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sectas contra al-qaeda en iraq


[Doug Smith y Saif Rasheed] Sunníes y chiíes trabajan juntos a nivel local para proteger sus vecindarios de insurgentes y milicianos.
Qarghulia, Iraq. Pese a persistentes tensiones sectarias en el gobierno de Iraq, sunníes y chiíes, cansados de la guerra, están aunando esfuerzos a nivel local para proteger sus comunidades de militantes de los dos lados, dijeron oficiales norteamericanos.
En los últimos dos meses, un movimiento de vigilantes respaldado por Estados Unidos, llamado Ciudadanos Concernidos, lanzado el año pasado en la provincia predominantemente sunní de Anbar y bajo el estandarte del movimiento Despertar, se ha extendido rápidamente hacia la zona central mixta de Iraq.
De los casi setenta mil iraquíes del movimiento Despertar, iniciado por clérigos musulmanes sunníes que pusieron a sus seguidores contra al-Qaeda en Iraq, hay ahora más en Bagdad y alrededores que en cualquier otro lugar, y un creciente número de ellos son musulmanes chiíes.
Comandantes en el terreno creen que han dado con una genuina expresión pública de reconciliación que ha superado los progresos del gobierno electo en cuanto a remendar la división sectaria.
"Lo que tienes ahora es que estas gentes han vivido juntas durante décadas sin problemas hasta que llegaron los terroristas y trataron de crear problemas", dijo el teniente coronel Valery Keaveny, comandante del Tercer Batallón de la Unidad Aerotransportada No. 509 en Iskandariya, al sur de Bagdad. "Así que estamos completamente dispuestos a trabajar juntos para mantener fuera a los terroristas".
Este verano, no había chiíes en los grupos de vigilantes de la comunidad. Hoy, hay unos quince mil en grupos conformados solamente por chiíes, y dieciocho grupos mixtos, dijeron oficiales norteamericanos. Cada día se presentan más voluntarios.
Aquí en Qarghulia, una comunidad rural al este de Bagdad, los resultados son palpables. Los asesinatos se han reducido drásticamente, y la confianza del público está renaciendo.
"Chiíes, sunníes, ningún problema", dijo Obede Ali Hussein, 22, que estaba en un puesto de control levantado por el ejército norteamericano junto al río Diyala. "Queremos proteger nuestro barrio".
Para los comandantes en zonas donde el conflicto sunní-chií había paralizado la vida normal, el inesperado incremento de la cooperación entre las sectas ha sido una bendición.
"No podríamos hacerlo sin ellos", dijo el capitán Troy Thomas, cuya unidad de la Primera Caballería es responsable de la seguridad del área de Qarghulia.
Thomas dijo que 42 de los 49 puestos de control en su área tienen dotaciones de grupos locales, incluyendo a sunníes y chiíes. Dijo que ambos extienden su alcance y trabajan con conocimientos que ningún soldado norteamericano podría lograr.
"Crecieron en la zona", dijo Thomas. "Conocen a todo el mundo".
En su puesto de control, Ali Hussein observaba el constante flujo de coches, tractores y motonetas zigzagueando por la carretera junto al río Diyala hacia la principal autopista norte-sur.
"En estas calles, hace seis semanas nadie podía pasar por aquí", dijo. "Las calles estaban vacías".
Antes del refuerzo de tropas de este año, los soldados norteamericanos se aventuraban rara vez en Qarghulia. El área era patrullada por dos compañías asignadas a Bagdad, unos ciento sesenta hombres, dijo el coronel Wayne Grigsby, comandante del Equipo de Combate de la Brigada de Artillería Pesada de la Tercera División de Infantería. La policía nacional tampoco se dejaba ver por aquí, y cuando lo hacían, la población desconfiaba de ellos.
En este ambiente caótico, al-Qaeda en Iraq mantenía su control de la violenta ciudad sunní de Salman Pak, mientras que las milicias chiíes imponían en Qarghulia protección al estilo de la mafia.
A principios de mayo, Thomas instaló una enorme avanzada de noventa hombres, apodada Base de Patrulla Asesinos, en la zona de las Cuatro Esquinas de Qarhulia, un cruce donde la gente del campo hace las compras en centros comerciales de cemento.
Cuando llegó, casi la mitad de las tiendas estaban vacías, y las que todavía hacían negocios, pagaban por su protección al Ejército Mahdi, una milicia chií, dijo Thomas.
Para restaurar la seguridad en su zona de 388 kilómetros cuadrados con la forma de Vermont, Thomas buscó ayuda. Unidades de la policía nacional aumentarían sus patrullas con puestos de control en la ajetreada autopista, pero él mismo seguiría expuesto a los caminos rurales al este y oeste.
No dudó ni un instante cuando los jeques locales, que habían oído del movimiento de Ciudadanos Concernidos, se acercaron a él.
El primer grupo, formado en septiembre, mantiene ahora una docena de puestos de control a lo largo del río Diyala en el borde occidental de la zona y patrulla los caminos secundarios. Los jeques, sunníes y chiíes, eligieron a un campesino sunní, Abu Ammash, para ser el jefe del grupo y rellenó sus filas con sus seguidores, que provenían de ambas sectas.
En un período reciente de dos días, Thomas, un especialista de artes marciales nacido en Minnesota, pasó un rato bastante prolongado en compañía de los jeques, que estaban empezando un segundo grupo de Ciudadanos Concernidos para proteger el flanco este del grupo.
El nuevo grupo será encabezado por Hamed Gitan Khalaf, chií y ex sargento mayor en el ejército iraquí.
Gitan dijo que las sectas ya no juegan ningún papel en su comando, que se dividirá igualmente entre sunníes y chiíes.
"Ahora nos apoyamos", dijo.
El nuevo grupo tuvo una tambaleante iniciación una mañana cuando un escuadrón formado por soldados de Thomas y su séquito de guardias personales, un camión de agentes de la policía nacional uniformados y un par de coches con funcionarios públicos, se dirigieron a una casa que pensaban que estaba abandonada para convertirla en su sede. Se encontraron con una mujer en una hijab negra rodeada de niños desaliñados.
Después de un animado debate, Thomas rechazó el plan de Gitan de trasladar forzosamente a la familia hacia un edificio industrial abandonado al otro lado de la autopista.
"Lo que necesito que hagáis es encontrar un lugar que esté en orden", le dijo a Gitan. "Sé que aquí hay un montón de okupas, pero no somos Jais al Mahdi" -el Ejército Mahdi.
Más tarde el mismo día, la escena se repitió con un mejor plan. La familia accedió aceptar una paga y la promesa de una vivienda similar.
Luego, Thomas llevó a todo el séquito de Gitan detrás de las murallas de cemento de su base, para el chequeo -escáneres de retina y toma de huellas digitales- y les proveyó de chapas y las camisetas color arena de Ciudadanos Concernidos.
"No quiero que se venga por aquí un convoy americano y se encuentre con un montón de tipos con armas", dijo.
El tamaño exacto del grupo todavía tiene que ser determinado. Gitan dijo que él tenía mil quinientos voluntarios, la mayoría de ellos desempleados. Thomas pensaba que sólo necesitaba una docena más de puestos de control, lo que significaba que sólo podía contratar a una décima parte de ellos.
Como otros líderes, Gitan pondrá a más hombres para hacer el trabajo, haciendo estirar el dinero para emplear a más jóvenes desempleados.
Varios guardias entrevistados por Times dijeron que estaban ganando entre cien y ciento 25 dólares al mes -casi la mitad del salario inicial de un funcionario público, pero bastante para un joven que probablemente vive con su familia.
Sin embargo, dijeron enfáticamente que el dinero no era su principal motivación.
"Estamos retando a los terroristas y estamos dispuestos a dar nuestra sangre por la patria", dijo Saddam Hadi Rasheed, 19, que estaba desempleado antes de unirse a la guardia de Gitan.
En algunos casos, guardias chiíes y sunníes son mantenidos a distancia. Pero jeques sunníes y chiíes en Qarghulia dijeron que han colocado conscientemente a tribus y sectas diferentes en el terreno para evitar acusaciones de favoritismo.
De momento, los acuerdos de palabra entre los jeques y sus seguidores se han respetado.
Sin embargo, la infiltración de milicias chiíes o de al-Qaeda en Iraq sigue siendo una amenaza, así como la posibilidad de que el nuevo grupo se convierta a su vez en una nueva milicia.
"¿Es esta sólo otra manera para que alguien se posicione y utilice una parte de los recursos para jugar al padrino?" El coronel Martin Stanton, jefe de la unidad de reconciliación del Cuerpo Multinacional, dijo que se asombró cuando recibió la misión.
Pero dijo que su escepticismo había desaparecido.
"Eso no ha ocurrido a gran escala", dijo. "Pero los iraquíes quieren dejar de pelear".
En su cuartel, con una camarilla de jóvenes agentes y jeques, el líder de Ciudadanos Concernidos de Qargulia, Abu Ammash, pronosticó grandes cosas. Dijo que estaban negociando con el ministerio del Interior para convertir su organización en la fuerza de policía local de esta zona.
Pero, basándose en evaluaciones personales de los hombres que componen la fuerza, así como por simples matemáticas, los jefes militares norteamericanos creen que sólo un tercio de Ciudadanos Concernidos harán la transición hacia las fuerzas de seguridad iraquíes, sea el ejército, la policía nacional o local.
Estados Unidos planea es desmantelar los grupos de Ciudadanos Concernidos una vez que la reactivación económica que espera que será facilitada por su presencia, empiece a generar empleos civiles para ellos.
Hasta entonces, Ali Hussein, que era jornalero antes de ser guardia, seguirá en su puesto al otro lado del río Diyala y del Ejército Mahdi, dispuesto a enfrentar fuego enemigo.
Aunque ninguno de los nuevos grupos que lucharán contra el Ejército Mahdi se ha probado en combate, el peligro es real. La semana pasada, en un área sunní al sur de Bagdad, cinco miembros de Ciudadanos Concernidos fueron asesinados cuando repelían un ataque de al-Qaeda.
Y un día hace poco, apareció en varias de cortinas metálicas de un sucio centro comercial aquí la siguiente pintada: "Advertencia: Muerte a los líderes de Despertar y todos aquellos que colaboren con ellos".
Ali Hussein no se inmutó.
"La mayor parte de lo que hacen, es escribir lemas", dijo. "No tienen coraje como para hacernos frente. Pero si se aparecen, estamos listos para recibirlos".

doug.smith@latimes.com

19 de noviembre de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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