Blogia
mQh

una anarquista fugitiva


[Michiko Kakutani] Con un inconfesable pasado revolucionario, y determinada a escapar de él.
La posibilidad de hacer tabla rasa con uno mismo ha sido siempre uno de los mitos fundacionales de Estados Unidos. Se trate de los primeros colonos que abandonaban Europa para empezar nuevas vidas en el Nuevo Mundo o el Gatsby de F. Scott Fitzgerald tratando de encarnarse en su propia concepción platónica de sí mismo, los estadounidenses han acogido siempre la posibilidad de rehacer sus vidas: trasladándose con la frontera hacia el Oeste para empezar de nuevo o hacia el Este, a la gran ciudad, para borrar los orígenes provinciales; despojándose de legados familiares y cambiando sus nombres, sus aspectos, sus historias.
En su impresionante nueva novela, Dana Spiotta mete el diente a este eterno tema con ingenio, inventividad y élan. Su heroína es una extremista de la era del Vietnam que ha entrado en la clandestinidad después de un intento de colocar una bomba que salió torcido -piénsese en una ficticia Kathy Boudin, o Cathy Wilkerson. Es alguien que ha tratado, literalmente, de desechar el pasado y forjarse una nueva identidad: la ex Mary Whittaker se convierte en Caroline Sherman, que eventualmente deviene Louise Barrot -una personalidad inventada con el nombre de una bebita muerta, una mujer que quiere creer que su aspecto "crónicamente desdeñable" y silenciosas maneras la hacen invisible.
Después de años de fuga, trata de desaparecer en las anónimas extensiones de los suburbios, donde cría a su hijo adolescente, pero se encuentra abrumada por una terminal sensación de soledad -una desesperación que proviene de haber vivido una sucesión de mentiras, "de no ser conocida verdaderamente por nadie". Empieza la contemplar la posibilidad de entregarse.
Yendo y viniendo entre la historia de Mary y las historias de su hijo, Jason; su antiguo amor y colega fugitivo, Bobby; y el mejor amigo de Bobbt, Henry, Spiotta ha construido un reluciente collage de libro -un libro que posee el feroz staccato de un ensayo de Joan Didion y la resonancia histórica y el lenguaje ofuscado de una novela de DonLillo. Aunque algunas de las historias de su gente son menos interesantes que otras -las alucinaciones de Henry sobre el Agente Naranja y el napalm, en particular, son forzadas y artificiales-, juntas entregan un retrato sinfónico de tres décadas de vida americana, un era marcada por el radicalismo del Weather Underground y las protestas anarquistas del milenio, por los manifiestos izquierdistas de los años sesenta y la malintencionada comercialización de la contracultura.
Como lo demostró en su impresionante novela debut de 2001 (‘Lightning Field’), Spiotta tiene un fino oído y una mirada todavía más fina de los absurdos y disyunciones de la vida americana, y su novela exhibe esas dotes a paladas. Demuestra tener aptitudes para canalizar las perezosas meditaciones de Jason sobre los Beach Boys, las grabaciones pirateadas, y los consuelos de la nostalgia cuando describe las meditaciones hastiadas, ligeramente irónicas sobre la ética de la protesta política.
Captura la confusa mezcla de idealismo y auto-dramatización que animó al movimiento anti-bélico de los años setenta y la miríada de modos en que la política, la música, la tecnología y el lenguaje de esa época dirigieron la cultura más cínica de los años noventa. Examina cómo las ideas gemelas de libertad y rebelión se han abierto paso en la historia reciente de Estados Unidos, y en cómo han conducido a la liberación, sí, pero también al desarraigo y la desconexión.
Las dos tramas más convincentes en ‘Eat the Document’ (el título viene de un documental sobre Bob Dylan, que relata su transformación de cantante de folclore acústico en músico roquero) giran sobre los intentos de Mary de empezar una nueva vida como Caroline, o Louise, y el intento de Jason de descubrir la verdad sobre la misteriosa vida de su madre.
La primera es una historia sobre enterrar el pasado: Mary se traslada de Oregon al norte de Nueva York y a California, haciendo nuevos amigos y luego terminando con ellos cuando se ponen suspicaces, inventando historias sobre la muerte de sus padres y tratando en vano de apagar su amor por Bobby.
"Estaba segura de que podías cambiar el pasado, cambiar los hechos, solamente con tu voluntad", escribe Spiotta. "Sólo la memoria lo hace real. Así que hay que eliminar el recuerdo. Y si era también verdad que había ocasiones en que no podía controlar la dirección de su mente -un sueño, un sudor frío en un momento inesperado, un olor que podría delatarla repentinamente-, el tiempo lo mejoraría. El tiempo reduce todo -las cosas buenas que quieres recordar desesperadamente, y las cosas terribles que necesitas olvidar".
La segunda es una historia sobre el descubrimiento del pasado que empieza cuando Jason se pregunta sobre la curiosa indiferencia de su madre, su reluctancia a hablar sobre la familia y su infancia, su modo de ser "tan espeluznantemente reservado y críptico de modos raros y alegres". Su revelación de que ella una vez conoció a uno de los Beach Boys y su aparición en una oscura película underground espolonearán sus sospechas y le conducirán más cerca al secreto que ha mantenido durante 25 años.
Con estas dos entrelazadas historias, Spiotta levanta una historia elíptica llena de motivos musicales e imágenes chamuscadas y estroboscópicas de la vida contemporánea-, una narrativa que nos sumerge de cabeza en el caos y las incongruencias de la cultura americana mientras nos aguijonea hacia la contemplación melancólica de la inclinación del país a desechar el pasado.

Libro reseñado:
Eat the Document.
Dana Spiotta
291 pp.
Scribner
$24

3 de febrero de 2006

©new york times
©traducción mQh

rss

0 comentarios