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descolorida estrella de cine


[Martha Groves] Marion Davies y su casa en la playa personificaron la edad de oro de Hollywood.
En la cúspide de los locos años veinte, el magnate de la prensa William Randolph Hearst construyó para su amante rubia, la actriz Marion Davies, una extravagante casa en un terreno de cinco acres en la playa en Santa Mónica.
Fue la mansión más grandiosa de la playa, e hizo quedar chicas las residencias de aristócratas de Hollywood, como Louis B. Mayer, Samuel y Frances Goldwyn, Irving Thalberg y Norma Shearer, Harold y Mildred Lloyd, y Douglas Fairbanks y Mary Pickford.
Davies, una estrella del cine mudo, y Hearst, recibían a menudo. Sus elaboradas fiestas de disfraces atraían a personajes como Clark Gable, Carole Lombard, Cary Grant, Gloria Swanson y Howard Hughes, que se ponían pantalones de cuero con tirantes para un sketch tirolés.
Charlie Chaplin, del que rumoreaba que había sido amante de Davies, retozaba con ella en su piscina de agua de mar de 33 metros, bordeada de mármol italiano y cruzada por un puente de mármol veneciano.
Durante la edad de oro de la pantalla grande, Davies emergió como una favorita de Hollywood, una efervescente bromista con piel de porcelana y entusiasta parrandera.
Sin embargo, hoy se la recuerda, si acaso, como una luminaria menor de esa época, en gran parte debido a dos hombres.
Uno de ellos era Hearst, el magnate casado que utilizó su imperio mediático para vender sus talentos, dejando que sus detractores concluyeran que ella no valía nada por sí sola. Y el otro era Orson Welles, cuya película de 1941, ‘Ciudadano Kane' -basada libremente en la vida de Hearst- cimentó en la mente del público la idea de que Davies era una mujer chillona que carecía de talento.
En los últimos años, los fans de Davies se han esforzado en revivir el interés en la actriz y en sus películas.
Al mismo tiempo, admiradores de su propiedad en la playa, su mansión demolida no hace mucho, han estado presionando para convertir el sitio abandonado, con su histórica piscina y casa de huéspedes, en un balneario público.
Las dos iniciativas buscan la rehabilitación no solamente de una propiedad en la playa, sino también la imagen de una mujer muerta.
Casi a fines de 1915, poco después de que su esposa Millicent, diera a luz a dos niños, Hearst asistió al nuevo musical de Irving Berlin en Broadway, ‘Stop! Look! Listen!'
En el coro había una rubia fresa de dieciocho años, Marion Davies. Nacida en Brooklyn, Nueva York, era la menor de cinco hermanos de un magistrado del ayuntamiento, Bernard Douras, y su esposa Rose. Ella y dos hermanas mayores que también se dedicaron al mundo del espectáculo, adoptaron el nombre de Davies después de verlo en un letrero de una inmobiliaria.
Hearst, 52, se enamoró. "Me enviaba flores y pequeños obsequios, como cajas de plata o guantes o caramelos", recordó Davies en cintas grabadas con sus recuerdos, publicadas póstumamente en 1975 bajo el título ‘The Times We Had'.
Para la primavera de 1916, de acuerdo a David Nasaw, el biógrafo de Hearst, el magnate y la corista se veían regularmente en fiestas y banquetes. Tratando de ser discreto por el bien de su esposa, una ex corista que se negaba a concederle el divorcio, Hearst trató de llevar una doble vida. Pero no logró engañar a nadie.
En mayo de 1916, un reportaje en el New York American, de propiedad de Hearst, revelaba que Davies había sido "la primera de las nuevas bellezas de Brooklyn elegidas por Ziegfeld" para su siguiente espectáculo. Después de eso, las noticias sobre Davies empezaron a aparecer regularmente en los diarios de Hearst.
Davies apareció por primera vez en ‘Runaway, Romany', de 1917, una película que escribió y que fue dirigida por su cuñado George Lederer. "Yo no sabía actuar, pero la idea del cine mudo me atrajo porque yo tampoco podía hablar", dijo Davies años después, aludiendo a su problema con la tartamudez.
Al año siguiente, la compañía cinematográfica de Hearst en Manhattan, Cosmopolitan Productions, produjo dos películas con Davies como protagonista: ‘Cecilia of the Pink Roses' y ‘The Burden of Proof'. Las reseñas de la primera fueron tibias. El American de Hearst deliraba de entusiasmo.
El New York Times bostezó: "No se trata de objetar a la señorita Davies. No es de ninguna manera una actriz sensacional, pero cumple con los requisitos de su papel".
En su carrera cinematográfica de dos décadas, en las que trabajó en MGM y luego en Warner Bros., Davies se sentía más relajada, y generalmente le proporcionaban las mejores reseñas, en papeles ligeros y comedias. Hearst a menudo la utilizó mal haciéndola actuar en dramas épicos, pero incluso en esos fue a veces elogiada.
En 1928, en los últimos días del cine mudo, Davies fue protagonista en dos ligeras comedias dirigidas por King Vidor que son consideradas sus mejores: ‘The Patsy' y ‘Show People'. Dieron origen a su reputación como la primera heroína estrafalaria de Hollywood.
Ese año Davies y Hearst se mudaron a su terreno en la playa en lo que es ahora 415 Pacific Coast Highway.

La casa principal de tres pisos y estilo revival georgiano, tenía forma de U, con dieciocho columnas helénicas en la parte de atrás. Davies y Hearst tenían suites conectadas por una puerta secreta. Otras cuatro casas estaban ocupadas por la familia de Davies, huéspedes y más de 30 criados de tiempo completo. En total, el complejo contaba con 110 dormitorios y 55 cuartos de baño.
Como en su lujoso castillo en San Simeón en la costa central de California, Hearst compró habitaciones enteras en Europa y las hizo rearmar en su casa en la playa. Transplantó paneles de Burton Hall en Irlanda, un salón de baile de un palacio veneciano de 1750 y un mesón de un restaurante de Surrey, Inglaterra. Setenta y cinco ebanistas trabajaron durante un año para completar las balaustradas de las escaleras duales principales.
Una distorsión habitual dice que Julia Morgan, la primera mujer arquitecto de California, y colaboradora de Hearst en San Simeón, diseñó la casa de la playa. De hecho, William Flannery, del que se sabe poco, fue el arquitecto de la casa principal. Morgan diseñó la casa de huéspedes (conocida como North House) y la piscina, con detalles escogidos por Hearst.
"Me gustaría tener escaleras de mármol en la piscina de San Simeón, como las de la piscina de Santa Mónica tan pronto como te sea conveniente", telegrafió Hearst a Morgan en noviembre de 1928. "Tienen mucho éxito".
Cuando la mansión empezó a tener problemas con los fundamentos, Morgan hizo las veces "de ingeniero civil para apuntarlos y evitar que se desparramara con las mareas hacia el mar", dijo Nancy E. Loe, bibliotecaria de colecciones especiales en Cal Poly San Luis Obispo.
Para cuando se terminó de construir la mansión, según se lee en ‘Marion Davies', la biografía escrita por Fred Lawrence Guiles en 1972, había costado siete millones de dólares -tres millones en la construcción y cuatro millones en terminaciones y adornos. Eso equivaldría hoy a 83 millones de dólares.
Los interiores eran palaciegos, con inmensas alfombras orientales, candelabros de cristal de Tiffany, una habitación terminada con pan de oro y 37 chimeneas. En el vestíbulo colgaban retratos de Davies.
Cuando estaba en la ciudad, Davies invitaba a cenar todas las noches de la semana, y a fiestas de piscina de todo el día, escribió Nasaw en su biografía de 2000, ‘The Chief: The Life of William Randolph Hearst'.
La actriz Louise Brooks recordó una visita de fin de semana en abril de 1928 en la que "había veinte personas para el almuerzo, a las que se agregaron, en la tarde, cuarenta más para nadar en la piscina veneciana de mármol blanco que separaba la casa del océano, y cuarenta más que se agregaron para la cena servida en el porche que daba a la piscina".
En ocasiones especiales, como el cumpleaños de Hearst, se levantaban enormes tiendas para acomodar hasta dos mil invitados. En 1937, los invitados se vistieron como artistas de circo (incluyendo a una Bette Davis barbuda) y se montaron en un tiovivo prestado de Warner Bros. Para poder instalarlo, Hearst ordenó echar abajo una pared, para luego volver a levantarla.

En los primeros días de la casa de la playa, el ánimo alegre de Davies ocultaba el pánico que sentía por el surgimiento del cine sonoro. En una función en Nueva York de la película ‘The Singing Fool', de Al Jonhson, de 1927, Davies empezó a sollozar, estropeando su maquillaje y susurrando a su acompañante: "¡Es mi ruina! ¡Es mi ruina!"
Davies, cuya ronca y arrastrada voz era estropeada por el tartamudeo, temía que las películas sonoras presagiaran el fin de sus papeles como protagonista -y su salario anual de medio millón de dólares. Pero poco después se sorprendió al enterarse por Thalberg, el jefe de producción de MGM, que su prueba de sonido le había valido un nuevo contrato. Resultó que si memorizaba los diálogos, dejaba de tartamudear. Terminó participando en dieciséis películas sonoras.
No eran solamente personajes famosos de Hollywood y Hearst los que veían a Davies como una animada compañera. Le encantaba al dramaturgo George Bernard Shaw y al aviador Charles Lindbergh. Semanas antes del derrumbe de la bolsa en octubre de 1929, Winston Churchill y su familia alojaron en San Simeón, y luego visitaron la casa de la playa para nadar.
En 1937, después de 46 largometrajes, Davies se retiró del cine. Poco después, la devoción de Davies hacia W.R., como llamaba a Hearst, debió pasar por una dura prueba. Sus activos estaban hipotecados, el manirroto de Hearst estaba al borde de la insolvencia. Davies vendió sus acciones, sus propiedades inmobiliarias y sus joyas para darle una infusión de un millón de dólares que salvaría su imperio.
Para entonces, Davies había acumulado una fortuna personal de varios millones de dólares, gran parte en propiedad inmobiliaria en Beverly Hills y Nueva York. Era una de las mujeres más ricas de Hollywood y donaba millones de dólares a obras de caridad, amigos desafortunados e incluso desconocidos.
Sin embargo, su imagen sufriría pronto un golpe ‘fatal', según el biógrafo Guiles, con el lanzamiento de ‘Ciudadano Kane' en 1941.
La gente empezó a referirse a Susan Alexander -la amante de Charles Foster Kane, representada por Dorothy Comingore- como "el recambio de Marion Davies". Alexander, como Davies, era rubia, hacía rompecabezas y bebía demasiado, y vivía con Kane en Xanadu, muy parecido a San Simeón. La difunta crítico de cine Pauline Kael, observó más tarde: "El falso estrellato de Susan y el papel que tuvo en la vida de Kane era igual que el de Marion Davies, según prácticamente todo el mundo".
En 1945, Davies vendió la casa de la playa, la que describió como un "trasto", debido a una disputa por el impuesto a la propiedad. Los inversores le pagaron 600 mil dólares, una miseria que equivalía aproximadamente al coste de las 37 chimeneas.
Hearst murió a los 88 en 1951 en la mansión de Beverly Hills que compartía con Davies. A petición de sus hijos, la angustiada Davies hubo de ser sedada. Mientras dormía, sacaron el cuerpo de Hearst de la casa, junto con todo vestigio de él, incluyendo las fotografías de sus numerosos viajes a Europa.
¿Te das cuenta de lo que hicieron?", diría más tarde. "Me robaron lo único que tenía. Él era mío".
Diez semanas después de la muerte de Hearst, Davies se casó con Horace Brown, un capitán de barco que había cortejado a su hermana Rose. Empezó a beber todavía más de lo habitual, y vivía cada vez más inmersa en el pasado. Muchos de sus amigos habían muerto, otros se habían alejado, y la mayoría de sus películas habían sido olvidadas.
Como lo dijo Jeanine Basinger en su libro de 1999, ‘Silent Stars': "Aunque los críticos escribieron a menudo excelentes reseñas de Davies, nunca le perdonaron el pecado de Willian Randolph Hearst".
A principio de 1959, los doctores descubrieron un tumor maligno en la mandíbula de Davies. Fue operada y los tratamientos de cobalto descoloraron su famosa piel de porcelana. Murió el 22 de septiembre de 1961, a la edad de 64.
Para entonces, el complejo de la playa había pasado por varia encarnaciones. Uno de sus dueños, el hostelero Joseph Brown, agregó tres edificios al lugar. e abril de 1957, elementos de la casa principal, tales como tablillas, columnas y instalaciones interiores, se pusieron a la venta. La casa misma fue demolida poco después.
El estado compró el terreno en 1959 y lo arrendó al ayuntamiento de Santa Mónica, que a su vez lo alquiló al club privado Sand & Sea, de 1960 a 1990. El ayuntamiento instaló allí luego un balneario.
En 1994 el terremoto Northridge derrumbó una chimenea de ladrillos, lanzándola por el tejado de la North House. Todos los edificios del complejo fueron puestos a la venta.
Desde entonces, el sitio se ha ido deteriorando lentamente debido a la falta de fondos. Los ventanales de la North House fueron tapados, lo mismo que su histórica piscina y sus caprichosos azulejos de peces. Las hierbas han brotado entre las grietas en el suelo. Los enrejados se han oxidado y las vigas de madera han empezado a pudrirse.
Durante años, funcionarios de gobierno y activistas de barrio han trabajado en un plan para convertir el sitio en un balneario público. Por una modesta tarifa, cualquiera podría disfrutar de la piscina donde chapoteaban Chaplin y otras estrellas, una terraza con sillones para tomar el sol, canchas de voleibol y pádel, salas para eventos, una zona de juegos para niños y mesas de picnic.

Wallis Annenberg, la heredera y filántropa de TV Guide, ha prometido casi 28 millones de dólares para el proyecto de la Fundación Annenberg. Annenberg recuerda que, cuando era joven, pasaba gloriosos días de verano en el Sand & Sea Club, donde muchos de sus miembros, como ella, eran judíos. Otros clubes privados tendían a excluir a los judíos.
"Me molestaba ver este sitio vacante cercado por una valla de tela metálica", dijo Annenberg. "Para mí era importante que fuera una lugar agradable para que el público lo disfrutara".
Hace poco el ayuntamiento llegó a un acuerdo con los vecinos que habían rechazado el proyecto debido al tráfico, seguridad y ruidos. El ayuntamiento espera iniciar las obras en septiembre próximo y completar el proyecto a principio de 2010.
Los fans de Davies esperan que el complejo renueve el entusiasmo por sus películas y la edad de oro en la que jugó un papel destacado.
"Ver el nombre de Marion Davies en conexión con este sitio estimulará el interés en su carrera y en la historia de Hollywood y en su conexión con Santa Mónica", dice Marc Wanamaker, historiador y archivista de Hollywood. "Recuerda, ella era de la realeza de Hollywood".
Años después de su muerte, los festivales de cine revivieron varias de las mejores películas de Davies. Confrontados con su don para la comedia y su encanto, cinéfilos y estudiosos del cine que se criaron con ‘Ciudadano Kane', tuvieron que repensar sus opiniones. ‘Captured on Film', un documental de 2001, tenía por objetivo reparar algunas de esas percepciones.
Welles también trató de corregir su imagen. Décadas después de que ‘Ciudadano Kane' arrojara una sombra sobre la carrera de Davies, Welles se disculpó, diciendo que Susan Alexander "no se parece en absoluto" a Davies.
Catorce años tras la muerte de Davies, la elogió en el prólogo de ‘The Times We Had', llamándola "una de las comediantes más deliciosamente logradas en la historia de la pantalla grande".

martha.groves@latimes.com

6 de octubre de 2006
©los angeles times
©traducción mQh
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