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mr. natural va al museo


Una colección de más de cien dibujos originales del dibujante de cómics underground R. Crumb se expondrá hasta el 7 de diciembre en el Institute of Contemporary Art de Filadelfia.
[Ken Johnson] Filadelfia, Estados Unidos. Ha sido un largo y extraño viaje. En el curso de su carrera de cinco décadas, el dibujante de cómics R. Crumb ha pasado de ser un héroe del underground hippie a brindis del mundo del arte internacional. Fundador de la delirantemente obscena y psicodélica revista Zap Comix durante los años dorados de Haight-Ashbury [la esquina de las calles Haight y Ashbury, en San Francisco, que fue el centro de la zona hippie de la ciudad en los años sesenta], ha producido más recientemente historietas en colaboración con su mujer, Aline Kominsky Crumb, para el New Yorker. En 2004 fue incluido en el Carnegie International y se le organizó una retrospectiva de su carrera en el Museo Ludwig, en Colonia, Alemania.
Ahora el Instituto de Arte Contemporáneo de aquí ofrece ‘R. Crumb’s Underground’, una excelente oportunidad para repasar el increíble viaje de Crumb. Esta apasionante selección de más de cien piezas de arte de todas las fases de su carrera fue organizada por Todd Hignite, el editor de la revista Comic Art, para el Yerba Buena Center for the Arts, en San Francisco, donde fue exhibida en 2007.
Crumb no es el único artista que ha cruzado la línea que separa al gueto del cómic del museo de bellas artes. Gary Panter, Chris Ware y Daniel Clowes son apenas tres de los dibujantes contemporáneos mejor conocidos que han contribuido a que el arte del cómic sea tomado en serio por un público adulto más sofisticado. Pero Crumb -un dibujante de enorme capacidad, inventiva y versatilidad, de una intrépida irreverencia, un escritor dolorosamente divertido que se burla de las cosas modernas, progresivamente sabio, y osado explorador de su propia y torcida mente- sigue siendo la norma de oro del género.

Nacido en Filadelfia en 1943, Robert Crumb no asistió nunca a ninguna escuela de arte. Aprendió a dibujar bajo la tutela de su hermano mayor, Charles, que era también un ambicioso dibujante. A principio de los años sesenta diseñaba tarjetas de visita para la American Greetings Corporation, en Cleveland. En 1967 se mudó a San Francisco, donde creó algunos de los personajes más memorables de la historia de las caricaturas, incluyendo al irascible gurú Mr. Natural y su desdichado escudero Flakey Foont; el zalamero y abiertamente lascivo Fritz the Cat; la colérica amazona  Devil Girl; y R. Crumb mismo, un personaje comparable al alter ego autobiográfico de Woody Allen, y Philip Roth. Desde principios de los noventa, Crumb y su mujer viven en el sur de Francia.
La exposición está llena de sexo desenfrenado. Crumb no oculta su predilección por las mujeres grandes y musculosas, y su vida erótica imaginaria y no censurada, no sólo es divertida sino además liberadora. Véase por ejemplo ‘How to Have Fun With a Strong Girl’ (2002), una serie de doce dibujos en los que el escuálido Crumb se trepa como mono a mujeres jóvenes de poderosas contexturas. Todos deberíamos admitir, y perdonarnos, nuestras fantasías libidinosas.
Pero el sexo no es la única preocupación de Crumb. También es un gran amante de la música popular de principios del siglo veinte y un fanático coleccionista de discos de 78 revoluciones. Una parte de la exposición dedicada a sus intereses musicales incluye extensas historias sobre las vidas tristemente breves de los músicos Charlie Patton y Tommy Grady (blue). Hay una humana y profundamente conmovedora ternura en esas piezas.
La influencia del LSD, que Crumb llamó su "camino a Damasco", es evidente en piezas del surrealismo de los años sesenta y setenta. El clásico ‘Meatball’ (1967), en la que gente de toda condición son golpeados por albóndigas azules que alteran la conciencia, es misteriosamente estrafalario.
Pero lo que también es atractivo en la obra de Crumb es cómo a menudo se funda en la realidad más mundana. ‘Lap o’ Luxury’ (1977), que con diez páginas es una de sus producciones más extensas, cuenta en detalle los sucesos de una tarde en la vida de un niño con su mamá y su pesado hermano menor. En un momento se excita sexualmente con las botas de vaquero que luce una mujer que llega de visita, aunque lo demás es diversión sana y decente.
Los espectadores deberían tomarse dos o tres horas para esta exposición. Hay que leer un buen montón, que nos recuerda otra de las virtudes de Crumb: es un talentoso escritor que presta gran atención al habla de todos los días. Se puede decir que el arte de Crumb se consume mejor en formato de libro. Pero realmente no hay nada que substituya los dibujos originales, la mayoría de los cuales están hechos con las finas plumas negras de Rapidograph. Las impresiones conservan la vivacidad de sus anticuados dibujos, pero ninguna reproducción puede captar la sutileza del tacto y agudeza del acto de dibujar.
Cualquiera sean los atractivos formales y estéticos de su arte, la inclinación de Crumb por empujar los límites del buen gusto y de la corrección política hacia territorios psicológica y peligrosamente picantes y complicados es su principal atractivo. Su creación más asombrosamente provocadora es Angelfood McSpade, una joven y pechugona africana, negra como la tinta, con una faldita de hojas de palma que le fue inspirada por las caricaturas racistas de los años veinte y treinta. Dulce y tonta, la desdichada Angelfood es sometida a todo tipo de abusos sexuales en varios episodios dibujados por Crumb. En una hilarante tira en la exposición, Angelfood es raptada y abusada por extraterrestres en un platillo volante.
El escandaloso juego de Crumb con el personaje Angelfood se deriva de la teoría de que toda la gente es, al menos subconscientemente, racista, y que exponer las fantasías racistas es el mejor modo de exponer lo estúpidas y crueles, y sin embargo insidiosamente atractivas que pueden ser esas fantasías, especialmente cuando se mezclan con fantasías sexuales. Kara Walker y Robert Colescott han jugado con estereotipos racistas con fines similares.
Pero Angelfood representa algo más, también para Crumb. Al final de un cuento de 1968, de cuatro delirantes páginas, la vemos danzando en la selva. "Pasa el tiempo bailando en la jungla", dice la leyenda. "¡Es apenas una creatura simple y primitiva! Pero si te quieres meter con ella, ¡cógela! Si acaso te atreves..." En el último cuadro un hombre de traje y corbata corre por un sendero en la dirección opuesta de un letrero que apunta a ‘Schmarvard Law School’. El texto en su maleta dice: ‘Darkest Africa or Bust!’
En otras palabras, Angelfood es el símbolo del anhelo del hombre moderno para conectarse con sus propios y traspapelados instintos. En cierto sentido, esa ha sido la misión de toda la vida de Crumb: permanecer imaginativamente atento a sus deseos más profundos y urgentes, por más que sean vergonzosos, desagradables u ofensivos para la sociedad. Angelfood es el alma de R. Crumb.

La exposición ‘R. Crumb’s Underground’ se mantendrá hasta el 7 de diciembre en el Institute of Contemporary Art, 118 South 36th Street, Philadelphia; (215) 898-7108, icaphila.org.

9 de septiembre de 2008
4 de septiembre de 2008
©new york times
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