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ALGUNOS MARINES CUESTIONAN LA GUERRA DE IRAK - steve fainaru


Algunos soldados se quejan de que la guerra de Iraq no es la guerra que pensaban hacer contra el terrorismo. No ven la conexión con los atentados del 11 de septiembre de 2001 ni con Al Qaeda.
Iskandariyah, Iraq. En el caso del soldado de primera clase Carlos Pérez están garrapateadas las letras FDNY. Tras los atentados en Nueva York, el Pentágono y en el oeste de Pensilvania el 11 de septiembre de 2001, Pérez dejó la escuela y su trabajo como bombero en Long Island, Nueva York, y se alistó en el Cuerpo de Infantería de Marina.
"Para ser honesto, me quería vengar", dijo Pérez, de 20 años.
Ahora, tras dos de sietes meses de un período de servicio en Iraq, Pérez no ve la conexión entre los sucesos del 11 de septiembre y la guerra que está librando. En realidad, dijo, está cada vez más desilusionado de un conflicto cuyos orígenes siguen siendo poco claros y frustrado por la timidez de las fuerzas estadounidenses ante un enemigo que es invisible la mayor parte de la veces.
"A veces no veo la razón por la que estoy aquí", dijo Pérez. "En primer lugar, no puedes combatir tantas veces como quieres. En segundo lugar, estamos frente a un enemigo que es invisible. El único modo de hacerlo es ir de casa en casa hasta que lo encontremos".
Pérez no es el único. En una docena de entrevistas, los marines de una sección conocida como ‘81' expresó francamente sus frustraciones por el modo en que se conduce la guerra y, en algunos casos, con dudas sobre los motivos de por qué se hace. La sección, llamada ‘81' por el tamaño en milímetros de sus proyectiles de mortero, es parte del Primer Batallón del Regimiento de Infantería Nº2, asignado a Iskandariyah, a unos 48 kilómetros al suroeste de Bagdad.
Los marines dieron abiertamente sus opiniones a un periodista que viajó con el Primer Batallón del Regimiento de Infantería Nº2 durante las operaciones de la semana pasada en la provincia de Balil, y luego se extendieron sobre ellas durante entrevistas a lo largo de tres días en sus cuarteles en el Campamento Iskandariyah, su base de operaciones de avanzada.
Las opiniones de los marines han sido determinadas por su participación en cientos de horas de operaciones en los últimos dos meses. Sus evaluaciones difieren marcadamente de las del gobierno interino iraquí y del gobierno de Bush, que han dichjo que Iraq está en camino seguro -aunque accidentado- hacia una democracia pacífica.
"Tengo la sensación de haber estado aquí años y años", dijo el soldado de primera clase Edward Elston, 22, de Hackettstown, Nueva Jersey. "No creo que se vaya a poner mejor; creo que se va poner mucho peor. Se va a poner como en Palestina. Vamos a dejar de ser una presencia policial y nos vamos a transformar en una fuerza de ocupación... Vamos a estar siempre aquí. No nos iremos nunca".
Las opiniones de la sección de morteros de unos 50 jóvenes marines, varios de los cuales han combatido en la primera fase de la guerra el año pasado, no reflejan necesariamente todas o ni siquiera a la mayoría de las tropas estadounidenses que están luchando en Iraq. Pero ofrecen una instantánea de las frustraciones engendradas por un pesado conflicto que ha terminado con la vida de 1.064 estadounidenses, dejado heridos a otros 7.730, y que se ha extendido a muchas áreas del país.
Aunque no tan altamente publicitados como los ataques en zonas conflictivas como Faluya, Samarra y Ciudad Sader, Bagdad, la violencia en la provincia de Balil, al sur de la capital, es también intensa. Desde el 28 de julio, cuando los marines se hicieron responsables de las operaciones en la región, 102 de las 1.100 tropas de la unidad han sido heridas, 85 en combate, de acuerdo a los archivos del batallón. Cuatro han muerto, dos de ellos en combate.
Oficiales de jerarquía atribuyen la enorme diferencia entre la cantidad de muertos y heridos a la efectividad de las armaduras y blindajes -chalecos antibala, cascos y vehículos blindados reforzados, especialmente todoterrenos- ante la persistencia de los ataques. La semana pasada, los marines hallaron 61 bombas al borde la carretera, casi una por día. De ellas, estallaron 49. El Campamento Iskandariyah fue impactado por proyectiles de mortero o cohetes en 12 ocasiones; pero los insurgentes lanzaron proyectiles contra la base, sin dar en el blanco, 21 veces.

La Realidad En El Terreno
Varios miembros de la sección dijeron que estaban sorprendidos por la diferencia entre el modo en que se retrata la guerra en Estados Unidos y la realidad de sus vidas cotidianas.
"Todos los días lees artículos en Estados Unidos, del tipo: ‘Ah, está cada vez mejor'", dijo el soldado de primera clase Jonathan Snyder, 22, de Gettysburg, Pensilvania. "Pero los que estamos aquí sabemos que se pone cada día peor".
El soldado de primera clase, Kyle Maio, 19, de Bucks County, Pensilvania, dijo que pensaba que los funcionarios de gobierno eran reticentes a hablar con franqueza debido a las futuras elecciones en Estados Unidos. "Están pasando cosas aquí, pero no lo dicen directamente", dijo. "No pueden decirlo".
Maio dijo que cuando llegó a Iraq, "no pensé, honestamente, que iba a vivir tanto tiempo". Agregó: "No es que sea malo. Es parte del trabajo, supongo".
Cuando el periodista le iba a hacer otra pregunta a Maio, la entrevista fue interrumpida por el chillido de un proyectil entrante, seguido de una ensordecedora explosión afuera del cuartel. El ambiente se alborotó de inmediato.
"¡Al suelo! ¡Al suelo!", gritó el radio-operador del batallón, el soldado Brandon Autin, 21, de Nueva Iberia, Los Angeles, sus órdenes enlazadas con tacos. "¡Al búnker! ¡Métanse al búnker!"
Los miembros del batallón salieron corriendo de sus cuartos hacia el búnker de 1 metro y medio por cinco metros, ubicado afuera al final de un edificio de un piso. El cuarto con piso de tierra estaba protegido por un techo bajo y paredes de sacos de arena de 1 metro veinte de grosor. Una vez en el búnker, varios marines encendieron cigarrillos, llenando el cuarto ya congestionado, de humo.
"La realidad ahora mismo es que la opinión más peligrosa del mundo es la opinión de un militar estadounidense", dijo el soldado de primera clase Devin Kelly, 20, de Fairbanks, Alaska.
El soldado de primera clase Alexander Jones, 20, de Ball Ground, Georgia, asintió: "De hecho, estamos demostrando que el gobierno está equivocado", dijo. "Los pillamos en una mentira".
Oficiales de alto rango dijeron que compartían muchas de las frustraciones del batallón, pero agregaron que era difícil para marines de bajo nivel ser los progresos mayores que se hacían en todo Iraq. El mayor Douglas Bell, el oficial ejecutivo del batallón, dijo que "una de las cosas más difíciles acerca de la insurrección es identificar al enemigo".
Bell dijo que era frustrante para " todos los marines en el batallón" salir todos los días a buscar a insurgentes, sólo para ser atacados repetidas veces con bombas y explosiones de morteros o lanzados por un enemigo invisible. "Te gustaría agarrarlo por el cuello y darle una patada en el culo", dijo Bell. "Pero se escabullen".
Bell dijo que los marines que hacían predicciones pesimistas sobre Iraq no tomaban en cuenta el adiestramiento de las nuevas fuerzas iraquíes. Dijo que la instalación del nuevo ejército iraquí, la Guardia Nacional Iraquí y la policía en el país sentaría las bases de la retirada de las tropas estadounidenses.
"Así es como vamos a salir de Iraq", dijo Bell. "Así es como Estados Unidos saldrá de Iraq".
Los marines reconocieron que les frustraba el carácter elusivo de los insurgentes. "Realmente no sabes contra quién estás peleando. Eres más o menos un objeto de guerra", dijo Elston, el soldado de Nueva Jersey. "De repente ves algo al borde del camino, y explota".
Pero los marines dijeron que las frustraciones son más profundas. Varios dijeron que las fuerzas de seguridad iraquí que se supone que finalmente deberán reemplazarles, no están listas y pueden no estarlo nunca".
"No pueden protegerse a sí mismos", dijo el soldado de primera clase Matthew Combs, 19, de Cincinnati, que agregó que no pensaba que los guardias nacionales "puedan hacer algo. Sólo hacen lo que les mandas a hacer".

El Precio De La Cautela
Los marines también expresaron frustración por el hecho de que no podían luchar de manera más agresiva debido a las limitaciones de las reglas de combate impuestas por los comandantes.
Las reglas, que requieren que los marines identifiquen positivamente los blancos hostiles antes de abrir fuego, son engorrosas frente a la guerra de guerrillas urbana, dijeron varios de ellos.
"Cuando nos envían fuera, nos preparamos durante una hora", dijo Maio. "Cuando estamos listos para avanzar, ellos ya se han ido. Hace unas semanas, atacaron la comisaría de policía de Iskandariyah. Nos tuvimos que preparar durante casi una hora antes de salir hacia ellá. Es algo estúpido. Tienes que esperar la aprobación y todo lo demás".
Kelly, el soldado de Alaska, dijo que entendía la necesidad de proteger a los civiles pero que las limitaciones estaban poniendo en peligro la vida de los estadounidenses. "Parece que les dan más valor a acatar la ley al pie de la letra y así sacrificar nuestras, antes que observar el espíritu de la ley y hacer el trabajo", dijo refiriéndose a sus superiores.
Bell dijo que la frustración de los marines era comprensible, pero que era extremadamente difícil determinar el alcance de la hostilidad después de un bomba de carretera que puede haber sido detonada desde cualquier cosa, desde un coche de juguete a control remoto hasta un teléfono móvil. "Es una decisión harto difícil para un chico de 19 años", dijo.
El soldado Jeremy Kyrl, 21, de Chicago, dijo que los insurgentes aprovechaban las limitaciones impuestas a las tropas estadounidenses. "No nos dan libertad de acción, no nos dejan movernos", dijo. "Ellos agarran a la gente y le cortan la cabeza. Ellos conocen nuestros límites, y ellos no los tienen. No podemos competir con eso".

La Decisión De Servir
Pérez dijo que las frustraciones inherentes a la guerra se hicieron evidentes casi inmediatamente cuando llegó a Iraq en julio. Inmigrante colombiano, dijo que había decidido enlistarse en el Cuerpo de Infantería después de asistir a los funerales de un amigo que murió en los atentados del 11 de septiembre. El amigo, Thomas Hetzel, era un bombero voluntario en la Compañía de Bomberos de la Plaza de Franklin y Munson, donde Pérez también era voluntario.
En esa época, Pérez estaba estudiando derecho penal en el Nassau Community College. "Cuando estaba en el funeral vi llorar a su hijita", dijo. "Su esposa estaba embarazada y tenía dos hijos. Me dije: ‘Esto es, esto es lo que haré'".
Pero Pérez dijo que concluyó que esta guerra en Iraq no tenía nada que ver con su rabia. "¿Cómo lo digo?", dijo. "Antes que nada, este es un asunto totalmente diferente. Se suponía que estábamos buscando a Al Qaeda. Ellos son los responsables de los atentados del 11 de septiembre. Esto no tiene relación ninguna con el 11 de septiembre, porque esta guerra la empezaron diciéndonos todo eso sobre las bombas atómicas que tendrían aquí".
Snyder, que estaba escuchando, agregó: "Creo lo mismo, que están desviando la guerra contra el terrorismo. Estoy de acuerdo con la guerra en Afganistán y todo eso sobre el 11 de septiembre, pero creo que dejaron la guerra que había que hacer allá [en Afganistán] para venirse a esta guerra chica de aquí. Y ahora que estamos en el terreno, parece que no estamos ni cerca de atrapar a ese desgraciado de Bin Laden".
Pérez dijo que pensaba que de algún modo todavía estaban combatiendo a los terroristas y "puedo imaginar que ellos atacarán a Estados Unidos en el futuro. Hay un vínculo, pero realmente no se basa en lo mismo".
Pérez agregó que ahora cree que la principal razón de la presencia estadounidense es ayudar a los iraquíes. "Pero no parece que quieran ser ayudados", dijo. "He estado solamente dos meses aquí, pero cada vez que salgo, la gente te mira mal y parece que todos quieren matarte".

Cuestionando Las Órdenes
La frustración de los marines se hizo evidente una tarde de la semana pasada cuando miembros del batallón se desplazaron de Base Operacional de Avanzada de Kalsu al Campamento Iskandariyah. Se había informado de un ataque en el área, y se pidió a los miembros del batallón que dejaran sus todoterrenos e hicieran una patrulla a pie para detectar actividades sospechosas.
El tráfico comenzó a estancarse rápidamente: coches atiborrados de familias, camiones cargados con animales y verduras. Revisar la hilera de vehículos habría tomado horas. Repentinamente se dio la orden a los marines de revisar todos los buses para detectar insurgentes y requisar armas.
"Eso es lo que llamamos un acto de circo", dijo Kelly, el robusto y mordaz soldado de Fairbanks. Dijo que la operación era fundamentalmente un show para los periodistas estadounidenses que viajaban con los marines. "Es para que puedas escribir en el diario lo grande que es nuestra capacidad de respuesta", dijo.
Él y otro marine subieron a un pequeño bus lleno en su mayor parte de mujeres y niños. Entró hasta el centro del pasillo con su rifle de asalto M-16 y se bajó, disgustado.
"Lo único que hicimos fue asustar a esa gente", dijo. "Eso es todo lo que hicimos".
Cuando los marines volvieron a su camión, Autin y Kelly comenzaron a discutir los méritos de la presencia estadounidense en Iraq.
"Y, dicho sea de paso, ¿por qué estamos aquí?"
"Yo te diré porque estamos aquí", dijo Kelly. "Estamos aquí para ayudar a esa gente".
Autin asintió y dijo que apoyaba la misión.
Agregó más tarde que era difícil hacer la guerra cuando los comandantes les ponían trabas.
"Tengo la impresión de que les preocupan más los civiles iraquíes que los soldados estadounidenses", dijo.
Cuando le pregunté sino le preocupaba que los marines fueran castigados por hablar, Autin dijo: "Me da un carajo. ¿Cómo nos van a castigar? ¿Mandándonos a Iraq?"

10 de octubre de 2004
19 de octubre de 2004
©washington post
©traducción mQh

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