privatizando la guerra
Una cosa es que el ejército encargue a compañías privadas los servicios de comida y lavandería, como viene haciéndolo agresivamente desde los años noventa. Pero otra completamente diferente es encargar labores de guerra. Es lo que el Pentágono corre el peligroso riesgo de hacer en Iraq.
Las espeluznantes muertes de cuatro guardias de seguridad americanos en Faluya pone de relieve la preocupante dependencia de América de pistoleros a sueldo. Ahora, después de las 130 mil tropas americanas, las casi 20 mil personas empleadas por compañías de seguridad privadas conforman el segundo contingente -más grande que el británico- de la coalición de la buena voluntad [coalition of the willing], aunque los servicios de los guardias privados pueden costar tanto como mil 500 dólares por día.
El benigno término de 'guardia de seguridad' no traduce la verdadera función estos hombres armados, muchos de ellos antiguos comandos militares seducidos por salarios más altos. Se los encontrará difícilmente sentados en las recepciones y llevando el registro de los visitantes de edificios públicos, y no todos ellos están realizando labores más apropiadas, como proteger los pozos de petróleo. Son guardias privados los que están encargados de la protección de la sede de las autoridades ocupantes en Bagdad, y de Paul Bremer III, el procónsul americano.
Unos contratistas de Blackwater USA, la firma que empleaba a los cuatro americanos salvajemente asesinados en Faluya, participaron recientemente en una batalla con todas las de la ley con militantes de Najaf, y fueron incluso capaces de llamar a un helicóptero de la compañía para que les diera cobertura aérea.
Depender tanto de estos guardias apenas responsables terminará mal. Mientras los Estados Unidos se preparan para traspasar la soberanía de Iraq a su pueblo, el hecho de que el ejército y las fuerzas de policía iraquíes estén siendo preparadas por compañías privadas transmite la noción de que no se debe lealtad al país sino que a cualquiera que pague por ello. Es difícil coordinar a las alrededor de doce compañías privadas que operan en Iraq, y hay muy poco control de su preparación y reclutamiento.
El ministro de Defensa, Donald Rumsfeld, ha asegurado que el Pentágono continuará "contratando a compañías externas y privatizando". Cuando se trata de funciones claves de seguridad y de combate, esto es equivocado. El Pentágono debería reclutar y preparar más soldados y no correr el riesgo de crear una nueva generación de de mercenarios.
Las espeluznantes muertes de cuatro guardias de seguridad americanos en Faluya pone de relieve la preocupante dependencia de América de pistoleros a sueldo. Ahora, después de las 130 mil tropas americanas, las casi 20 mil personas empleadas por compañías de seguridad privadas conforman el segundo contingente -más grande que el británico- de la coalición de la buena voluntad [coalition of the willing], aunque los servicios de los guardias privados pueden costar tanto como mil 500 dólares por día.
El benigno término de 'guardia de seguridad' no traduce la verdadera función estos hombres armados, muchos de ellos antiguos comandos militares seducidos por salarios más altos. Se los encontrará difícilmente sentados en las recepciones y llevando el registro de los visitantes de edificios públicos, y no todos ellos están realizando labores más apropiadas, como proteger los pozos de petróleo. Son guardias privados los que están encargados de la protección de la sede de las autoridades ocupantes en Bagdad, y de Paul Bremer III, el procónsul americano.
Unos contratistas de Blackwater USA, la firma que empleaba a los cuatro americanos salvajemente asesinados en Faluya, participaron recientemente en una batalla con todas las de la ley con militantes de Najaf, y fueron incluso capaces de llamar a un helicóptero de la compañía para que les diera cobertura aérea.
Depender tanto de estos guardias apenas responsables terminará mal. Mientras los Estados Unidos se preparan para traspasar la soberanía de Iraq a su pueblo, el hecho de que el ejército y las fuerzas de policía iraquíes estén siendo preparadas por compañías privadas transmite la noción de que no se debe lealtad al país sino que a cualquiera que pague por ello. Es difícil coordinar a las alrededor de doce compañías privadas que operan en Iraq, y hay muy poco control de su preparación y reclutamiento.
El ministro de Defensa, Donald Rumsfeld, ha asegurado que el Pentágono continuará "contratando a compañías externas y privatizando". Cuando se trata de funciones claves de seguridad y de combate, esto es equivocado. El Pentágono debería reclutar y preparar más soldados y no correr el riesgo de crear una nueva generación de de mercenarios.
21-4-2004
©
The New York Times ©traducción mQh
1 comentario
merici -
La procedencia de muchos de los guardias (antiguos comandos chilenos y argentinos, entre otros) arroja dudas sobre su verdadero papel.