comercio ambulante en chiloé
[Sara Curumilla Sotomayor] Entre la necesidad y lo legal. Desde pilas, antenas para televisor hasta milcaos y cochayuyo, es posible adquirir en las calles castreñas.
Chiloé, Chile. En las economías locales el comercio ambulante es una problemática que tiene incidencia en diversos aspectos de la sociedad en que está inmerso. En ella converge además el aspecto social en medio de la controversia en la que intervienen fiscalizadores, autoridades y la actividad formalizada.
Las principales aristas del tema no siempre tienen la objetividad de lo global en un mundo pequeño en el cual cada uno lucha por posesionarse.
Esa realidad llevada a Chiloé si bien tiene componentes distintos no se diferencia en lo medular de lo que ocurre en otras ciudades sobre todo en lo que dice relación con las formas de enfrentar las persecuciones de los fiscalizadores y autoridades.
"En todas partes tenemos que arrancar cuando vemos a los pacos", afirma Matías Solari, añadiendo que a veces emplean señas o silbidos para anunciar la proximidad de los carabineros, lo que los lleva a estar como dice, "siempre con los ojos bien abiertos porque no queda otra alternativa".
Paños
En Castro, la mayor cantidad de comerciantes informales deambulan por calle San Martín, donde se puede apreciar a hombres y mujeres que cuelgan desde sus brazos paños de cocina, tiras de cartón con hojas de afeitar o pilas de marcas desconocidas.
Entre el ir y venir de los transeúntes las ofertas son también de milcaos con chicharrones, pescados, cochayuyo, empanadas o ‘yerbitas para el estómago'.
Iglesia
"Hace veinte años empezamos con el comercio ambulante y después nos dieron permiso", señala Prosperina Rupayán, quien trabaja con su esposo en calle San Martín donde tiene "un puesto", a un costado de la vereda, lugar que le permite exhibir sus productos en una reja que circunda una ex iglesia evangélica que le dio permiso para dejar la mercadería en su sitio.
La madre de cuatro hijos es una de las personas que están sujetas a las condiciones meteorológicas para ejercer su actividad y reconoce que si bien en los meses de verano es un buen período para vender, en el invierno les va mal. "Tenemos que quedarnos en la casa sin venir", manifiesta, agregando que aún cuando por el permiso municipal no cancelan más de 3 mil pesos mensuales no es fácil reunirlos "porque casi no se vende nada".
"Cuando uno no tiene estudios o no tiene un capital está obligado a trabajar de esta forma", manifiesta Alfonso Saldías, mientras acomoda diversos artículos en una repisa de madera, al lado de la calle.
"Nos persiguen como si fuéramos delincuentes y justamente a eso nunca queremos llegar, pero no nos queda otra cosa , más que ser ambulantes", manifiesta Pedro Ainol.
Aquellos que han hecho de las mismas calles sus espacios para esta actividad, circulan cerca del lugar donde pueden esconder sus artículos para que no les sean requisados cuando son sorprendidos.
"Nos quitan las cosas y más encima tenemos que pagar los partes que salen como 8 mil pesos", revela Pedro Antonio Peralta, añadiendo que no quieren que el municipio le regale nada "sino que nos ubiquen en un lugar y nos dejen trabajar sin problemas, sin los temores de todos los días, siempre huyendo por sobrevivir".
Actividad Desleal
En el Departamento de Patentes de la Municipalidad de Castro, el funcionario César Maragaño, aclara que está vigente la ordenanza de 1996 de esa corporación que no considera al comercio ambulante.
"Si no está establecido significa que está fuera de la ley", fundamenta en relación a esta actividad que en el pasado entregó espacios para el ejercicio del comercio ambulatorio. Muchos de ellos pasaron a ser parte de los llamados mercados persa, que se establecieron al lado de los mercados de las calles Lillo y Yumbel.
Se estima que son unos 20 los históricos, o aquellos que por más de una decena de años trabajan en las calles castreñas, que todo el mundo identifica y que incluso han logrado formar una clientela. Este número es aumentado con las vendedoras de estampitas u otros objetos religiosos que llegan en los días previos a la fiesta de Cahuach o los que ofrecen juguetes y guirnaldas para Navidad o adornos para el Día de la Madre, del Padre o del Niño.
Dirigente
Para el presidente de la Cámara de Comercio de Castro, Manuel Oyarzo, esta actividad que a nivel nacional mueve alrededor de mil millones de dólares al año, en el ámbito local debería tener una mayor fiscalización.
"La autoridad tendría que ser más estricta, porque no es posible que a vista y paciencia de todo el mundo los ambulantes vendan choclos, frutas, verduras y una serie de productos crudos", opinó.
"Los ambulantes desempeñan una actividad desleal e ilegal y nosotros estamos con todas las de la ley y no entorpecemos el desplazamientos de las personas con canastos y carretillas", señala, recordando que hace unos años esa organización a través de una carta enviada a la municipalidad y a Carabineros , hizo presente su posición, "pero nada ha variado", asevera.
Según estudios del comercio establecido más del 40% del total nacional de los vendedores está en Santiago.
Las principales aristas del tema no siempre tienen la objetividad de lo global en un mundo pequeño en el cual cada uno lucha por posesionarse.
Esa realidad llevada a Chiloé si bien tiene componentes distintos no se diferencia en lo medular de lo que ocurre en otras ciudades sobre todo en lo que dice relación con las formas de enfrentar las persecuciones de los fiscalizadores y autoridades.
"En todas partes tenemos que arrancar cuando vemos a los pacos", afirma Matías Solari, añadiendo que a veces emplean señas o silbidos para anunciar la proximidad de los carabineros, lo que los lleva a estar como dice, "siempre con los ojos bien abiertos porque no queda otra alternativa".
Paños
En Castro, la mayor cantidad de comerciantes informales deambulan por calle San Martín, donde se puede apreciar a hombres y mujeres que cuelgan desde sus brazos paños de cocina, tiras de cartón con hojas de afeitar o pilas de marcas desconocidas.
Entre el ir y venir de los transeúntes las ofertas son también de milcaos con chicharrones, pescados, cochayuyo, empanadas o ‘yerbitas para el estómago'.
Iglesia
"Hace veinte años empezamos con el comercio ambulante y después nos dieron permiso", señala Prosperina Rupayán, quien trabaja con su esposo en calle San Martín donde tiene "un puesto", a un costado de la vereda, lugar que le permite exhibir sus productos en una reja que circunda una ex iglesia evangélica que le dio permiso para dejar la mercadería en su sitio.
La madre de cuatro hijos es una de las personas que están sujetas a las condiciones meteorológicas para ejercer su actividad y reconoce que si bien en los meses de verano es un buen período para vender, en el invierno les va mal. "Tenemos que quedarnos en la casa sin venir", manifiesta, agregando que aún cuando por el permiso municipal no cancelan más de 3 mil pesos mensuales no es fácil reunirlos "porque casi no se vende nada".
"Cuando uno no tiene estudios o no tiene un capital está obligado a trabajar de esta forma", manifiesta Alfonso Saldías, mientras acomoda diversos artículos en una repisa de madera, al lado de la calle.
"Nos persiguen como si fuéramos delincuentes y justamente a eso nunca queremos llegar, pero no nos queda otra cosa , más que ser ambulantes", manifiesta Pedro Ainol.
Aquellos que han hecho de las mismas calles sus espacios para esta actividad, circulan cerca del lugar donde pueden esconder sus artículos para que no les sean requisados cuando son sorprendidos.
"Nos quitan las cosas y más encima tenemos que pagar los partes que salen como 8 mil pesos", revela Pedro Antonio Peralta, añadiendo que no quieren que el municipio le regale nada "sino que nos ubiquen en un lugar y nos dejen trabajar sin problemas, sin los temores de todos los días, siempre huyendo por sobrevivir".
Actividad Desleal
En el Departamento de Patentes de la Municipalidad de Castro, el funcionario César Maragaño, aclara que está vigente la ordenanza de 1996 de esa corporación que no considera al comercio ambulante.
"Si no está establecido significa que está fuera de la ley", fundamenta en relación a esta actividad que en el pasado entregó espacios para el ejercicio del comercio ambulatorio. Muchos de ellos pasaron a ser parte de los llamados mercados persa, que se establecieron al lado de los mercados de las calles Lillo y Yumbel.
Se estima que son unos 20 los históricos, o aquellos que por más de una decena de años trabajan en las calles castreñas, que todo el mundo identifica y que incluso han logrado formar una clientela. Este número es aumentado con las vendedoras de estampitas u otros objetos religiosos que llegan en los días previos a la fiesta de Cahuach o los que ofrecen juguetes y guirnaldas para Navidad o adornos para el Día de la Madre, del Padre o del Niño.
Dirigente
Para el presidente de la Cámara de Comercio de Castro, Manuel Oyarzo, esta actividad que a nivel nacional mueve alrededor de mil millones de dólares al año, en el ámbito local debería tener una mayor fiscalización.
"La autoridad tendría que ser más estricta, porque no es posible que a vista y paciencia de todo el mundo los ambulantes vendan choclos, frutas, verduras y una serie de productos crudos", opinó.
"Los ambulantes desempeñan una actividad desleal e ilegal y nosotros estamos con todas las de la ley y no entorpecemos el desplazamientos de las personas con canastos y carretillas", señala, recordando que hace unos años esa organización a través de una carta enviada a la municipalidad y a Carabineros , hizo presente su posición, "pero nada ha variado", asevera.
Según estudios del comercio establecido más del 40% del total nacional de los vendedores está en Santiago.
9 de julio de 2007
©estrella de chiloé
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