desconcierto de al fatah
[Ken Ellingwood] El núcleo histórico del movimiento palestino ha sido empujado hacia un período de búsqueda de su identidad. Muchos miembros juran que volverán.
Ramala, Cisjordania, Palestina. Walid Bayed fue criado en la causa palestina desde que nació.
De niño en un campamento de refugiados vio cómo las autoridades israelíes detenían a su madre por llevar mensajes para la resistencia palestina. Bayed y sus cuatro hermanos pasaron tiempo en cárceles israelíes por sus actividades en el entonces prohibido movimiento Fatah, fundado por el difunto Yasser Arafat para dirigir la lucha por la independencia palestina.
Bayed se unió al movimiento Fatah a los 15 años, fue elegido para formar parte de su comité juvenil y, ya adulto, se convirtió en dirigente de la regional de Ramala del partido.
"Mi personalidad se desarrolló dentro de Fatah", dijo Bayed, 30, ahora un inversor.
Pero la humillante derrota ante Hamas en las elecciones parlamentarias ha empujado a Bayed y a miles de otros activistas de Fatah a un doloroso período de búsqueda de la identidad. Muchos activistas están aturdidos y enfadados, y han empezado a buscar explicaciones por la caída de un partido que dominaba la vida política palestina tan completamente que era casi indistinguible del gobierno de la Autoridad Palestina.
Al mismo tiempo, juran que volverán. Fatah debe ser reformado, dicen, y algunos de sus dirigentes deben pagar el precio por convertir al partido en un símbolo de corrupción y fracaso a ojos de muchos votantes palestinos.
"La gente se está preguntando: ‘¿Adónde nos llevaron nuestros dirigentes? Cierta gente tiene que rendir cuentas. Nosotros los consideramos responsables", dijo Samir Awad, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Birzeit, que se describe a sí mismo como un ex activista de Fatah.
Además, Fatha se ha visto acosado por divisiones internas que han minado la energía del partido y lo han dejado desorganizado ya antes de las elecciones, un estado de cosas que contribuyó a su derrota.
La ocasión para tratar estos problemas puede llegar pronto. Fatah tiene planes tentativos para un largamente aplazado congreso del partido, el primero en más de 16 años. La oportunidad está en discusión, pero si se convoca, los miembros de Fatah deberán elegir militantes para dos comités de dirección claves, el Consejo Revolucionario, de 135 miembros, y el Comité Central, cuyos 18 miembros eligen a su vez al presidente del partido. El congreso debió convocarse el año pasado, pero fue pospuesto.
El puesto de presidente lo tiene en estos momentos Farouk Kaddoumi, que vive en Túnez. Prefirió quedarse en la capital tunecina cuando Arafat y otros exiliados volvieron a Cisjordania y la Franja de Gaza en 1994 después de un acuerdo de paz provisorio con Israel. Sin embargo, la cara más visible de Fatah es Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina y jefe de la Organización por la Liberación de Palestina OLP. Fatah es la fracción central de la OLP.
Muchos activistas más jóvenes de nivel medio de Fatah han insistido durante largo tiempo en la realización de un congreso del partido para romper el monopolio sobre las posiciones de liderazgo ocupadas por veteranos de la OLP que, como Abbas, eran cercanos de Arafat.
El resentimiento entre los miembros más jóvenes ha creado tensiones internas incluso antes de la muerte de Arafat en noviembre de 2004. Pero las grietas se han profundizado desde entonces.
Algunos miembros de la generación que va en los cuarenta retaron a la dirección en noviembre presentando una lista rival de candidatos al parlamento. Se evitó una escisión cuando Abbas accedió a fusionar las dos listas y otorgar más prominencia a los miembros más jóvenes de la lista oficial.
Pero eso no ayudó a superar los problemas. Algunos dirigentes antiguos como el primer ministro de la Autoridad Palestina, Ahmed Korei, decidió no participar en las elecciones y vio cómo Hamas se hacía con sus escaños. La joven generación de Fatah no logró tampoco hacerse elegir en las elecciones. Decenas de militantes se separaron del partido y postularon como independientes, lo que diluyó la votación de Fatah.
La limpieza de la casa empezó la semana pasada cuando los mayores del partido expulsaron a 76 miembros, incluyendo a ocho miembros del Consejo Revolucionario que se habían presentado a las elecciones como candidatos independientes.
Fatah debe también buscar un modo de recuperar la confianza de un electorado que parecía ansioso de castigarlo por una gama de males, desde la corrupción hasta la mala administración, el desempleo crónico y la esperanza incumplida de poner fin a la ocupación israelí.
Según analistas fue solo natural que los votantes expresaran su frustración volviendo la espalda a Fatah. Los miembros del partido han cosechado durante años los beneficios de un extenso sistema de patrocinio que daba a Fatah un trato preferente en la distribución de cargos de la administración, ayudaba con créditos a nuevos empresarios, otorgaba becas universitarias y otros beneficios.
Fatah fue fundado por Arafat en 1959 como un instrumento de la revolución. Pero también levantó una red de base de ayudas públicas que distribuía alimentos y dinero a los pobres y a los familiares de palestinos encarcelados. En ese sentido, ganó la simpatía pública del mismo modo que se hizo popular Hamas, especialmente en las calles de la miserable Franja de Gaza, fundando escuelas y clínicas médicas.
Pero en las elecciones recientes los votantes expresaron su desencanto con Fatah, incluso aunque su política de reconocimiento de Israel y su respaldo a la solución de dos estados corresponde con las aspiraciones de la mayoría de los palestinos.
A pesar de la victoria de Hamas, es probable que los cargos en la administración sigan firmemente en manos de los partidarios de Fatah, dijeron varios militantes del partido. La mayoría de los aproximadamente 135 mil empleados públicos son, según se cree, partidarios de Fatah y el partido es especialmente fuerte entre los casi 60 mil miembros de las fuerzas de seguridad. Las reglas del servicio público probablemente protegerán a la mayoría de los empelados de gobierno, dijeron funcionarios.
Algunos miembros mantienen la esperanza de volver pronto a posiciones de liderazgo. Según ese escenario, Hamas sería incapaz de formar un gobierno y los palestinos serían nuevamente llamados a las urnas.
A pesar de la consternación de Israel por la pérdida de las elecciones de Fatah, el primer ministro Ehu Olmert dijo el lunes que Israel hará lo que sea necesario para apuntalar a Abbas. "Mientras no coopere con Hamas y el gobierno palestino no sea un gobierno de Hamas, nosotros continuaremos cooperando con la Autoridad Palestina, prudente y responsablemente", dijo.
Funcionarios palestinos dijeron el lunes que tratarán de obtener los 300 millones de dólares en ayuda internacional que les fueron asignados.
Entretanto, muchos incondicionales de Fatah están atareados tratando de desprenderse de la sensación de desconcierto.
Faraj Zayoud, que trabaja en la comisión de relaciones exteriores del partido, dijo que había desconectado su teléfono después de enterarse de la derrota de Fatah. El partido fue tan central en la vida palestina durante tanto tiempo, que el rechazo de la opinión pública era inconcebible.
"Para mí es toda mi vida", dijo Zayoud, 40, que se unió a Fatah hace 22 años cuando era estudiante universitario de primer año en Jordania. "Pasaba todos los días y sus noches trabajando para Fatah. Significa todo para mí. Significa el pasado, el presente y el futuro".
Sin embargo, Zayoud dijo que una purga interna podría hacer espacio para funcionarios de nivel medio como él que se han sentido obstaculizados por un jerarquía anquilosada. "No me gusta decir que fue una derrota", dijo Zayoud. "Prefiero decir que es una sensación de pérdida. Es una batalla, pero no el fin de todo".
De niño en un campamento de refugiados vio cómo las autoridades israelíes detenían a su madre por llevar mensajes para la resistencia palestina. Bayed y sus cuatro hermanos pasaron tiempo en cárceles israelíes por sus actividades en el entonces prohibido movimiento Fatah, fundado por el difunto Yasser Arafat para dirigir la lucha por la independencia palestina.
Bayed se unió al movimiento Fatah a los 15 años, fue elegido para formar parte de su comité juvenil y, ya adulto, se convirtió en dirigente de la regional de Ramala del partido.
"Mi personalidad se desarrolló dentro de Fatah", dijo Bayed, 30, ahora un inversor.
Pero la humillante derrota ante Hamas en las elecciones parlamentarias ha empujado a Bayed y a miles de otros activistas de Fatah a un doloroso período de búsqueda de la identidad. Muchos activistas están aturdidos y enfadados, y han empezado a buscar explicaciones por la caída de un partido que dominaba la vida política palestina tan completamente que era casi indistinguible del gobierno de la Autoridad Palestina.
Al mismo tiempo, juran que volverán. Fatah debe ser reformado, dicen, y algunos de sus dirigentes deben pagar el precio por convertir al partido en un símbolo de corrupción y fracaso a ojos de muchos votantes palestinos.
"La gente se está preguntando: ‘¿Adónde nos llevaron nuestros dirigentes? Cierta gente tiene que rendir cuentas. Nosotros los consideramos responsables", dijo Samir Awad, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Birzeit, que se describe a sí mismo como un ex activista de Fatah.
Además, Fatha se ha visto acosado por divisiones internas que han minado la energía del partido y lo han dejado desorganizado ya antes de las elecciones, un estado de cosas que contribuyó a su derrota.
La ocasión para tratar estos problemas puede llegar pronto. Fatah tiene planes tentativos para un largamente aplazado congreso del partido, el primero en más de 16 años. La oportunidad está en discusión, pero si se convoca, los miembros de Fatah deberán elegir militantes para dos comités de dirección claves, el Consejo Revolucionario, de 135 miembros, y el Comité Central, cuyos 18 miembros eligen a su vez al presidente del partido. El congreso debió convocarse el año pasado, pero fue pospuesto.
El puesto de presidente lo tiene en estos momentos Farouk Kaddoumi, que vive en Túnez. Prefirió quedarse en la capital tunecina cuando Arafat y otros exiliados volvieron a Cisjordania y la Franja de Gaza en 1994 después de un acuerdo de paz provisorio con Israel. Sin embargo, la cara más visible de Fatah es Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina y jefe de la Organización por la Liberación de Palestina OLP. Fatah es la fracción central de la OLP.
Muchos activistas más jóvenes de nivel medio de Fatah han insistido durante largo tiempo en la realización de un congreso del partido para romper el monopolio sobre las posiciones de liderazgo ocupadas por veteranos de la OLP que, como Abbas, eran cercanos de Arafat.
El resentimiento entre los miembros más jóvenes ha creado tensiones internas incluso antes de la muerte de Arafat en noviembre de 2004. Pero las grietas se han profundizado desde entonces.
Algunos miembros de la generación que va en los cuarenta retaron a la dirección en noviembre presentando una lista rival de candidatos al parlamento. Se evitó una escisión cuando Abbas accedió a fusionar las dos listas y otorgar más prominencia a los miembros más jóvenes de la lista oficial.
Pero eso no ayudó a superar los problemas. Algunos dirigentes antiguos como el primer ministro de la Autoridad Palestina, Ahmed Korei, decidió no participar en las elecciones y vio cómo Hamas se hacía con sus escaños. La joven generación de Fatah no logró tampoco hacerse elegir en las elecciones. Decenas de militantes se separaron del partido y postularon como independientes, lo que diluyó la votación de Fatah.
La limpieza de la casa empezó la semana pasada cuando los mayores del partido expulsaron a 76 miembros, incluyendo a ocho miembros del Consejo Revolucionario que se habían presentado a las elecciones como candidatos independientes.
Fatah debe también buscar un modo de recuperar la confianza de un electorado que parecía ansioso de castigarlo por una gama de males, desde la corrupción hasta la mala administración, el desempleo crónico y la esperanza incumplida de poner fin a la ocupación israelí.
Según analistas fue solo natural que los votantes expresaran su frustración volviendo la espalda a Fatah. Los miembros del partido han cosechado durante años los beneficios de un extenso sistema de patrocinio que daba a Fatah un trato preferente en la distribución de cargos de la administración, ayudaba con créditos a nuevos empresarios, otorgaba becas universitarias y otros beneficios.
Fatah fue fundado por Arafat en 1959 como un instrumento de la revolución. Pero también levantó una red de base de ayudas públicas que distribuía alimentos y dinero a los pobres y a los familiares de palestinos encarcelados. En ese sentido, ganó la simpatía pública del mismo modo que se hizo popular Hamas, especialmente en las calles de la miserable Franja de Gaza, fundando escuelas y clínicas médicas.
Pero en las elecciones recientes los votantes expresaron su desencanto con Fatah, incluso aunque su política de reconocimiento de Israel y su respaldo a la solución de dos estados corresponde con las aspiraciones de la mayoría de los palestinos.
A pesar de la victoria de Hamas, es probable que los cargos en la administración sigan firmemente en manos de los partidarios de Fatah, dijeron varios militantes del partido. La mayoría de los aproximadamente 135 mil empleados públicos son, según se cree, partidarios de Fatah y el partido es especialmente fuerte entre los casi 60 mil miembros de las fuerzas de seguridad. Las reglas del servicio público probablemente protegerán a la mayoría de los empelados de gobierno, dijeron funcionarios.
Algunos miembros mantienen la esperanza de volver pronto a posiciones de liderazgo. Según ese escenario, Hamas sería incapaz de formar un gobierno y los palestinos serían nuevamente llamados a las urnas.
A pesar de la consternación de Israel por la pérdida de las elecciones de Fatah, el primer ministro Ehu Olmert dijo el lunes que Israel hará lo que sea necesario para apuntalar a Abbas. "Mientras no coopere con Hamas y el gobierno palestino no sea un gobierno de Hamas, nosotros continuaremos cooperando con la Autoridad Palestina, prudente y responsablemente", dijo.
Funcionarios palestinos dijeron el lunes que tratarán de obtener los 300 millones de dólares en ayuda internacional que les fueron asignados.
Entretanto, muchos incondicionales de Fatah están atareados tratando de desprenderse de la sensación de desconcierto.
Faraj Zayoud, que trabaja en la comisión de relaciones exteriores del partido, dijo que había desconectado su teléfono después de enterarse de la derrota de Fatah. El partido fue tan central en la vida palestina durante tanto tiempo, que el rechazo de la opinión pública era inconcebible.
"Para mí es toda mi vida", dijo Zayoud, 40, que se unió a Fatah hace 22 años cuando era estudiante universitario de primer año en Jordania. "Pasaba todos los días y sus noches trabajando para Fatah. Significa todo para mí. Significa el pasado, el presente y el futuro".
Sin embargo, Zayoud dijo que una purga interna podría hacer espacio para funcionarios de nivel medio como él que se han sentido obstaculizados por un jerarquía anquilosada. "No me gusta decir que fue una derrota", dijo Zayoud. "Prefiero decir que es una sensación de pérdida. Es una batalla, pero no el fin de todo".
7 de febrero de 2006
©los angeles times
©traducción mQh
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