trata de blancas y esclavitud sexual
En India, las campañas contra la trata de blancas se concentran en las que son llevadas fuera del país. Pero el problema también persiste en casa.
Nueva Delhi, India. Meena descubrió que había sido vendida cuando la llevaban en motocarro al barrio rojo de Nueva Delhi.
La chica de doce años estaba trabajando como criada en Calcuta cuando el patrón de la casa le habló de un trabajo bien pagado en la casa de su hermana en la capital de India. Pero en lugar de eso, la vendieron al dueño de un burdel y la obligaron a prostituirse por poco más que un lugar donde dormir y alguna comida de vez en vez.
Sus penurias duraron cuatro años y ahora Meena, 21, dice que la convirtieron en una "persona muy enrabiada".
"La rabia estalla repentinamente", dice Meen, que pidió que no mencionáramos su nombre completo, debido al estigma social.
Debajo de la superficie del rápido crecimiento económico de India yace un problema enraizado en la persistente pobreza de cientos de millones de indios. Los activistas de derechos humanos dicen que miles de mujeres y niñas pobres son empujadas a la prostitución año tras año después de ser seducidas en las aldeas con falsas promesas.
Gran parte de la atención sobre el tráfico en seres humanos se concentra en las seiscientas a ochocientas mil personas -de las cuales el ochenta por ciento son mujeres y niñas- que son trasladadas fuera de la frontera nacional todos los años y, en muchos casos, obligadas a trabajar como prostitutas o esclavas.
Pero esas cifras no incluyen a las víctimas traficadas al interior de esos países -un problema que ha acosado durante mucho tiempo a India, un país tan grande y diverso que las víctimas llevadas a cientos de kilómetros de distancia y donde se habla otro idioma, tienen pocas posibilidades de volver a casa.
"Este es un reto a la idea que tiene India de ser un país democrático y moderno", dijo Ruchira Gupta, fundadora del grupo contra la trata de blancas, Apne Aap Women Worldwide. "En esta época, cuando se supone que India es una democracia... tenemos todavía tantos esclavos".
Es difícil identificar el comercio ilegal, y los cálculos sobre el número de víctimas varías todos los años.
Lo que se sabe es que, según cálculos oficiales, hay tres millones de trabajadoras sexuales en India, y al menos un cuarenta por ciento de ellas son niñas. Y se cree que miles han sido engañadas para trabajar para los traficantes, dicen los activistas.
La mayoría de las niñas provienen de los estados más pobres de India. Un pariente o amigo se acerca a los padres de la chica para hablarle sobre un trabajo bien pagado en la ciudad o de la posibilidad de casarse sin mucho dinero o sin dote.
En algunos casos, son los padres los que venden a las niñas. Los precios varían de varios cientos a varios miles de dólares.
A los traficantes se los captura rara vez. El Departamento de Estado de Estados Unidos dijo en el informe anual sobre el tráfico en seres humanos del año pasado, que la respuesta de India al problema era débil y los procesamientos muy escasos.
En Bombay, que tiene la más alta concentración de trabajadoras sexuales, en 2005 sólo se arrestó a trece traficantes, y ninguno de ellos fue condenado, de acuerdo al Departamento de Estado. La situación fue similar en otras ciudades.
"Uno de los métodos para prevenir el tráfico es aumentar la duración de las condenas por tráfico, y esto no está ocurriendo", dijo Gupta. "Las mujeres son enganchadas... pero hay muy pocas detenciones de los hombres que llevan todo este negocio".
Deepa Jain Singh, del Ministerio del Desarrollo de los Niños y de las Mujeres, dijo que el gobierno estaba "tratando de hacer más" acerca del problema del tráfico sexual, pero se negó a proporcionar detalles.
¿Qué pasa con las víctimas? Hay muchas trampas. En un país con una población que se calcula tiene una población de 5.7 millones de personas infectadas por el SIDA, la infecciones de HIV entre las trabajadoras sexuales es algo común.
Las que escapan a menudo son rechazadas por sus familias.
Meena fue rescatada por STOP, un grupo contra el tráfico de seres humanos, y vive en su refugio de Nueva Delhi.
El objetivo del refugio es lograr que las niñas y mujeres en la casa funcionen "como una familia normal".
"Queremos que pasen de víctimas a sobrevivientes y a activistas. Es un trayecto largo", dijo Roma Debabrata, fundadora de STOP.
La chica de doce años estaba trabajando como criada en Calcuta cuando el patrón de la casa le habló de un trabajo bien pagado en la casa de su hermana en la capital de India. Pero en lugar de eso, la vendieron al dueño de un burdel y la obligaron a prostituirse por poco más que un lugar donde dormir y alguna comida de vez en vez.
Sus penurias duraron cuatro años y ahora Meena, 21, dice que la convirtieron en una "persona muy enrabiada".
"La rabia estalla repentinamente", dice Meen, que pidió que no mencionáramos su nombre completo, debido al estigma social.
Debajo de la superficie del rápido crecimiento económico de India yace un problema enraizado en la persistente pobreza de cientos de millones de indios. Los activistas de derechos humanos dicen que miles de mujeres y niñas pobres son empujadas a la prostitución año tras año después de ser seducidas en las aldeas con falsas promesas.
Gran parte de la atención sobre el tráfico en seres humanos se concentra en las seiscientas a ochocientas mil personas -de las cuales el ochenta por ciento son mujeres y niñas- que son trasladadas fuera de la frontera nacional todos los años y, en muchos casos, obligadas a trabajar como prostitutas o esclavas.
Pero esas cifras no incluyen a las víctimas traficadas al interior de esos países -un problema que ha acosado durante mucho tiempo a India, un país tan grande y diverso que las víctimas llevadas a cientos de kilómetros de distancia y donde se habla otro idioma, tienen pocas posibilidades de volver a casa.
"Este es un reto a la idea que tiene India de ser un país democrático y moderno", dijo Ruchira Gupta, fundadora del grupo contra la trata de blancas, Apne Aap Women Worldwide. "En esta época, cuando se supone que India es una democracia... tenemos todavía tantos esclavos".
Es difícil identificar el comercio ilegal, y los cálculos sobre el número de víctimas varías todos los años.
Lo que se sabe es que, según cálculos oficiales, hay tres millones de trabajadoras sexuales en India, y al menos un cuarenta por ciento de ellas son niñas. Y se cree que miles han sido engañadas para trabajar para los traficantes, dicen los activistas.
La mayoría de las niñas provienen de los estados más pobres de India. Un pariente o amigo se acerca a los padres de la chica para hablarle sobre un trabajo bien pagado en la ciudad o de la posibilidad de casarse sin mucho dinero o sin dote.
En algunos casos, son los padres los que venden a las niñas. Los precios varían de varios cientos a varios miles de dólares.
A los traficantes se los captura rara vez. El Departamento de Estado de Estados Unidos dijo en el informe anual sobre el tráfico en seres humanos del año pasado, que la respuesta de India al problema era débil y los procesamientos muy escasos.
En Bombay, que tiene la más alta concentración de trabajadoras sexuales, en 2005 sólo se arrestó a trece traficantes, y ninguno de ellos fue condenado, de acuerdo al Departamento de Estado. La situación fue similar en otras ciudades.
"Uno de los métodos para prevenir el tráfico es aumentar la duración de las condenas por tráfico, y esto no está ocurriendo", dijo Gupta. "Las mujeres son enganchadas... pero hay muy pocas detenciones de los hombres que llevan todo este negocio".
Deepa Jain Singh, del Ministerio del Desarrollo de los Niños y de las Mujeres, dijo que el gobierno estaba "tratando de hacer más" acerca del problema del tráfico sexual, pero se negó a proporcionar detalles.
¿Qué pasa con las víctimas? Hay muchas trampas. En un país con una población que se calcula tiene una población de 5.7 millones de personas infectadas por el SIDA, la infecciones de HIV entre las trabajadoras sexuales es algo común.
Las que escapan a menudo son rechazadas por sus familias.
Meena fue rescatada por STOP, un grupo contra el tráfico de seres humanos, y vive en su refugio de Nueva Delhi.
El objetivo del refugio es lograr que las niñas y mujeres en la casa funcionen "como una familia normal".
"Queremos que pasen de víctimas a sobrevivientes y a activistas. Es un trayecto largo", dijo Roma Debabrata, fundadora de STOP.
23 de junio de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
2 comentarios
Lorenzo -
deman -