horror en la edad de la inocencia
20 de mayo de 2008
Todo ocurrió en el humilde barrio San José, de Rafael Calzada, en el partido de Almirante Brown. Los padres de Milagros tienen otros seis hijos y uno de ellos salió hacia un cíber. La nena se fue detrás de él. El hermano, sin embargo, se dio cuenta, volvió sobre sus pasos y llevó a Milagros nuevamente hacia adentro de la vivienda familiar. Lo que sucedió es que cuando volvió a salir hacia el cíber, la nena otra vez salió tras él. No está claro en la investigación judicial si los dos hermanos que produjeron luego la muerte encontraron a Milagros casi frente a su casa o si la chiquita caminó más y se perdió. Lo cierto es que la llevaron al predio a más de diez cuadras de la vivienda de Milagros y allí se produjo el desenlace.
La clave de la investigación fue que el fiscal Toneguzzo encontró a varios testigos que vieron a los dos hermanitos con la nena y, horas más tarde, el chico de siete contó la verdad. Ambos reconocieron ante el fiscal lo que habían hecho. Llevaron a Milagros hasta un predio, que en algún tiempo perteneció a una asociación de fomento, y allí la desnudaron y le pegaron. Al lado de su cuerpo, los investigadores encontraron la ropa, el pañal y hasta un chupete. El adelanto de la autopsia que recibió ayer el fiscal indica que no hubo abuso sexual ni violación.
Milagros desapareció de su casa al mediodía del domingo, pero sus padres recién se dieron cuenta un rato después. Es que pensaron que la niña había sido llevada por el hermano al cíber. "Fueron segundos que desapareció de mi casa. Después vinieron a avisarme que había una nena muerta a 12 o 13 cuadras. Era ella. Nadie vio nada, fueron segundos. Yo estaba lavando", se lamentó Oscar, el padre de Milagros, en diálogo con radio Mitre. El dato que muestra la humildad de la familia es que en el momento de la entrevista, Oscar se dirigía en tren hacia la morgue judicial donde le estaban haciendo la autopsia a su hija.
Mirta, la mamá de Milagros, contó que no bien se dieron cuenta de la desaparición de la niña, la empezaron a buscar y nunca imaginaron que la chiquita que apareció muerta tan lejos de su casa podía ser Milagros. "Ahora no sé qué vamos a hacer. No tengo palabras. Conocíamos a los dos nenes porque jugaban con mis hijos en la casa de mi hermano. Pero no tengo palabras", dijo la conmocionada madre una vez enterada de las informaciones que vinculaban a los dos chicos con el escalofriante caso.
"El colgamiento a medias es típico de chicos pequeños –analizó Raffo ante este diario–. Es que son muy bajitos y entonces cuelgan a alguien a la altura a la que llegan. Pero eso es suficiente, porque el cable produce la presión sobre la carótida y las yugulares y en 15 segundos pierde el conocimiento. Hemos tenido casos de chicos que juegan al suicidio por colgamiento y terminan muertos, pese a que con los pies tocan el suelo. De todas maneras, no es tan sencillo saber si la chiquita se ahorcó tratando de zafar de los golpes, si fue el colgamiento o si los chicos apretaron el cable en su cuello hasta sofocarla. Lo que sí se podrá verificar es si los chicos fueron los únicos autores por la intensidad de los golpes. No es lo mismo un golpe de un adulto que el de un niño de siete o nueve años."
La duda surge porque la madre de Milagros y también la madre y la abuela de los hermanos aducen que debe haber participado alguien de más edad. El fiscal no encontró ningún elemento que corroborara esa teoría y la realidad es que los propios chicos admitieron que fueron ellos los que, sin querer, mataron a la niña.
El clima de tensión fue creciendo en el barrio San José. Varios vecinos se juntaron el domingo para arremeter contra el predio en el que se encontró a Milagros y más tarde tuvieron que intervenir unos cien efectivos de la Policía Bonaerense para evitar que las cosas pasaran a mayores.
En los tribunales de Lomas de Zamora los investigadores se agarraban la cabeza por las circunstancias dramáticas del caso. Este diario dialogó con uno de los principales responsables de la pesquisa:
–¿Tiene alguna explicación para lo que pasó? –preguntó Página/12.
–Si tuviera que resumirle las cosas en una palabra diría: allí, donde murió Milagros, el Estado está ausente. No hay salud, no hay educación, no hay verdadera asistencia social. El Estado está ausente.
©página 12
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