el ejemplo de lincoln
[Carl Levin] El ejemplo de Lincoln para Iraq.
En su único mandato en el Congreso, Abraham Lincoln se opuso fervientemente a la guerra contra México. Introdujo una serie de resoluciones que retaban al presidente James Polk a mostrar el "lugar" en territorio norteamericano donde los mexicanos habrían derramado sangre norteamericana, y votó a favor de una enmienda que decía que la guerra que había sido iniciada por el presidente era "innecesaria e inconstitucional".
Pero cuando surgió la cuestión del financiamiento de las tropas, Lincoln aprobó su aprovisionamiento sin dudarlo un instante.
¿Suena esto familiar? Hace poco el presidente Bush vetó un proyecto de ley que yo ayudé a redactar porque lo habría obligado a empezar a reducir los niveles de tropas en Iraq dentro de cuatro meses. Después del veto, los llamados de aquellos que quieren que el Congreso trate de frenar el financiamiento de la guerra se han hecho más estridentes.
Hoy, algunos de nosotros nos enfrentamos al mismo dilema que Lincoln: ¿Debemos financiar a las tropas que libran una guerra a la que nos oponemos?
Yo voté contra la guerra de Iraq; he rechazado consistentemente la conducción de la guerra por el gobierno; y he luchado durante largo tiempo para cambiar nuestra política allá. Pero no puedo votar contra el financiamiento de las tropas allá mientras corran peligro, realizando misiones peligrosas como las que empezaron hace poco en el norte de Bagdad. Estoy de acuerdo con Lincoln, que decidió "que el gobierno ha hecho mal en llevarnos a la guerra, pero los Oficiales y soldados que fueron al campo de batalla deben ser abastecidos y apoyados en todo momento". Mientras las decisiones de nuestro país las mantengan allá, nuestras tropas deben oír un mensaje inequívoco del Congreso de que las apoyamos.
Eso no debería ser una causa de frustración entre los que queremos que la guerra termine de manera pronta y responsablemente.
Hay varios modos en que el Congreso puede tratar de cambiar de curso en Iraq. Enfatizo ‘tratar' porque los demócratas no pueden lograrlo sin el apoyo republicano, dadas las realidades de los procedimientos del Senado. Un modo de tratar de cambiar de curso es dejar de financiar la guerra, pero eso envía un mensaje equivocado a las tropas y no será aprobado en el Congreso. El mejor modo para cambiar de curso, una opción que es también más probable que tenga éxito, es presentar una ley que obligue al presidente a hacerlo.
Podemos poner fin a la guerra sin dejar de financiar a las tropas. Durante más de un año, yo, con el senador Jack Reed, hemos presentado proyectos que exigen que el presidente empiece a reducir los niveles de tropas norteamericanas en Iraq dentro de cuatro meses, al mismo tiempo que efectúa una transición de nuestra misión militar allá hacia una fuerza de protección limitada, adiestra a las fuerzas de seguridad iraquíes y realiza misiones contraterroristas.
Fijar una fecha para empezar a reducir y redefinir nuestras fuerzas dejaría en claro a las autoridades iraquíes que no seremos su póliza de seguro de manera indefinida. Los obligaría a asumir la responsabilidad de su futuro y a hacer compromisos políticos que sólo ellos pueden hacer. También les daría suficiente tiempo para llegar a esos compromisos. Después de todo, prometieron cerrar esos compromisos para fines de año y el resto a principios del próximo, pero todavía no lo han conseguido. La fecha límite también nos permitiría redesplegar nuestras fuerzas.
Al definir una política que empiece con incluir en una ley un calendario para empezar con la reducción de tropas, antes que tratar de impedir el financiamiento, ofrecemos la mejor posibilidad de estabilizar al país que invadimos, mientras también dejamos en claro a nuestras tropas que, aunque nos opongamos a las políticas del presidente, estamos unidos detrás de ellas.
El apoyo de nuestra posición ha crecido firmemente. En junio de 2006, nuestro proyecto recibió 39 votos. En marzo, 48. En abril, 51, incluyendo los de dos senadores republicanos. En contraste, sólo 29 senadores, hasta el momento -y ninguno de ellos republicano- han votado para frenar el financiamiento. Eso está bastante lejos de los sesenta votos que se necesitan para terminar con la obstrucción, o los 67 que se necesitan para revocar un veto.
El senador Reed y yo introduciremos nuevamente este plan como enmienda del Proyecto de Ley de Autorización de la Defensa Nacional. Como esfuerzos previos, esta enmienda exige que la reducción empiece dentro de 120 días, pero la enmienda también determina que en Iraq para el 1 de abril de 2008 ya no habrán allá tropas nuestras, excepto las tropas que se necesiten para misiones específicas y limitadas.
Los demócratas, y espero que también un número creciente de republicanos, seguirán defendiendo esta propuesta hasta que el presidente firme o podamos rechazar su veto. Hasta ese día, continuaremos financiando a las tropas, siguiendo el ejemplo establecido tan sabiamente por Abraham Lincoln hace 160 años.
Pero cuando surgió la cuestión del financiamiento de las tropas, Lincoln aprobó su aprovisionamiento sin dudarlo un instante.
¿Suena esto familiar? Hace poco el presidente Bush vetó un proyecto de ley que yo ayudé a redactar porque lo habría obligado a empezar a reducir los niveles de tropas en Iraq dentro de cuatro meses. Después del veto, los llamados de aquellos que quieren que el Congreso trate de frenar el financiamiento de la guerra se han hecho más estridentes.
Hoy, algunos de nosotros nos enfrentamos al mismo dilema que Lincoln: ¿Debemos financiar a las tropas que libran una guerra a la que nos oponemos?
Yo voté contra la guerra de Iraq; he rechazado consistentemente la conducción de la guerra por el gobierno; y he luchado durante largo tiempo para cambiar nuestra política allá. Pero no puedo votar contra el financiamiento de las tropas allá mientras corran peligro, realizando misiones peligrosas como las que empezaron hace poco en el norte de Bagdad. Estoy de acuerdo con Lincoln, que decidió "que el gobierno ha hecho mal en llevarnos a la guerra, pero los Oficiales y soldados que fueron al campo de batalla deben ser abastecidos y apoyados en todo momento". Mientras las decisiones de nuestro país las mantengan allá, nuestras tropas deben oír un mensaje inequívoco del Congreso de que las apoyamos.
Eso no debería ser una causa de frustración entre los que queremos que la guerra termine de manera pronta y responsablemente.
Hay varios modos en que el Congreso puede tratar de cambiar de curso en Iraq. Enfatizo ‘tratar' porque los demócratas no pueden lograrlo sin el apoyo republicano, dadas las realidades de los procedimientos del Senado. Un modo de tratar de cambiar de curso es dejar de financiar la guerra, pero eso envía un mensaje equivocado a las tropas y no será aprobado en el Congreso. El mejor modo para cambiar de curso, una opción que es también más probable que tenga éxito, es presentar una ley que obligue al presidente a hacerlo.
Podemos poner fin a la guerra sin dejar de financiar a las tropas. Durante más de un año, yo, con el senador Jack Reed, hemos presentado proyectos que exigen que el presidente empiece a reducir los niveles de tropas norteamericanas en Iraq dentro de cuatro meses, al mismo tiempo que efectúa una transición de nuestra misión militar allá hacia una fuerza de protección limitada, adiestra a las fuerzas de seguridad iraquíes y realiza misiones contraterroristas.
Fijar una fecha para empezar a reducir y redefinir nuestras fuerzas dejaría en claro a las autoridades iraquíes que no seremos su póliza de seguro de manera indefinida. Los obligaría a asumir la responsabilidad de su futuro y a hacer compromisos políticos que sólo ellos pueden hacer. También les daría suficiente tiempo para llegar a esos compromisos. Después de todo, prometieron cerrar esos compromisos para fines de año y el resto a principios del próximo, pero todavía no lo han conseguido. La fecha límite también nos permitiría redesplegar nuestras fuerzas.
Al definir una política que empiece con incluir en una ley un calendario para empezar con la reducción de tropas, antes que tratar de impedir el financiamiento, ofrecemos la mejor posibilidad de estabilizar al país que invadimos, mientras también dejamos en claro a nuestras tropas que, aunque nos opongamos a las políticas del presidente, estamos unidos detrás de ellas.
El apoyo de nuestra posición ha crecido firmemente. En junio de 2006, nuestro proyecto recibió 39 votos. En marzo, 48. En abril, 51, incluyendo los de dos senadores republicanos. En contraste, sólo 29 senadores, hasta el momento -y ninguno de ellos republicano- han votado para frenar el financiamiento. Eso está bastante lejos de los sesenta votos que se necesitan para terminar con la obstrucción, o los 67 que se necesitan para revocar un veto.
El senador Reed y yo introduciremos nuevamente este plan como enmienda del Proyecto de Ley de Autorización de la Defensa Nacional. Como esfuerzos previos, esta enmienda exige que la reducción empiece dentro de 120 días, pero la enmienda también determina que en Iraq para el 1 de abril de 2008 ya no habrán allá tropas nuestras, excepto las tropas que se necesiten para misiones específicas y limitadas.
Los demócratas, y espero que también un número creciente de republicanos, seguirán defendiendo esta propuesta hasta que el presidente firme o podamos rechazar su veto. Hasta ese día, continuaremos financiando a las tropas, siguiendo el ejemplo establecido tan sabiamente por Abraham Lincoln hace 160 años.
El escritor es un senador demócrata de Washington.
23 de junio de 2007
20 de junio de 2007
©washington post
©traducción mQh
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