irán, quién le cree a bush
[Karen DeYoung] Gobierno norteamericano encuentra cada vez más difícil probar intervención de Irán en Iraq.
El espectro de la guerra en Iraq -una guerra que el gobierno de Bush niega que estuviese planeando y que justificó con evidencias que resultaron ser falsas- amenaza la política oficial hacia Irán.
Escépticos miembros del congreso han puesto en duda las acusaciones del gobierno sobre el apoyo de Teherán a los insurgentes iraquíes y la insistencia del presidente Bush de que sus planes para enfrentarse a Irán siguen siendo puramente diplomáticos. El gobierno, consciente de su baja credibilidad, cree que ha hecho todo lo posible para convencer a los escépticos de que Irán no es una repetición de Iraq.
"No, no, no, no", dijo el lunes Tony Snow, portavoz de la Casa Blanca, en respuesta a preguntas sobre si el gobierno exageró las evidencias contra Irán en una sesión militar informativa en Bagdad el día anterior. "Estoy dispuesto a golpearme la cabeza con el micrófono".
Del mismo modo que el Síndrome de Vietnam ha acosado a la política exterior y militar de toda una generación de presidentes norteamericanos, el Síndrome de Iraq se ha convertido en una siempre presente corriente subterránea en Washington. "Todo el mundo está reviviendo todo esto de nuevo en todo lo que hacemos", dijo un funcionario de gobierno, refiriéndose a los tumultuosos meses de la invasión norteamericana en marzo de 2003.
"En los viejos tiempos, si el gobierno norteamericano hubiese dicho: ‘Esto es lo que tenemos, esta es nuestra misión', la gente razonable lo habría aceptado de buenas a primeras", dijo el funcionario sobre la rueda de prensa en Bagdad. "Eso no va a ocurrir nunca más".
En la rueda de prensa de ayer en la Casa Blanca, Bush abordó directamente el problema. "¿Qué le hace creer", preguntó un periodista a Bush, que "los más altos niveles del gobierno de Teherán", según afirman los militares, son responsables de los embarques de armas letales a Iraq para ser usadas contra las tropas norteamericanas?
Bush contradijo la versión de las fuerzas armadas, diciendo: "No sabemos... si los líderes más altos de Irán lo ordenaron".
"Pero este es mi punto de vista", agregó. "O lo sabían o no lo sabían, pero lo que importa es que las armas están allá".
Sin embargo, como sugieren las preguntas que han perseguido a altos funcionarios toda la semana, lo que importa en la era de la post-invasión de Iraq es si el gobierno puede probarlo.
Lo esencial para muchos congresistas demócratas y un número creciente de republicanos, quedó reflejado el martes por el representante Bob Etheridge (demócrata de Carolina del Norte) durante el debate en la Cámara sobre la guerra de Iraq. "El presidente dijo que Saddam Hussein estaba confabulado con los terroristas de al-Qaeda ", dijo Etheridge. "Y yo le creí".
Agobiado por sus problemas en Iraq, el gobierno de Bush está siendo doblemente examinado en cuanto a su política con Teherán. Durante semanas, pese al ocasional traqueteo de sables, desde el presidente hacia abajo los funcionarios han insistido en que no existen planes para atacar a Irán. En lugar de eso, han dicho que están completamente comprometidos con una resolución pacífica de los problemas más importantes, incluyendo las actividades en torno a las armas nucleares de Irán, el respaldo que presta a los terroristas en el Líbano y el apoyo a los insurgentes en Iraq.
"Hemos sido muy cuidadosos en lo que hemos dicho en las últimas semanas", dijo ayer en una presentación en la Brookings Institution el subsecretario de estado R. Nicholas Burns, guardagujas del gobierno sobre Irán.
Interrogado sobre la acusación en torno a "los más altos niveles", Burns replicó: "El presidente... no dijo eso hoy. Hoy no estamos diciendo eso".
Eso fue precisamente lo que los militares dijeron ante periodistas en la rueda de prensa del domingo en Bagdad, en una sesión secreta en la que no se permitieron ni cámaras ni grabadoras y no se dio a conocer la identidad de los portavoces.
La acusación era que operativos de Teherán estaban suministrando artefactos explosivos a los chiíes iraquíes que están atacando a las tropas norteamericanas. Se exhibieron pruebas sobre la mesa: armas hechas en Irán y copias de carnés de identidad falsos requisados a agentes que son miembros de la Fuerza Quds, la unidad de elite de los Guardias Revolucionarios de Irán.
"La Fuerza Quds", explicó entonces un analista de defensa, "reporta en teoría al Cuerpo de Guardias Islámicos Revolucionarios. Pero en realidad, informan directamente al líder supremo", el ayatollah Ali Khamenei. "De modo que las actividades que están realizando las Fuerzas Quds en Iraq, según estimamos, son ordenadas directamente por los niveles más altos del gobierno iraní".
(Aunque el portavoz enfatizó que se estaba refiriendo a Khamenei y no al presidente Mahmoud Ahmadinejad, en la rueda de prensa de ayer Bush mencionó al presidente iraní. "Si fue Ahmadinejad quien ordenó a la Fuerza Quds que hiciera esto, es algo que no sabemos", dijo). Los comentarios del portavoz el domingo cambiaron el foco de la extensa presentación que había sido planeada durante más de un mes. Varias versiones en la prensa el lunes en la mañana observaron que no se habían presentado pruebas sobre la implicación de los "niveles más altos". "El proceso entorpeció lo que debía ser una historia fácil de contar", dijo un funcionario de gobierno, apesadumbrado.
La controversia aumentó el lunes con los informes de que el presidente del Estado Mayor Conjunto, el general Peter Pace, dijo a periodistas en Australia que aunque sabía que las armas habían sido fabricadas en Irán, "yo no diría, basándome en lo que sé, que el gobierno iraquí claramente sabe lo que ocurre o que es cómplice".
Se sucedieron frenéticas llamadas telefónicas desde Washington al séquito itinerante de Pace. Snow y su contraparte en el Departamento de Estado, Sean McCormack, fueron duramente interrogados en las sesiones informativas diarias y redirigieron las preguntas hacia el Pentágono.
El martes, aunque Snow dijo a los periodistas en Washington que había hablado con Pace y que eran de la misma opinión, el general reiteró su punto de vista. El descubrimiento de los explosivos, dijo Pace durante una rueda de prensa en Yakarta, "no se puede interpretar como que el gobierno iraní esté per se involucrado en esto".
En otra polémica rueda de prensa en la Casa Blanca, Snow dijo que "presentaría todas las preguntas sobre pruebas al DNI" -el director nacional de inteligencia.
La comunidad de inteligencia, que está todavía lamiéndose sus heridas por la defectuosa inteligencia de preguerra sobre Iraq, adoptó esta semana un aire de ‘ya te lo había dicho' e insistió en que los portavoces de Bagdad habían ido más allá de la información corroborada.
Un oficial de inteligencia ofreció el martes instrucciones cuidadosamente escritas que dijo habían sido entregadas a los portavoces de Bagdad. "La Fuerza Quds -una unidad especial de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán-... está implicada en proporcionar apoyo letal a grupos selectos de militantes chiíes en Iraq. Basados en nuestro conocimiento del sistema iraní y en la historia de las operaciones del Cuerpo de Guardias Islámicos Revolucionarios [IRGC], la comunidad de inteligencia estima que esta actividad de parte de la Fuerza Quds no sería realizada sin la aprobación de los líderes máximos de Irán".
La distinción era importante, dijo el funcionario. El uso verbal de "los más altos niveles" de los portavoces de Bagdad fue más allá de lo que la comunidad de inteligencia había sugerido. La expresión "altos funcionarios", dijo el funcionario, reflejaba mejor el conocimiento del gobierno.
Ayer en Bagdad un portavoz de los militares norteamericanos, el general de división William B. Caldwell, trató de aclarar el asunto diciendo que el propósito de la rueda de prensa no era hablar sobre quién había autorizado los envíos de armas iraníes: "Se trata del hecho de que tropas norteamericanas... están muriendo por municiones y armas que son manufacturadas en Irán".
Escépticos miembros del congreso han puesto en duda las acusaciones del gobierno sobre el apoyo de Teherán a los insurgentes iraquíes y la insistencia del presidente Bush de que sus planes para enfrentarse a Irán siguen siendo puramente diplomáticos. El gobierno, consciente de su baja credibilidad, cree que ha hecho todo lo posible para convencer a los escépticos de que Irán no es una repetición de Iraq.
"No, no, no, no", dijo el lunes Tony Snow, portavoz de la Casa Blanca, en respuesta a preguntas sobre si el gobierno exageró las evidencias contra Irán en una sesión militar informativa en Bagdad el día anterior. "Estoy dispuesto a golpearme la cabeza con el micrófono".
Del mismo modo que el Síndrome de Vietnam ha acosado a la política exterior y militar de toda una generación de presidentes norteamericanos, el Síndrome de Iraq se ha convertido en una siempre presente corriente subterránea en Washington. "Todo el mundo está reviviendo todo esto de nuevo en todo lo que hacemos", dijo un funcionario de gobierno, refiriéndose a los tumultuosos meses de la invasión norteamericana en marzo de 2003.
"En los viejos tiempos, si el gobierno norteamericano hubiese dicho: ‘Esto es lo que tenemos, esta es nuestra misión', la gente razonable lo habría aceptado de buenas a primeras", dijo el funcionario sobre la rueda de prensa en Bagdad. "Eso no va a ocurrir nunca más".
En la rueda de prensa de ayer en la Casa Blanca, Bush abordó directamente el problema. "¿Qué le hace creer", preguntó un periodista a Bush, que "los más altos niveles del gobierno de Teherán", según afirman los militares, son responsables de los embarques de armas letales a Iraq para ser usadas contra las tropas norteamericanas?
Bush contradijo la versión de las fuerzas armadas, diciendo: "No sabemos... si los líderes más altos de Irán lo ordenaron".
"Pero este es mi punto de vista", agregó. "O lo sabían o no lo sabían, pero lo que importa es que las armas están allá".
Sin embargo, como sugieren las preguntas que han perseguido a altos funcionarios toda la semana, lo que importa en la era de la post-invasión de Iraq es si el gobierno puede probarlo.
Lo esencial para muchos congresistas demócratas y un número creciente de republicanos, quedó reflejado el martes por el representante Bob Etheridge (demócrata de Carolina del Norte) durante el debate en la Cámara sobre la guerra de Iraq. "El presidente dijo que Saddam Hussein estaba confabulado con los terroristas de al-Qaeda ", dijo Etheridge. "Y yo le creí".
Agobiado por sus problemas en Iraq, el gobierno de Bush está siendo doblemente examinado en cuanto a su política con Teherán. Durante semanas, pese al ocasional traqueteo de sables, desde el presidente hacia abajo los funcionarios han insistido en que no existen planes para atacar a Irán. En lugar de eso, han dicho que están completamente comprometidos con una resolución pacífica de los problemas más importantes, incluyendo las actividades en torno a las armas nucleares de Irán, el respaldo que presta a los terroristas en el Líbano y el apoyo a los insurgentes en Iraq.
"Hemos sido muy cuidadosos en lo que hemos dicho en las últimas semanas", dijo ayer en una presentación en la Brookings Institution el subsecretario de estado R. Nicholas Burns, guardagujas del gobierno sobre Irán.
Interrogado sobre la acusación en torno a "los más altos niveles", Burns replicó: "El presidente... no dijo eso hoy. Hoy no estamos diciendo eso".
Eso fue precisamente lo que los militares dijeron ante periodistas en la rueda de prensa del domingo en Bagdad, en una sesión secreta en la que no se permitieron ni cámaras ni grabadoras y no se dio a conocer la identidad de los portavoces.
La acusación era que operativos de Teherán estaban suministrando artefactos explosivos a los chiíes iraquíes que están atacando a las tropas norteamericanas. Se exhibieron pruebas sobre la mesa: armas hechas en Irán y copias de carnés de identidad falsos requisados a agentes que son miembros de la Fuerza Quds, la unidad de elite de los Guardias Revolucionarios de Irán.
"La Fuerza Quds", explicó entonces un analista de defensa, "reporta en teoría al Cuerpo de Guardias Islámicos Revolucionarios. Pero en realidad, informan directamente al líder supremo", el ayatollah Ali Khamenei. "De modo que las actividades que están realizando las Fuerzas Quds en Iraq, según estimamos, son ordenadas directamente por los niveles más altos del gobierno iraní".
(Aunque el portavoz enfatizó que se estaba refiriendo a Khamenei y no al presidente Mahmoud Ahmadinejad, en la rueda de prensa de ayer Bush mencionó al presidente iraní. "Si fue Ahmadinejad quien ordenó a la Fuerza Quds que hiciera esto, es algo que no sabemos", dijo). Los comentarios del portavoz el domingo cambiaron el foco de la extensa presentación que había sido planeada durante más de un mes. Varias versiones en la prensa el lunes en la mañana observaron que no se habían presentado pruebas sobre la implicación de los "niveles más altos". "El proceso entorpeció lo que debía ser una historia fácil de contar", dijo un funcionario de gobierno, apesadumbrado.
La controversia aumentó el lunes con los informes de que el presidente del Estado Mayor Conjunto, el general Peter Pace, dijo a periodistas en Australia que aunque sabía que las armas habían sido fabricadas en Irán, "yo no diría, basándome en lo que sé, que el gobierno iraquí claramente sabe lo que ocurre o que es cómplice".
Se sucedieron frenéticas llamadas telefónicas desde Washington al séquito itinerante de Pace. Snow y su contraparte en el Departamento de Estado, Sean McCormack, fueron duramente interrogados en las sesiones informativas diarias y redirigieron las preguntas hacia el Pentágono.
El martes, aunque Snow dijo a los periodistas en Washington que había hablado con Pace y que eran de la misma opinión, el general reiteró su punto de vista. El descubrimiento de los explosivos, dijo Pace durante una rueda de prensa en Yakarta, "no se puede interpretar como que el gobierno iraní esté per se involucrado en esto".
En otra polémica rueda de prensa en la Casa Blanca, Snow dijo que "presentaría todas las preguntas sobre pruebas al DNI" -el director nacional de inteligencia.
La comunidad de inteligencia, que está todavía lamiéndose sus heridas por la defectuosa inteligencia de preguerra sobre Iraq, adoptó esta semana un aire de ‘ya te lo había dicho' e insistió en que los portavoces de Bagdad habían ido más allá de la información corroborada.
Un oficial de inteligencia ofreció el martes instrucciones cuidadosamente escritas que dijo habían sido entregadas a los portavoces de Bagdad. "La Fuerza Quds -una unidad especial de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán-... está implicada en proporcionar apoyo letal a grupos selectos de militantes chiíes en Iraq. Basados en nuestro conocimiento del sistema iraní y en la historia de las operaciones del Cuerpo de Guardias Islámicos Revolucionarios [IRGC], la comunidad de inteligencia estima que esta actividad de parte de la Fuerza Quds no sería realizada sin la aprobación de los líderes máximos de Irán".
La distinción era importante, dijo el funcionario. El uso verbal de "los más altos niveles" de los portavoces de Bagdad fue más allá de lo que la comunidad de inteligencia había sugerido. La expresión "altos funcionarios", dijo el funcionario, reflejaba mejor el conocimiento del gobierno.
Ayer en Bagdad un portavoz de los militares norteamericanos, el general de división William B. Caldwell, trató de aclarar el asunto diciendo que el propósito de la rueda de prensa no era hablar sobre quién había autorizado los envíos de armas iraníes: "Se trata del hecho de que tropas norteamericanas... están muriendo por municiones y armas que son manufacturadas en Irán".
Joshua Partlow en Bagdad contribuyó a este reportaje.
18 de febrero de 2007
15 de febrero de 2007
©washington post
©traducción mQh
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