la locura como método
[Maureen Dowd] Bush amenaza y tiene que demostrar que cree en sus amenazas.
Washington, Estados Unidos. Las chifladuras de Dick Cheney solían influir en la política exterior. Ahora son la política exterior.
Puedes haber perdido a tu amiguete de beligerancias, Rummy. Puedes haber dejado en la calle a los militares en Iraq. Probablemente ya no serías capaz de convencer tan fácilmente al Congreso -excepto Hillary- para que redacte resoluciones belicosas. No puede obligar a Condi para que lo apoye cuando se las quiere dar de matón, y Bob Gates está haciendo lo que puede para inculcar algo de sentido común.
Además, Cheney se está quedando sin tiempo para provocar el caos global; está trabajando para un presidente que está gastando sus últimos días en el cargo tratando de impedir que los niños puedan tener seguro médico.
Pero el vicepresidente puede haber dado con una aberrante táctica utilizada por su antiguo patrón, Richard Nixon.
Al presidente Nixon y a Henry Kissinger les gustaba usar la locura como método. En 1969, Nixon le dijo a Kissinger que contara al embajador soviético que Nixon estaba "incontrolable" en cuanto a Indochina, y podría decidir hacer algo drástico.
Tres meses antes, como escribe Anthony Summers en ‘The Arrogance of Power: The Secret World of Richard Nixon', Kissinger le había enviado, con un emisario, el mismo mensaje cuando instruyó a Len Garment para su viaje a Moscú, para dar a los soviéticos "la impresión de que Nixon es algo ‘loco' -terriblemente inteligente, bien organizado y experimentado, ciertamente, pero en momentos de estrés o de reto personal, imprevisible y capaz de las más violentas brutalidades". Garment llevó a cabo la misión, contándole a un importante asesor de Brezhnev que Nixon tenía "una personalidad terriblemente desarticulada... más que un poco paranoico... cuando es necesario... se convierte en un carnicero de corazón de hierro". Todo lo que, pensaron después sus asesores, tenía algo de verdad.
Cheney parece disfrutar de causar la impresión de que es suficientemente lunático como para atacar a Irán antes de que termine su cargo -incluso si tiene que hacerlo solo, como Slim Pickens montado en la bomba de ‘Dr. Strangelove' con el acompañamiento de la sentimental melodía de ‘We'll Meet Again'. Incluso ha empezado referirse a su apodo, Darth Vader, observando que "es una de las cosas bonitas que me han dicho últimamente".
Darth le mostró nuevamente los puños a Irán el domingo, llamando a Teherán "el más activo estado terrorista del mundo" y prometiendo "serias consecuencias".
Sin embargo, la política del gobierno en el norte de Iraq es otra aventura en hipocresía, de acuerdo a un artículo de Richard Oppel publicado ayer en el Times. El gobierno expresa solidaridad con Turquía y trata de negociar cuando los militantes kurdos atacan a los turcos. Pero cuando las guerrillas kurdas emboscan y matan a soldados iraníes, "los norteamericanos ofrecen a Irán poca simpatía".
"Teherán dice incluso que Washington ayuda a las guerrillas iraníes, una acusación que Estados Unidos niega", escribe Oppel.
Los neo-conservadores que han apostado a bombardear Irán para impedir que los ulemas se hagan con tecnología nuclear, estaban encantados y envalentonados por la plácida reacción ante el bombardeo aéreo israelí contra Siria.
Los halcones están tocando los tambores para marchar contra Irán, como lo hicieron contra Iraq en el pasado, comportándose como si el reloj de arena estuviera a punto de escurrirse y tuviéramos que actuar de inmediato o, como lo sugirió de manera tan poco típica el presidente la semana pasada, prepararnos para la Tercera Guerra Mundial.
O la Cuarta Guerra Mundial, como dice Norman Podhoretz, un neocon que es un importante asesor de Giuliani. Podhoretz insta a bombardear Irán "tan pronto como sea posible logísticamente" y comparó a Ahmadinejad con Hitler, como hizo Papi Bush con Saddam.
Rudy está mostrando hacia Irán una actitud más marcial como un arma contra Hillary, describiéndola como una fina diletante sobre el tema, y Obama está usando su postura más diplomática hacia Irán como arma contra Hillary, pintándola como una trianguladora y una pelele barata del gobierno.
En su nuevo libro, el ex embajador ante Naciones Unidas, John Bolton, acusa despectivamente a Colin Powell, y más adelante a Condi Rice, de apaciguar a Irán, incluyendo algunas zanahorias para que cesen sus planes nucleares.
Un alto funcionario de la seguridad nacional de Bush que el equipo de política exterior del joven Bush era peligrosa porque era demasiado "blanco y negro", demasiado dependiente de "troles".
El presidente Bush tomó partido por su nuevo trol, ignorando una vez más la obvia opción de Osama. Ayer, defendió sus planes de construir un sistema de defensa de misiles en Europa esgrimiendo el espectro de las ambiciones nucleares de Irán.
Si le dabas con un palo, el cuco te respondía a palos. Dijo que Irán no negociará con nadie sobre su derecho a la tecnología nuclear.
Como observó Pat Buchanan en ‘Harball', "Cheney y Bush están estableciendo marcadores para sí mismos que luego tendrán que cumplir. No veo cómo... Bush y Cheney pueden evitar lanzar un ataque contra Irán y retener su credibilidad cuando dejen sus cargos".
En otras palabras, una vez que nuestros cowboys hayan terminado de decirse insensateces, tienen que pretender que creen en ellas.
Puedes haber perdido a tu amiguete de beligerancias, Rummy. Puedes haber dejado en la calle a los militares en Iraq. Probablemente ya no serías capaz de convencer tan fácilmente al Congreso -excepto Hillary- para que redacte resoluciones belicosas. No puede obligar a Condi para que lo apoye cuando se las quiere dar de matón, y Bob Gates está haciendo lo que puede para inculcar algo de sentido común.
Además, Cheney se está quedando sin tiempo para provocar el caos global; está trabajando para un presidente que está gastando sus últimos días en el cargo tratando de impedir que los niños puedan tener seguro médico.
Pero el vicepresidente puede haber dado con una aberrante táctica utilizada por su antiguo patrón, Richard Nixon.
Al presidente Nixon y a Henry Kissinger les gustaba usar la locura como método. En 1969, Nixon le dijo a Kissinger que contara al embajador soviético que Nixon estaba "incontrolable" en cuanto a Indochina, y podría decidir hacer algo drástico.
Tres meses antes, como escribe Anthony Summers en ‘The Arrogance of Power: The Secret World of Richard Nixon', Kissinger le había enviado, con un emisario, el mismo mensaje cuando instruyó a Len Garment para su viaje a Moscú, para dar a los soviéticos "la impresión de que Nixon es algo ‘loco' -terriblemente inteligente, bien organizado y experimentado, ciertamente, pero en momentos de estrés o de reto personal, imprevisible y capaz de las más violentas brutalidades". Garment llevó a cabo la misión, contándole a un importante asesor de Brezhnev que Nixon tenía "una personalidad terriblemente desarticulada... más que un poco paranoico... cuando es necesario... se convierte en un carnicero de corazón de hierro". Todo lo que, pensaron después sus asesores, tenía algo de verdad.
Cheney parece disfrutar de causar la impresión de que es suficientemente lunático como para atacar a Irán antes de que termine su cargo -incluso si tiene que hacerlo solo, como Slim Pickens montado en la bomba de ‘Dr. Strangelove' con el acompañamiento de la sentimental melodía de ‘We'll Meet Again'. Incluso ha empezado referirse a su apodo, Darth Vader, observando que "es una de las cosas bonitas que me han dicho últimamente".
Darth le mostró nuevamente los puños a Irán el domingo, llamando a Teherán "el más activo estado terrorista del mundo" y prometiendo "serias consecuencias".
Sin embargo, la política del gobierno en el norte de Iraq es otra aventura en hipocresía, de acuerdo a un artículo de Richard Oppel publicado ayer en el Times. El gobierno expresa solidaridad con Turquía y trata de negociar cuando los militantes kurdos atacan a los turcos. Pero cuando las guerrillas kurdas emboscan y matan a soldados iraníes, "los norteamericanos ofrecen a Irán poca simpatía".
"Teherán dice incluso que Washington ayuda a las guerrillas iraníes, una acusación que Estados Unidos niega", escribe Oppel.
Los neo-conservadores que han apostado a bombardear Irán para impedir que los ulemas se hagan con tecnología nuclear, estaban encantados y envalentonados por la plácida reacción ante el bombardeo aéreo israelí contra Siria.
Los halcones están tocando los tambores para marchar contra Irán, como lo hicieron contra Iraq en el pasado, comportándose como si el reloj de arena estuviera a punto de escurrirse y tuviéramos que actuar de inmediato o, como lo sugirió de manera tan poco típica el presidente la semana pasada, prepararnos para la Tercera Guerra Mundial.
O la Cuarta Guerra Mundial, como dice Norman Podhoretz, un neocon que es un importante asesor de Giuliani. Podhoretz insta a bombardear Irán "tan pronto como sea posible logísticamente" y comparó a Ahmadinejad con Hitler, como hizo Papi Bush con Saddam.
Rudy está mostrando hacia Irán una actitud más marcial como un arma contra Hillary, describiéndola como una fina diletante sobre el tema, y Obama está usando su postura más diplomática hacia Irán como arma contra Hillary, pintándola como una trianguladora y una pelele barata del gobierno.
En su nuevo libro, el ex embajador ante Naciones Unidas, John Bolton, acusa despectivamente a Colin Powell, y más adelante a Condi Rice, de apaciguar a Irán, incluyendo algunas zanahorias para que cesen sus planes nucleares.
Un alto funcionario de la seguridad nacional de Bush que el equipo de política exterior del joven Bush era peligrosa porque era demasiado "blanco y negro", demasiado dependiente de "troles".
El presidente Bush tomó partido por su nuevo trol, ignorando una vez más la obvia opción de Osama. Ayer, defendió sus planes de construir un sistema de defensa de misiles en Europa esgrimiendo el espectro de las ambiciones nucleares de Irán.
Si le dabas con un palo, el cuco te respondía a palos. Dijo que Irán no negociará con nadie sobre su derecho a la tecnología nuclear.
Como observó Pat Buchanan en ‘Harball', "Cheney y Bush están estableciendo marcadores para sí mismos que luego tendrán que cumplir. No veo cómo... Bush y Cheney pueden evitar lanzar un ataque contra Irán y retener su credibilidad cuando dejen sus cargos".
En otras palabras, una vez que nuestros cowboys hayan terminado de decirse insensateces, tienen que pretender que creen en ellas.
24 de octubre de 2007
©new york times
©traducción mQh
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