la cárcel, el lugar para un represor
25 de junio de 2008
Lo que más llama la atención es la absolución de ‘Musita’ Azar –luego de la lectura del fallo se abrazó efusivamente con su padre–, dado que la fiscal del juicio, Olga Gay de Castellanos, había solicitado para él una pena de 13 años de cárcel, por entender que junto con Lludgar habían sido los autores materiales del asesinato de Leyla Nazar. Es obvio que el criterio de los jueces fue totalmente opuesto a la visión de la fiscal, dado que no sólo absolvieron a uno de los supuestos autores, sino que le aplicaron una pena mayor –22 años– al otro imputado, el carnicero Lludgar, cuyos familiares ayer clamaron por su inocencia. Fueron acompañados, incluso, por Amira Nazar, la tía de Leyla. Por todo esto genera expectativas saber cuáles serán los argumentos del tribunal respecto de la responsabilidad de Musa Azar. Según la fiscal, una de las razones por las cuales se involucró en el doble crimen fue la de encubrir a su hijo Musita, ahora absuelto.
Los jueces Osvaldo Pérez Roberti, Graciela Viaña de Avendaño y Margarita Piazza de Montoto resolvieron condenar a Musa Azar por homicidio triplemente calificado y por ser la cabeza visible de una ‘asociación ilícita’ que no sólo asesinó a Patricia Villalba para evitar que ésta denunciara el homicidio de Leyla Nazar, del que se había enterado, sino también por ‘alterar el orden público’ con su accionar. El único de los condenados por el cual nadie del público levantó ayer la voz para defenderlo fue el comisario general retirado Musa Azar, ex subsecretario de Informaciones de la Policía de Santiago del Estero durante la dictadura militar y en sucesivas gestiones constitucionales de los ex gobernadores peronistas Carlos Juárez y su esposa Mercedes Nina Aragonés. Musa nació el 6 de junio de 1936. Tiene 72 años cumplidos y podría pedir el cumplimiento de la pena en su domicilio, en razón de su edad.
Además de estar imputado de varios crímenes ocurridos en los últimos años, Musa debe afrontar otro proceso oral porque está acusado de haber cometido delitos de lesa humanidad durante la dictadura. Ayer, en contra de lo que se esperaba, Musa dijo que no tenía nada que alegar antes del veredicto. Estuvo serio, sin hacer gestos, cuando escuchó su condena y esbozó una leve sonrisa cuando escuchó que habían absuelto a ‘Musita’. Esta absolución también despertó tibios aplausos entre las personas que colmaron la sala contigua a la que se realizó el juicio, destinada al público y a la prensa, que siguió todo el juicio, a lo largo de ocho meses y un día, a través de una pantalla de video.
El que sí habló fue ‘Musita’, quien juró ser inocente. "No conocía a la víctima", dijo en relación con Leyla Nazar, a la vez que sostuvo que la acusación en su contra fue "producto de la ingerencia del poder político". En una intervención anterior, durante el desarrollo del juicio, ‘Musita’ había llegado a insinuar que su padre, el ex todopoderoso subsecretario de Informaciones, podría tener "más información" –valga la redundancia– sobre cómo habían ocurrido los dos asesinatos. Y lo instó a relatar frente al tribunal todo lo que pudiera saber.
Además de absolver a Musa Antonio Azar Cejas por la imputación de homicidio, el tribunal también dejó libre de sospechas a su madre, Marta Noemí Cejas. La habían acusado de encubrir a su propio hijo, una imputación que a priori resultaba endeble, teniendo cuenta el vínculo familiar que los une. Ayer –una rareza en ella–, la mamá de ‘Musita’ tampoco abrió la boca para defenderse, habida cuenta de que la fiscal había pedido su absolución. Los otros absueltos fueron Daniel Silvestre Rivero (le imputaban el cargo de homicidio simple por el caso Leyla); Mario Leopoldo Corvalán, el ex diputado provincial Carlos Alfredo Anauate, Javier Humberto Juárez y Ramón Alberto Palacios (todos estaban acusados de encubrimiento agravado); Eduardo Antonio Abdala (asociación ilícita y encubrimiento agravado); Daniel Eduardo Moukarzel (coacciones reiteradas); Diego Pablo Sonzoni (adulteración de instrumento público) y el primer investigador policial, Luis Roberto Cejas, quien estuvo acusado por "abuso de autoridad y encubrimiento agravado".
El último día del juicio por el caso más grave que recuerda la justicia santiagueña –ahora viene el juicio por los crímenes de lesa humanidad ocurridos durante la dictadura militar– se desarrolló en un marco de severas medidas de seguridad. "Los policías que estarán en la sala donde se hace la audiencia (cerca de veinte uniformados) no tendrán armas, porque el tribunal cree que puede haber incidentes cuando se lea la sentencia y quiere evitar complicaciones", comentó un vocero de prensa del Palacio de Justicia poco antes de que comenzara la audiencia.
No hubo violencia, finalmente, pero sí se escucharon llantos, gritos e insultos, en su mayoría en contra del tribunal por las condenas dictadas. Los más ofuscados, como siempre a lo largo del proceso, fueron los familiares del policía Francisco Daniel Mattar, condenado a perpetua. "Manga de putos delincuentes", gritaba una hermana de Mattar mientras bajaba las escaleras, luego de escuchar el fallo. "¿Palacio de Justicia le llaman a este antro de delincuentes y coimeros?", siguió gritando la mujer, que incluso llegó a increpar a sus familiares porque lloraban. "Hay que irse de acá con la frente alta. Esto fue un circo."
Amira Nazar, tía de Leyla, una de las víctimas, insistió en que al juicio "le faltaron algunos nombres importantes" y requirió: "Yo quiero que me traigan a (Néstor Carlos) Ick", propietario del hotel Carlos V, el más lujoso de Santiago.
El nombre le fue puesto en homenaje a Carlos Juárez y a su quinto mandato como gobernador de la provincia. En ese lugar, según una hipótesis que fue descartada en el juicio, se habría realizado la fiesta de "sexo y droga" en la que supuestamente fue asesinada Leyla Nazar. En su acusación final, la fiscal Gay de Castellanos no pudo precisar el lugar en que se produjo el asesinato de la chica. Son muchas las dudas y controversias que tuvo el juicio. Pocos esperan que la verdad total pueda surgir de los fundamentos del fallo, que se conocerán a fines de julio.
Ayer fue imposible hablar con los padres de Patricia Villalba. Su mamá, Olga Azucena Díaz, sufrió un shock nervioso al finalizar la lectura del veredicto y le subió la presión. Acompañada por su marido, Juan Domingo Villalba y por su hija Karina, la mujer fue sacada en ambulancia de los tribunales y llevada a una clínica. Además de las condenas y absoluciones, el tribunal ordenó que se les pague, a los padres de Patricia, la suma de 170 mil pesos para cada uno de ellos, como resarcimiento por el "daño moral" recibido. Fue rechazado el resarcimiento solicitado, por separado, por distintos familiares de Leyla. Una de las juezas opinó que sólo se debía resarcir, con la suma de 20 mil pesos a cada una por el "daño psicológico", a las tres hermanas menores de la joven.
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