bajaron al burro del caballo
19 de diciembre de 2008
La operación de retirada de la última estatua del dictador a caballo fue presenciada por alrededor de mil personas. Aunque abundaban los jubilados, también acudieron al lugar centenares de jóvenes, en su mayoría estudiantes. Una mezcla generacional que dio pie a discusiones entre unos y otros sobre la democracia y la dictadura. Hubo opiniones para todos los gustos, pero la cosa no fue a mayores y no se registró altercado alguno.
Aunque los trabajadores del Ayuntamiento, que comenzaron su labor a las 9.30 horas, se esforzaron en terminar rápido su trabajo para que la grúa levantase la estatua antes de que se produjera el arremolinamiento de gente, las horas iban pasando y la concurrencia iba en aumento, igual que la impaciencia de los operarios. Pasado el mediodía, un espontáneo se coló en la zona vallada y subió por la escalera de los operarios para ondear una bandera de la Falange. El ’ultra’ fue abucheado por la mayoría de los presentes mientras era desalojado por la policía.
Hubo que esperar casi hasta las 14.00 horas para completar el descabalgamiento. Los funcionarios necesitaron más de cuatro horas de incesante martilleo neumático para hacer su trabajo. Una grúa pluma levantó la escultura de su pedestal entre aplausos, gritos de «fuera, fuera» y el ya clásico «ese burro que se baje del caballo». Cientos de flashes de teléfonos móviles y cámaras de la multitud que se congregó en el lugar, pese a la lluvia, pusieron el colofón al histórico momento.
El alcalde de la ciudad, Íñigo de la Serna, resaltó que Santander ha dado «un ejemplo de hacer las cosas con absoluta normalidad» y agradeció a los vecinos «la actitud» mostrada. Recordó que él es de una generación que no vivió la Guerra Civil ni la etapa franquista.
©la rioja
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