Blogia
mQh

la muerte de alexander solyenitsin


Cronista de Rusia durante el régimen comunista. Murió a principios de agosto, a los 89.
[Carol J. Williams] Moscú, Rusia. Este domingo pasado [3 de agosto] murió el Premio Nobel Alexander I. Solynitsin, el solitario icono de la inteligencia rusa y cronista de la represión comunista. Tenía 89 años.
Su hijo Stephan informó a la Associated Press que murió en Moscú producto de una deficiencia cardiaca.
El entrañable escritor y padre espiritual del movimiento nacionalista ruso vivió lo suficiente como para retornar a su tierra natal después de dos décadas de exilio, sólo para lamentar el daño que había causado el comunismo al carácter ruso.
Solyenitsin volvió en 1994, desde su refugio en Vermont, a una Rusia dramáticamente cambiada, a la que consideró moralmente en ruinas después de una odisea de varios meses durante la cual intentó de reconciliarse con el país que, veinte años antes, lo había denunciado como traidor, despojado de su ciudadanía y expulsado.
Sus escritos, pasiones y posición política reflejaron la tumultuosa historia de su país durante el siglo pasado.
"Es el dolor de la historia, el dolor de nuestra época, el que porto como si fuese un anatema", escribió Solyenitsin sobre su vida.
Que perseverara durante casi nueve décadas fue, para muchos, un milagro; el barbudo y tímido escritor de penetrantes ojos azules había sobrevivido el cáncer, la prisión, los campos de trabajos forzados, la controversia y la condena.
Saludado como el más grande escritor ruso en vida, el autor de más de dos docenas de libros -además de comentarios, poemas, piezas de teatro y guiones de cine- recuperó su ciudadanía y el respeto de sus compatriotas después del derrumbe de la Unión Soviética. Aunque sus libros fueron éxitos de venta en Occidente, sólo ‘Un día en la vida de Iván Denisovich’ fue publicado inicialmente en su país.
Entre sus otros libros importantes destacan el de memorias, ‘El roble y la ternera’ [The Oak and the Calf] y la novela ‘Agosto 1914’ [August 1914], el primer tomo de una monumental historia de Rusia en el siglo veinte.
Con su obra maestra ‘El archipiélago Gulag’ [The Gulag Archipelago], bautizó a la brutal red de campos de trabajos forzados en la Unión Soviética durante la frenética campaña de José Stalin para industrializar el país. En esa campaña, murieron decenas de millones de hombres, mujeres y niños.
Solyenitsin pasó la última década de su vida enfermo y recluido en su propiedad en las afueras de Moscú, dedicado a la obra de su vida: una antología de treinta tomos que predijo que no vería completada. Cuando terminó los primeros tres tomos en 2006, observó que la publicación continuaría hasta 2010, y "seguirá después de mi muerte".
El proyecto antológico coronaba una búsqueda de toda la vida marcada por la divergencia y la reconciliación en su país políticamente turbulento.
Pese a sus amargas experiencias y sombría visión del mundo, Solyenitsin era, según su biógrafo Michael Scammel, un "optimista... que creía firmemente en el poder de la voluntad" con "una insaciable sed de vida e increíble poder de concentración". Sin embargo, se sentía al mismo tiempo "positivamente incómodo sin una camisa de crin de algún tipo".
Veía a la Unión Soviética como cruel y agobiante "bajo la malévola e implacable naturaleza del comunismo". Incluso atacó al venerado dios de la Unión Soviética, a su fundador Vladimir I. Lenin.

Crítico Declarado
Solyenitisin podía ser, a veces, amable y atento, con un efusivo buen humor. Pero también era testarudo y hosco, y adquirió un consumado odio por el comunismo que incomodaba incluso a los que en Occidente admiraban su obra e integridad.
Denunció como una farsa la entente Este-Occidente de los años setenta y dijo que los Acuerdos de Helsinki de 1975 -el acta de la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa- era la capitulación de Occidente ante el sometimiento soviético de Europa del Este.
Durante sus veinte años de exilio en Estados Unidos, nunca dudó en criticar a su país adoptivo; consideraba a Estados Unidos y a Occidente en general como fláccidos, moralmente débiles, ansiosamente materialistas y víctimas de "la impotencia espiritual que produce una vida fácil".
Aunque en general adhería a sus objetivos, despreciaba al movimiento disidente soviético por considerarlo una traición al alma rusa y sus antiguas tradiciones. Se peleaba frecuentemente con sus colegas opositores al sistema soviético.
Solyenitsin llamó a un renacimiento moral y espiritual en su patria y en Occidente -un renacimiento basado en valores cristianos fundamentales, y el rechazo del materialismo, el hedonismo y el egoísmo que insistía estaban corrompiendo la civilización. Esas opiniones llevaron a un crítico a denunciarlo como "el ayatola ruso".
Su imagen como la conciencia de una Rusia gobernada por los comunistas se amortiguó después de su repatriación y sus diatribas sobre la denigración de su país que, a veces, estaban teñidas por la paranoia, el antisemitismo y la hipocresía.
Enormemente popular desde su llegada y participación en intentos de recrear el antiguo sistema prerrevolucionario de los zemstvo -un sistema de gobierno basado en las comunidades rurales-, Solyenitsin rechazó los llamados a presentarse como candidato a la presidencia en 1996 y finalmente se retiró a una vida de relativa oscuridad.

Infancia Difícil
Alexander Isayevich Solyenitsin nació el 11 de diciembre de 1918 en Kislovodsk, un elegante balneario en el sur de Rusia. Descendiente de campesinos ricos, nació seis meses después de que su padre, Isaaki, muriera en un accidente de caza.
Como hijo único, Solyenitsin fue criado por su dedicada y tímida madre, Taissia, y otros familiares en medio del caos y carnicería de la guerra civil que siguió a la toma del poder por los soviéticos en 1917. Su madre era hija de un terrateniente rico cuya familia había empobrecido durante el período pos-revolucionario.
Los primeros años de Solyenitsin estuvieron marcados por las privaciones y el temor a una muerte violenta a manos de las bandas itinerantes de comunistas y rusos blancos zaristas que luchaban por el control del país. Solyenitsin definió este período como "una especie de digna pobreza". Tras la derrota de los rusos blancos, la familia de Solyenitsin fue repetidas veces perseguida por las autoridades soviéticas debido a su condición anterior como miembros de la clase rica.
Sanya, sin embargo, como llamaban al niño, se convirtió en un entusiasta miembro de organizaciones comunistas juveniles. De joven fue un dedicado marxista-leninista, aunque nunca se incorporó al partido. Su entusiasmo finalmente languideció y se convirtió en un exacerbado odio.
Había escrito cuentos, poemas y piezas de teatro desde que tenía nueve años y asistía a la escuela secundaria en la ciudad industrial de Rostov, donde su madre trabajaba como mecanógrafa.
Solyenitsin egresó de la universidad de la ciudad con un diploma en matemáticas y física en 1941, el año en que la Alemania nazi invadió la Unión Soviética. Ese miso año, se casó con Natalia Reshtovskaya, una compañera de estudios.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, Solyenitsin se presentó voluntariamente para el servicio militar, pero fue rechazado debido a un achaque genético menor. Cuando la Unión Soviética se vio en necesidad de hombres para frenar los avances alemanes, fue llamado a filas.
En 1941 fue nombrado comandante de una batallón de artillería y peleó en las primeras líneas prácticamente hasta el fin de la guerra. Saboreaba la vida militar tanto por la aventura como por ser una fuente de materiales para sus escritos.
Tres meses antes del fin de la guerra en 1945, Solyenitsin fue detenido por comentarios que había hecho en cartas a un amigo que los censores entregaron a la policía secreta. Solyenitsin había criticado al "bigotudo" -Stalin- y propuso, medio en broma, la creación de un partido que empujaría a la Unión Soviética hacia el verdadero sendero del marxismo-leninismo del que se había desviado con Stalin.
Enviado a la infame cárcel de Lubyancka de Moscú, Solyenitsin fue condenado en ausencia por una comisión de tres miembros por conductas anti-soviéticas y sentenciado a ocho años de cárcel.
Cumplió parte de su sentencia en Kazajstán, entonces una república soviética, en un campo de trabajos forzados conocido por sus duras condiciones. Después de que se le diagnosticara un cáncer en 1952, fue operado en el hospital del campo y fue declarado curado, una experiencia que plasmó en ‘Pabellón de cancerosos’ [Cander Ward], publicada en Occidente en 1968.
Tras cumplir con su sentencia el 9 de febrero de 1953, fue condenado al exilio "a perpetuidad". Fue enviado al desolado pueblo de Kok Terek en el sur de Kazajstán, donde la mayoría de sus cuatro mil habitantes también eran exiliados. Llegó dos días antes de la muerte de Stalin.
En Kazajstán le diagnosticaron nuevamente cáncer y obtuvo permiso para ser tratado a mil seiscientos kilómetros de distancia, en Tashkent. En el hospital fue dado de alta en 1954.
Poco antes de que saliera de la cárcel, se divorció de Reshtovskaya. Se dice que se divorció de ella sacrificándose para proteger su carrera como química y concertista de piano aficionada que habría sido destruida si las autoridades descubrían que estaba casada con un preso político.
En 1956, Solyenitsin fue informado de que su sentencia había sido anulada. Había sido rehabilitado bajo ‘el deshielo’ que empezó con la muerte de Stalin, y pronto empezó a enseñar en Ryazan, al sudeste de Moscú.
Durante la primera parte de los años sesenta, la Unión Soviética vivió un breve período de liberalización durante el régimen del sucesor de Stalin, Nikita S. Kruschev. Solyenitsin -lenta y vacilantemente- empezó a revelar su vida secreta como escritor.
En 1961, presentó a la revista literaria Novy Mir, con un seudónimo, ‘Un día en la vida de Iván Denisovich’ [A Day in the Life of Ivan Denisovich], basado en sus experiencias en los campos de trabajos forzados.
La breve historia describía un día en un campo de trabajados forzados visto con los ojos un recluso simple y bueno, Iván Denisovich Shukhov. Llena de subentendidos que aumentaron su impacto, ‘Un día en la vida de Iván Denisovich’ fue descrita como el "retrato universal del sufrimiento y la opresión", durante la era de Stalin.
Solyenitsin fue elogiado unánimemente por arrojar luz sobre uno de los capítulos más tenebrosos de la historia rusa y fue comparado con Tolstoi y Dostoievski por su contribución al rico legado literario del país.
Pero entre bastidores se libraba una intensa lucha entre los liberales del régimen y los conservadores que temían que Solyenitsin hubiera abierto una caja de Pandora desde la que escaparían los males del sistema soviético y lo harían desaparecer.
Kruschev perdería esa guerra. En 1964 fue sucedido por Leonid I. Brezhnev, que frenó el movimiento de liberalización.
Solyenitsin se volvió a casar con Reshtovskaya a fines de los años cincuenta, sólo para volver a divorciarse de ella en 1973. Para entonces se había enamorado de Natalia Svetlova, con la que había tenido tres hijos: Yermolai, nacido en 1970; Ignat, nacido en 1972; y Stephan, nacido en 1973, el año en que Solyenitsin se casó con Svetlova.
Entretanto, Solyenitstin sufría el creciente acoso del régimen que obstaculizaba sus intentos de publicar sus otros escritos. Frustrado, los hizo llegar clandestinamente a Estados Unidos y otros países occidentales -‘El archipiélago Gulag’ fue sacado en microfilm y publicado en París en diciembre de 1973.
Protegido en parte por su inmensa popularidad, Solyenitsin combatió con el régimen, retándolo a que lo volviera a encarcelar -un guante que las autoridades no recogieron.
En 1970 obtuvo el Premio Novel de literatura por "el valor moral con el que ha defendido tradiciones fundamentales de la literatura rusa". Temiendo que no se le dejaría volver a su país si viajaba a Estocolmo a recibir el premio, Solyenitsin no lo aceptó sino en 1974, después de su expulsión de la Unión Soviética.

Acusado de Traición
Solyenitsin fue arrestado el 12 de febrero de 1974, por el Artículo 64 -traición- y deportado "por la comisión sistemática de actos incompatibles con la ciudadanía soviética y perjudiciales para la Unión de Repúblicas Soviéticas".
Subido a un avión de pasajeros de Aeroflot con siete agentes de la KGB, Solyenitsin llegó a Frankfurt, Alemania occidental, y fue llevado a las cercanías de Bonn a la casa de un ex soldado de infantería alemán que había peleado en el Frente Oriental: el novelista Heinrich Boell, un colega que también había recibido el Premio Nobel.
Un mes después, según habían prometido las autoridades soviéticas, la esposa, suegra y tres hijos se unieron a él en ese lugar.
En 1987 se asentó en Vermont -cuyo paisaje adoraba por su parecido con el ruso- y compró un terreno de veinte hectáreas cerca de Cavendish.
Para proteger su privacidad, Solyenitsin cercó la propiedad con una valla con alambre de púa e instaló un sistema de televisión de circuito cerrado. Estaba determinado a no permitir interferencias externas con su trabajo. Una vez dijo que durante su retiro de veinte años, sólo hizo cinco llamadas telefónicas.
"Creo -estoy seguro- de que volveré a Rusia y todavía tengo la posibilidad de vivir allá", dijo en 1980. Sin embargo, el colapso del comunismo y su retorno a Rusia no le consoló.
Después de una eufórica bienvenida en 1994 en la ciudad del gulag siberiano de Magadan, Solyenitsin se embarcó durante dos meses en un recorrido de los casi diez mil kilómetros de su país para evaluar la profundidad del daño causado por el comunismo a su país.
"Llegué con una imagen muy triste y tenebrosa del país", dijo en una reunión municipal en Yaroslavl cuando se acercaba al fin de su viaje en Moscú, a 240 kilómetros de distancia. "La he confirmado".
Aunque desesperado por el abuso del alcohol y aparente ausencia de sentimientos patrióticos de sus compatriotas rusos, Solyenitsin compró una hacienda en las afueras de la capital rusa, el antiguo retiro de un matón estalinista -Lazar Kaganovich- en el pueblo de Troitse-Lykovo, y reanudó el modo de vida recluido que había adoptado en sus años en Vermont.
Le sobreviven su esposa y tres hijos.

carol.williams@latimes.com

13 de agosto de 2008
4 de agosto de 2008
©los angeles times
cc traducción mQh
rss

0 comentarios