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mundo de decepciones 2


[Alan Cowell] Ex espía ruso vivía en un mundo de decepciones. Denunció que atentados chechenos eran obra de Putin. Emigrados en Londres. Última entrega.
Londres, Gran Bretaña. Desde el momento que aterrizó en Gran Bretaña, Litvinenko reanudó su amistad con Berezevosky, que había llegado algunos meses antes, también buscando asilo. Desde una modesta casa pareada en Muswell Hill, un barrio de clase media al norte de Londres, parece haberse movido con relativa facilidad en círculos de seguridad y de ex espías, visitando frecuentemente las oficinas de Berezovsky en Mayfair -uno de los barrios más elegantes de Londres.
También formaba parte de una población estimada de unos 300 mil rusos en Londres, incluyendo a emigrados políticos, antiguos desertores y ricos magnates que gastan su tiempo en clubes nocturnos y boutiques y comprando propiedades y clubes de fútbol. Había recibido la nacionalidad británica el año pasado.
Pero también mantenía contacto con sus antiguos colegas del FSB, como Mikhail Trepashkin, que fue encarcelado en octubre de 2003 por revelar secretos de estado mientras investigaba los atentados con bomba contra edificios de apartamentos en Moscú y otras ciudades en 1999, que terminaron con la vida de decenas de personas. Esos atentados son la base de un libro publicado en inglés el mismo año por Litvinenko, en el que acusaba a los servicios de seguridad rusos de colocar las bombas para tener un pretexto para iniciar la segunda guerra chechena.
En una carta dada a conocer el viernes y fechada al 23 de noviembre, Trepashkin dice en una referencia al FSB: "En 2003, le advertí a Alexander Litvinenko que iban a formar un grupo especial para asesinarlo".
Pero Litvinenko también apuntó crecientes preocupaciones sobre su seguridad. "Un servicio secreto se crea para luchar contra otro servicio secreto", dijo al New York Times en una conferencia telefónica en 2004 durante la pesquisa por el envenenamiento de Viktor A. Yushchenko, entonces candidato ucraniano a la presidencia. "Cuando un servicio secreto ataca a un individuo, no tiene ninguna oportunidad".
Litvinenko dijo que sus partidarios habían arreglado que pudiera conversar con legisladores británicos, a los que dijo que los servicios secretos rusos se estaban "volviendo más agresivos, y han amenazado a mi familia". Dijo que sabía de 32 espías rusos activos en Inglaterra. "Nos siguen y provocan y preparan nuestra eliminación", dijo.
En septiembre de 2004, dos semanas después de su alocución ante el parlamento, Litvinenko dijo en la entrevista que a la una de la mañana arrojaron botellas con un líquido abrasivo contra su apartamento.
Algunos de sus asociados se molestaron con la idea de fuera el representante personal o intermediario de Berezovsky. "No era simplemente alguien que vino de Rusia a pedirle dinero a Berezovsky", dijo Suvorov, el ex agente del GRU.
Sin embargo, Litvinenko exhibía una predilección por los negocios secretos. De acuerdo a un informe en el Times de Londres, en noviembre, viajó a Israel semanas antes de su muerte para entregar expedientes sobre el caso Yukos -en el que el ex presidente de la compañía, Mikhail B. Khodorkovsky, se encuentra encarcelado por evasión de impuestos- a Leonid Nevzlin, un magnate del petróleo exiliado. Nevzlin fue citado confirmando el artículo. El fatídico día que cayó enfermo, los rastros de radiación marcaron sus movimientos hasta las oficinas de Erinys, una compañía de seguridad internacional en Mayfair.
Fue en ese barrio elegante que, el 1 de noviembre, se reunió con ex colegas de los servicios de seguridad rusos, Andrei Lugovoi y Dmitri Kovtun, en el hotel Millennium Mayfair, y con Scaramella, el consultor y académico italiano, en el bar de sushi cerca de Piccadilly. Todos niegan haberlo envenenado.

Más Misterios
Pero la saga no ha terminado. Una semana después de que la policía reportara que Litvinenko había sido envenenado, Scaramella mismo fue hospitalizado cuando se encontraron grandes concentraciones del isótopo en su cuerpo. También se encontraron rastros de radiación en un familiar de Litvinenko.
El misterio parecía más profundo que nunca: la policía había trazado los movimientos de Litvinenko y sus contactos el 1 de noviembre. Los detectives habían pasado 20 horas entrevistándolo en el hospital, de acuerdo a sus asociados. Sin embargo, la pista hacia Moscú parecía elusiva e imposible de confirmar. Las especulaciones giraban de modo no concluyente sobre conspiraciones del Kremlin y contra-conspiraciones y acciones de operativos parias para proseguir sus propios feudos o desacreditar al presidente Putin. Pero nadie podía decir de dónde vino el veneno o cómo entró al cuerpo de Litvinenko.
En realidad, Lugovoi, el ex agente de la KGB, dijo en una entrevista con un diario ruso publicado el sábado que Litvinenko podría, de hecho, haber sido envenenado semanas antes de que alguien se diera cuenta. Si es verdad, eso contradice algunas de las suposiciones más básicas de la investigación -al menos, las que se han dado a conocer- y explican por qué se encontró radiación en un avión de British Airways que hizo el trayecto entre Moscú y Londres el 25 de octubre.
"Alexander Litvinenko, mi socio Dmitri Kovtun y yo estábamos en Londres el 17 de octubre en una reunión en la oficina de Erinys", la compañía privada de seguridad, dijo Lugovoi al diario ruso Kommersant. "Los rastros de radiación pueden haber sido dejados ahí después de esta visita".
Algunos de los asociados de Litvinenko dijeron que su posición se hizo más precaria cuando empezó a reunir información sobre la muerte de Politkovskaya, la periodista investigativa rusa matada a balazos en Moscú en octubre. "Era un gran investigador", dijo Suvorov, el ex agente del GRU. "Eso lo hacía muy peligroso y vulnerable: si alguien lo llamaba y le decía: ‘Sé quién mató a Politkovskaya', simplemente lo citaba. Así que, definitivamente, era muy vulnerable".

Scott Shane contribuyó al reportaje desde Washington, y Steven Lee Myers y Viktor Klimenko desde Moscú.

3 de diciembre de 2006
©new york times
©traducción mQh
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