aunque tenía sólo una tenue relación con al-Qaeda, Zarqawi utilizó dinero de bin Laden para montar su propio campo de adiestramiento cerca de Herat para preparar el derrocamiento del gobierno jordano en Amán.
Fue en Herat, creen funcionarios norteamericanos, que se desarrolló la relación entre Zarqawi y Atiyah.
Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, Zarqawi viajó a Irán y luego al norte de Iraq. Después de que fuerzas norteamericanas invadieran Iraq en marzo de 2003, utilizó sus vínculos con al-Qaeda para ganar legitimidad y partidarios en la resistencia antinorteamericana. En octubre de 2004, cambió el nombre de su floreciente organización por al-Qaeda en Iraq.
El papel de enlace de Atiyah era "más una función de sus antiguos vínculos con al-Qaeda y su relación con la dirigencia central de al-Qaeda y sus intereses en verlo asumir este papel, en oposición a una relación más estrecha con Zarqawi", dijo un funcionario del contraterrorismo.
2 de octubre de 2006
©washington post
©traducción mQh
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