DÍA DE PERROS EN IRAK - thomas l. friedman
El columnista del New York Times se pregunta, entre otras cosas, si acaso el presidente querrá posar para una foto de grupo con los políticos musulmanes que serán probablemente elegidos en las elecciones, si las hay.
Eché una mirada breve al ministro de Defensa, Ronald Rumsfled, durante su rueda de prensa del lunes, cuando empezó la batalla de Faluya. No pude evitar restregarme los ojos por un buen rato, preguntándome en voz alta si acaso me había transportado atrás en el tiempo, a unos 20 meses, cuando recién había empezado la guerra de Iraq. Mirando la CNN vi al mismo Rummy haciendo bromas con el cuerpo de prensa del Pentágono, los mismos garrapateados boletines de noticias de los "reporteros enquistados", los mismos metrajes de generales norteamericanos repitiendo a los soldados que se preparaban para la batalla de la liberación de Iraq.
Había una sola diferencia, y nadie parecía querer mencionarla. No era hace 20 meses. Era ahora. Iraq no había sido liberado completamente. De hecho, como muestra el combate por Faluya, tampoco ha sido ocupado completamente.
Observando la escena, tuve sentimientos encontrados: una ferviente esperanza de que la victoria en Faluya incline a Iraq en la dirección correcta, y un terrible desdén por el hecho de que estamos ahora, otra vez, metidos en una guerra a todo trapo en el centro de Iraq, sin una onza de auto-reflexión de parte de un gobierno que declaró hace tiempo que la "misión estaba cumplida". Pero, no nos preocupemos. Rummy tiene todo bajo control. No ha cometido ningún error. Todo está saliendo de acuerdo a los planes. El plan fue siempre hacer guerras callejeras en Faluya, a 20 meses de la caída de Saddam.
Así, déjate que quejas. Cállate. Mira Fox. Ondea una bandera. Visita un estado rojo. No preguntes cómo fue que nos metimos en este lío. Déjate de joder. Mira Fox...
Desafortunadamente, hago parte de esa menguada minoría que cree que un resultado decente en Iraq es terriblemente importante, y todavía posible. Pero el sentimiento de déjà vu con la batalla de Faluya sólo me hace recordar que todavía tengo las mismas preguntas que tenía antes de que comenzara la guerra de Iraq. Un consejo gratis: mientras no tengas respuesta para las siguientes seis preguntas, no creas nada de lo bien que están las cosas en Iraq, que te diga alguien del equipo de Bush.
Pregunta 1: ¿Realmente terminó la guerra de Iraq? Con eso quiero decir, ¿es seguro para los iraquíes y trabajadores de la reconstrucción viajar entre el aeropuerto de Bagdad y el centro de la ciudad, y pueden los políticos iraquíes hacer reuniones públicas de campaña y tener un diálogo nacional sobre el futuro del país?
Pregunta 2: ¿Tenemos suficientes soldados en Iraq como para garantizar un mínimo de seguridad? Hasta ahora, el presidente Bush ha aplicado lo que yo llamo la Doctrina Rumsfeld en Iraq: tenemos justo las tropas suficientes para protegernos a nosotros mismos, pero no a los iraquíes, y tenemos justo las tropa suficientes como para ser acusados de todo lo que marcha mal en Iraq, pero no las suficientes para que las cosas marchen bien.
Eh, Friedman, ¿qué sabes tú de niveles tropas? En realidad, no mucho. Nunca disparé un arma. Pero tampoco soy un chef, y reconozco una buena comida cuando me sirven una. Sé que hay caos cuando lo veo, y mi suposición es que nos faltan al menos dos divisiones más en Iraq.
Pregunta 3: ¿Pueden los iraquíes ponerse de acuerdo para compartir constitucionalmente el poder? ¿Hay una entidad política llamada Iraq? ¿O sólo hay un montón de tribus y comunidades étnicas y religiosas disparatadas? ¿Es Iraq como es debido a Saddam, o era Saddam como era debido a que los iraquíes son como son -congénitamente divididos? Todavía no sabemos la respuesta a esa pregunta porque todavía no hay seguridad suficiente como para que los iraquíes puedan dialogar entre iguales.
Pregunta 4: Si los iraquíes son capaces de saltar desde el despotismo de Saddam Hussein a elecciones libres y un gobierno representativo, ¿podemos convivir con cualquiera que sea elegido -que serán en su mayor parte políticos de partidos musulmanes? Yo tengo una visión amplia de este asunto, ya que a Europa le tomó varios cientos de años elaborar la cultura, los hábitos e instituciones de una vida política constitucional. Lo que estamos viendo en Iraq hoy son los primeros pasos necesarios. Si Iraq elige a políticos musulmanes, sea. Pero ¿está nuestro presidente preparado para hacerse una foto de grupo con ellos?
Pregunta 5: ¿Podemos hacer un esfuerzo serio para lograr comunicarnos con los iraquíes y el resto del mundo árabe? A este respecto, la diplomacia norteamericana ha sido patética. "Es triste decirlo, pero después de 18 meses Estados Unidos aún no logra convencer a los iraquíes de que tiene buenas intenciones", dijo Yitzhak Nakash, el experto en Iraq de la Universidad de Brandeis. "Nunca hemos sido capaces de convencer a los iraquíes de que no hemos venido por el petróleo. Todavía no hay una base para la confianza mutua".
Pregunta 6: ¿Puede el equipo de Bush hacer las paces con Irán y crear un entendimiento con Arabia Saudí y Siria para controlar el flujo de militantes sunníes en Iraq, de modo que la situación se pueda estabilizar y los yihadistas matados en Faluya no sean remplazados por otros nuevos?
Esta vez, no dejemos que nadie clame victoria, o derrota, en Iraq hasta no tener respuestas para estas seis preguntas.
11 de noviembre de 2004
13 de noviembre de 2004
©new york times
©traducción mQh
Había una sola diferencia, y nadie parecía querer mencionarla. No era hace 20 meses. Era ahora. Iraq no había sido liberado completamente. De hecho, como muestra el combate por Faluya, tampoco ha sido ocupado completamente.
Observando la escena, tuve sentimientos encontrados: una ferviente esperanza de que la victoria en Faluya incline a Iraq en la dirección correcta, y un terrible desdén por el hecho de que estamos ahora, otra vez, metidos en una guerra a todo trapo en el centro de Iraq, sin una onza de auto-reflexión de parte de un gobierno que declaró hace tiempo que la "misión estaba cumplida". Pero, no nos preocupemos. Rummy tiene todo bajo control. No ha cometido ningún error. Todo está saliendo de acuerdo a los planes. El plan fue siempre hacer guerras callejeras en Faluya, a 20 meses de la caída de Saddam.
Así, déjate que quejas. Cállate. Mira Fox. Ondea una bandera. Visita un estado rojo. No preguntes cómo fue que nos metimos en este lío. Déjate de joder. Mira Fox...
Desafortunadamente, hago parte de esa menguada minoría que cree que un resultado decente en Iraq es terriblemente importante, y todavía posible. Pero el sentimiento de déjà vu con la batalla de Faluya sólo me hace recordar que todavía tengo las mismas preguntas que tenía antes de que comenzara la guerra de Iraq. Un consejo gratis: mientras no tengas respuesta para las siguientes seis preguntas, no creas nada de lo bien que están las cosas en Iraq, que te diga alguien del equipo de Bush.
Pregunta 1: ¿Realmente terminó la guerra de Iraq? Con eso quiero decir, ¿es seguro para los iraquíes y trabajadores de la reconstrucción viajar entre el aeropuerto de Bagdad y el centro de la ciudad, y pueden los políticos iraquíes hacer reuniones públicas de campaña y tener un diálogo nacional sobre el futuro del país?
Pregunta 2: ¿Tenemos suficientes soldados en Iraq como para garantizar un mínimo de seguridad? Hasta ahora, el presidente Bush ha aplicado lo que yo llamo la Doctrina Rumsfeld en Iraq: tenemos justo las tropas suficientes para protegernos a nosotros mismos, pero no a los iraquíes, y tenemos justo las tropa suficientes como para ser acusados de todo lo que marcha mal en Iraq, pero no las suficientes para que las cosas marchen bien.
Eh, Friedman, ¿qué sabes tú de niveles tropas? En realidad, no mucho. Nunca disparé un arma. Pero tampoco soy un chef, y reconozco una buena comida cuando me sirven una. Sé que hay caos cuando lo veo, y mi suposición es que nos faltan al menos dos divisiones más en Iraq.
Pregunta 3: ¿Pueden los iraquíes ponerse de acuerdo para compartir constitucionalmente el poder? ¿Hay una entidad política llamada Iraq? ¿O sólo hay un montón de tribus y comunidades étnicas y religiosas disparatadas? ¿Es Iraq como es debido a Saddam, o era Saddam como era debido a que los iraquíes son como son -congénitamente divididos? Todavía no sabemos la respuesta a esa pregunta porque todavía no hay seguridad suficiente como para que los iraquíes puedan dialogar entre iguales.
Pregunta 4: Si los iraquíes son capaces de saltar desde el despotismo de Saddam Hussein a elecciones libres y un gobierno representativo, ¿podemos convivir con cualquiera que sea elegido -que serán en su mayor parte políticos de partidos musulmanes? Yo tengo una visión amplia de este asunto, ya que a Europa le tomó varios cientos de años elaborar la cultura, los hábitos e instituciones de una vida política constitucional. Lo que estamos viendo en Iraq hoy son los primeros pasos necesarios. Si Iraq elige a políticos musulmanes, sea. Pero ¿está nuestro presidente preparado para hacerse una foto de grupo con ellos?
Pregunta 5: ¿Podemos hacer un esfuerzo serio para lograr comunicarnos con los iraquíes y el resto del mundo árabe? A este respecto, la diplomacia norteamericana ha sido patética. "Es triste decirlo, pero después de 18 meses Estados Unidos aún no logra convencer a los iraquíes de que tiene buenas intenciones", dijo Yitzhak Nakash, el experto en Iraq de la Universidad de Brandeis. "Nunca hemos sido capaces de convencer a los iraquíes de que no hemos venido por el petróleo. Todavía no hay una base para la confianza mutua".
Pregunta 6: ¿Puede el equipo de Bush hacer las paces con Irán y crear un entendimiento con Arabia Saudí y Siria para controlar el flujo de militantes sunníes en Iraq, de modo que la situación se pueda estabilizar y los yihadistas matados en Faluya no sean remplazados por otros nuevos?
Esta vez, no dejemos que nadie clame victoria, o derrota, en Iraq hasta no tener respuestas para estas seis preguntas.
11 de noviembre de 2004
13 de noviembre de 2004
©new york times
©traducción mQh
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