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si se marchan las tropas


[Michael R. Gordon y Alissa J. Rubin] Se prevé un aumento de la violencia.
Washington, Estados Unidos. Hay un asunto sobre el que los jefes militares norteamericanos, muchos iraquíes y algunos de los representantes críticos más acérrimos del gobierno de Bush están de acuerdo: si Estados Unidos retirara sus fuerzas de las calles de Bagdad este otoño, aumentarían los asesinatos y el caos.
Pero ahí termina también el consenso. En Washington, las riñas sobre el financiamiento de la guerra, todavía feroces pese a la decisión de los demócratas de renunciar de momento a fijar una fecha límite para la retirada, ha obscurecido el debate más fundamental sobre cómo se verá el futuro de Iraq sin las tropas norteamericanas.
¿Desencadenaría la retirada de las tropas norteamericanas una ronda de guerra civil todavía más sangrienta que podría implicar el derrumbe del gobierno iraquí? ¿O ejercería esta retirada más presión sobre los políticos iraquíes para que resuelvan finalmente sus diferencias? Dicho más francamente: ¿Qué mal se pueden poner las cosas?
Estas preguntas se plantean en momentos en que el gobierno debate sobre cómo y cuándo empezar a reducir sus tropas en Iraq, cuando los iraquíes sopesan las ventajas de la autonomía y la seguridad, y cuando los demócratas en el congreso, frustrados por el compromiso de esta semana con la Casa Blanca juran mantener una postura más dura sobre el futuro financiamiento de la guerra.
Para abordar el tema, el New York Times entrevistó a más de cuarenta políticos y ciudadanos iraquíes y consultó sondeos recientes de opinión pública en Iraq. También se pidieron las opiniones de una amplia gama de oficiales de alto rango, expertos norteamericanos en inteligencia, políticos y analistas independientes que estuvieron hace poco en Iraq.
El veredicto ligeramente sorprendente de la mayoría de los iraquíes, quedó más que claro. Pese a su oposición a la ocupación norteamericana, muchos de ellos temen que una retirada a corto plazo conduzca a una violenta reacción en cadena que podría poner en peligro los irregulares intentos de diálogo político, y que podría implicar el colapso del gobierno iraquí.
"Muchos grupos y milicias terroristas están simplemente esperando que los norteamericanos se retiren", dijo Salim Abdullah, portavoz del Frente Iraquí de la Concordia, el grupo sunní más numeroso en el parlamento, que perdió este año a dos de sus hermanos en atentados de los insurgentes.
"Eso no significa que la presencia de tropas norteamericanas en Bagdad sea la opción que preferimos", dijo. "La gente en la calle dice que Estados Unidos es parte del caos y que podrían haber mejorado la situación en cuanto a la seguridad. Sin embargo, necesitamos que Estados Unidos haga más estable al país y que no deje a Iraq con los problemas que ellos mismos han causado".
Jefes militares norteamericanos en Iraq hacen una evaluación similar. La reducción de tropas no debería empezar sino cuando mejore la situación de seguridad, dicen los jefes militares, e incluso entonces debería ser gradual y cuidadosamente preparada. "Llegará el momento en que nos separemos poco a poco de las fuerzas iraquíes y permitamos que ellos se encarguen", dijo el teniente general Raymond T. Odierno, comandante de las tropas terrestres en Iraq, que ha recomendado en privado que se mantenga un elevado nivel de tropas hasta principios de 2008. "Pero esto debería hacerse cuidadosa y metódicamente cuando las condiciones lo permitan".
Si se redujesen las fuerzas norteamericanas demasiado pronto, dicen algunos oficiales, el naciente ejército iraquí y las fuerzas de policía no podrían resistir la oleada de atentados con bomba suicidas que iniciarían grupos rebeldes como al Qaeda en Mesopotamia. Las milicias chiíes que han decidido no llamar la atención, reanudarían sus ataques a gran escala con los sunníes. Los barrios sunníes y chiíes mixtos, que ya son pocos, desaparecerían y las fuerzas iraquíes se fracturarían a lo largo de líneas sectarias.
Las condiciones que deben lograrse antes de una reducción importante de las tropas, dijo el general Odierno, son una reducción en los ataques de los insurgentes y de las milicias, y el mejoramiento de la capacidad de las fuerzas de seguridad iraquíes para proteger a la población civil.
En el congreso prevalecen opiniones agudamente divergentes. Los legisladores han presionado, sin éxito, para imponer un calendario de la retirada de tropas norteamericanas y un listado de logros vinculantes en cuanto a las reformas políticas iraquíes. Algunos importantes demócratas reconocen el riesgo de que aumente la violencia si Estados Unidos se retira, pero afirman que los iraquíes no emprenderán ninguno de los dolorosos pasos hacia un acuerdo político genuino si las fuerzas norteamericanas no empiezan a marcharse.
"Esa es decisivo", dijo el senador Carl Levin, demócrata de Michigan que es presidente del Comité de las Fuerzas Armadas del Senado. "Tienen que mirar en el abismo. Y este es el abismo: ¿quieren una guerra civil, o un país?"
"Yo empezaría con la reducción de tropas como una forma de empujarles a la acción", agregó.

Las Cosas desde Iraq
Para tratar de refrenar la violencia en Iraq, el gobierno de Bush está aumentando las fuerzas norteamericanas en Iraq. El objetivo no ha sido imponer una solución militar, sino proporcionar suficiente seguridad para que los iraquíes puedan avanzar hacia la reconciliación política.
El Estimado de Inteligencia Nacional publicado en enero analizaba las consecuencias de una retirada completa de las tropas norteamericanas en un período de doce a dieciocho meses. El documento, que refleja el punto de vista colectivo de las agencias de inteligencia de Estados Unidos, decía que las fuerzas norteamericanas eran un elemento estabilizador esencial en Iraq y advertía que las fuerzas de seguridad iraquíes pasarían apuros a la hora de asumir responsabilidades significativamente mayores en ese período. No se ha dado a conocer ninguna estimación de inteligencia similar sobre lo que podría ocurrir si Estados Unidos abandonara su intento de proporcionar más seguridad a Bagdad durante varios meses a partir de ahora, pero mantuviese una presencia limitada de tropas en las bases más grandes en la capital y alrededores.
Pero muchos iraquíes tienen una opinión sobre este tema y sobre las consecuencias de una retirada total. Sheik Ajmi al-Mutashar, sunní e ingeniero agrícola y hombre de negocios de la provincia de Sakahuddine en Iraq central, dijo que le preocupaba que una retirada de las tropas estadounidenses pudiera conducir al colapso del gobierno iraquí. "Si el gobierno cae, será imposible formar otro", dijo. "Nos dividiremos en pequeños emiratos o cantones según líneas sectarias y étnicas".
Varios chiíes también convinieron en que una retirada norteamericana debilitaría seriamente al ya frágil gobierno iraquí y conduciría a un aumento de la guerra entre las facciones armadas. "Sin una presencia fuerte y visible de Estados Unidos, el gobierno se derrumbará", dijo Abu Fayad, ayudante de un importante miembro chií del parlamento. "Por supuesto, habrá muchas guerras diferentes. En Basra, en Diwaniya, en Bagdad. Todos tratarán de controlar la riqueza iraquí. Los norteamericanos fracasaron, pero deberían quedarse".
Salah Sultan al-Obeidi, 39, un empleado de gobierno que vive en el bastión chií de Ciudad Sáder pero que dice que es laico, dice que le preocupa que los elementos moderados de la sociedad iraquí aterricen en una situación todavía más vulnerable si los americanos llegaran a marcharse. "En Bagdad estallará una virulenta guerra entre extremistas sunníes y chiíes. Los terroristas sunníes matarán a todos los sunníes que hayan participado en el proceso político".
Un reciente análisis de las opiniones iraquíes sobre la guerra realizado por un experto estadounidenses, Anthony H. Cordesman, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, dijo que la mayoría de los iraquíes no ven a las tropas estadounidenses como aliadas o libertadoras, pero temen de todos modos una retirada repentina. Cerca del 64 por ciento de los bagdadíes que fueron encuestados a fines de febrero y principios de marzo dijeron que las tropas estadounidenses deberían permanecer en el país hasta que se restaure la seguridad y hasta que el gobierno iraquí esté en una posición más fuerte o hasta que las fuerzas iraquíes puedan operar independientemente. Sólo el 36 por ciento dijo que las tropas americanas deberían marcharse de inmediato, de acuerdo a la encuesta, que fue encargada por ABC News y otras agencias de prensa.
Los iraquíes que favorecen la retirada americana rápida incluyen a los que piensan que, después de un estallido de violencia y de un nuevo trazado de las fronteras sectarias, el país se estabilizará. Algunos grupos, incluyendo a muchos partidarios del clérigo antinorteamericano Moqtada al-Sáder, dijeron que creían que ellos estarían en mejores condiciones de lograr la estabilidad, aunque en sus propios términos.
"Creo que Sáder debería gobernar el país", dijo Muhammad Qasim Ali, un vendedor de maletas en el barrio predominantemente chií de Karada. "Son la mayoría y tienen buenos antecedentes, y eso les da una posibilidad de tomar el control. Una vez en el poder, serán compasivos con los sunníes. Nosotros sólo matamos a alguien cuando sospechamos que tiene vínculos con los insurgentes".
Una escueta mayoría en el parlamento iraquí de 275 escaños firmó hace poco una petición patrocinada por Sáder que pedía un calendario para la retirada de las tropas norteamericanas. Incluso así, la petición decía que los norteamericanos no debían dejar el país sino cuando las fuerzas de seguridad iraquíes estuvieran en condiciones de encargarse de la seguridad. "Replegarse a las bases podría tener algún sentido", dijo Mansour Abdul Mohsin Abboud, 66, un jeque tribal chií que vive en Nayaf. "Pero marcharse, retirarse completamente de Iraq, significaría borrar a Iraq del mapa".

Las Cosas desde Washington
El presidente Bush dijo que una retirada prematura de Iraq invitaría a la catástrofe allá, y ese argumento ha sido defendido vehementemente por otros republicanos, entre ellos los senadores John McCain, de Arizona, y Lindsey Graham, de Carolina del Sur. Los comandantes norteamericanos temen ser arrastrados al debate político norteamericano sobre Iraq, pero han advertido sobre los riesgos de una reducción acelerada del nivel de tropas.
A fin de cuentas, Bagdad no se convertiría en una ciudad enteramente chií. Las áreas del este, noroeste y sudoeste de Bagdad estarían probablemente dominadas por los chiíes. Pero la zona central-oeste de la capital seguiría siendo un bastión sunní, reforzado con los sunníes de las zonas aledañas de Abu Ghraib, Taji, Yusifiya, y de las provincias de Anbar y Salahuddin. Eso crearía el marco de nuevos conflictos.
Varios legisladores demócratas que han estado demandando reducciones de tropas insistieron en que las predicciones sobre un aumento de la violencia son exageradas. El representante John P. Murtha, demócrata de Pensilvania, dijo que en los últimos cuatro años la violencia había aumentado a pesar de la presencia de tropas norteamericanas y que la capacidad norteamericana para controlar las cosas en Iraq era limitada. "Todos predicen el caos: Yo no", dijo. "Aumentó durante un corto período y no es tan intensa como predijo todo el mundo".
El senador Levin reconoció el riesgo de que la violencia pueda aumentar si las tropas empiezan a retirarse pronto, pero dijo que esa medida impulsaría a los iraquíes a asumir más responsabilidades en cuanto a su propia seguridad.
"Hay riesgos, pero creo que el riesgo más grande es no presionar a los iraquíes, y dejarles decir que el tiempo no es relevante", dijo.
Varios especialistas que mantienen la esperanza de estabilizar Iraq, incluyendo a Cordesman, dijeron que no era práctico reducir los niveles de tropas norteamericanas sino hasta el próximo año. "Necesitamos que se haga gradualmente", dijo Cordesman. "Lo más probable es que la policía iraquí no esté preparada para encargarse de todo este otoño. Y abandonar Bagdad sería visto como si nos retiráramos de Iraq".
"La gente que debería decir cuándo debe Estados Unidos abandonar Iraq son los iraquíes, no los expertos ni los políticos en Washington", agregó. "Los iraquíes no tienen ningún incentivo para querer que los norteamericanos se queden más de lo necesario, pero tampoco tienen incentivos para apresurar los acontecimientos en Iraq hasta el punto de que una situación de alto riesgo se convierta en un seguro fracaso".
Lo que es más, algunos especialistas que se muestran sombríos sobre las tendencias en Iraq dijeron que dudaban que el inicio de una retirada gradual de tropas empujara a los iraquíes a la reconciliación. "Proyectar nuestras esperanzas no corresponde con nada de lo que conocemos sobre cómo funciona la política iraquí", dijo Steven N. Simon, asesor del Consejo de Seguridad Nacional durante el gobierno de Clinton y autor de un artículo donde aboga por la retirada militar de Iraq.
Simon argumenta que el trastorno que se provocaría después de la partida de los soldados norteamericanos se acercaría casi al genocidio, ya que los árabes sunníes tendrían un refugio donde volver en la provincia de Anbar al oeste del país, los kurdos tendrían el norte de Iraq, y los grupos en general carecen de armamento pesado. Reconoció que era probable que ocurriese una división violenta de los barrios de Bagdad y que habría enfrentamientos sectarios en otras ciudades, pero dijo que Estados Unidos no podía hacer demasiado si los iraquíes no se mostraban dispuestos a hacer compromisos.
"Se pondrá feo", dijo. "No hay ninguna duda sobre esto. Mi opinión es que es inevitable".
Anthony C. Zinni, un general de cuatro estrellas retirado que condujo en el pasado el Comando Central, se opuso fuertemente a la decisión de invadir Iraq, temiendo que pudiera conducir a una guerra sectaria y a la desestabilización regional. Pero ahora que las tropas norteamericanas han ocupado el país, el general Zinni teme que la retirada de tropas aumente la inestabilidad. La idea de que Estados Unidos pueda presionar a los iraquíes para que asuman más responsabilidades por su propia seguridad, dijo el general, era poco práctica: las fuerzas de seguridad iraquíes no están listas y el vacío lo rellenarán las milicias.
El general Zinni dijo que era coherente mantener el actual nivel de tropas durante un año o algo así antes de reducir gradualmente los niveles de tropas y de implementar una estrategia para tratar de impedir que se extienda la inestabilidad iraquí. "Estando en Iraq estamos conteniendo la violencia", dijo. "Si nos retiramos, le daremos más espacio a la violencia, y se podría extender y convertirse en un problema regional. No tenemos porqué mantener el mismo nivel de fuerzas, pero para dar una estabilidad razonable a Iraq necesitamos un proceso de cinco a siete años".

Michael R. Gordon informó desde Washington, y Alissa J. Rubin desde Baghdad. Wissam A. Habeeb contribuyó al reportaje desde Bagdad

3 de junio de 2007
26 de mayo de 2007
©new york times
©traducción mQh
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