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rumores de golpe en iraq


[David Ignatius] Una solución para Iraq se puede encontrar en un acuerdo para una serie de problemas regionales en Oriente Medio.

Mientras durante el mes pasado se deterioraba la situación de la seguridad en Bagdad, se escucharon frecuentes rumores, entre políticos, sobre un ‘gobierno de salvación nacional' -un golpe, de hecho- que impondría la ley marcial en todo el país. Estos rumores son probablemente poco realistas, pero ilustran la creciente desesperación entre los iraquíes a medida que el país se desliza más profundamente hacia una guerra civil.
Los rumores de golpe provienen de varias direcciones. Oficiales norteamericanos han recibido informes de que un prominente político sunní, Saleh al-Mutlak, visitó capitales árabes durante el verano y fomentó la idea de un gobierno de salvación nacional, sugiriendo, erróneamente, que contaría con el apoyo norteamericano. Entretanto, altos funcionarios del servicio de inteligencia iraquí han discutido un plan según el cual el primer ministro Nouri al-Maliki renunciaría a favor de una comisión gobernante de cinco hombres que desbandaría el parlamento, declararía la ley marcial y reintegraría a algunos oficiales del viejo ejército iraquí.
La frustración con el gobierno del chií al-Maliki es más intensa entre la minoría sunní de Iraq, que era el grupo dominante durante el viejo régimen de Saddam Hussein. Pero a medida que arrecia la violencia religiosa, la desilusión también se ha extendido entre importantes políticos chiíes y kurdos. Se dice que algunos respaldan la formación de una comisión tipo junta de gobierno, que representaría a las principales facciones del país e incluiría al ex primer ministro interino Ayad Allawi -todavía visto por algunos iraquíes como un potencial ‘hombre fuerte' que impediría que el país se deslice hacia el abismo.
La situación se está deteriorando tan rápidamente que se dice que incluso los jefes de las milicias radicales se quejan de la anarquía. Moqtada al-Sáder, un provocador chií que encabeza la milicia conocida como el Ejército Mahdi, dijo hace poco a altos funcionarios del servicio de inteligencia iraquí que "un creciente número de escuadrones de la muerte chiíes, que operan bajo el nombre de su Ejército Mahdi, son pasdaran [guardias revolucionarios] iraníes, y personal y combatientes de Hezbolla, que están realizando operaciones de las que no está consciente ni puede controlar", de acuerdo a una fuente estadounidense.
Funcionarios del gobierno de Bush se rompen la cabeza pensando en por qué se han extendido esos rumores en Bagdad. Una razón es que los iraquíes recuerdan la historia de los golpes en el país, incluyendo el golpe de 1958 que derrocó a la monarquía y el que en 1968 llevó al Partido Baaz al poder. Otra explicación es la creciente frustración norteamericana con Maliki y la percepción en Iraq de que se la fijado una fecha límite para terminar con las milicias. Finalmente, los rumores pueden reflejar los actuales intentos de Estados Unidos se acercarse a los antiguos líderes baazistas e insurgentes para estabilizar el país.
La idea en Bagdad, como en Washington, es que Iraq se está acercando a un punto de ruptura y que algo tiene que ceder. ¿Pero qué? Cuando dejas a un lado la retórica de ‘mantener el curso', las mejores esperanzas del gobierno de Bush se centran aparentemente en una solución federal para Iraq en la que el gobierno central devuelve el poder a las regiones kurdas, chiíes y sunníes; los ingresos por el petróleo se reparten equitativamente; el ejército iraquí mantiene el orden en zonas conflictivas, como Bagdad; y las fuerzas norteamericanas se retiran gradualmente.
El mayor problema con esa estrategia es que dejaría al Triángulo Sunní como una zona anárquica desde la que los terroristas podrían operar libremente. Oficiales norteamericanos se sintieron esperanzados por una cumbre de líderes tribales sunníes en Bagdad el fin de semana pasado que podrían contener a las fuerzas de al-Qaeda en la región. Pero esas estrategias tribales han fracasado en el pasado.
En los próximos meses habrá dos oportunidades para una diplomacia creativa que podría empezar el proceso de una ordenada retirada norteamericana. La primera es la fecha cierre de diciembre para la renovación legal del mandato de Naciones Unidas para las fuerzas de la coalición en Iraq. Maliki ha estado presionando para obtener la aprobación parlamentaria iraquí para continuar la ocupación, sabiendo que en la situación actual eso puede ser explosivo. Pero paradójicamente el tema proporciona una valiosa posibilidad para una negociación estadounidense-iraquí para un calendario gradual de reducción de las fuerzas estadounidenses y para cerrar algunas bases norteamericanas. Esa discusión conviene a todo el mundo.
La segunda oportunidad es la misión cuasi oficial del ex secretario de estado James A. Baker III, que co-preside el Grupo de Estudio de Iraq formado por el Instituto de la Paz estadounidense. Baker cree en el diálogo con todo el mundo, y su equipo se reunió hace poco con el ministro de relaciones exteriores de Siria, Walid al-Moaulem, y con el embajador iraní ante Naciones Unidas, Javad Zarif, para discutir ideas para estabilizar Iraq. Aunque los rumores en los pasillos en Washington tienen a Baker recomendando alguna forma de ‘federalismo' para Iraq, sospecho que él se moverá en otra dirección. Como arquitecto de la conferencia de paz de Madrid en 1991, entiende que la mejor posibilidad de una solución para estabilizar Iraq es que sea parte de un acuerdo más amplio a problemas de Oriente Medio. Esa es una estrategia de retirada ambiciosa, pero puede ser la más realista.

isdavidignatius@washpost.com

13 de octubre de 2006
©washington post
©traducción mQh
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