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católicos y justicia social


Obispo Goic analiza relación católicos - justicia social.
Santiago, Chile. El presidente de la Conferencia Episcopal chilena, monseñor Alejandro Goic, aseveró que la Iglesia Católica latinoamericana tiene que hacer "una autocrítica muy sincera" y reflexionar sobre la formación dada a los católicos, especialmente a los que están en la vida pública, pues deberían estar "a la vanguardia" de la justicia social.
Asimismo, consideró "válida y legítima" la presencia de la Teología de la Liberación, y negó que en Venezuela la Iglesia esté buscando ser oposición al gobierno.
En diálogo con ANSA, Goic recordó las palabras del papa Benedicto XVI al inaugurar la última Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM) en Aparecida, Brasil, donde habló de "las injusticias en el continente que claman al cielo y lo doloroso para nosotros, tratándose de un continente mayoritariamente católico".
A su juicio, Aparecida planteó a los obispos el desafío de "educar al mundo que tiene responsabilidades en la conducción de las sociedades: empresarios, políticos, dirigentes sindicales".
"Creo que tenemos una riqueza extraordinaria en el compendio de la doctrina social de la Iglesia que es toda la dimensión social de la fe cristiana" consideró, y exclamó enseguida: "¡Cómo quisiera uno que a la vanguardia de la justicia social, con los principios de la doctrina social, estuvieran los creyentes y todas las personas de buena voluntad, que sin tener el don de la fe, consideren ese pensamiento útil para generar una sociedad más humana y más equitativa!".
El jefe de la Iglesia Católica chilena dijo no sentirse preocupado por el avance de otras confesiones en el continente, y abogó por "hacer una Iglesia en que estemos comprometidos todos los bautizados y superar un esquema clerical en que sólo los clérigos tenemos responsabilidades", unir fe y vida y no hacer "una dicotomía, la fe para algunas cosas y la vida para otras".
Asimismo, consideró "válida y legítima" la existencia dentro de la Iglesia Católica latinoamericana la corriente de la Teología de la Liberación y sostuvo que no se puede hacer una condena de ella, además de que muchos de sus representantes estuvieron cercanos en Aparecida, asesorando a obispos.
"Son católicos que en su reflexión para transformar la realidad, en un momento usaron análisis que no correspondían, y la Santa Sede dio unas instrucciones sobre el tema. Creo que el mismo pensamiento con eso se ha perfeccionado, por lo tanto es una corriente que sigue siendo válida y hay que seguir dialogando fraternalmente", apuntó.
En Chile, Goic tuvo en las últimas semanas un papel preponderante en la solución del conflicto de 36 días entre mineros y la empresa estatal Codelco. Su llamado a hacer un mayor esfuerzo por construir en Chile una sociedad más justa "porque si no lo hacemos y no nos anticipamos los conflictos van a venir más fuerte", repercutió en muchos sectores. "Mi visión no es política ni economicista, mi visión es la de un pastor que sufre al ver que un sector del pueblo chileno lo pasa muy mal".
Como ‘facilitador' del diálogo entre trabajadores subcontratados y Codelco, el prelado dijo haber comprendido que "es muy difícil razonar con serenidad en medio del conflicto" para buscar una solución a las inequidades.
Consideró que la solución tiene que ser gradual, "no se puede hacer de un día para otro, no se puede desincentivar la producción porque no vamos a distribuir pobreza, tenemos que tener riqueza, pero hace falta ponerse la mano en el corazón y ver si yo puedo vivir con 120 mil pesos (230 dólares), como vive un gran número de chilenos".
Consultado sobre si la Iglesia Católica avala el modelo económico neoliberal, Goic expresó: "Vivimos una sociedad global y Juan Pablo II señaló claramente que hay que globalizar también la solidaridad". Añadió que el modelo económico imperante en el mundo no lo satisface, pero "es el que existe y entonces hay que tratar de humanizarlo".
Frente a los países que optaron por modelos distintos y en los que la Iglesia aparece como opositora, como es el caso de Venezuela, el prelado descartó que la postura de los obispos de ese país sea un objetivo que hayan buscado o que represente un "error". Expresó que siguió muy de cerca el tema de Venezuela.
"El gobernante de ese país es una persona con dotes especiales, pero también inevitablemente parece que quiere quitar a toda oposición de su camino, entonces la Iglesia le recuerda que si quiere construir la democracia hay que respetar también a los sectores minoritarios de esa sociedad".
Explicó que la Iglesia no pretende tener el poder, "no es su rol, la Iglesia no tiene una misión política, pero tiene una misión ética". "El gobernante que quiere acallar a los medios de comunicación, que quiere reelegirse hasta la eternidad, evidentemente esos no son elementos de un país democrático", añadió. Consultado sobre si los países no pueden generar sus propias alternativas frente al modelo imperante, el obispo chileno dijo que sabe de grupos importantes de intelectuales y economistas en el mundo que buscan camino más "humanizadores", para "reencantar a la juventud a vivir utopías más acordes con la dignidad humana".
Pero, reiteró, el modelo que impera "es lo que tenemos en este momento, y hay que seguir reflexionando. La Iglesia, desde su perspectiva pastoral, hará el aporte que pueda".

5 de agosto de 2007
©la nación
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