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guerra de ladridos


[Bettijane Levine] Vecinos contra perros. Tensiones y riñas a causa de los perros, y del ruido y la mierda que dejan. ¿Mascota o fastidio?
Para los californianos del sur reñidos con sus vecinos, la fuente del problema es a menudo bastante simple: Ladra noche y día, mea en tus flores, caga en tu jardín. Se escapa del patio y aterroriza a gatos y niños.
De todos los males que aquejan la escena urbana, el perro domesticado parecería el último en molestar. El mejor amigo del hombre, y todo ese rollo. Sin embargo, aquí en Los Angeles es una de las razones por la que los vecinos se vuelven hostiles, una cuña que convierte la coexistencia pacífica en enfados y, a veces, en guerra.
El mes pasado alguien arrojó comida envenenada al patio de una casa con dos perros de Hollwood Oeste. "El perro chico, Giant, ladraba incesantemente. Al grande, Baby, no lo oías nunca", dice un empleado de mantención que trabaja en la casa de al lado y que adoraba a Baby. El hechor, que se cree que es un vecino irritado por los ladridos, trató de silenciar a Giant, pero en lugar de eso mató a Baby. El trabajador de al lado, que pidió que no se revelase su identidad por temor a represalias, ha colocado letreros en Orlando Avenue pidiendo a los vecinos que lo ayuden a descubrir quién quitó la vida a su amigo canino.
Quizás es un caso extremo, pero difícilmente desconocido. En Hollywood Norte, a principios de mes, la policía detuvo a un hombre por sospechas de que trató de silenciar a un bullicioso bóxer arrojando al patio albóndigas rellenas de veneno para ratas.
A medida que Los Angeles crece, se espera que las riñas por los perros se hagan más comunes. Funcionarios de control animal del ayuntamiento dicen que ellos no tabulan las quejas por los perros separadamente, pero cualquiera que escuche los peroratas de los vecinos sin perros o vea los militantes letreros de ‘No cagar aquí' en los antejardines, no puede sino percibir un creciente conflicto sobre lo que algunos ven como una molestia con cuatro patas.
No existe ninguna estadística de la población local de perros, pero se cree que más de la mitad no cuentan con permiso. Pero Michelle Roache, subdirectora del Departamento de Control y Cuidado Animal del condado de Los Angeles, estima que se trata de al menos un millón de perros solamente en su municipio. Cerca del 36 por ciento de las familias poseen un perro, y a medida que crece la población humana, también crece la población canina de la comunidad.
Roache agrega que no se trata solamente de la cantidad. A medida que aumenta la densidad, surgen más conflictos debidos solamente a la proximidad.
"Los Angeles está cambiando. Los barrios que estaban compuestos por casas unifamiliares, ahora son condominios y edificios de apartamentos", dice. "Ahora está todo ese área residencial nueva en el centro de Los Angeles, que es una de las muchas donde ha aumentado la población de mascotas".
Eso significa más caca, más ladridos, más perros corriendo sueltos, dice. Y más conflictos.
Cabrini Schnyder, que vive con tres perros en un apartamento de la calle Cinco con Broadway, se ha nombrado ella misma como una especie de supervisora de la caca para el barrio de apartamentos del centro. Toma nota mental de los dueños de perros que no recogen las deposiciones de sus mascotas, y está pensando en algún modo amistoso de estimular una mayor limpieza.
"Esta es una nueva y grandiosa comunidad, pero veo que se está convirtiendo en incómoda para la gente que no tiene perros", dice. "Se levantan, se visten y quieren hacer un trayecto agradable hacia el trabajo. ¿Y qué es lo que ven? Lo que ven son enormes pilas de mierda".
Los perros sueltos son otro problema. Lisa Burton, de West Hills, dice que un viaje al área de juegos del parque local con su hijo Adam, de cuatro, la pone a menudo nerviosa porque algunos vecinos dejan sueltos a los perros.
"Los niños chicos que van hacia el jardín de juego se asustan y empiezan a gritar", dice Burton. "Luego los perros hacen sus necesidades ahí mismo en la hierba. No puedo dejar que mi hijo juegue en la hierba llena de gérmenes". A veces ha perdido el control y gritado a los dueños de perros, dice.
Scott Robinson, agente inmobiliario de Woodland Hills, recuerda a un vecino que se enfadó tanto por las deposiciones en su jardín que armó un aspersor especial con un ojo eléctrico, empapando a los perros y sus acompañantes que pasaban por su propiedad.

Así que no sorprende que una categoría de los servicios de mediación esté relacionada con las riñas por perros.
"Los dueños de perros ven a las mascotas como un miembro más de la familia; los vecinos sin perros ven a los perros como perros -con todo lo que eso significa, ruidos y caca", dice Mary Culbert, directora del Centro para la Resolución de Conflictos de la Facultad de Leyes de la Universidad de Loyola, un programa de mediación sin fines de lucro para el condado de Los Angeles.
"A medida que aumenta la densidad de Los Angeles, lo que haga un vecino tiene mayor impacto en los otros vecinos. A veces empieza con un pequeño problema por un perro y se convierte en algo mucho más grande: gritos, insultos y amenazas".
El temor se apodera de la voz de Liz Sinderbrand cuando cuenta que un vecino trató de quitarle su perro. Sinderbrand ha vivido en la misma casa de Calabasas durante treinta años, dice, y los últimos diez con Sam, un collie barbudo negro, y Joe, y terrier ratero.
"Nunca tuve problemas, ningún vecino se quejó nunca de nada", dice. Pero un día encontró una nota de control animal del condado en la puerta, diciendo que su perro estaba molestando. La queja provenía de un vecino de un edificio cercano.
Sinderbrand fue a hablar con él, con la esperanza de hacer las paces, pero en vano.
"Su lugar favorito para tomar el sol era mi balcón", dice Sinderbrand sobre Sam y Joe. "Pero ahora ya no les dejo salir ahí".
Las riñas empiezan a menudo con la idea de que los vecinos no se están comportando responsablemente o respetando el territorio de los otros. La queja más común es por el ruido, dice Culbert, de Loyola. La gente sin perros puede querer tranquilidad y silencio, mientras que los dueños de perros pueden soportar un sano ladrido o, en algunos casos, un ruido constante. ¿Son los ladridos parte del paisaje urbano, como el ruido de los coches que pasan?
"Nuestro trabajo es ayudar a cada parte a entender la perspectiva de la otra", dice Culbert. "Una vez que la entienden, queremos que se sienten a buscar soluciones: qué están dispuestos a hacer para solucionar el problema".
Algunos dueños de perros están tan convencidos de los encantos de sus mascotas que piden llevar los perros al encuentro, dice Culbert. Quieren que su vecino conozca y quiera a su mascota. Y cuando esa táctica fracasa (no se permiten animales en las mediaciones), siempre hay un abogado dispuesto a ayudar.
Shannon Keith, 33, de Studio City, dedica su bufete a casos animales. En estos días, los perros que ladran y los animales escapados la mantienen completamente ocupada, dice.
"El caso típico es cuando un perro se escapa del patio y asusta a un vecino o muerde a una persona o a otro animal", dice, agregando que no puede sino pensar que algunos dueños son demasiado severos. "Creo que algunos clientes que he tenido son irresponsables, porque ha ocurrido una y otra vez. En esos caso, llego a un acuerdo con ellos para que corrijan su propia conducta. Es culpa de ellos, no del perro".
El ayuntamiento y el condado de Los Angeles tienen ordenanzas diferentes. Pero en ambos, dice Keith, los perros pueden ser retirados si se convierten en una molestia pública: ladrar excesivamente, andar sueltos, herir a personas o dañar la propiedad. La ordenanza del condado estipula que "las personas que mantengan, permitan o admitan molestias públicas en sus propiedades... cometen un delito menor".

La mayoría de los expertos concuerdan en que los ladridos excesivos ocurren habitualmente cuando un perro está afligido. Por más que un vecino sienta lástima por la infelicidad o ansiedad de un animal, horas tras horas de ladridos puede convertir la simpatía en un furioso resentimiento.
Suzanne Camarillo, dueña de perro de Hollywood Oeste, se sorprendió por el tenor de las cartas enviadas a un diario local comentando el envenenamiento de un bóxer en Hollywood Norte.
"Las cartas simpatizan con el envenenador", dice. "No puedo entender esa manera de pensar. Si el bebé de un vecino tiene un cólico y llora ruidosa e incesantemente, ¿tendremos simpatía por alguien que envenene al bebé para que se calle? Los perros son igual de inocentes que ese bebé".
Lawrence Palinkas, profesor en la USC cuya área de especialización es la gente que vive y trabaja en ambientes extremos, dice que en áreas urbanas densamente pobladas, los perros que ladran pueden no molestar a la mayoría de la gente, pero a algunos los hace perder completamente el control. "La gente que se ve a sí misma como aislada o confinada magnifica cosas pequeñas e insignificantes, hasta el punto de que se convierten en irracionales", dice.
Por otro lado, dice Palinkas, ruidos pesados constantes han sido usados como una forma de tortura. Para algunos, los ladridos incesantes pueden ser una forma de tortura.
"No puedes dormir", dice. "Estás cansado. Tu capacidad para pensar se deteriora". En esas circunstancias, dice, un adulto normalmente razonable puede ser empujado a conductas extremas y reprochables.
"Todas las defensas que usamos normalmente, las cosas socialmente amables que hacemos para mantener las buenas relaciones, se ven afectadas", dice.

¿Cuán pesado era Giant, el blanco del intento de envenenamiento de Hollywood Oeste? Depende de a quién le preguntas. A los vecinos inmediatos no les molestan los ladridos. Tienen perros propios. Los vecinos de los apartamentos detrás de las casas, sin embargo, dicen que los ladridos incesantes perturban su tranquilidad.
John Osborne, que vive y administra un edificio detrás de la casa donde mataron al perro, dice que los ladridos incesantes era irritantes. Pero Giant ciertamente no era el único.
"Antes teníamos bungalows a cada lado, pero ahora los urbanistas está construyendo grandes edificios de apartamentos elegantes y trayendo a gente con perros que viven en pequeños espacios y ladran todo el día", dice Osborne.
Algunos vecinos "se desesperan", dice Kathryn Turk, coordinadora de comunidad para el Servicio de Resolución de Disputas de Hollywood Oeste, una organización sin fines de lucro afiliada al Colegio de Abogados del condado de Los Angeles.

Hace poco tuvo un caso de una mujer que trabajaba en horas raras, que tenía dos perros que ladraban en su casa junto a un edificio de apartamentos.
"Los vecinos no podían dormir, llamaron a control animal, pidieron la aplicación de la ordenanza, llamaron a la policía", dice Turk. "Ella trató de dejar a los perros en su dormitorio, donde pensaba que el ruido sería menor, pero no resultó. Un vecino la amenazó con que mataría a sus perros".
El dueño del perro y dos familias de vecinos que se quejaban finalmente se sentaron a la mesa con un mediador y juraron dejar de insultarse y amenazarse mutuamente. Los vecinos que se quejaban accedieron a documentar exactamente cuándo oían los ladridos y a grabar los ruidos, para que la dueña ausente pudiera oírlos.
"Finalmente se dieron cuenta de que era otro perro el que causaba problemas", dice Turk. El otro perro ladraba primero y excitaba a los otros.
Turk tiene un caso ahora que implica a un hombre sin perro cuyo apartamento en Hollywood Oeste está cerca de la acera. Todas las mañanas una mujer saca a pasear a su perro en la hierba que crece en el patio. "La oye decir: ‘Pon tu caca aquí', una y otra vez", dice Turk. "La mujer no lleva ninguna bolsa para recogerla; su ventana está normalmente abierta. Te puedes imaginar cómo se siente".

bettijane.levine@latimes.com

Se Tu Propio Mediador

A veces un vecino ignora lo obvio. Sigue algunos pasos simples, dicen los expertos, y podrás resolver tus disputas por perros antes de que se conviertan en incontrolables.
Comunícate. Si un perro te molesta o afecta tu propiedad, no culpes al perro. Llama o escribe al dueño. Sé amistoso. Explica cuándo y por qué te molesta, y propone discutir el problema. Di que esperas solucionar juntos el problema.
No te pongas a la defensiva. Si eres el dueño del perro, no minimices ni ignores las quejas del vecino. Escucha y busca una solución. Cuando sea apropiado, pide la ayuda de los vecinos. Pídeles que tomen nota de cuándo y dónde ocurren las molestias. Entonces piensa en cómo solucionar esos problemas cambiando el modo en que te ocupas de tu perro.
Sé razonable. Si el dueño del perro y el vecino que se queja son abiertos de mente y amables, se pueden encontrar soluciones. Algunos perros molestan sólo porque sus dueños les dejan hacerlo. Los vecinos denunciantes pueden ofender si gritan, profieren amenazas y no le dan al dueño del perro una posibilidad de solucionar el problema. Si eso no resulta, lleva la disputa a un servicio de mediación.

25 de febrero de 2007
22 de febrero de 2007
©los angeles times
©traducción
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1 comentario

alicia ostroski -

tengo problemas con mi perrita,ladra todo el tiempo,cuando tocan timbre,viene alguien a mi casa aun siendo conocido,ayudenme,que puedo hacer? gracias