policías víctimas y peligrosos
En México, los policías desconfían hasta de sus propios compañeros. Más de dos mil personas han sido asesinadas por narcotraficantes en lo que va del año.
Los agentes de seguridad se han convertido en uno de los blancos preferidos por los carteles de la droga. Sólo en 2006, unos 138 policías municipales han muerto en ataques llevados a cabo por sicarios al servicio de organizaciones narco.
El asesinato de policías a manos de narcotraficantes ya no llama la atención en México. A muchos les parece parte del entorno de violencia. La muerte, el martes de la semana pasada, en una emboscada producida en el estado occidental de Michoacán, de un fiscal, un comandante y cuatro agentes de seguridad mereció tan solo 25 segundos en el noticiario nocturno del canal de mayor audiencia. La gente se ha ido acostumbrando a las balaceras. Los ajusticiamientos apenas merecen un breve comentario.
Es tal la violencia en este país que la embajada de Estados Unidos en México advierte a sus ciudadanos para que, además de Oaxaca (sur del país), eviten viajar a la capital debido a los recientes atentados y la amenaza de disturbios durante la toma de posesión del nuevo presidente, Felipe Calderón, el 1 de diciembre.
Durante el mandato del saliente mandatario Vicente Fox, más de 8.000 personas han sido asesinadas por la delincuencia organizada. En el 2006 se han contabilizado poco más de 2.000 asesinatos relacionados con el narcotráfico.
Hay más muertos en México por la violencia generada por el crimen organizado que en Colombia en plena guerra contra el narcotráfico y la guerrilla. Tan sólo en este año, en México han sido asesinados 138 policías municipales (en el país no existe un cuerpo nacional de seguridad); de ellos, 25 fueron decapitados. "Aquí te tienes que cuidar hasta de tus propios compañeros, porque no sabes para dónde puedan tirar", comenta Luis Valdés, un agente que admite que muchos policías fueron muertos por sus propios compañeros al servicio de carteles de la droga.
En los seis años de gobierno de Fox han sido acribillados 65 agentes de la Agencia Federal de Investigación. La mayoría de los crímenes siguen impunes.
Los asesinatos de policías se cometen con una alta dosis de violencia y crueldad, pues no sólo mueren acribillados, ahorcados y quemados, sino que ahora hasta son decapitados. En las poblaciones más azotadas por la violencia del narcotráfico, los municipios tienen dificultades para contratar policías por el temor a los narcotraficantes y, también, los bajos salarios (apenas 280 dólares al mes).
"Ante el gran poder de los carteles de la droga, la policía municipal es endeble. Su debilidad se evidencia en forma dramática con las frecuentes ejecuciones de oficiales", señala Yáñez Romero, ex asesor del Sistema Nacional de Seguridad mexicano.
Este especialista comenta que la muerte de policías y la impunidad que prevalece "es un desastre nacional e institucional, un ciclo perverso. Si no se acaba con él, se genera más impunidad, y a mayor impunidad, mayor violencia".
Ante este panorama de caos, el estado no reacciona. Para encubrir su ineficiencia, su única respuesta es decir que matan policías porque se combate con eficacia al narcotráfico. La situación es de tal gravedad que los expertos lo califican de ‘desastre nacional'.
¿Por qué cada día mueren más policías municipales si no tienen facultad alguna contra el narcotráfico, atribución que sólo corresponde a la fiscalía y al ejército? La explicación hay que buscarla en la corrupción: a medida que aumentó la venta de drogas en las ciudades se acentuaron las disputas por su control; el servicio de protección a los mafiosos se trasladó de los policías federales a los municipales.
Las mafias se disputan el control de los mercados en los 32 estados mexicanos, en una guerra que deja cientos de muertos. Y es sabido que resulta imposible el florecimiento del crimen organizado sin la complicidad de autoridades locales, estatales y federales. La premisa de ‘plata o plomo' está presente, como nunca, en las redacciones de los diarios y en los cuarteles; periodistas y policías se han convertido en actividades del más alto riesgo.
Infierno de Periodistas
Para los periodistas, México se ha convertido en el país más peligroso del mundo después de Irak. Esto, luego de que ayer fue hallado el cadáver de Roberto Marcos García, quien trabajaba en la ciudad de Veracruz (este) como corresponsal del periódico ‘Alarma', de Ciudad de México.
El cuerpo del reportero, asesinado de al menos 12 disparos, fue hallado sobre la autopista Veracruz-Alvarado, muy cerca de un poblado conocido como La Matosa.
De acuerdo con las primeras investigaciones, García fue atropellado el martes por un auto del que segundos después bajaron sus ocupantes para dispararle doce tiros a quemarropa. En el sitio se hallaron casquillos de un arma calibre 9 milímetros y la motocicleta en que viajaba el reportero.
Se trata del tercer periodista asesinado en noviembre y el séptimo desde enero, y su muerte sitúa a México justo detrás de Irak en el ranking de países más mortíferos para la prensa en 2006, según Reporteros sin Fronteras, organización que ayer manifestó su horror por el nuevo crimen.
Con la muerte de García ya suman 28 los trabajadores de prensa que han muerto (y cuatro están desaparecidos) durante el Gobierno del saliente Mandatario de derecha, Vicente Fox, que comenzó en el 2000.
Los últimos casos de periodistas asesinados son el de Misael Tamayo Hernández, director del periódico ‘Despertar de la Costa' de Guerrero, en el Pacífico, y el de José Manuel Nava, ex director del diario nacional ‘Excélsior'.
El asesinato de policías a manos de narcotraficantes ya no llama la atención en México. A muchos les parece parte del entorno de violencia. La muerte, el martes de la semana pasada, en una emboscada producida en el estado occidental de Michoacán, de un fiscal, un comandante y cuatro agentes de seguridad mereció tan solo 25 segundos en el noticiario nocturno del canal de mayor audiencia. La gente se ha ido acostumbrando a las balaceras. Los ajusticiamientos apenas merecen un breve comentario.
Es tal la violencia en este país que la embajada de Estados Unidos en México advierte a sus ciudadanos para que, además de Oaxaca (sur del país), eviten viajar a la capital debido a los recientes atentados y la amenaza de disturbios durante la toma de posesión del nuevo presidente, Felipe Calderón, el 1 de diciembre.
Durante el mandato del saliente mandatario Vicente Fox, más de 8.000 personas han sido asesinadas por la delincuencia organizada. En el 2006 se han contabilizado poco más de 2.000 asesinatos relacionados con el narcotráfico.
Hay más muertos en México por la violencia generada por el crimen organizado que en Colombia en plena guerra contra el narcotráfico y la guerrilla. Tan sólo en este año, en México han sido asesinados 138 policías municipales (en el país no existe un cuerpo nacional de seguridad); de ellos, 25 fueron decapitados. "Aquí te tienes que cuidar hasta de tus propios compañeros, porque no sabes para dónde puedan tirar", comenta Luis Valdés, un agente que admite que muchos policías fueron muertos por sus propios compañeros al servicio de carteles de la droga.
En los seis años de gobierno de Fox han sido acribillados 65 agentes de la Agencia Federal de Investigación. La mayoría de los crímenes siguen impunes.
Los asesinatos de policías se cometen con una alta dosis de violencia y crueldad, pues no sólo mueren acribillados, ahorcados y quemados, sino que ahora hasta son decapitados. En las poblaciones más azotadas por la violencia del narcotráfico, los municipios tienen dificultades para contratar policías por el temor a los narcotraficantes y, también, los bajos salarios (apenas 280 dólares al mes).
"Ante el gran poder de los carteles de la droga, la policía municipal es endeble. Su debilidad se evidencia en forma dramática con las frecuentes ejecuciones de oficiales", señala Yáñez Romero, ex asesor del Sistema Nacional de Seguridad mexicano.
Este especialista comenta que la muerte de policías y la impunidad que prevalece "es un desastre nacional e institucional, un ciclo perverso. Si no se acaba con él, se genera más impunidad, y a mayor impunidad, mayor violencia".
Ante este panorama de caos, el estado no reacciona. Para encubrir su ineficiencia, su única respuesta es decir que matan policías porque se combate con eficacia al narcotráfico. La situación es de tal gravedad que los expertos lo califican de ‘desastre nacional'.
¿Por qué cada día mueren más policías municipales si no tienen facultad alguna contra el narcotráfico, atribución que sólo corresponde a la fiscalía y al ejército? La explicación hay que buscarla en la corrupción: a medida que aumentó la venta de drogas en las ciudades se acentuaron las disputas por su control; el servicio de protección a los mafiosos se trasladó de los policías federales a los municipales.
Las mafias se disputan el control de los mercados en los 32 estados mexicanos, en una guerra que deja cientos de muertos. Y es sabido que resulta imposible el florecimiento del crimen organizado sin la complicidad de autoridades locales, estatales y federales. La premisa de ‘plata o plomo' está presente, como nunca, en las redacciones de los diarios y en los cuarteles; periodistas y policías se han convertido en actividades del más alto riesgo.
Infierno de Periodistas
Para los periodistas, México se ha convertido en el país más peligroso del mundo después de Irak. Esto, luego de que ayer fue hallado el cadáver de Roberto Marcos García, quien trabajaba en la ciudad de Veracruz (este) como corresponsal del periódico ‘Alarma', de Ciudad de México.
El cuerpo del reportero, asesinado de al menos 12 disparos, fue hallado sobre la autopista Veracruz-Alvarado, muy cerca de un poblado conocido como La Matosa.
De acuerdo con las primeras investigaciones, García fue atropellado el martes por un auto del que segundos después bajaron sus ocupantes para dispararle doce tiros a quemarropa. En el sitio se hallaron casquillos de un arma calibre 9 milímetros y la motocicleta en que viajaba el reportero.
Se trata del tercer periodista asesinado en noviembre y el séptimo desde enero, y su muerte sitúa a México justo detrás de Irak en el ranking de países más mortíferos para la prensa en 2006, según Reporteros sin Fronteras, organización que ayer manifestó su horror por el nuevo crimen.
Con la muerte de García ya suman 28 los trabajadores de prensa que han muerto (y cuatro están desaparecidos) durante el Gobierno del saliente Mandatario de derecha, Vicente Fox, que comenzó en el 2000.
Los últimos casos de periodistas asesinados son el de Misael Tamayo Hernández, director del periódico ‘Despertar de la Costa' de Guerrero, en el Pacífico, y el de José Manuel Nava, ex director del diario nacional ‘Excélsior'.
23 de noviembre de 2006
©la nación
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