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calendario para salir de iraq


[Michael O'Hanlon y James Steinberg] Más analistas estadounidenses piden que Estados Unidos proponga un calendario serio de retirada de las tropas.
En un editorial del 25 de enero, Henry A. Kissinger y George P. Shultz argumentaron contra la idea de fijar un calendario de retirada de Estados Unidos. Este es un argumento que el gobierno de Bush mismo ha endorsado, al menos de momento. La lógica de Kissinger y Shultz puede ser correcta en los Balcanes, o en Alemania y Japón después de la Segunda Guerra Mundial, o en cualquier empresa de construcción de un país no amenazado por una fuerte resistencia. Pero esa lógica no se aplica en Iraq, donde la resistencia parece estar ganando la mayor parte de su creciente fuerza de la hostilidad de los nativos a la presencia militar extranjera.
Una estrategia de salida de la coalición norteamericana en Iraq no debería ser ni abrupta ni radical. No deberíamos planificar la retirada total de nuestras fuerzas ni a fechas determinadas. Y deberíamos anunciar un calendario para una retirada parcial sólo en conjunción con el nuevo gobierno iraquí. Pero la posición a favor de una importante y pronta reducción de fuerzas extranjeras, anunciada públicamente y con un calendario, se presenta cada vez más como el mejor modo de ayudar a producir un Iraq estable con un gobierno aceptado como legítimo por la mayoría de su pueblo.
Obviamente, las fuerzas militares extranjeras son todavía una parte necesaria de la solución en Iraq. Sin ellas, el país terminaría probablemente en una guerra civil. Los resultados probable serían una limpieza étnica, un santuario para los terroristas y un chiste de la afirmación norteamericana de que derrocó al régimen de Saddam Hussein en parte para liberar al pueblo iraquí.
Pero las fuerzas de la coalición encabezada por Estados Unidos son también parte del problema. Ahora están proveyendo de combustible a la resistencia. Mientras que medir el tamaño de un movimiento de guerrillas es siempre difícil, los mejores cálculos estima que la resistencia ha crecido el último año de un núcleo de 5.000 encarnizados combatientes, a uno de 20.000, a pesar de que las tropas norteamericanas han detenido o matado a 15.000 combatientes enemigos.
Obviamente, parte de ese refuerzo de la resistencia proviene de los pan-arabistas que continuarán oponiéndose a cualquier gobierno iraquí representativo incluso si la mayoría de las tropas estadounidenses se retiraran. Pero es difícil creer que la cantidad de fanáticos haya crecido demasiado. Y, sí, hay yihadistas extranjeros. Pero este último grupo no parece ser superior a entre 1.000 a 3.000 hombres.
Parece que gran parte del crecimiento de la resistencia proviene de un tercer grupo: los árabes iraquíes sunníes que en los primeros meses tras la caída de Hussein miraban la ocupación con indiferencia. Ahora parecen estar motivados fundamentalmente por indignación con las tropas extranjeras, a las que perciben como ocupantes a quienes poco importa el bienestar de los iraquíes, en realidad sólo desean explotar el petróleo iraquí o usar su territorio como un trampolín para otras actividades hegemónicas. Además de los que están tomando las armas, grandes porcentajes de iraquíes están lo suficientemente indignados con Estados Unidos como para no proporcionar el tipo de inteligencia humana que se necesita para derrotar a los violentistas.
Las históricas elecciones, a pesar de sus muchas virtudes, no cambiarán probablemente esta dinámica entre la población árabe sunní. Incluso muchos chiíes celebraron las elecciones como un paso adelante en la recuperación de su país. De esta manera, elaborar un calendario de retirada no sería contrario al mensaje de las elecciones sino que se apoyaría en ese mensaje positivo. También recordaría a los chiíes, así como a los kurdos, de la necesidad de integrar a los sunníes en el gobierno y en las fuerzas de seguridad.
La percepción de las fuerzas de la coalición como imperialistas de nuevo cuño es, por supuesto, fundamentalmente injusta y equivocada. Pero es extendida. Con un desempleo iraquí de entre el 30 a 40 por ciento, la mayor parte de la infraestructura no funciona mejor que durante Hussein y la tasa de criminalidad es varias veces lo que era durante los últimos años de su régimen, muchos realidades iraquíes están luchando contra nosotros.
El análisis aquí sugiere que Washington y Bagdad podrían mejorar las expectativas de derrotar a la insurgencia y de estabilizar al país anunciando públicamente un plan para una retirada gradual, pero substancial, de las tropas de la coalición. Deberíamos redefinir el mandato de la misión de las tropas extranjeras, reducir su rol todo lo posible después de que una nueva Constitución iraquí sea ratificada y se elija un gobierno más permanente a fines de 2005. Y deberíamos proponernos haber retirado dos a tres cuartos de nuestras fuerzas en Iraq para mediados de 2005.
Este calendario daría también a las fuerzas de seguridad iraquíes suficiente tiempo para completar su adiestramiento y experiencia de terreno. Después de la retirada, las fuerzas restantes de la coalición podrían llegar a 30.000 o 50.000 hombres, proporcionando adiestramiento y una capacidad de respuesta rápida para reforzar a las fuerzas de seguridad iraquíes. Esto sería suficiente para evitar una situación del peor de los casos, como el retorno al poder de los baazistas o de otros extremistas, o una situación caótica en la que encontrase refugio Al Qaeda.
Claramente hay riesgos en esta estrategia. Pero un factor central en el Iraq de hoy es que ninguna estrategia no los tiene. Incluso si podemos aguantar las bajas y los costes, no hay garantía de que una continuación indefinida de la misión presente conduzca a la victoria. Más bien que reforzar el fracaso, deberíamos buscar un nuevo enfoque.

Michael O'Hanlon trabaja para la Brookings Institution. James Steinberg, que fue asesor de seguridad nacional durante el gobierno de Clinton, es vice-presidente y director de estudios de política exterior en la misma institución.

2 de febrero de 2005
16 de febrero de 2005
©Washington Post
©traducción mQh

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