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la guerra contra las farc


[Raúl Sohr] No habrá más FARC cuando en Colombia reine la equidad y desaparezca la violencia de las clases ricas.
Cientos de miles de colombianos marcharon el lunes para repudiar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). La primera manifestación de semejantes magnitudes que en América Latina es convocada a través de internet, específicamente por la vía del muy exitoso Facebook, para marchar tras el lema "Un millón de voces contra las FARC". La iniciativa surgió, se dice, de un grupo de estudiantes y profesionales hartos de los secuestros y una violencia de medio siglo. Que el grueso de los colombianos de las ciudades está harto de la insurgencia y sus métodos es evidente. Con habilidad, el Presidente Álvaro Uribe supo capitalizar la iniciativa ciudadana. Empleados públicos y del sector privado recibieron facilidades para sumarse a las concentraciones que se desarrollaron en distintos puntos del país. Además se realizaron mítines en varias ciudades del mundo, incluida Santiago.

Las Cosas Marchan Bien para Uribe
en el campo económico. También tiene razones para estar optimista con el progreso de su estrategia para aislar y golpear a la organización guerrillera. El plan puesto en práctica por su gobierno, denominado ‘Política de seguridad democrática', en la que las Fuerzas Armadas tuvieron participación activa, contemplaba varias etapas. En realidad, es una expresión del Plan Colombia, puesto en práctica por Estados Unidos a partir de 2000. Desde entonces, el país andino ha recibido contribuciones norteamericanas por 4.500 millones de dólares. El grueso del dinero ha sido destinado a mejorar el equipamiento militar. La llegada de decenas de helicópteros, aviones y sistemas de comunicaciones, entre otros materiales bélicos, ha sido decisiva. Con una creciente movilidad y capacidad de respuesta rápida, los militares han podido neutralizar las operaciones de unidades insurgentes de mayor tamaño.
La primera fase militar, consistente en reabrir las rutas nacionales y restablecer la autoridad estatal en buena parte del país, está lograda. A través de esfuerzos de consecutivos gobiernos, Bogotá ha logrado aislar a las FARC a nivel internacional. El reciente viaje de Uribe a Europa culminó con un apoyo contundente por parte de la Unión Europea. Ahora parece haber llegado el momento de lanzar una ofensiva con la consigna "no más FARC" destinada a movilizar a la ciudadanía. En todo conflicto armado, el respaldo de la población es decisivo. La moral de combate de los bandos depende, a la larga, de su relación con el conjunto de la sociedad. Están las armas de fuego y está también esa arma sutil y efectiva que es la propaganda. En definitiva, mucho depende de la opinión pública. Estados Unidos, por ejemplo, no perdió en Vietnam desde un punto de vista estrictamente militar. Su derrota fue causada por su incapacidad de vencer y por la falta de convicción de los norteamericanos por continuar la guerra.
En lo que toca a Colombia, los estrategos estadounidenses que diseñaron el Plan Colombia deben estar satisfechos: el gasto realizado hasta ahora ha dado frutos. En 2007, por feliz coincidencia con la gestión de Uribe, el plan entró en su segunda fase, denominada ‘Estrategia de fortalecimiento de la democracia y el desarrollo social', que debe concluir en el 2013. Este año Bogotá recibirá ayuda por parte de Washington por más de 600 millones de dólares.
Cabe, en todo caso, preguntarse cuán efectivas son las manifestaciones contra las FARC. En España se ha realizado una gran cantidad de enormes concentraciones de repudio contra las acciones terroristas de los independentistas vascos de la ETA, pero ello no parece haber mermado en forma decisiva sus núcleos de apoyo duro. En el caso de las FARC, la última encuesta Gallup muestra un rechazo de 96% de los encuestados. Este porcentaje quizá no es del todo representativo pues nadie aprobaría en público a los insurgentes , pero es también el porcentaje más alto de condena desde que se realizan estos sondeos.
El problema para elgGobierno es que las FARC no están en las ciudades, pues son una guerrilla rural. Y en muchos casos es una fuerza de supervivencia frente a las agresiones perpetradas por el Estado o elementos paramilitares. Los asesinatos políticos de líderes izquierdistas han contribuido al rechazo de los guerrilleros a la incorporación al proceso político nacional. Lo intentaron en 1985, cuando algunas fuerzas depusieron sus armas. Pero la transición de la lucha armada a la política les resultó funesta: más de dos mil ex insurgentes fueron asesinados por unidades paramilitares. Cercar a las FARC es una condición necesaria para derrotarlas, pero no es suficiente. Frente a una fuerza con casi medio siglo de lucha, y con miles de cuadros bien implantados, es necesario ofrecer una salida política. Ello implica garantizar en forma efectiva sus vidas y llevar a cabo profundas reformas en los campos colombianos. El anhelo de "no más FARC" se cumplirá cuando las armas sean reemplazadas por un desarrollo que acabe con la inequidad y la violencia endémica ejercida por hacendados y sus agentes.

10 de febrero de 2008
©la nación
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1 comentario

jesus -

mira yo tengo un comentario para todos los ciudadanos argentinos en contra de la presidenta, es una estupida fue para el problema que hay en tre esos paises, no los tiene que ayudar, cuando se produjo la guerra de malvinas, nadie nos ayudo, es mas, chile y brasil ayudaron a gran bretaña.
yo creo que la presidenta deberia encargarse de los problemas de aca como la suba de precios y la inseguridad en vez de andar paseando como hacia el marido antes.
tenemos que avivarnos y ser un estado particular, no somos comunistas, miren el menem ese t... vendio todo nos de jo en la quiebra,....avivense pueblo argentino