ex rebelde confiesa genocidio
Ex rebelde liberiano confiesa genocidio, canibalismo y pacto con el demonio.
Monrovia, Liberia. Uno de los más infames comandantes rebeldes de Liberia, conocido como General Butt Naked [Trasero Desnudo], ha vuelto al país para confesar que es responsable de la muerte de veinte mil personas.
Joshua Milton Blahyi, que ahora vive en Gana, volvió esta semana para declarar ante la comisión de verdad y reconciliación de su país, esta vez vestido de traje y corbata. Su nombre de guerra se deriva de la práctica de su pelotón de atacar desnudos, una técnica que se suponía debía aterrorizar al enemigo.
Otro señores de la guerra, sin embargo, se han negado a pedir perdón, rechazando la comisión que muchos en Liberia consideran inútil. Blahyi está pidiendo a otros asesinos que den la cara en momentos en que el país -fundado por esclavos norteamericanos libertos en 1847- lucha por recuperarse de los horrores del pasado.
"Podrían electrocutarme. Podrían colgarme. Me podrían dar otro tipo de castigo", dijo Blahyi, 37, en una entrevista este fin de semana después de su primera comparecencia ante la comisión de verdad y reconciliación la semana pasada. "Pero creo que el perdón y la reconciliación son cosas correctas".
"He estado esperando la oportunidad de contar la verdadera historia de mi vida, y cada vez que le cuento a la gente mi historia, me siento aliviado".
La guerra civil, que costó la vida a unas 250 mil personas en este país de tres millones, se caracterizó por matanzas en las que los vencedores comían el corazón de sus víctimas y jugaban al fútbol con cráneos humanos. Combatientes drogados entraban al campo de batalla llevando pelucas de mujer, vestidos largos y elegantes bolsos robados a civiles.
Antes de conducir a sus combatientes al combate, llevando sólo un par de botas con cordones, Blahyi dijo que ofrendaba una víctima humana al demonio.
El sacrificio consistía normalmente "en el asesinato de un niño virgen para arrancarle el corazón, que era dividido en trozos para comer", contó el sábado a la Associated Press. El general compareció ante la comisión el 15 de enero.
Entre el momento en que hizo un pacto con el diablo en 1980 y empezara su violenta campaña y el momento en que dejó de pelear en 1996, dijo, "más de veinte mil personas fueron víctimas mías y de mis hombres. Las matamos a todas".
Algunos dicen que la confesión de Blahyi es una prueba de que Liberia necesita un tribunal de crímenes de guerra, no una comisión.
La comisión, iniciada sobre el modelo de la comisión sudafricana después del apartheid, ha estado recogiendo testimonios de víctimas y de ex rebeldes en los últimos dos años, en su búsqueda de una versión completa de las atrocidades cometidas en tiempos de guerra. Aunque la comisión de verdad no puede acusar a los asesinos, sí puede recomendar que se formulen cargos.
Entretanto, varios infames asesinos se han convertido en influyentes políticos en Liberia.
"Si tienes a un individuo que confiesa que él y su grupo mataron a más de veinte mil personas, ciertamente debería existir un mecanismo para llevarlo a justicia", dijo Mulbah Morlue, que preside el Foro para el Establecimiento de un Tribunal de Crímenes de Guerra en Liberia, en reacción a la confesión de Blahyi.
Sin embargo, también hay personas que elogian a Blahyi.
"No se puede tener una verdadera reconciliación sin conocer la verdad", dijo Johnny Lamine, vecino de Monrovia. "La historia de Blahyi es alarmante, pero... sepamos primero quién hizo qué cosa en Liberia durante la guerra".
Otros en el país donde algunos creen que todos están contaminados dicen que preferirían no excavar en el pasado. Debido a que la violencia estaba tan extendida, no es raro encontrar a familias liberianas que tienen tanto a víctimas como a victimarios bajo el mismo techo -una hija que fue violada y un hijo que cogió un arma y violó a las hijas de otras familias.
"Los liberianos han tratado de olvidar esas historias", dijo Mary Kollie cuando se dirigía a su casa después de misa el domingo.
En su entrevista, Blahyi contó a la Associated Press: "Alguna gente me ve y me felicita. Otros me ven y dicen que no debería andar por las calles de Monrovia con tanto orgullo. Pero yo le digo a la gente que yo no me siento orgulloso, que me siento avergonzado".
En 1996, cuando entraba desnudo al campo de batalla, se le apareció Dios a Blahyi y le dijo que se había convertido en un esclavo de Satanás, y que no era el héroe que él creía, de acuerdo a una entrevista anterior con la Associated Press.
Se convirtió al cristianismo y durante un tiempo recorrió las arruinadas calles de Monrovia vendiendo casetes con sus sermones.
La violencia en Liberia empezó en 1979 cuando las fuerzas de seguridad mataron a decenas de personas durante disturbios. Al año siguiente, el presidente William Tolbert fue derrocado por el golpe de estado de Samuel K. Doe, un sargento analfabeto que ordenó que los miembros del gabinete de Tolbert fueran colgados a postes en una playa y ejecutados.
Rebeldes dirigidos por Charles Taylor invadieron el país en 1989 y lo empujaron a otra guerra civil. La guerra amainó después de 1997, cuando Taylor fue elegido presidente, y volvió a estallar, para terminar cuando Taylor se vio obligado a marcharse al exilio en Nigeria en 2003. Ahora está siendo procesado por crímenes contra la humanidad en un tribunal en La Haya por las atrocidades cometidas por el movimiento rebelde que respaldaba en la vecina Sierra Lena.
Aunque Taylor es procesado por crímenes cometidos en otro país, uno de sus antiguos rivales en Liberia, Prince Johnson, es ahora senador. El año pasado acompañó a un grupo de políticos norteamericanos en su recorrido por el país. Johnson filmó a sus hombres torturando y matando a Doe. Ese video todavía se vende en los puestos en las calles de Monrovia.
Joshua Milton Blahyi, que ahora vive en Gana, volvió esta semana para declarar ante la comisión de verdad y reconciliación de su país, esta vez vestido de traje y corbata. Su nombre de guerra se deriva de la práctica de su pelotón de atacar desnudos, una técnica que se suponía debía aterrorizar al enemigo.
Otro señores de la guerra, sin embargo, se han negado a pedir perdón, rechazando la comisión que muchos en Liberia consideran inútil. Blahyi está pidiendo a otros asesinos que den la cara en momentos en que el país -fundado por esclavos norteamericanos libertos en 1847- lucha por recuperarse de los horrores del pasado.
"Podrían electrocutarme. Podrían colgarme. Me podrían dar otro tipo de castigo", dijo Blahyi, 37, en una entrevista este fin de semana después de su primera comparecencia ante la comisión de verdad y reconciliación la semana pasada. "Pero creo que el perdón y la reconciliación son cosas correctas".
"He estado esperando la oportunidad de contar la verdadera historia de mi vida, y cada vez que le cuento a la gente mi historia, me siento aliviado".
La guerra civil, que costó la vida a unas 250 mil personas en este país de tres millones, se caracterizó por matanzas en las que los vencedores comían el corazón de sus víctimas y jugaban al fútbol con cráneos humanos. Combatientes drogados entraban al campo de batalla llevando pelucas de mujer, vestidos largos y elegantes bolsos robados a civiles.
Antes de conducir a sus combatientes al combate, llevando sólo un par de botas con cordones, Blahyi dijo que ofrendaba una víctima humana al demonio.
El sacrificio consistía normalmente "en el asesinato de un niño virgen para arrancarle el corazón, que era dividido en trozos para comer", contó el sábado a la Associated Press. El general compareció ante la comisión el 15 de enero.
Entre el momento en que hizo un pacto con el diablo en 1980 y empezara su violenta campaña y el momento en que dejó de pelear en 1996, dijo, "más de veinte mil personas fueron víctimas mías y de mis hombres. Las matamos a todas".
Algunos dicen que la confesión de Blahyi es una prueba de que Liberia necesita un tribunal de crímenes de guerra, no una comisión.
La comisión, iniciada sobre el modelo de la comisión sudafricana después del apartheid, ha estado recogiendo testimonios de víctimas y de ex rebeldes en los últimos dos años, en su búsqueda de una versión completa de las atrocidades cometidas en tiempos de guerra. Aunque la comisión de verdad no puede acusar a los asesinos, sí puede recomendar que se formulen cargos.
Entretanto, varios infames asesinos se han convertido en influyentes políticos en Liberia.
"Si tienes a un individuo que confiesa que él y su grupo mataron a más de veinte mil personas, ciertamente debería existir un mecanismo para llevarlo a justicia", dijo Mulbah Morlue, que preside el Foro para el Establecimiento de un Tribunal de Crímenes de Guerra en Liberia, en reacción a la confesión de Blahyi.
Sin embargo, también hay personas que elogian a Blahyi.
"No se puede tener una verdadera reconciliación sin conocer la verdad", dijo Johnny Lamine, vecino de Monrovia. "La historia de Blahyi es alarmante, pero... sepamos primero quién hizo qué cosa en Liberia durante la guerra".
Otros en el país donde algunos creen que todos están contaminados dicen que preferirían no excavar en el pasado. Debido a que la violencia estaba tan extendida, no es raro encontrar a familias liberianas que tienen tanto a víctimas como a victimarios bajo el mismo techo -una hija que fue violada y un hijo que cogió un arma y violó a las hijas de otras familias.
"Los liberianos han tratado de olvidar esas historias", dijo Mary Kollie cuando se dirigía a su casa después de misa el domingo.
En su entrevista, Blahyi contó a la Associated Press: "Alguna gente me ve y me felicita. Otros me ven y dicen que no debería andar por las calles de Monrovia con tanto orgullo. Pero yo le digo a la gente que yo no me siento orgulloso, que me siento avergonzado".
En 1996, cuando entraba desnudo al campo de batalla, se le apareció Dios a Blahyi y le dijo que se había convertido en un esclavo de Satanás, y que no era el héroe que él creía, de acuerdo a una entrevista anterior con la Associated Press.
Se convirtió al cristianismo y durante un tiempo recorrió las arruinadas calles de Monrovia vendiendo casetes con sus sermones.
La violencia en Liberia empezó en 1979 cuando las fuerzas de seguridad mataron a decenas de personas durante disturbios. Al año siguiente, el presidente William Tolbert fue derrocado por el golpe de estado de Samuel K. Doe, un sargento analfabeto que ordenó que los miembros del gabinete de Tolbert fueran colgados a postes en una playa y ejecutados.
Rebeldes dirigidos por Charles Taylor invadieron el país en 1989 y lo empujaron a otra guerra civil. La guerra amainó después de 1997, cuando Taylor fue elegido presidente, y volvió a estallar, para terminar cuando Taylor se vio obligado a marcharse al exilio en Nigeria en 2003. Ahora está siendo procesado por crímenes contra la humanidad en un tribunal en La Haya por las atrocidades cometidas por el movimiento rebelde que respaldaba en la vecina Sierra Lena.
Aunque Taylor es procesado por crímenes cometidos en otro país, uno de sus antiguos rivales en Liberia, Prince Johnson, es ahora senador. El año pasado acompañó a un grupo de políticos norteamericanos en su recorrido por el país. Johnson filmó a sus hombres torturando y matando a Doe. Ese video todavía se vende en los puestos en las calles de Monrovia.
Rukmini Callimachi contribuyó a este reportaje desde Dakar, Senegal.
©examiner
cc traducción mQh
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