posada carriles, un asesino en serie
30 de junio de 2008
La Huella Nauseabunda de un Terrorista
Antes de esta cómoda y breve estadía en prisión en los EEUU, el rastro de Posada Carriles se había perdido en la sombra luego que fuera indultado el 26 de agosto del 2004 por la entonces presidenta de Panamá, Mireya Moscoso, en cuyo país se encontraba procesado y encarcelado desde fines del año 2000.
Posada había ingresado entonces clandestinamente a dicho país, llevando consigo una cantidad de explosivos con los que planificaba volar el paraninfo de la Universidad de Panamá, durante una actividad solidaria en la cual participaría Fidel Castro junto a miles de estudiantes. Este atentado terrorista fue frustrado a tiempo por la denuncia que el mismo Fidel hiciera, entregando apabullantes pruebas recopiladas por la seguridad cubana, lo que obligó a la justicia panameña a encerrar y procesar a Posada y algunos de sus compinches. Esta medida fue la que logró burlar el año 2004 la presidenta Moscoso decretando en su favor el indulto pocos días antes de abandonar su cargo.
A partir de entonces, la huella nauseabunda de Posada se pierde aparentemente para siempre, pero reaparece en abril 2005, cuando nuevas informaciones proporcionadas por el gobierno de Cuba y otras personas honestas, denuncian que Posada Carriles había entrado de modo clandestino a los EEUU. Esta situación obligó al gobierno yanqui, después de algún conato de negativa, a reconocer que el terrorista se encontraba oculto y protegido dentro del país. De esa forma las evidencias entregadas públicamente por Fidel habían logrado desenmascarar otra de las maquinaciones tendientes a ocultar el periplo de Posada por varios países de la región centroamericana y su ingreso al territorio estadounidense. Fue entonces allí recogido cuidadosamente entre plumas y algodones y encausado... por mentiras y fraude inmigratorio.
En libertad desde mayo 2007, continúa gozando del sol miamense meciéndose hasta hoy en el descaro y la impunidad.
El Prontuario de un Asesino en Serie
La ‘vida y obra’ de Posada Carriles es relativamente bien conocida, en parte por la impronta brutal concreta e inconfundible que ha dejado tras cada uno de sus crímenes, en parte también por sus propias alabanzas autoreferenciales. No obstante, tanto conocimiento de sus fechorías no constituye hasta el día de hoy suficiente argumento para que el sistema judicial estadounidense o alguno de los sucesivos gobiernos se atrevan a echarle el guante.
Incluso, hasta algunos documentos desclasificados por el propio gobierno de EEUU y sus agencias, demuestran su implicación en hechos que debieran ser motivo de una investigación policial y judicial responsable. Por su parte, Cuba ha entregado también a los gobiernos de turno en los EEUU, informaciones recopiladas por la seguridad cubana en múltiples ocasiones y, sin embargo... nada de nada: Posada Carriles continúa pavoneándose libre por las calles de Miami, preparando sin dudas su próximo golpe. Y cabría preguntarse entonces a qué obedece esa impunidad que impermeabiliza hasta hoy frente a la Justicia al representante más siniestro de los terroristas conocidos.
Esta situación, que sería difícil de imaginar siquiera en cualquier otro contexto y en cualquier otro país, sucede desde hace décadas respecto a un individuo que ha "estado involucrado en, o estar asociado con algunos de los hechos más infames del siglo veinte..." según la propia jueza Kathleen Cardone reconocía con temor mientras se lavaba las manos; revela también la verdadera ética de sus protectores, y por ende alerta acerca de las intenciones de los mismos. Con la impunidad de Posada Carriles en los EEUU queda totalmente al desnudo la verdadera esencia de la cacareada cruzada ‘antiterrorista’ propalada por Bush.
El Águila Imperial y Sus Terroristas Predilectos
Encontramos a Posada Carriles escapando a todo correr de Cuba al triunfo de la revolución, junto a otros paradigmas del terrorismo internacional como Orlando Bosch, Santiago Álvarez (el mismo que hace unas semanas fuera desenmascarado enviando dinero a los mercenarillos autodenominados ‘disidentes’ cubanos a cambio de "cartas de recomendación", por intermedio del representante de EEUU en Cuba, Mr. Michael Parmly), Guillermo Novo Sampoll, Pedro Remón, Gaspar Jiménez, Félix Rodríguez, Virgilio Paz, José Dionisio Suárez y muchos otros. Todos ellos habían participado entusiastamente en diferentes instancias de la dictadura batistiana y apenas llegados a EEUU, fueron contratados para servir de punta de lanza en la realización de planes contra la isla. Allí, según las propias palabras de Posada Carriles al New York Times: "la CIA nos lo enseñó todo, como usar explosivos, como matar, hacer bombas"...
A nadie pudiera extrañar que tratándose de cubanos que habían actuado dentro de la isla al lado de la dictadura de Batista, al verse obligados a huir a los EEUU perdiendo sus privilegios, hubiesen continuado desde allí accionando contra la revolución que les había destronado; para ello, contaron siempre con el apoyo de los sucesivos gobiernos empeñados en destruírla. Pero resulta que además pasaron a formar parte de grupos selectos de la confianza absoluta del gobierno de los EEUU y sus agencias de seguridad nacional, desde los cuales no sólo han sido encomendados a realizar trabajos sucios contra Cuba sino también en otros países e incluso dentro y contra el mismo EEUU.
Y habría que resaltar lo anterior: Los terroristas cubanos acogidos con los brazos abiertos en los EEUU por su gobierno y bajo contrato de las diversas agencias de seguridad nacional estadounidenses no solo han realizado acciones de terrorismo contra Cuba, sino contra otros países y también... contra el propio EEUU.
Suena fuerte lo anterior, pero al que le moleste no tiene más que taparse los oídos o no continuar leyendo.
Es así que, apenas llegados a territorio estadounidense, los anteriormente mencionados, fueron integrados en un equipo especial organizado por la CIA de Allen Dulles y autorizado expresamente por el entonces presidente Dwight Eisenhower: el llamado ‘Operación 40’. Desde allí, se comenzó a atacar de inmediato con diversas acciones terroristas la novel revolución.
Pero el propósito principal del selecto grupo ‘Operación 40’ estaba reservado para cuando triunfara la proyectada invasión de Playa Girón. Entonces ellos entrarían en acción realizando tareas de ‘limpieza anticomunista’; serían los encargados de que la sangre del pueblo cubano corriera abundantemente.
Como se recordará, la intentona de Playa Girón fue desbaratada estrepitosamente en menos de tres días de combates. La naciente revolución hizo morder el polvo de la derrota a los mercenarios del plan imperial que había sido preparado tan cuidadosamente por ‘expertos’ que entre otros, habían realizado el cruento golpe militar contra Jacobo Arbenz en Guatemala.
Mientras, anotemos aquí los nombres de David Atlee Philips, Howard Hunt, David Sánchez Morales: los jefes que la CIA tenía entonces a cargo del mencionado grupo ‘Operación 40’; les volveremos a encontrar más adelante.
Se conoce sobre la participación de estos terroristas y sus jefes en miles de acciones realizadas contra Cuba revolucionaria efectuadas a lo largo de casi cinco décadas. Asimismo se sabe de sus actividades en el marco de la llamada Operación Cóndor. Recordemos que las dictaduras instauradas cruentamente por el imperio en Nuestramérica durante las décadas de los 60’ y 70’ del siglo pasado, fueron encabezadas por militares ‘educados’ en la tristemente célebre Escuela de las Américas, asesorados después en terreno por estos ‘expertos’ cubanos y otros agentes proporcionados por la CIA (como el estadounidense Michael Townley). Con su colaboración siniestra, la ‘cruzada anticomunista’ continental puesta a funcionar desde el imperio dejó su huella sangrienta en prácticamente todos los países de la región, ocasionando centenares de miles de víctimas.
De ese modo, la participación de estos terroristas cubanos en la Operación Cóndor, se hizo no sólo a nombre de las variadas organizaciones ‘anticastristas’ de Miami sino en tanto hombres de confianza de la CIA, el Pentágono y la Casablanca. Es en esa condición que proceden a asesinar el 21 de septiembre de 1976 al ex canciller chileno, Orlando Letelier y a su asistente Ronnie Moffitt, volando su automóvil en pleno centro de Washington. A los pocos días (el 6 de octubre), era perpetrado en Barbados el primer acto de terrorismo aéreo cometido en cielos nuestroamericanos por otros integrantes del mismo grupo, al ser destruido por la explosión de dos bombas el DC-8 matrícula CU 455, de Cubana de Aviación, ocasionando la muerte a sus 73 ocupantes.
También golpeaban en el territorio estadounidense: no hacía todavía un año que una explosión en el aeropuerto internacional La Guaira, de Nueva York, había provocado la muerte de 11 personas y dejado heridas a 75 (29 diciembre 1975); seis semanas antes, el 17 de noviembre, otra bomba había explotado en el aeropuerto internacional de la ciudad de Miami.
"Los días 3 y 4 de diciembre siguientes, ocho bombas más explotaban en esta misma ciudad de la Florida, en lugares que demostraban una increíble insolencia de parte de los autores: los cuarteles generales del FBI, los del Departamento de Policía de Miami, los edificios del Correo y las oficinas de la fiscalía federal".
Tres semanas después, el FBI identificaba las huellas de uno de los autores como pertenecientes al cubano Rolando Otero Hernández, alias ‘El Cóndor’, quien estaba relacionado estrechamente con Posada Carriles, Orlando Bosch y la CIA. ¿Qué habrá estado pasando entre bambalinas?... "La CIA nos lo enseñó todo, como usar explosivos, como matar, hacer bombas"...
Otras Tareas Sucias para los 40
Todos recordarán el llamado caso Irán-Contras de la década de los ochenta del siglo pasado, cuando mediante operaciones secretas, que fueron ocultadas cuidadosamente al Congreso de EEUU, se organizó el abastecimiento de armas a los grupos contra en Nicaragua. Estas, eran compradas a diversos traficantes con dinero proveniente a su vez de la venta de armas estadounidenses e israelíes a Irán, en esos momentos enfrascado en guerra con Iraq. Aquí, volvemos a encontrarnos otra vez nada más por casualidad con Félix Rodríguez, (que participara en Bolivia en la persecución al Che y sus compañeros) y con Posada Carriles, apodado entonces ‘José Medina’, y que fungía como hombre de confianza del coronel Oliver North, jefe inmediato. Estacionado en la base aérea de Ilopango, en El Salvador, recibía allí los cargamentos de armas destinadas a la contra, las colocaba en ruta hacia sus clientes y de paso colaboraba en cargar los mismos aparatos de regreso con droga destinada a sus socios mafiosos dentro de los EEUU.
Todo se hacía obviamente con conocimiento de North, quien anotaba en su agenda de bolsillo referencias de estas operaciones. La explicación que se dió al ser descubierto una parte del escándalo, fue que el dinero de las armas vendidas a Irán era el que servía para comprar las armas de la contra... lo de las drogas se trató de mantener en la sombra, pero por diversas fuentes se hizo la luz hasta cierto punto, obligando a la CIA a reconocer que ellos estaban enterados del asunto ‘drogas’, ¡pero que no habían participado directamente en el tráfico! Años después, un periodista que había investigado minuciosamente el affaire, generando con ello una fuerte polémica pública (Gary Webb, premio Pullitzer), aparecía muerto por arma de fuego en su casa: se informó oficialmente que se trataba de un suicidio.
Las cosas continúan enredándose todavía más para el entendimiento de cualquiera, cuando encontramos integrantes de este grupo de cubanos de la Operación 40 protagonizando acciones no relacionadas directamente con el terrorismo contra Cuba o en alguna otra misión ‘anticomunista’, sino ligadas a intereses estratégicos de poder dentro de los EEUU.
Por ejemplo, se recuerda el denominado caso Watergate (1972), cuando fuera descubierto el espionaje que se realizara hacia el partido demócrata, colocándole aparatos de escucha en sus dependencias y fotografiando o sustrayendo documentación que nunca fuera plenamente identificada. Este escándalo tuvo como consecuencia la renuncia de Richard Nixon (1969-1974), quien era en ese entonces presidente y que inútilmente tratara de frenar las investigaciones, aduciendo razones de seguridad nacional. Todos los actores de esta operación secreta estaban en plantilla de la CIA, y aunque posaron como trabajando para los intereses del partido republicano, sus nombres no dejan lugar para confusiones: Howard Hunt, otra vez actuando como jefe de grupo; Frank Anthony Sturgis, CIA y relaciones mafia; Bernard León Barker, antiguo esbirro batistiano; James Walter McCord, Jr, en lista de la CIA; Eugenio Rolando Martínez, cubano y Virgilio R. González, también cubano. Por casualidad todos ellos integrantes también del grupo llamado Operación 40, el cual supuestamente no existía ya para la fecha del Watergate.
Pero quizás el más impactante acto terrorista que se haya realizado en territorio estadounidense (hasta el 11 septiembre 2001), sea el relacionado con el asesinato del presidente John F. Kennedy, perpetrado en Dallas, Texas el 22 de noviembre de 1963 y adjudicado hasta ahora a Lee Harvey Oswald, el ‘asesino solitario’ que fuera inmediatamente silenciado para la posteridad por el mafioso Jack Ruby; hasta ahí la versión oficial. A pesar de la trascendencia de este magnicidio en términos de política interna e internacional de los EEUU, continúan hasta hoy clasificadas informaciones concernientes al crimen. Múltiples ‘teorías conspirativas’ que han proliferado al no conocerse la verdad, han contribuido también en la práctica a echar tierra y confusión sobre el real suceso.
No obstante, diversas investigaciones han tratado de atar cabos sueltos y al respecto, el Comité Selecto sobre Asesinatos de la Cámara de Representantes, nominado por el Congreso de EEUU en el año 1976, concluye en su reporte final que: "el Presidente John F. Kennedy fue probablemente asesinado como resultado de una conspiración". Varios de quienes fueran entrevistados por este Comité en relación al crimen murieron casual y convenientemente de manera "natural" o violenta; algunos otros ni siquiera alcanzaron a testimoniar...
Ineluctablemente, como si se tratara de otra coincidencia esperada, entre los mencionados en los testimonios vuelven a figurar nuevamente los famosos agentes CIA, David Atlee Philips, Howard Hunt, David Sánchez Morales y otros... otra vez en compañía de los cubanos de la Operación 40, incluyendo esta vez además a Posada Carriles, "The Hunter".
Por si todo esto fuera poca casualidad, reaparecen algunos de estos mismos mencionados también en torno al asesinato del otro hermano Kennedy, Robert, cometido el 5 de junio de 1968 mientras participaba en la campaña demócrata por la nominación como candidato presidencial, puesto para el cual era considerado como seguro ganador. En este hecho criminal, solo figura oficialmente hasta ahora un culpable: otro tirador solitario, quien todavía continúa tras los barrotes clamando por su inocencia.
Planes Secretos contra Cuba
Como puede verse, Posada Carriles y sus boys no han estado todos estos años actuando de guerreros ‘freelance’ por los caminos del mundo. Sus huellas les muestran como una mafia de asesinos expertos en el trabajo sucio, operando bajo órdenes directas de alguna estructura secreta que controla y define mediante el crimen terrorista aspectos estratégicos en la política interna e internacional de los EEUU. Saben demasiado: solo así puede explicarse el poder que tienen dentro de EEUU y su impunidad frente a la justicia.
En este contexto siniestro, todos ellos continúan hoy día ‘trabajando’ activamente en tareas orientadas a la destrucción violenta de la revolución cubana, contando con un millonario presupuesto extraído de fondos fiscales, y sin duda también con asignaciones procedentes de otras actividades relacionadas con el narcotráfico (como sucediera durante el affaire del Irán–Contras). Funcionan por medio de las variadas organizaciones de fachada que como la FNCA/CANF, por ejemplo, tratan de maquillar sus acciones con un aspecto legal, pacífico y democrático... mientras junto al odio, les asoman pistolas y bombas bajo el abrigo. Ellos son también quienes se relacionan íntimamente con los mercenarillos de poca monta y peor honra cubanos, como lo hacía por ejemplo el ya mencionado Santiago Álvarez, encarcelado por posesión de armas destinadas a matar cubanos.
A pesar que el accionar de todos estos asesinos ha llevado el dolor y enlutado a miles de personas en Cuba y diferentes países, incluyendo los EEUU; a pesar que pretenden continuar haciéndolo, los lastimeros mercenarillos autodenominados disidentes en la isla, que no ignoran con quienes están tratando, prefieren recibir los 30 denarios, antes que ser dignos frente a su pueblo y a la humanidad.
Justicia y Nuestros Cinco Héroes
La deuda de Posada Carriles y sus compinches es con la Justicia y con cada uno de los pueblos que han contribuido a enlutar siguiendo las órdenes del imperio: Cuba, Venezuela, Chile, Nicaragua... EEUU. En tanto Posada Carriles y demás terroristas continúen burlándose como hasta ahora de la vida y la justicia, cualquier presidente, juez o grupo de jueces estadounidenses estará así contrayendo también esa vergonzante y cobarde deuda con todos nuestros pueblos así como con el propio.
Mientras tanto, desde la prisión injusta, nuestros cinco héroes siguen demostrando dignamente que su misión contra el terror no ha sido en vano y que continúa vigente; mientras existan terroristas, gobiernos indecentes y jueces timoratos o cómplices, Cuba tendrá que velar necesariamente por su revolución en tanto continúa trabajando por la vida y la paz.
9 de junio de 2008
©piensaChile
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