Blogia
mQh

estados unidos y la tortura


Un columnista de El Mercurio muestra debilidades de argumentación norteamericana en defensa de la tortura.
[José Zalaquett] Desde hace años el gobierno de Bush autoriza la tortura como instrumento de lucha contra el terrorismo. Casi todos los que sufren esos tratos crueles se "quiebran". Acuciados por la desesperación, los prisioneros le dicen al torturador lo que quiere oír, sea o no verdadero. Los tormentos deshumanizan a las personas y las reducen a un mero aullido de la carne, desprovistas de toda dignidad y albedrío.
En Estados Unidos, algunos intelectuales han propuesto legalizar la tortura para circunstancias extremas. Frente a ello uno puede rehusarse a debatir una proposición tan descabellada o bien exponer pacientemente las razones por las cuales la tortura debiera ser siempre ilegal. Andrew Sullivan, uno de los bloggers más leídos, optó correctamente por esto último.
Quienes argumentan que debiera permitirse la tortura suelen poner el ejemplo de "la bomba de tiempo": Supongamos que un terrorista acaba de explotar una bomba en un lugar público, matando a centenares de personas. Es detenido, pero se jacta de haber escondido otra bomba de tiempo y que no dirá dónde. Es torturado, termina confesando y la policía llega a tiempo para desactivar el explosivo. ¿Condenaría Ud. a estos agentes de la ley por el crimen de tortura? Si lo hace —se argumenta—, la próxima vez la policía no actuará y morirán muchos inocentes.
El ejemplo puede parecer fantasioso, pero en el clima posterior al 11 de septiembre de 2001, a muchos estadounidenses no les parece que lo sea tanto y aceptan el razonamiento que justifica la tortura. Por ello, es bueno reiterar por qué su prohibición debe ser total.
Se dice que hay otras prácticas iguales o peores que la tortura, como matar, que no están prohibidas absolutamente. Por ejemplo, es permisible dar muerte a otro en legítima defensa o disparar contra un combatiente enemigo en una guerra. ¿Por qué, entonces, cerrarse ante la posibilidad de permitir la tortura en ciertas situaciones críticas? Lo que explica la diferencia es que no son raros los casos en que el derecho a la vida de unos entra en conflicto con igual derecho de otros y conviene que la ley los regule. En cambio, el ejemplo de la "bomba de tiempo" sigue siendo extremadamente implausible. ¿Y si llegara a suceder alguna vez? Pues entonces se decidirá, prudencialmente, sobre la suerte de los policías; quizás los jueces concluyan que éstos actuaron bajo una extrema presión que los exime de responsabilidad o a lo mejor se les otorga un perdón presidencial… Lo que no se puede hacer es legalizar la tortura, aunque sea para los casos más extremos. Ello es así porque, a diferencia de la realidad, que admite variaciones infinitesimales, los cambios de la ley siempre son más gruesos, como quien baja o sube un peldaño completo. Y cuando una prohibición absoluta se relativiza, así sea mínimamente, se está abriendo un boquete por donde se irán expandiendo las excepciones a la regla. De este modo la tortura, que revierte a los estados a los tiempos de barbarie y los coloca al nivel de sus más despiadados enemigos, ganará más terreno.
El error de quienes abogan por legalizar la tortura es su obsesión porque todo calce lógicamente. "Si imagino una situación excepcionalísima, la ley debiera regularla". Pero no tiene por qué ser así. Lo cuerdo es que si llegan a ocurrir circunstancias inimaginables, la sociedad respectiva delibere con sensatez sobre cómo tratarlas. Pero pretender que la norma se ponga anticipadamente en casos inconcebibles, es abrir una Caja de Pandora.

9 de junio de 2008
©el mercurio
rss


0 comentarios