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papel de la esclavitud infantil


[Howard W. French] China no dice demasiado sobre el papel de la esclavitud infantil en su estrategia de desarrollo.
Shanghai, China. Hay un aspecto ritual en las historias que nos han llegado de China, como la de la semana pasada sobre los cientos de personas, muchas de ellas adolescentes e incluso más jóvenes, que fueron obligadas a trabajar en condiciones similares a la esclavitud en canteras de ladrillos en la provincia de Shanxi. Primero, los lectores chinos se horrorizaron de ver proyectarse una imagen de su país que muchos dicen que es difícil de reconocer, luego se detuvo a un canalla y finalmente, después de un torrente de boletines de prensa y editoriales inusualmente francos y emocionales, el asunto desaparece de la vista del público, asegurándose de que el problema principal siga sin resolver.
El canalla en este caso era Heng Tinghan, el gerente de una cantera de ladrillos, que fue detenido el sábado y consolidó rápidamente su imagen de tipo malo cuando protestó que era "bastante normal" golpear y maltratar a los niños trabajadores y negarse a pagarles. Con su detención, y a instancias de la Oficina Central de Comunicaciones Externas del Partido Comunista, la historia fue desapareciendo poco a poco. Pero los diarios chinos están constantemente salpicados de relatos sobre muertes y lesiones de niños trabajadores, y de disputas que surgen debido a los salarios inusualmente bajos, o la retención de sus salarios, sin excepción en todas las regiones del país.
En la misma semana en que surgió la historia de la fábrica de ladrillos, se conocieron varios informes sobre abusos laborales contra niños. Un niño de catorce años murió en una explosión mientras llenaba un tanque con naftaleno en una fábrica de químicos cerca de Nanjing. Un niño de quince se enganchó en una desmontadora y murió machacado por la máquina, en Nanchang, después de trabajar durante varios días en jornadas de veinte horas. Y setenta niñas en el campo de la provincia de Henan fueron llevadas por su maestra a trabajar en una planta procesadora de uvas en Ningbo, donde sus manos llegaron a sangrar después de trabajar en turnos de dieciséis horas.
Desde las densas zonas industriales de la provincia de Guangdong a los mercados callejeros, cocinerías y burdeles de las grandes ciudades, a las primitivas fábricas de las provincias relativamente pobres del oeste de China, el trabajo infantil es un hecho de la vida de todos los días, dicen los expertos, y un hecho que el gobierno, preocupado por el crecimiento económico, ha tenido la tendencia a ignorar.
"Para poder modernizarnos, la gente deberá hacer cualquier cosa para ganar dinero, para mejorar sus intereses, dejando de lado la moral y la humanidad, e incluso la compasión, para no mencionar las leyes y normas, que son apenas implementadas", dijo Hu Jindou, profesor de economía en la Universidad Tecnológica de Pekín. "Ahora todo gira sobre la economía, del mismo modo que en la época de Mao todo giraba sobre la política, y el trabajo forzado o trabajo infantil está lejos de ser un fenómeno aislado. Está enraizado profundamente en la realidad cotidiana, que es una combinación de capitalismo, socialismo, feudalismo y esclavitud".
Durante el mandato del presidente Hu Jintao, el Partido Comunista ha creado lo que se da en llamar una sociedad armoniosa, la principal consigna del gobierno. De hecho, como parte de ese esfuerzo se implementó este mes una importante revisión de las leyes que rigen los derechos de los niños, llevando al vice-premier del país, Wu Yi, a decir que su adopción "es un presente para los trescientos millones de niños del continente".
Sin embargo, expertos en el mercado laboral chino dicen que el país está lejos de estar a la altura incluso de la nueva ley, que decreta que se procure a los niños trabajadores tiempo suficiente para dormir, jugar y hacer deporte. De hecho, dicen muchos, el aplastante énfasis en el crecimiento económico la contradice derechamente.
Esto fue subrayado por otro caso que se dio a conocer la misma semana en que se revelaron los abusos en la cantera de ladrillos. Estudiantes de la Escuela Secundaria Dayin, en la provincia de Sichuan, al interior de China, se quejaron, según informes de prensa, de un programa de estudio-y-trabajo en el marco del cual son enviados a una planta de ensamblaje de electrónicos a cientos de kilómetros de distancia, en la próspera ciudad de Dongguan, que está cerca de la costa.
Los estudiantes denunciaron haber tenido jornadas de trabajo de catorce horas diarias, con horas extraordinarias obligatorias, y sin gozar de salario. En algunos casos, dijeron, los que querían salirse del programa no pudieron llamar a sus familias y pagar por el traslado a casa.
"Mi hija me prometió llamar todas las semanas, pero ya han pasado tres desde que se marchó y me ha llamado sólo una vez", dijo Zhang Ronghua, madre de una estudiante de Sichuan de quince. "Me dijo que quería volver a casa, que trabaja de ocho de la mañana a once de la noche, y que está constantemente trabajando y cansada".
Yuan Guangyao, el subdirector de la fábrica, defendió el acuerdo entre su compañía y la escuela. "Este internado es una forma de cooperación entre nuestra empresa y la escuela o, en realidad, la comuna", dijo. "He estado yo mismo allá, y vi que la gente es muy pobre, de modo que esta iniciativa de traer a los estudiantes a trabajar aquí es una estrategia que reporta beneficios a ambos".
Pero muchos de los padres ven algo diferente, y sospechan que la fábrica y la escuela están explotando a sus hijos.
Liu Kaiming, investigador de las condiciones laborales en la provincia de Guangdong, dijo que el empleo de estudiantes que son mal pagados y obligados a trabajar horas extraordinarias era algo habitual. "En Dongguan puedes incluso ver a niños de doce a quince años trabajando en fábricas de juguetes", dijo. "Esos niños provienen en lo esencial de provincias vecinas subdesarrolladas y son traídos aquí por sus maestros. Las leyes prohíben el trabajo infantil, pero no existen normas sobre los programas de estudio-y-trabajo, y no hay límites sobre la edad, las horas de trabajo ni el tipo de trabajo".
Otros expertos dijeron que los funcionarios locales se mostraban reluctantes a tomar medidas que obstaculizaran el desarrollo económico. Tradicionalmente, los principales criterios para ascender a funcionarios locales han sido las tasas de crecimiento altas y la estabilidad social, y en las regiones más pobres se considera que dar empleo a los jóvenes es una contribución a esos objetivos.
En realidad, en el caso de la cantera de ladrillos de Shanxi, el dueño de la fábrica en quien se concentró la atención de la prensa es miembro del Partido Comunista.
Los funcionarios locales también sacan ventaja de jurisdicciones traslapadas para evadir responsabilidades. En la provincia de Sichuan, los funcionarios locales dijeron que ellos no tenían autoridad para modificar las condiciones de trabajo acordadas por la escuela y la fábrica.
Funcionarios de la oficina laboral provincial de la provincia de Guangdong, dijeron que los acuerdos laborales hechos por la escuela deberían ser reguladas por el ministerio de Educación. El ministerio no respondió nuestras llamadas telefónicas y las preguntas que enviamos por fax.
"Cada departamento o ministerio se ocupa sólo de sí mismo", dijo Jin Yingjie, un experto en leyes laborales de la Universidad de Derecho y Ciencias Políticas de China. "Si la ley favorece sus intereses, la implementarán. Pero cuando se trata de la intersección de más de un departamento, tienden a esquivar la responsabilidad".

23 de junio de 2007
21 de junio de 2007
©new york times
©traducción mQh
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