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matan a cómico iraquí


[Sudarsan Raghavan] Asesinan a cómico iraquí que convertía la frustración en sátira.
Bagdad, Iraq. En los últimos tres años, Walid Hassan tuvo una tarea imposible. Tenía que hacer reír a iraquíes cansados de la guerra. Semana tras semana, el cómico y locutor encontraba inspiración en la confusión y derramamiento de sangre. En su programa de televisión de los fines de semana, ‘Caricatura', se burlaba de la escasa seguridad, las largas colas para la gasolina, los apagones y los políticos inútiles.
En el mundo de Hassan no había nada sagrado. Y muchos iraquíes lo adoraban. En un país agobiado por la frustración, él era su escape. Lo reconocían en la calle y le destapaban sus miserias. Él los escuchaba, y luego transformaba todo en sátira.
El lunes, Hassan, 47, padre de cinco hijos, se convirtió en una víctima de la guerra y el caos de los que derivaba su inspiración. Según informó la policía, Hassan, un musulmán chií, fue hallado en el barrio de mayoría sunní de Yarmouk, al oeste de Bagdad, con múltiples heridas de bala en la espalda y cabeza. Testigos oculares lo vieron por última vez en un coche negro con un chofer y otros dos pasajeros.
"Era una estrella en la galaxia de artes iraquíes", dijo Ali Hanoon, el director del programa. "Ahora es otro sacrificado en el altar de este país masacrado".
Hassan, que también producía un programa político, es la última baja del mundo de los medios iraquí, que ha sufrido pesadamente desde que la invasión norteamericana de 2003 desencadenara una ola de libertad de prensa. De acuerdo a Periodistas Sin Fronteras, un grupo de defensa de los periodistas, en Iraq hasta el momento, han muerto 133 periodistas, camarógrafos y otros profesionales del ámbito de los medios.
Hassan, descrito por sus amigos como un hombre alto con pelo con motas canas y una sonrisa amistosa, era el segundo empleado de la televisión al-Sharkiya, un canal independiente de propiedad de un empresario iraquí de Londres, en ser asesinado este mes. En enero, una presentadora de Sharkiya escapó a un intento de secuestro saltando por la ventana de su apartamento en un segundo piso, después de que hombres armados irrumpieran en su casa.
El lunes, la familia de Hassan y sus amigos más cercanos luchaban por comprender su muerte. En el Bagdad de hoy, asolado por los escuadrones de la muerte y las bandas criminales, podría haber muchas razones. ¿Fue víctima de la lucha entre sectas? ¿O sus programas atravesaban demasiadas líneas rojas?
Lo que está claro es que Hassan estaba preocupado por su vida, dicen sus amigos. Mientras observaba las crecientes bajas, a menudo pensaba cuándo sería su turno, haciéndose eco de los temores de muchos iraquíes, dijo Hanoon.
Así, como la mayoría de los iraquíes, hizo preparativos para el caso de su muerte. El año pasado vendió su coche por cinco mil dólares y usó el dinero para comprar un terreno para su familia.
"Le pregunté: ‘¿Para qué vendiste el coche?'", recuerda Ali Jabbir, uno de los co-actores de Hassan en ‘Caricatura'.
"Me dijo: ‘Si muero mañana, al menos dejaré una casa para mis hijos'. Y esa es la preocupación de todos los iraquíes".
El lunes, Hanoon dijo que había hablado con la mujer de Hassan. Dijo que su marido a menudo le decía que su fama le protegería de la violencia que se desarrollaba fuera.
"Me dijo que él le decía a menudo: ‘Si llega gente y quieren matarme, trataría de razonar con ellos. Y les diría: Por qué queréis matarme? ¿Qué he hecho? Y me dejarían ir, porque soy muy popular'", contó Hanoon.
Tras graduarse en una academia de bellas artes en Bagdad, Hassan trabajó como funcionario en Nasiriyah. Siguió cursos nocturnos de actuación y arte mientras trabajaba como periodista para la televisión estatal iraquí. A principio de los noventa, llegó a Bagdad tras su sueño de convertirse en cómico. Tuvo su oportunidad como director de una programa con la cámara indiscreta llamado ‘Trucos', transmitido por la televisión estatal, recordó Hanoon.
En los meses que siguieron a la invasión norteamericana, cuando en Iraq surgió toda una constelación de canales de televisión, al-Sharkiya contrató a Hassan y a otros cinco actores para ‘Caricatura'. En los episodios de treinta minutos, los actos realizaban sketches que a menudo parecían la versión iraquí de ‘Saturday Night Live'. Los papeles de Hassan iban desde funcionarios corruptos hasta burócratas chupamedias.
Un sketch giraba sobre una familia que se mudaba con todas sus posesiones a un lugar desconocido. Al final del episodio, se los veía con el pelo largo y cano, sus caras arrugadas por la vejez. Es entonces que los espectadores se enteran de que la familia ha estado esperando en una de las largas colas iraquíes para comprar gasolina.
La semana pasada, en su última actuación, Hassan hizo de un hombre que, mediante sus conexiones, se abría camino hasta la cumbre de su compañía, sólo para darse cuenta de que era la persona equivocada para el trabajo. Muchos iraquíes lo interpretaron como un tirón de orejas al gobierno de unidad de Iraq, en el que las lealtades religiosas y tribunal son claramente visibles en muchos ministerios.
Había un tema sensible que ellos nunca tocaban: el conflicto religioso que desgarra a la sociedad iraquí. "Odiábamos este tema", dice Jabbir. "Creemos que los medios no deberían provocar este conflicto. El objetivo es reducir ese conflicto".
Hassan, dijeron sus amigos, no hacía su trabajo por el dinero -ganaba apenas 400 dólares al mes y llegaba difícilmente a fin de mes.
El lunes algunos de sus co-actores en el programa meditaban sobre qué impulsaba a Hassan a seguir en un programa que podría causar la indignación de mucha gente poderosa.
"Era su modo de servir al país y a su pueblo, y esa es la razón por la que Walid y nosotros corríamos ese riesgo", dijo Bushra Ismael, un co-actor en ‘Caricatura'.
Hanoon dijo que no estaba seguro de si el programa continuará siendo emitido.
"El programa es una comedia. La risa vendría mezclada con sangre", dijo Hanoon.

Saad al-Izzi contribuyó a este reportaje.

21 de noviembre de 2006
©washington post
©traducción mQh
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