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conservando la calma en bagdad


[John Ward Anderson] Familia desafía a la guerra, los bochornos del verano y los cortes de electricidad retirándose al tejado.
Bagdad, Iraq. Sentado junto a la piscina debajo de un toldo verde y transparente, en pantalones cortos y camiseta, comiendo fruta fresca y dulces, el vendedor de alfombras, Amir Rahim, trata de mantener a raya la guerra de Iraq.
No presta más atención a los helicópteros que rugen arriba que a los camiones que pasan, excepto que la calle frente a su casa está bloqueada por barreras de cemento. El ratatá de los AK-47 es tan frecuente que es posible no oírlo. Y la nueva piscina en el tejado ha aliviado el agobio, brindando un refrescante substituto de las visitas que ya no hacen a parques, clubes, mercados y casas de amigos.
Pero hay un producto secundario de la guerra de cuatro años que es tan penetrante, que es imposible ignorarlo. Mientras el horno de combustión del verano produjo días de 46 grados Celsius, enormes áreas de Bagdad -incluyendo el barrio de Rahim- todavía tienen a veces apenas una hora de electricidad al día, dejando que los seis millones de habitantes de la capital suden y se achicharren.
"Tenemos una hora cada cuatro días, y no tenemos agua fría ni nevera, así que estamos comprando hielo en el mercado", dijo Rahim, 32, que vive en el barrio de Karada. En el mercado donde tiene su tienda de moquetas de pared a pared, "hay una pelea o riña cada cinco minutos, debido al calor", dijo. "Ayer se empezaron a pelear, con puñetazos y patadas, por un pedazo de albaricoque".
Los militares se pueden concentrar en un nuevo plan de seguridad, los políticos iraquíes y norteamericanos preocuparse de reformas políticas y calendarios y reconciliación, pero en las calles y casas de Bagdad, las demandas son más elementales: pulsar un interruptor y que se enciendan las lámparas, abrir un grifo y que fluya agua. La falta de estas necesidades básicas engendran descontento, y las encumbradas chácharas sobre más elecciones y reformas constitucionales parecen una broma malintencionada de parte de un gobierno que no puede caminar, y menos correr.
"Vosotros habláis de compartir los ingresos por el petróleo y las reformas constitucionales, ¿pero por qué debiésemos preocuparnos si no sacamos beneficio de ello?", preguntó Zainab S. Shakir, un funcionario iraquí del Instituto de la Paz norteamericano en Bagdad. La prestación de servicios básicos, dijo, está relacionada directamente con el mejoramiento de la seguridad en Iraq.
"Si queremos electricidad, necesitamos un generador, y necesitamos combustible y dinero. Y si no tienes trabajo, vienen los insurgentes y le pagan a tus niños para que trabajen para ellos".
Los generadores particulares esforzándose por responder a la demanda rugen en todas las cuadras, y los postes cargan con caóticas y enmarañadas redes de cables de colores; algunos recurren a generadores comunitarios, otros improvisan para robar electricidad de las conexiones de los vecinos.
La progenie de Rahim -una de las tres pequeñas familias que viven en la casa del padre- utiliza las dos estrategias. Desde el inicio de la guerra, ha tenido generadores a unos 450 dólares cada uno. En el verano, gasta todo su salario -de unos 950 dólares al mes- en reparaciones y para hacer funcionar los generadores y mantener la casa de su familia con energía durante catorce horas al día- y eso es sin aire acondicionado. Las restantes diez horas simplemente no tienen electricidad.
Con el ingreso mensual en Iraq en un promedio de unos doscientos dólares, la mayoría de la gente aquí tiene mucho menos electricidad.
Por supuesto, no todo el mundo tiene piscina. De hecho, casi nadie, especialmente en el tejado. Pero el calor es insoportable, así que en medio de los diarios coches bomba, los atentados suicidas y los ataques con proyectiles de mortero -y la incertidumbre que acompaña a los bagdadíes que van al trabajo o al mercado-, Rahim se juró hacer todo lo posible para brindar a su mujer Abeer, y sus dos hijos, una vida decente.
Debido a las obligaciones familiares -llevar el negocio de las maquetas, sostener a su familia extendida de once miembros-, escapar de Iraq era imposible.
"Ya no salgo a la calle -la gente en la calle ya no es la gente que yo conocía- y no hay clubes, no hay piscinas, ni parques, ni gimnasios, así que nos convencimos de que teníamos que adaptarnos a esta situación", dijo su esposa.
Subieron la lona verde (400 dólares) y la piscina de un metro de profundidad y cinco de largo, y circular (300 dólares). Rahim y su esposa se escabullen arriba de noche, para una zambullida en privado después de que los niños se han dormido. Incluso ahora, de vez en vez duermen en el tejado para eludir el calor, pese a los helicópteros y el peligro de la metralla.
Rahim mostró una esquirla puntiaguda, de una pulgada de largo, que había encontrado hace poco junto a la piscina. "Llegas a un nivel en que cuando lo estás pasando mal abajo, decides subir pese a que corres el riesgo de morir", dijo.
Cuando se va la electricidad, todo se posterga, dijo su esposa. Un día hace poco, cuando la electricidad llegó repentinamente para durar casi una hora, logró lavar seis cargas de ropa sucia, planchar pilas de ropa limpia y limpiar la casa.
"Amir estaba tan impresionado que quería filmarme. Estaba trabajando a gran velocidad", dijo.
Sus dos generadores producen suficiente energía para mantener dos neveras, dos o tres termoventiladores (máquinas que producen aire a través de un filtro empapado en agua) y una parabólica.
Comprar combustible es otra historia. Aunque Iraq posee la tercera reserva de petróleo del mundo, aquí hay una grave escasez de combustible. Así que antes que esperar en la cola hasta ocho horas y pagar un dólar 15 por galón, la mayoría de los iraquíes lo compran en el mercado negro por casi tres dólares 30 el galón.
"Te morirías si hicieras la cola con este calor", dijo Rahim, contando que un amigo que había ido hace poco a llenar su bidón de gasolina, había salido a las cinco de la mañana y recién había llegado a la bomba a las dos y media de la tarde.
Una hoja informativa de la embajada norteamericana del 31 de mayo sobre la situación de la electricidad en Iraq afirmaba que Bagdad recibe un promedio de ocho horas de electricidad al día. Un portavoz del ministerio de la Electricidad dijo que los bagdadíes recibían seis horas de electricidad al día.
Pero nadie sabe quién la recibe. En un sondeo informal de nueve barrios importantes de Bagdad -desde Ciudad Sáder en el nordeste hasta el barrio Khadra sunní al oeste, y las zonas mixtas sunní-chií entre estos-, los vecinos de ocho barrios dijeron que recibían electricidad durante dos horas al día. En el noveno, el barrio chií de Kadhimiyah, los vecinos dijeron que tenían electricidad seis horas al día.
Una excepción la constituye la gente que vive cerca de ministerios del gobierno y hospitales, que dijeron que a menudo tenían electricidad durante toda la jornada laboral.
Un estudio del 12 de junio de la Red de Seguridad Nacional, un grupo de activistas particular, constató que mientras Estados Unidos ha gastado 3.1 billones de dólares en el mejoramiento del servicio de electricidad en Iraq, la energía producida en mayo fue de seis por ciento menor que los niveles de preguerra. "En las últimas tres semanas, Bagdad ha sufrido serios cortes de energía y escasez de agua de hasta 23 horas al día", dice el estudio.
Para Abeer Rahim, la situación es particularmente irritante porque después de la Guerra del Golfo Pérsico en 1991, el gobierno de Saddam Hussein restauró la electricidad en cuarenta días, dijo, aunque Estados Unidos había dañado seriamente el tendido eléctrico del país.
"Salen en la televisión para decir que han gastado billones en proyectos de electricidad y agua en Bagdad, ¿pero dónde está ese dinero?", se preguntó.
Pocos creen que la única superpotencia del mundo no pueda arreglar los problemas de energía de Iraq, cuando sí puede llevar a un hombre a la luna, dijo el general de brigada Vincent K. Brooks, subcomandante de apoyo para Bagdad. "La idea de que esperaban algo que prometimos y que todavía no somos capaces de cumplir, es la causa de un montón de problemas", dijo en una declaración de este mes.
Vecinos de zonas sunníes de la ciudad se quejan de que ellos reciben menos electricidad. Dicen que la falta de electricidad -y de agua, de escuelas y de servicios de recolección de la basura y otros servicios básicos- se provoca para obligarlos a marcharse, una forma de limpieza étnica ‘blanda' dirigida por el gobierno chií.
Brooks dijo que la entrega de electricidad era responsabilidad del gobierno y que Estados Unidos tenía que asegurarse de que los líderes de gobierno "no fueran sectarios ni tuviesen prejuicios en la prestación de servicios básicos a todo el mundo".
Funcionarios del gobierno norteamericano dicen que sus esfuerzos se han visto obstaculizados por problemas de mantención, corrupción, contrabando, escasez de combustible y una demanda totalmente disparada-, explicaciones que repite Rahim, que atribuye gran parte de los problemas de Iraq al gobierno inepto y corrupto.
"¿Cómo podrías tener buenos servicios con un gobierno corrupto y manchado como este?", preguntó.
"Olvida la reconstrucción -lo que estamos esperando es que cambie todo el estado", dijo. "Simplemente quiero una persona sincera y honorable para que dirija Iraq. Si gobierna, tendremos esperanza, aunque tengamos que esperar cinco o seis años más. Pero con gente como la que tenemos ahora, aunque construyan cien plantas de electricidad más, no se habrá solucionado nada".

Saad al-Izzi en Bagdad contribuyó a este reportaje.

28 de junio de 2007
24 de junio de 2007
©washington post
©traducción mQh
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