salvada por los chuchos
[Manohla Dargis] Cómo convertirse en activista por los derechos de los animales.
El ingenioso y astuto joven guionista Mike White escribe películas que parece que fueron inventadas por el flaco, tímido y torpe tipo que termina siempre solo en una rincón de la oficina en las fiestas de vacaciones. Pero White, que a veces actúa en películas y a veces escribe, es un tipo flaco, aparentemente tímido, aunque considerando su currículo -‘Chuck & Buck', ‘Una buena chica' [The Good Girl], ‘Escuela de rock' [School of Rock] y ‘Nacho Libre'-, se puede intuir que no hace a menudo el papel de tímido, al menos no en Hollywood.
‘El año del perro' [Year of the Dog] es exactamente el tipo de historia que uno podría esperar que hiciera White en su debut como director. Es divertida, pero sin perder de vista su lado negativo, lo que quiere decir que es también divertida desde un punto de vista existencial. Presenta a la cómica Molly Shannon como una mujer que descubre su verdadera identidad mediante el amor por los animales, aunque no ese tipo de amor. No es Catalina la Grande, es simplemente Peggy la Buena. Es una película sobre lo que significa dedicarse a otra cosa que tus propios temores y deseos, a despojarse de esa dura y firme caparazón llamada egoísmo. Es, más bien extraordinariamente, una investigación de la empatía como estado de gracia. Y si esto suena demasiado rarificado como para reírse, considerad que gira también sobre una guapa y fría tía estrafalaria.
Esa tía es Peggy. Soltera y apenas pasados los cuarenta, vive con su única compañía, un robusto y pequeño beagle llamado Pencil, en una ordenada y pequeña casa en algún lugar en el sur de California. Trabaja como asistente de algún tipo de contable, Robin (el divino Josh Pais), en un piso de oficinas lleno de cubículos que, desde el ángulo adecuado, se parece extraordinariamente a un comedero de pollos. Es apagado, pero suficientemente agradable, y, de cualquier modo, no parece que Peggy se de cuenta o le interese. Cada mañana trae una enorme caja rosada de dónuts para todo el mundo en la oficina, y luego se empapa en felicidad. Durante el almuerzo escucha a su compañera de oficina, Layla (Regina King), tramando su vida amorosa con la astucia de un Sun Tzu.
Estamos en territorio seriamente labrado, en algún lugar entre Alexander Payne y Todd Solondz. White muestra los estrechos parámetros de la vida de Peggy con una agresiva falta de estilo visual. Su opción más obvia, que parece un atajo mal inspirado, es arreglar objetos y personas de manera simétrica -incluyendo a Tom McCarthy y Laura Dern como el hermano y cuñada obsesivamente arrejuntados de Peggy- en el marco, como si fuesen mercaderías en una vitrina. Es una estrategia normal en la comedia, y adecuada para el nivel de risas de Barry Sonnenveld, pero también sugiere que no hay nada debajo de estos abusivamente pulcros y juiciosos diálogos y, por extensión, nada debajo de Peggy tampoco.
Como se trata de una película de Mike White, yo cruzaba los dedos esperando más. Uno de los guionistas más talentosos que anima la escena comercial, White es un abanderado de los freaks y geeks. (Trabajó en el críticamente venerado programa de televisión del mismo nombre). Dejó valientemente que flotara su propia bandera estrafalaria en la patológica comedia de 2000, ‘Chuck & Buck', en la que, como un hombre infantil (Buck), acosa románticamente a una vieja amiga, se mete debajo de tu piel, dando una actuación desagradable que amenaza deliberadamente con convertir una historia espeluznante en una historia inverosímil. ‘El año del perro' delinea un espacio menos peligroso, pero una de sus modestas glorias es que aquí White se toma demasiadas libertades con nuestra simpatía, especialmente a través de un personaje protagonista que tiene más en común con Buck de lo que parece a primera vista.
Toma un rato, pero White logra pelar la banal superficie de la película. Lo que echa a rodar todo, incluyendo sus intereses intelectuales articulados como a escondidas o quizás demasiado cautamente (se trata, después de todo, de una comedia financiada por un estudio), es la prematura muerte de Pencil, que hace un hoyo en el mundo de Peggy y finalmente en su mente. Para Peggy, una mujer que saluda a su amigo cuadrúpedo con una dentuda sonrisa que rivaliza con el sol en cuanto a su calor (Pencil brilla de vuelta), esta no es la muerte de algún perro callejero adoptado, uno más de una cola de animales tontos amados descuidadamente. Es un shock para el sistema, una tragedia de esas que alteran la vida, un final terrible que se transforma en un comienzo radicalmente nuevo.
Lectores, se convierte en vegetariana. También defiende y hace donaciones, rompe un par de abrigos de piel y lleva a sus sobrinitos a un santuario animal donde caballos, vacas, cerdos y pollos rescatados deambulan libremente, aspirando aire fresco sobre el verde césped debajo y el cielo azul arriba. El vacío dejado por Pencil lo empieza a llenar con un par de animales y luego con un par de cientos y luego miles de criaturas maltratadas y abandonadas, tanto por petición como por adopción, transformándose en una suerte de Angelina Jolie del reino animal. También encuentra lo que espera que sea su Brad Pitt bajo la forma de un pastoso tipo que se ofrece de voluntario para la A.S.P.C.A., ignorando o ignorante de la advertencia incrustada en su nombre: Newt (Peter Sarsgaard, excelente).
En otras palabras, Peggy se transforma, al fin, en un personaje de carne y hueso con el que vale la pena pasar un tiempo, no porque sea divertida (que lo es) o amable (no siempre) o simpática (no necesariamente). En lugar de eso, es precisamente debido a que ella no es especialmente agradable, debido a que comete errores y, dependiendo de tu punto de vista y paladar, toma decisiones sospechosas -frijoles de soya fermentados- que ella y la película empiezan finalmente a canturrear, silbar y funcionar.
‘El año del perro' es la historia de una mujer que se vuelve un poquito loca y se convierte en una activista por los derechos de los animales, no porque esté un poquito loca, sino porque ahí, en el amor por los animales, es donde ella encuentra paz consigo misma, su identidad, y la gracia. Gira también sobre la creación de conciencia, sobre qué nos hace humanos y por qué, y es una sorprendente y poco contada historia en el cine norteamericano contemporáneo.
Puedes aprender un montón de nuestras películas, como cómo sostener un y volarle la cabeza a alguien. Es más inusual ver una película en la que el tema central es cómo ser feliz y sano. Hay algo de santa en Peggy, es verdad, pero lo que me hace quererla es que es ridícula, bellamente humana.
El año del perro
Guión y Dirección Mike White Fotografía Tim Orr Montaje Dody Dorn Música Christophe Beck Diseño de Producción Daniel Bradford Producción White, Ben LeClair y Dede Gardner Distribución Paramount Vantage. Duración: 97 minutos.
Reparto
Molly Shannon (Peggy), Laura Dern (Bret), Regina King (Layla), Tom McCarthy (Pier), Josh Pais (Robin), John C. Reilly (Al) y Peter Sarsgaard (Newt).
‘El año del perro' [Year of the Dog] es exactamente el tipo de historia que uno podría esperar que hiciera White en su debut como director. Es divertida, pero sin perder de vista su lado negativo, lo que quiere decir que es también divertida desde un punto de vista existencial. Presenta a la cómica Molly Shannon como una mujer que descubre su verdadera identidad mediante el amor por los animales, aunque no ese tipo de amor. No es Catalina la Grande, es simplemente Peggy la Buena. Es una película sobre lo que significa dedicarse a otra cosa que tus propios temores y deseos, a despojarse de esa dura y firme caparazón llamada egoísmo. Es, más bien extraordinariamente, una investigación de la empatía como estado de gracia. Y si esto suena demasiado rarificado como para reírse, considerad que gira también sobre una guapa y fría tía estrafalaria.
Esa tía es Peggy. Soltera y apenas pasados los cuarenta, vive con su única compañía, un robusto y pequeño beagle llamado Pencil, en una ordenada y pequeña casa en algún lugar en el sur de California. Trabaja como asistente de algún tipo de contable, Robin (el divino Josh Pais), en un piso de oficinas lleno de cubículos que, desde el ángulo adecuado, se parece extraordinariamente a un comedero de pollos. Es apagado, pero suficientemente agradable, y, de cualquier modo, no parece que Peggy se de cuenta o le interese. Cada mañana trae una enorme caja rosada de dónuts para todo el mundo en la oficina, y luego se empapa en felicidad. Durante el almuerzo escucha a su compañera de oficina, Layla (Regina King), tramando su vida amorosa con la astucia de un Sun Tzu.
Estamos en territorio seriamente labrado, en algún lugar entre Alexander Payne y Todd Solondz. White muestra los estrechos parámetros de la vida de Peggy con una agresiva falta de estilo visual. Su opción más obvia, que parece un atajo mal inspirado, es arreglar objetos y personas de manera simétrica -incluyendo a Tom McCarthy y Laura Dern como el hermano y cuñada obsesivamente arrejuntados de Peggy- en el marco, como si fuesen mercaderías en una vitrina. Es una estrategia normal en la comedia, y adecuada para el nivel de risas de Barry Sonnenveld, pero también sugiere que no hay nada debajo de estos abusivamente pulcros y juiciosos diálogos y, por extensión, nada debajo de Peggy tampoco.
Como se trata de una película de Mike White, yo cruzaba los dedos esperando más. Uno de los guionistas más talentosos que anima la escena comercial, White es un abanderado de los freaks y geeks. (Trabajó en el críticamente venerado programa de televisión del mismo nombre). Dejó valientemente que flotara su propia bandera estrafalaria en la patológica comedia de 2000, ‘Chuck & Buck', en la que, como un hombre infantil (Buck), acosa románticamente a una vieja amiga, se mete debajo de tu piel, dando una actuación desagradable que amenaza deliberadamente con convertir una historia espeluznante en una historia inverosímil. ‘El año del perro' delinea un espacio menos peligroso, pero una de sus modestas glorias es que aquí White se toma demasiadas libertades con nuestra simpatía, especialmente a través de un personaje protagonista que tiene más en común con Buck de lo que parece a primera vista.
Toma un rato, pero White logra pelar la banal superficie de la película. Lo que echa a rodar todo, incluyendo sus intereses intelectuales articulados como a escondidas o quizás demasiado cautamente (se trata, después de todo, de una comedia financiada por un estudio), es la prematura muerte de Pencil, que hace un hoyo en el mundo de Peggy y finalmente en su mente. Para Peggy, una mujer que saluda a su amigo cuadrúpedo con una dentuda sonrisa que rivaliza con el sol en cuanto a su calor (Pencil brilla de vuelta), esta no es la muerte de algún perro callejero adoptado, uno más de una cola de animales tontos amados descuidadamente. Es un shock para el sistema, una tragedia de esas que alteran la vida, un final terrible que se transforma en un comienzo radicalmente nuevo.
Lectores, se convierte en vegetariana. También defiende y hace donaciones, rompe un par de abrigos de piel y lleva a sus sobrinitos a un santuario animal donde caballos, vacas, cerdos y pollos rescatados deambulan libremente, aspirando aire fresco sobre el verde césped debajo y el cielo azul arriba. El vacío dejado por Pencil lo empieza a llenar con un par de animales y luego con un par de cientos y luego miles de criaturas maltratadas y abandonadas, tanto por petición como por adopción, transformándose en una suerte de Angelina Jolie del reino animal. También encuentra lo que espera que sea su Brad Pitt bajo la forma de un pastoso tipo que se ofrece de voluntario para la A.S.P.C.A., ignorando o ignorante de la advertencia incrustada en su nombre: Newt (Peter Sarsgaard, excelente).
En otras palabras, Peggy se transforma, al fin, en un personaje de carne y hueso con el que vale la pena pasar un tiempo, no porque sea divertida (que lo es) o amable (no siempre) o simpática (no necesariamente). En lugar de eso, es precisamente debido a que ella no es especialmente agradable, debido a que comete errores y, dependiendo de tu punto de vista y paladar, toma decisiones sospechosas -frijoles de soya fermentados- que ella y la película empiezan finalmente a canturrear, silbar y funcionar.
‘El año del perro' es la historia de una mujer que se vuelve un poquito loca y se convierte en una activista por los derechos de los animales, no porque esté un poquito loca, sino porque ahí, en el amor por los animales, es donde ella encuentra paz consigo misma, su identidad, y la gracia. Gira también sobre la creación de conciencia, sobre qué nos hace humanos y por qué, y es una sorprendente y poco contada historia en el cine norteamericano contemporáneo.
Puedes aprender un montón de nuestras películas, como cómo sostener un y volarle la cabeza a alguien. Es más inusual ver una película en la que el tema central es cómo ser feliz y sano. Hay algo de santa en Peggy, es verdad, pero lo que me hace quererla es que es ridícula, bellamente humana.
El año del perro
Guión y Dirección Mike White Fotografía Tim Orr Montaje Dody Dorn Música Christophe Beck Diseño de Producción Daniel Bradford Producción White, Ben LeClair y Dede Gardner Distribución Paramount Vantage. Duración: 97 minutos.
Reparto
Molly Shannon (Peggy), Laura Dern (Bret), Regina King (Layla), Tom McCarthy (Pier), Josh Pais (Robin), John C. Reilly (Al) y Peter Sarsgaard (Newt).
14 de abril de 2007
13 de abril de 2007
©new york times
©traducción mQh
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