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francotirador condenado a diez años


[Ned Parker] Francotirador del ejército condenado a diez años de prisión por asesinato de iraquí que descubrió por accidente el escondite de su unidad.
Bagdad, Iraq. El sargento del ejército norteamericano Evan Vela se mostró impasible el domingo cuando el jurado de la corte marcial lo sentenció a diez años de reclusión por el homicidio de un iraquí.
Vela, que pudo haber sido condenado a reclusión perpetua, fue condenado antes en el día por homicidio, por perjurio y por plantar un arma en relación con el asesinato del 11 de mayo. El ejército retuvo su paga y beneficios debido a la muerte del iraquí, que había dado accidentalmente con el escondite del equipo de francotiradores de Vela -cinco hombres. Vela, 24, será licenciado deshonrosamente.
La mujer de Vela, Alyssa Carnahan, lloró cuando el veredicto puso fin al último de tres casos de homicidio de iraquíes asesinados por la sección de tiradores del Batallón Nº1 del 501 Regimiento de Infantería. Otros dos soldados fueron absueltos de los cargos de homicidio en el caso del 11 de mayo y otras muertes, un mes antes, aunque fueron condenados por cargos menores y degradados.
Frente a los tribunales, el hermano de Ghani Naser Janabi, el hombre asesinado por Vela, se alegró con el veredicto. "Es una prueba de que mi hermano no era culpable. Fue el sargento", dijo Fadl Janabi.
Los abogados de Vela alegaron que los jefes del batallón habían presionado a los francotiradores para producir más muertes. "Fueron elegidos en el batallón para vengarse", dijo el abogado James Culp aludiendo al alto índice de bajas del batallón.
Culp alegó que Vela, físicamente exhausto y con falta de sueño, abrió fuego instintivamente cuando su superior, el sargento segundo Michael A. Hensley, le ordenó disparar.
Hensley dijo a la corte el viernes que él había ordenado a Vela matar al iraquí porque el detenido estaba haciendo demasiado ruido y podría llevar a los militantes a su campo clandestino en Jarf Sakhr, un pueblo al sudoeste de Bagdad donde los soldados norteamericanos llevaban a cabo una operación antisubversiva.
La fiscalía dijo que Vela era responsable de la muerte sin importar lo cansado que hubiese estado ni la fragilidad de su estado emocional. La sentencia es también un mensaje a los soldados de que deberán rendir cuentas por sus acciones en Iraq, dijo la fiscalía.
"¿Cuál es el valor de una vida humana? Eso es lo que se cobró el sargento Vela", dijo el mayor Charles Kuhfuhl al tribunal antes de la sentencia.
El ministro de derechos humanos de Iraq, Wijdam Salim, asistió el viernes al juicio, dejando en claro que al gobierno le preocupan esos casos después de que en juicios previos de soldados acusados de asesinar o maltratar a iraquíes, estos han sido absueltos o recibido sentencias muy leves.
Vela jugó un papel crucial en los juicios de Hensley y del entonces especialista Jorge G. Sandoval Jr. Vela se echó a llorar en el estrado en el juicio de Sandoval cuando describió que Hensley le había ordenado matar al iraquí. Su declaración exculpó en gran parte a Sandoval.
En el juicio de Hensley, Vela dijo que no podía recordar nada, excepto que había disparado su pistola.
El casi de Vela será revisado automáticamente por una comisión de apelaciones del ejército. Volverá a un centro de reclusión en Kuwait. Las fuerzas armadas norteamericanas decidirán más tarde dónde recluirlo.
Su caso terminó finalmente en un juicio después de una serie de batallas jurídicas con los comandantes de Vela del Centro de la División Multinacional. Más recientemente, un juez militar resolvió que la división debería otorgar inmunidad a Hensley y Sandoval para declarar en el juicio después de que inicialmente había rechazado la petición.
Los casos de los tres francotiradores plantearon serias dudas sobre las prácticas admitidas en Iraq. Las audiencias revelaron que la unidad de francotiradores había plantado armas en los cuerpos para justificar la legitimidad de los asesinatos y había tratado de obtener aprobación para implementar un plan de cebo en el que podrían colocar armas y luego disparar contra cualquier iraquí que las recogiera. No quedó claro si lo habían implementado.
La esposa de Vela y algunos de sus compañeros de armas expresaron consternación por su condena por cargos de homicidio.
Carnahan, que tiene dos hijos -el hijastro de Vela, de cuatro años, y su hija que nació en marzo-, sollozó en el estrado cuando declaró antes de la sentencia. "Quiero que todo el mundo sepa que es un padre y un marido maravilloso", dijo.
Veteranos de la sección de francotiradores dijeron que el veredicto era excesivamente severo.
"Esta guerra no te da el lujo de ser perfecto", dijo su compañero el sargento Anthony Murphy antes de la sentencia.
Por su parte, Vela subió al estrado para dar su versión. Reconoció el dolor que había causado a la familia de la víctima y pidió perdón.
"Cuando vine a Iraq, no vine con la idea de hacer algo malo", dijo Vela. "Mi experiencia en Iraq la llevo conmigo todo el tiempo, no se limita al 11 de mayo. Las llevo conmigo cuando estoy durmiendo y cuando estoy despierto. Tendré que vivir con esto todos los días por el resto de mi vida.
"Lamento mucho lo que pasó", dijo. "Me gustaría poder decir algo más".

ned.parker@latimes.com 14 de febrero de 2008
11 de febrero de 2008
©los angeles times
cc traducción mQh
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