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chiíes infiltran ejército y policía


[Ned Parker] Milicias chiíes infiltran fuerzas iraquíes. El Ejército Mahdi del clérigo radical chií Muqtada Sáder ha infiltrado las fuerzas de seguridad.
Bagdad, Iraq. Abu Mohammed trabaja de día como agente de policía, patrullando la comuna musulmana chií de Ciudad Sáder. Pero tras la puesta de sol, Abu Mohammed dirige un pelotón de Jaish al Mahdi, o el Ejército Mahdi, una milicia chií asociada con el clérigo radical Muqtada Sáder, que está acusada de cometer asesinatos sectarios.
Abu Mohammed no es el único que lleva una doble vida. Según su versión y la de los militares norteamericanos y fuentes iraquíes, los miembros de la milicia Mahdi han infiltrado gran parte del aparato de seguridad del país, incluyendo al ejército, donde según se dice intimidan y sobornan a soldados y comandantes para que hagan la vista gorda mientras los militantes llevan a cabo su brutal programa de ‘limpiezas' sectarias.
"En Iraq en todas las familias, en todas las casas, hay un miembro del Ejército Mahdi y los militares no están excluidos", dijo Abu Mohammed despreocupadamente en un callejón de Ciudad Sáder, mientras los niños jugaban en la calle. "El ejército no podría perseguir al Ejército Mahdi porque muchos efectivos en el ejército son del Ejército Mahdi. Aquí en Ciudad Sáder, por ejemplo, hay una compañía y treinta y cinco de sus soldados son del Ejército Mahdi".
Abu Mohammed, que insistió en identificarse a sí mismo sólo por su nombre de guerra, representa uno de los retos a los que hacen frente los estrategas norteamericanos aquí en Iraq. Mientras que las tropas norteamericanas persiguen a los milicianos y tratan de construir una fuerza policial y un ejército no sectario, hombres como Abu Mohammed deshacen subrepticiamente su trabajo.
Además de infiltrar unidades del ejército en Bagdad en los barrios chiíes, el Ejército Mahdi ha sido capaz de ejercer presión política sobre los comandantes y en al menos una ocasión, crear sus propias unidades del ejército con sus milicianos.
El movimiento Sáder ha usado a soldados iraquíes y a agentes de la policía nacional iraquí para penetrar más profundamente en comunas árabes sunníes al oeste de Bagdad, dijeron oficiales del ejército norteamericano. También han convencido, en la primavera, a los comandantes de un batallón del ejército iraquí para montar ataques en Fadil, una comuna sunní al este de Bagdad, dijeron oficiales norteamericanos.
El nexo ha incluido a soldados cometiendo asesinatos o haciendo la vista gorda cuando los milicianos de Sáder ignoran los puestos de control. A fines de marzo, en la primera etapa del aumento del nivel de tropas norteamericanas, un combatiente de Mahdi que dijo que se llamaba Abu Haidar bravuconeaba ante el Times que oficiales del ejército iraquí habían proporcionado los vehículos para realizar ejecuciones. "Tenemos un acuerdo con la policía y el ejército iraquíes", dijo.
En uno de los ejemplos más inquietantes de la relación entre la milicia y el gobierno iraquí, en enero el ministerio de Defensa autorizó al legislador Baha Araji, un seguidor de Sáder, para formar una unidad no uniformada del ejército para patrullar la comuna chií de Kadhimiya, dijeron al Times oficiales del ejército norteamericano y un político chií.
"La compañía Baha Araji era un grupo de trescientos hombres de paisano de Jaish al Mahdi... que más tarde recibieron uniformes del ejército iraquí", dijo el teniente coronel Steven Miska, de la Primera División de Infantería. "Nadie en la cadena de mando del ejército iraquí quería a esos tipos en uniforme. Fue una decisión política".
El miembro saderista del parlamento, Falah Hassan, defendió la creación de la compañía. "Este batallón era para proteger Kadhimiya", dijo. En la comuna se encuentra un santuario chií.
El ministerio de Defensa desbandó la unidad en mayo. El comandante se convirtió en el jefe de un nuevo batallón que incluía a muchos de sus antiguos soldados. Los otros soldados de Araji fueron integrados a la Compañía Bravo de Kadhimiya. El ejército norteamericano detuvo la semana pasada a tres miembros de la compañía Bravo después de encontrarlos en una reunión con combatientes del Ejército Mahdi. El oficial de inteligencia del batallón fue detenido por disparar el 29 de abril contra soldados norteamericanos frente a una mezquita saderista.
"Los hemos frenado, pero todavía están expandiéndose lentamente. La expansión de Jaish al Mahdi está ocurriendo", dijo un oficiales de la inteligencia militar norteamericana en Bagdad a condición de conservar el anonimato. "Como el agua, encontrarán una grieta y se moverán por las zonas más débiles".
Oficiales norteamericanos de alto rango involucrados en el adiestramiento de iraquíes reconocen que la influencia de la milicia en el ejército ha sido un problema, pero dijeron que creían que el reto es pequeño si se lo compara con el peligro en el cuerpo de policía.
Creen que la milicia ha sido capaz de cortejar e intimidar a los soldados que viven áreas bajo el control del grupo.
"De cierta manera, no podríamos sorprendernos si algunas de las personas involucradas han sucumbido ante las presiones de la milicia", dijo el brigadier Stephen Gledhill, subdirector de los proyectos norteamericanos para adiestrar al ejército y a la policía.
Oficiales norteamericanos dijeron que el ministerio de Defensa estaba haciendo frente al desafío.
"Están desarrollando más capacidades para identificar los problemas... para luego perseguirlos", dijo el teniente coronel Daniel Williams, portavoz de las fuerzas armadas norteamericanas.
El uso de batallones del ejército iraquí infiltrados o partidarios para expulsar a los sunníes ha sido más evidente en los barrios occidentales de Hurriya y Ghazaliya.
En noviembre de 2006, los soldados iraquíes miraron impávidos cómo milicianos chiíes expulsaron a miles de familias sunníes de Hurriya después del atentado en Ciudad Sáder, dijeron oficiales norteamericanos e iraquíes.
Un mes más tarde, un comandante iraquí y cuatro oficiales responsables de la comuna de Hurriya fueron detenidos por sospechas de homicidios, extorsión y vínculos con el Ejército Mahdi. El juez ordenó su libertad después de siete días debido a la ausencia de pruebas. El día que fueron liberados, un teniente coronel iraquí que había presentado una denuncia contra los cinco, fue asesinado en un puesto de control.
En la parte norte de Ghazaliya, soldados iraquíes ayudaron al Ejército Mahdi a recuperar territorio en manos de militantes de al Qaeda en Iraq. Pero el ejército también permitió que la milicia se hiciera con tres calles adicionales habitadas por sunníes, dijeron vecinos sunníes y oficiales norteamericanos.
En junio, el ejército iraquí advirtió al comandante del batallón del área, un simpatizante de Sáder contra más actos de indisciplina, y lo trasladó a Amiriya a luchar contra los rebeldes.
Un aire de desconfianza se respira ahora en el batallón al norte de Ghazaliya. Se sospecha que al menos dos de sus comandantes trabajan para el Ejército Mahdi.
"La milicia anda buscando tipos que trabajen en el ejército y que vivan en el área. Ellos se convierten en sus fuentes", dijo un oficial iraquí, uno de los pocos del batallón en el que confían los norteamericanos. Pidió que no se mencionara su nombre debido a que teme por su vida.
El oficial dijo que si actuaba agresivamente contra el Ejército Mahdi, el grupo podría mover cuerdas en el parlamento y gobierno para castigar a los oficiales. La semana pasada, cuando el oficial insistió en que se registrara a los civiles en un puesto de control de Ghazaliya, la milicia lo amenazó, diciéndole que llamarían al comandante de su división para pedir que fuera removido.
El oficial dijo que fue pronto interrogado por la inteligencia militar; los saderistas lo acusaron de ayudar a al Qaeda.
"Si no les gusto, que se quejen" ante el ministerio de Defensa, dijo. "Quizás el comandante de la división los escuche a ellos y no a mí".
Tratando de contrarrestar la presión del Ejército Mahdi, el ejército norteamericano ha organizado un grupo de vigilancia ciudadana de árabes sunníes llamados los Guardianes de Ghazaliya. Los hombres se instalan junto a puestos de control iraquíes, vestidos con ropas de trabajo color caqui y gorras de béisbol, para controlar con cámaras a los soldados iraquíes y chequear si dejan pasar a miembros del Ejército Mahdi.
En Hurriya, se dice que la milicia intimidó a la unidad del ejército iraquí que fue llevada desde el sur de Iraq. Han atacado con bombas a caravanas norteamericanas a apenas cientos de metros de puestos del ejército iraquí, dijo el capitán del ejército norteamericano Andrew Lee.
La milicia también ha empezado a mostrar sus músculos en los barrios aledaños, incluyendo Washash, de Mansour, y la zona de Iskan. Un cabecilla de Mahdi "hace frecuentemente llamadas telefónicas al ejército iraquí en ese área... con ofrecimientos de dinero y amenazas, que son todas tácticas de corrupción comunes de la mafia para adquirir poder y control", dijo Miska.
Hace poco el Ejército Mahdi sorprendió con un golpe: el secuestro de los jefes de un elogiado batallón del ejército iraquí al este de Bagdad, utilizándolo para montar ataques en Fadil, un bastión de los insurgentes sunníes. El batallón 2-26, bajo el mando del coronel Talib Abdul Razzaq, era un batallón considerado como uno de los más capaces de operar autónomamente.
En abril el gobierno detuvo al coronel Abdul Razzqa y a once miembros de su estado mayor. Fueron acusados de estar implicados en la ejecución de los sunníes que provocó el atentado con coche bomba contra un mercado chií que mató a 141 personas.
"Talib llevaba una vida doble", dijo un oficial.

ned.parker@latimes.com

17 de agosto de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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