hirsi ali contra el mundo
El cisma religioso. Ayaan Hirsi Ali contra el Occidente.
La única razón por la que prestamos atención a Ayaan Hirsi Ali es por los maníacos musulmanes que la quieren matar. Sus puntos de vista superficiales devienen infinitamente más interesante por el hecho de que haya idiotas allá afuera que la eliminarían por exponerlos.
Ali, llamada a menudo y ridículamente la ‘defensora de Occidente', ciertamente domina uno de sus elementos centrales: el capitalismo. Ha aprendido a ganarse la vida con el hecho de su vida corre peligro. Es un sendero rentable, aunque precario, como han mostrado algunos incidentes hace poco.
Creo que la gente que ha puesto un precio a la cabeza de Ayaan Hirsi Ali son cretinos. Son un peligro para todos nosotros. Hasta a mí me cortarían la cabeza, la mía y la de todos los musulmanes progresistas que conozco.
Pero convertir a Ayaan Hirsi Ali en una heroína porque rechazamos a sus presuntos asesinos -llamarla ‘luminosa', como hacen Salman Rushdie y Sam Harris en un reciente debate en la tribuna del International Herald Tribune OpEd-, viola uno de los principios centrales de la Ilustración que defiende Ali, según reclama tan ridículamente esta gente.
El libro de Ali, ‘Infidel', cuenta la historia del escape de una mujer de la opresión a la libertad, y de su vida como refugiada y aseadora en Holanda a la de escritora y política. Es una historia genuinamente inspiradora (incluso lírica, aunque circulan rumores de que Ali contó con un escritor fantasma), hasta el punto en que Ali dice que todo el islam fue no solamente causa de su opresión, sino que es la principal causa de opresión en el mundo, y, además, que no ha sido nunca, y no podrá ser nunca, otra cosa que opresivo.
Apliquemos el principio de la razón de la Ilustración a esta historia, y hagámoslo con otra historia. Digamos que Ayaan Hirsi Ali, en lugar de acusar al islam al final de su libro, acusara a otra entidad cuyas tradiciones culturales tuvieran mucho más que ver con su dolorosa infancia. Digamos que se quiso vengar en África. Y digamos que lo hizo con la misma ponzoña y hipérbole.
¿Qué pasaría si Ali dijera que África entera vive en la oscuridad y en pecado? Mirad sus guerras civiles, su historia de líderes corruptos, sus enfermedades. Hay una sola solución: Debemos erradicar sus tradiciones e iniciar inmediatamente a sus cientos de millones de personas en otras culturas, no sea cosa que extiendan su ponzoña por el mundo. De hecho, pudo haber agregado que la invasión cultural ya empezó -¿sabe usted cuántos africanos están emigrando hacia Europa?
Por supuesto, eso llamaba a escándalo -dirigido probablemente por personas como Bono y Angelina Jolie-, y se diría: "Es una violación de la razón y de la dignidad el que una persona universalice sus experiencias y diga que todo un continente con miles de años de historia tiene la culpa".
Nadie la celebrará por ‘dejar ‘Africa', como la han celebrado a ella por renunciar al islam. Simplemente deberían llamarla ignorante y poner fin a la discusión.
En lugar de recorrer el circuito de los programas de conversación, Ayaan Hirsi Ali debería estar escribiendo sus amargos artículos para las revistas xenófobas.
Para continuar con nuestra adopción de la Ilustración, veamos una historia un poco más cerca de casa, una historia que se concentra en nuestro adorado país -que tomó los principios de la Ilustración lo suficientemente en serio como para consagrarlos en sus documentos de fundación e instituciones políticas.
En ‘Infidel', Ali cita pasajes del Corán que son violentos, y debido a que se dirige a una audiencia que no sabe más que ella o que no quiere enterarse, sugiere que esos pasajes representan todo el texto, todos los mil cuatrocientos años de historia del islam, sus miles de millones de fieles hoy en día.
Supongamos que Ali estaba hojeando la Constitución de Estados Unidos y el primer pasaje que leyó fue el que dice que la gente de su color de piel contaba tres quintos de una persona. Supongamos que Ali abrió un libro de historia estadounidense y sólo leyó el capítulo sobre el comercio de esclavos. Supongamos que los primeros estadounidenses que conoció eran racistas que durante las protestas recorrían Jena con lazos colgando de sus camiones. Supongamos que conecta los puntos de una historia: la historia del opresivo e inevitable racismo en Estados Unidos.
Pero, espere un minuto, dice usted... eso no es todo lo que dice la Constitución. Esa no es toda la historia de Estados Unidos, ni de toda la población estadounidense.
Pero ella tiene otra historia, y la está llevando al banco.
Si usted va a dejarse convencer por los principios universales de la Ilustración, entonces debería aplicarlos de manera universal e ilustrada.
A todos los que dice que Ayaan Hirsi Ali es la nueva cara de Occidente:
Si vuestro motivo ulterior es profundizar una versión con la intención de hacer que los musulmanes de Norteamérica y Europa parezcan y se sientan siempre extranjeros -desestimar la religión de continentes enteros para el futuro previsible-, le sugiero que piense más profundamente en sus principios fundamentales y en su identidad central.
Si cree que Occidente está marginando a enormes grupos de personas y difamando sus tradiciones, entonces Ayaan Hirsi Ali le está defendiendo. Si cree, como yo, que el Occidente se caracteriza por la razón y el pluralismo, entonces Ayaan Hirsi Ali está atacando su esencia.
Finalmente, y para la historia, si Ayaan Hirsi Ali pidiera la condición de refugiada en Estados Unidos y solicitara la protección del gobierno, yo apoyaría su petición y ofrecería mis contribuciones para garantizar su seguridad.
Para mi fe musulmana y mis sensibilidades de la Ilustración, me es repulsiva, pero por las mismas tradiciones no le deseo ningún mal.
Ali, llamada a menudo y ridículamente la ‘defensora de Occidente', ciertamente domina uno de sus elementos centrales: el capitalismo. Ha aprendido a ganarse la vida con el hecho de su vida corre peligro. Es un sendero rentable, aunque precario, como han mostrado algunos incidentes hace poco.
Creo que la gente que ha puesto un precio a la cabeza de Ayaan Hirsi Ali son cretinos. Son un peligro para todos nosotros. Hasta a mí me cortarían la cabeza, la mía y la de todos los musulmanes progresistas que conozco.
Pero convertir a Ayaan Hirsi Ali en una heroína porque rechazamos a sus presuntos asesinos -llamarla ‘luminosa', como hacen Salman Rushdie y Sam Harris en un reciente debate en la tribuna del International Herald Tribune OpEd-, viola uno de los principios centrales de la Ilustración que defiende Ali, según reclama tan ridículamente esta gente.
El libro de Ali, ‘Infidel', cuenta la historia del escape de una mujer de la opresión a la libertad, y de su vida como refugiada y aseadora en Holanda a la de escritora y política. Es una historia genuinamente inspiradora (incluso lírica, aunque circulan rumores de que Ali contó con un escritor fantasma), hasta el punto en que Ali dice que todo el islam fue no solamente causa de su opresión, sino que es la principal causa de opresión en el mundo, y, además, que no ha sido nunca, y no podrá ser nunca, otra cosa que opresivo.
Apliquemos el principio de la razón de la Ilustración a esta historia, y hagámoslo con otra historia. Digamos que Ayaan Hirsi Ali, en lugar de acusar al islam al final de su libro, acusara a otra entidad cuyas tradiciones culturales tuvieran mucho más que ver con su dolorosa infancia. Digamos que se quiso vengar en África. Y digamos que lo hizo con la misma ponzoña y hipérbole.
¿Qué pasaría si Ali dijera que África entera vive en la oscuridad y en pecado? Mirad sus guerras civiles, su historia de líderes corruptos, sus enfermedades. Hay una sola solución: Debemos erradicar sus tradiciones e iniciar inmediatamente a sus cientos de millones de personas en otras culturas, no sea cosa que extiendan su ponzoña por el mundo. De hecho, pudo haber agregado que la invasión cultural ya empezó -¿sabe usted cuántos africanos están emigrando hacia Europa?
Por supuesto, eso llamaba a escándalo -dirigido probablemente por personas como Bono y Angelina Jolie-, y se diría: "Es una violación de la razón y de la dignidad el que una persona universalice sus experiencias y diga que todo un continente con miles de años de historia tiene la culpa".
Nadie la celebrará por ‘dejar ‘Africa', como la han celebrado a ella por renunciar al islam. Simplemente deberían llamarla ignorante y poner fin a la discusión.
En lugar de recorrer el circuito de los programas de conversación, Ayaan Hirsi Ali debería estar escribiendo sus amargos artículos para las revistas xenófobas.
Para continuar con nuestra adopción de la Ilustración, veamos una historia un poco más cerca de casa, una historia que se concentra en nuestro adorado país -que tomó los principios de la Ilustración lo suficientemente en serio como para consagrarlos en sus documentos de fundación e instituciones políticas.
En ‘Infidel', Ali cita pasajes del Corán que son violentos, y debido a que se dirige a una audiencia que no sabe más que ella o que no quiere enterarse, sugiere que esos pasajes representan todo el texto, todos los mil cuatrocientos años de historia del islam, sus miles de millones de fieles hoy en día.
Supongamos que Ali estaba hojeando la Constitución de Estados Unidos y el primer pasaje que leyó fue el que dice que la gente de su color de piel contaba tres quintos de una persona. Supongamos que Ali abrió un libro de historia estadounidense y sólo leyó el capítulo sobre el comercio de esclavos. Supongamos que los primeros estadounidenses que conoció eran racistas que durante las protestas recorrían Jena con lazos colgando de sus camiones. Supongamos que conecta los puntos de una historia: la historia del opresivo e inevitable racismo en Estados Unidos.
Pero, espere un minuto, dice usted... eso no es todo lo que dice la Constitución. Esa no es toda la historia de Estados Unidos, ni de toda la población estadounidense.
Pero ella tiene otra historia, y la está llevando al banco.
Si usted va a dejarse convencer por los principios universales de la Ilustración, entonces debería aplicarlos de manera universal e ilustrada.
A todos los que dice que Ayaan Hirsi Ali es la nueva cara de Occidente:
Si vuestro motivo ulterior es profundizar una versión con la intención de hacer que los musulmanes de Norteamérica y Europa parezcan y se sientan siempre extranjeros -desestimar la religión de continentes enteros para el futuro previsible-, le sugiero que piense más profundamente en sus principios fundamentales y en su identidad central.
Si cree que Occidente está marginando a enormes grupos de personas y difamando sus tradiciones, entonces Ayaan Hirsi Ali le está defendiendo. Si cree, como yo, que el Occidente se caracteriza por la razón y el pluralismo, entonces Ayaan Hirsi Ali está atacando su esencia.
Finalmente, y para la historia, si Ayaan Hirsi Ali pidiera la condición de refugiada en Estados Unidos y solicitara la protección del gobierno, yo apoyaría su petición y ofrecería mis contribuciones para garantizar su seguridad.
Para mi fe musulmana y mis sensibilidades de la Ilustración, me es repulsiva, pero por las mismas tradiciones no le deseo ningún mal.
Eboo Patel es fundador y presidente de Interfaith Youth Core, una organización sin fines de lucro que fomenta la cooperación interreligiosa. Su blog, The Faith Divide, explora qué aparte a las religiones y qué las une.
21 de octubre de 2007
©washington post
©traducción mQh
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