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mortífera rivalidad entre rebeldes


[Ned Parker] En Samarra, el Ejército Islámico inicia una batalla sin cuartel con un grupo de al-Qaeda en Iraq.
Bagdad, Iraq. El ofrecimiento era simple. El Ejército Islámico debía entregar sus armas a un grupo insurgente sunní rival dirigido por al-Qaeda en Iraq. Tenía una semana para rendirse.
La fecha límite llegó y entonces empezó la guerra en Samarra.
Abu Ibrahim, miembro del Ejército Islámico, recuerda el fatídico encuentro en noviembre, y las recriminaciones entre su grupo y el grupo paraguas Estado Islámico de Iraq, que puso fin a años de colaboración en una ciudad que los norteamericanos han sido incapaces de domeñar.
"Después de esa semana, nos dijeron que nos matarían porque, como dicen ellos, o estás con ellos, o contra ellos", dijo Abu Ibrahim el sábado.
Desde entonces han muerto decenas de hombres en los enfrentamientos entre sunníes en Samarra, la ciudad a 120 kilómetros al norte de Bagdad donde hace casi dos años insurgentes sunníes hicieron volar un venerado santuario chií, intensificando la guerra civil.
El viernes, dijo Abu Ibrahim, los dos lados sostuvieron su más cruenta batalla hasta el momento en un distrito a dieciséis kilómetros al sudeste de Samarra. La batalla de tres horas terminó con dieciocho combatientes de al-Qaeda muertos, incluyendo a su líder local, dijo.
Abu Ibrahim dijo que su grupo capturó a dieciséis combatientes y los trasladó a cárceles secretas del Ejército Islámico. En la refriega perdió a cinco de sus hombres, dijo.
La guerra entre los dos grupos sunníes, ambos dedicados al asesinato de norteamericanos, se inscribe en una tendencia más amplia de una revuelta sunní contra grupos asociados a al-Qaeda en Iraq.
Pero el conflicto en Samarra tiene menos que ver con la guerra norteamericana que con los feudos y luchas por el poder entre sunníes. También muestra que a medida que los grupos rompen con al-Qaeda en Iraq, los civiles siguen estando a merced de pistoleros.
Desde ese encuentro en septiembre, el conflicto entre facciones ha empeorado la pesadilla en Samarra. También hay una tercera parte en el batido: la controvertida policía nacional iraquí, un cuerpo que ha sido acusado frecuentemente de exceso de violencia. Su rama de Samarra está bajo el mando de Rashid Flaih Mohammed, un general chií que fue removido de una posición similar en Bagdad en el otoño de 2006 en medio de acusaciones de que sus tropas habían participado en ataques sectarios.
Una serie de asesinatos y secuestros cometidos por los dos grupos insurgentes ha convertido a Samarra en un campo minado.
"Siempre es triste ver a los hijos de nuestra ciudad luchar entre ellos ", dijo Iyad Awad, 28, maquinista. "El asesino y la víctima son de la ciudad".
Después de la invasión de 2003, algunos sunníes de la región de Samarra, muchos de ellos jóvenes desempleados, se unieron a al-Qaeda en Iraq, mientras la vieja guardia de veteranos de seguridad y de las fuerzas armadas optaron por el Ejército Islámico.
Al principio al-Qaeda en Iraq fue capaz de reclutar combatientes debido a que tenía dinero para contratar a fabricantes de bombas, pistoleros y matones. Pero ya en 2004 la gente se había desilusionado con el grupo debido a su política de asesinar a iraquíes acusados de colaborar con los norteamericanos. La violencia destrozó a las tribus e introdujo la discordia en las familias.
El Ejército Islámico reclama como sus bastiones el centro de Samarra y la comuna de Mutasim Nahia, a unos 25 kilómetros al sur, que recuperó de la facción rival a fines del mes pasado. Los combatientes asociados a al-Qaeda en Iraq están todavía atrincherados en los márgenes orientales de la ciudad, pero el Ejército Islámico ha estado atacando su territorio.
Algunas ramas del Ejército Islámico en otras áreas ha cerrado acuerdos para combatir contra sus rivales en unidades paramilitares financiadas por Estados Unidos -en las llamadas unidades de ciudadanos preocupados-, pero los combatientes de Samarra todavía no han llegado a ese punto.
"Nuestro objetivo es atacar a los invasores y sacarlos del país", dijo Abu Ibrahim. Sin embargo, el Ejército Islámico, preocupado por sus rivales sunníes, prácticamente ha parado esos ataques.
Entretanto, la ciudad sigue estando bajo toque de queda después de la puesta del sol y está acordonada, a excepción de su entrada por el sur.
"Después de todo lo que está pasando en la ciudad, queremos preguntar a las fuerzas norteamericanas, a las fuerzas iraquíes y a los hombres armados, ¿cuáles son sus objetivos? ¿Por qué le están haciendo esto a la ciudad?", dijo el maestro Hamid Abdul. Dijo que los grupos armados usan las casas para disparar contra blancos del gobierno y luego escapan, exponiendo a los vecinos cuando la policía retorna el fuego.
La fuerza policial nacional ha indicado que seguirá con su campaña contra todos los grupos sunníes armados, independientemente de si han renunciado o no a al-Qaeda en Iraq.
"No hacemos diferencias entre el Ejército Islámico y al-Qaeda. Para nosotros, todos ellos son delincuentes", dijo un agente.
Al este de Bagdad, una bomba colocada junto a un minibús en un barrio chií mató a dos personas y dejó a otras siete heridas. También en la capital, un chií que conducía su vehículo por el barrio sunní de Adil fue mortalmente herido, dijo la policía.
Un soldado norteamericano murió y tres resultaron heridos el viernes en un atentado con bomba en la norteña provincia de Diyala, informaron los militares el sábado. Desde que empezó la guerra en 2003, han muerto al menos 3.860 militares norteamericanos, según cifras de icasualties.org
Una explosión dañó un oleoducto cerca de Kirkuk, la ciudad al norte del país, donde se han reanudado los envíos a Turquía, dijo un funcionario de seguridad. Dijo que el atentado no impediría el flujo de petróleo.

ned.parker@latimes.com

Saif Rashid, Said Rifai y Raheem Salman contribuyeron a este informe.

14 de noviembre de 2007
11 de noviembre de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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