fotógrafo en antesala de la muerte
[Seth Mydans] Desde detrás de una cámara en un centro de torturas de los Khmer Rouge.
Phnom Penh, Camboya. Él tenía un trabajo que hacía, y lo hacía maravillosamente bien, bajo amenaza de muerte, oyendo los gritos de los torturados: fotografiando metódicamente a los prisioneros de los Khmer Rouge y produciendo una inolvidable colección de fotos de fichero policial que se ha convertido en el símbolo visual de las masacres en Camboya.
"Soy simplemente un fotógrafo, no sé nada", dijo que decía a los prisioneros recién llegados cuando les quitaba la venda y ajustaba el ángulo de sus cabezas. Pero sabía, a diferencia de ellos, que todos serían asesinados.
"Yo tenía mi trabajo. Y tenía que proteger mi trabajo", dijo en una entrevista hace poco. "Todos tenemos responsabilidades. A mí no se me dejaba hablar con los prisioneros".
Eso fue hace tres décadas, cuando el fotógrafo, Nhem En, ahora de 47, era miembro del personal de la cárcel de Tuol Sleng, el más infame centro de tortura del régimen de los Khmer Rouge, que causó la muerte de 1.7 millones de personas entre 1975 y 1979.
Esta semana fue llamado a declarar como testigo en el juicio de los líderes de los Khmer Rouge, y entre ellos el comandante de la prisión, Kaing Geuk Eav, conocido como Duch, que ha sido arrestado y acusado de crímenes contra la humanidad.
Aún faltan meses para el juicio, pero los fiscales ya están entrevistado a testigos, revisando decenas de miles de páginas de documentos y firmando órdenes de detención.
Como un cuadro de bajo nivel en la época, Nhem En no corre peligro de ser detenido. Pero tiene la posibilidad de entregar un testimonio personal en el juicio sobre el hombre para el que trabajó durante tres años.
En la entrevista, Nhem En habló con orgullo de vivir de acuerdo a las severas normas de un patrón que era maestro del control negativo.
"Mi trabajo era realmente duro", dijo. "Tenía que limpiar, revelar y secar las fotos yo mismo y llevarlas personalmente a Duch. No podía cometer ni un solo error. Si se perdía una de esas fotos, me matarían".
Pero dijo: "Duch me apreciaba porque soy limpio y organizado. Me regaló un Rolex".
Huyendo con otros cuadros khmer cuando el gobierno fue derrocado por la invasión vietnamita de 1979, Nhem En dijo que trocó su reloj por veinte latas de arroz.
Desde entonces se ha adaptado y prosperado y ahora es teniente de alcalde en el antiguo bastión khmer de Anlong Veng. Se pasó de un partido de oposición al partido del primer ministro Hun Sen, y hoy lleva un reloj de pulsera con los retratos gemelos del primer ministro y su mujer, Bun Rany.
El mes pasado un tribunal internacional arrestó y acusó a un segundo personaje de los Kmer Rouge, que está ahora con Duch en un centro de detención. Se trata de Nuon Chea, 82, el principal ideólogo del movimiento y mano derecha del líder de los Khmer Rouge, Pol Pot, que murió en 1998.
Se espera que otros tres dirigentes sean detenidos en las próximas semanas: el elegante ex jefe de estado khmer, Khieu Samphan, junto con el ex ministro de relaciones exteriores, Ieng Sary, y su esposa y compañera en el comité central, Ieng Thirith.
Todos se beneficiarán con los caprichos de Nuon Chea, que se ha quejado de que la taza turca de su calabozo le causa dolor a las rodillas y le instalaron un inodoro corriente.
Inodoros similares están siendo instalados en otras celdas, dijo el portavoz del tribunal, Reach Sambath. "Así van a disfrutar de inodoros de alto nivel cuando vengan".
No está claro si los casos son combinados. Pero incluso si los acusados no se ven unos a otros, sus declaraciones, armoniosas o discordantes, exhibirán las relaciones de algunas de las personas que en el pasado dirigieron la máquina de matar del país.
En una entrevista de 1999, Duch implicó a Nuon Chea en los asesinatos, mencionando entre otras cosas una directriz que decía: "Matadlos a todos".
La carrera de Nhem En en los Khmer Rouge empezó en 1970 a los nueve cuando fue reclutado en su aldea para ser el tamborilero de una banda revolucionaria. Cuando llegó a los dieciséis, dijo, fue enviado a China para un curso de fotografía de siete meses.
Se convirtió en el jefe de seis fotógrafos en Tuol Sleng, donde al menos catorce mil personas fueron torturadas hasta la muerte o enviadas a campos de exterminio. Sobrevivieron apenas una media docena de prisioneros.
Era un artista, y algunos de sus retratos, cuidadosamente posados e iluminados, se han hecho camino hacia las galerías de arte de Estados Unidos.
Cientos de sus fotos cuelgan ahora en hileras en las paredes de Tuol Sleng -que es ahora un museo-, invitando con sus miradas a los visitantes a que busquen un significado aquí en el centro de la muerte. De hecho, están mirando a Nhem En.
El trabajo era aburrido, dijo: se levantaba a las seis y media de la mañana, seguía un rápido desayuno colectivo de pan y arroz y algo dulce, y debía estar en su puesto de trabajo a las siete para esperar la llegada de los prisioneros. Se los anunciaban por teléfono: a veces uno, a veces un grupo, a veces camionadas de ellos, dijo.
"Llegaban con la vista vendada, y yo tenía que quitarles la tela", dijo.
"Yo estaba solo en el cuarto, así que es a mí a quien veían. Me preguntaban: ‘Por qué me han traído aquí? ¿De qué me acusan? ¿Qué hice mal?'"
Pero Nhem En los ignoraba.
"‘Mire hacia adelante. No incline la cabeza ni a la derecha ni a la izquierda'. Eso es todo lo que les decía", dijo. "Tenía que decirles eso para que la foto saliera bien. Luego se los llevaban al centro de interrogatorios. El deber del fotógrafo era simplemente tomar la foto".
"Soy simplemente un fotógrafo, no sé nada", dijo que decía a los prisioneros recién llegados cuando les quitaba la venda y ajustaba el ángulo de sus cabezas. Pero sabía, a diferencia de ellos, que todos serían asesinados.
"Yo tenía mi trabajo. Y tenía que proteger mi trabajo", dijo en una entrevista hace poco. "Todos tenemos responsabilidades. A mí no se me dejaba hablar con los prisioneros".
Eso fue hace tres décadas, cuando el fotógrafo, Nhem En, ahora de 47, era miembro del personal de la cárcel de Tuol Sleng, el más infame centro de tortura del régimen de los Khmer Rouge, que causó la muerte de 1.7 millones de personas entre 1975 y 1979.
Esta semana fue llamado a declarar como testigo en el juicio de los líderes de los Khmer Rouge, y entre ellos el comandante de la prisión, Kaing Geuk Eav, conocido como Duch, que ha sido arrestado y acusado de crímenes contra la humanidad.
Aún faltan meses para el juicio, pero los fiscales ya están entrevistado a testigos, revisando decenas de miles de páginas de documentos y firmando órdenes de detención.
Como un cuadro de bajo nivel en la época, Nhem En no corre peligro de ser detenido. Pero tiene la posibilidad de entregar un testimonio personal en el juicio sobre el hombre para el que trabajó durante tres años.
En la entrevista, Nhem En habló con orgullo de vivir de acuerdo a las severas normas de un patrón que era maestro del control negativo.
"Mi trabajo era realmente duro", dijo. "Tenía que limpiar, revelar y secar las fotos yo mismo y llevarlas personalmente a Duch. No podía cometer ni un solo error. Si se perdía una de esas fotos, me matarían".
Pero dijo: "Duch me apreciaba porque soy limpio y organizado. Me regaló un Rolex".
Huyendo con otros cuadros khmer cuando el gobierno fue derrocado por la invasión vietnamita de 1979, Nhem En dijo que trocó su reloj por veinte latas de arroz.
Desde entonces se ha adaptado y prosperado y ahora es teniente de alcalde en el antiguo bastión khmer de Anlong Veng. Se pasó de un partido de oposición al partido del primer ministro Hun Sen, y hoy lleva un reloj de pulsera con los retratos gemelos del primer ministro y su mujer, Bun Rany.
El mes pasado un tribunal internacional arrestó y acusó a un segundo personaje de los Kmer Rouge, que está ahora con Duch en un centro de detención. Se trata de Nuon Chea, 82, el principal ideólogo del movimiento y mano derecha del líder de los Khmer Rouge, Pol Pot, que murió en 1998.
Se espera que otros tres dirigentes sean detenidos en las próximas semanas: el elegante ex jefe de estado khmer, Khieu Samphan, junto con el ex ministro de relaciones exteriores, Ieng Sary, y su esposa y compañera en el comité central, Ieng Thirith.
Todos se beneficiarán con los caprichos de Nuon Chea, que se ha quejado de que la taza turca de su calabozo le causa dolor a las rodillas y le instalaron un inodoro corriente.
Inodoros similares están siendo instalados en otras celdas, dijo el portavoz del tribunal, Reach Sambath. "Así van a disfrutar de inodoros de alto nivel cuando vengan".
No está claro si los casos son combinados. Pero incluso si los acusados no se ven unos a otros, sus declaraciones, armoniosas o discordantes, exhibirán las relaciones de algunas de las personas que en el pasado dirigieron la máquina de matar del país.
En una entrevista de 1999, Duch implicó a Nuon Chea en los asesinatos, mencionando entre otras cosas una directriz que decía: "Matadlos a todos".
La carrera de Nhem En en los Khmer Rouge empezó en 1970 a los nueve cuando fue reclutado en su aldea para ser el tamborilero de una banda revolucionaria. Cuando llegó a los dieciséis, dijo, fue enviado a China para un curso de fotografía de siete meses.
Se convirtió en el jefe de seis fotógrafos en Tuol Sleng, donde al menos catorce mil personas fueron torturadas hasta la muerte o enviadas a campos de exterminio. Sobrevivieron apenas una media docena de prisioneros.
Era un artista, y algunos de sus retratos, cuidadosamente posados e iluminados, se han hecho camino hacia las galerías de arte de Estados Unidos.
Cientos de sus fotos cuelgan ahora en hileras en las paredes de Tuol Sleng -que es ahora un museo-, invitando con sus miradas a los visitantes a que busquen un significado aquí en el centro de la muerte. De hecho, están mirando a Nhem En.
El trabajo era aburrido, dijo: se levantaba a las seis y media de la mañana, seguía un rápido desayuno colectivo de pan y arroz y algo dulce, y debía estar en su puesto de trabajo a las siete para esperar la llegada de los prisioneros. Se los anunciaban por teléfono: a veces uno, a veces un grupo, a veces camionadas de ellos, dijo.
"Llegaban con la vista vendada, y yo tenía que quitarles la tela", dijo.
"Yo estaba solo en el cuarto, así que es a mí a quien veían. Me preguntaban: ‘Por qué me han traído aquí? ¿De qué me acusan? ¿Qué hice mal?'"
Pero Nhem En los ignoraba.
"‘Mire hacia adelante. No incline la cabeza ni a la derecha ni a la izquierda'. Eso es todo lo que les decía", dijo. "Tenía que decirles eso para que la foto saliera bien. Luego se los llevaban al centro de interrogatorios. El deber del fotógrafo era simplemente tomar la foto".
29 de octubre de 2007
25 de octubre de 2007
©new york times
©traducción mQh
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