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planes de ataque


Richard Clarke sobre la agenda de los terroristas musulmanes, y la agenda antiterrorista de Estados Unidos.
[Richard A. Clarke] Diez jóvenes atracan un pequeño bote en el muelle de una ciudad de dieciocho millones de personas. Minutos después de haber desembarcado, están arrojando granadas y barriendo a multitudes con sus armas de fuego automáticas. Días después, han muerto casi doscientos personas, muchas más han quedado heridas, la capital financiera de un país de mil millones de personas se ha paralizado y el mundo mira pasmado.
Para la mayor parte del mundo, la masacre de Bombay parece inexplicable y aleatoria, como las periódicas devastaciones causadas por tifones o tornados, o simplemente asesinatos sin sentido, matar por matar. Pero el ataque no fue ni aleatorio ni inútil. La carnicería en Bombay tenía un objetivo -es un intento de empujar una estrategia general de parte de una red extremista musulmana.
Esa red de organizaciones se está acercando a 2009 con un programa específico. Lo mismo está haciendo el gobierno entrante del principal enemigo de la red: Estados Unidos. Para entender cómo piensan los dos lados, imaginad dos reuniones hipotéticas en la que cada parte trama su propio programa de terrorismo para 2009.
Rawalpindi es una ciudad militar, hogar de altos oficiales y militares en retiro de Pakistán. Eso lo haría parecer como una improbable lugar de encuentro con uno de los terroristas más buscados del mundo, gente a la que los funcionarios estadounidenses llaman ‘objetivos de alto valor’. Pero Rawalpindi está en el mismo lugar donde se ocultaba el cabecilla de los atentados del 11 de septiembre de 2001, Khalid Sheikh Mohammad, precisamente porque nadie pensaría en buscarlo allá. Quizás los dirigentes de al_Qaeda, el movimiento talibán que está nuevamente operando en Afganistán y algunas organizaciones terroristas paquistaníes obsesionadas con la Cachemira también se reúnan aquí -digamos, en una casa de seguridad de un aliado, un líder paquistaní retirado de la poderosa y tenebrosa agencia militar de inteligencia, la Dirección de Inteligencia Inter-Servicios [ Inter-Services Intelligence Directorate, ISI].
Media docena de hombres barbudos y envueltos en túnicas están sentados sobre esteras, formando un círculo. Como el jefe titular del movimiento, Osama bin Laden abre la reunión. Después de alabar a Dios, agradece al ex general de la ISI por recibir al grupo. "Recuerdo muy bien que usted y yo nos reuníamos a menudo en Afganistán durante la guerra contra los ateos soviéticos", dice bin Laden. "Recuerdo que usted nos ayudó a instalar allá nuestros campamentos de adiestramiento en los años noventa, y que nos brindó refugio aquí en Pakistán cuando dejamos Afganistán después de que nuestra ‘operación de los aviones’ de 2001 derrumbara las torres". Hace una pausa para sorber su té. "A fines de 2001 las cosas se veían muy mal con nosotros. Pero ahora, gracias a Dios y a la ayuda de nuestros amigos en Pakistán, estamos exactamente donde queríamos estar: derramando la sangre de estadounidenses en las montañas de Afganistán, en camino a restablecer allá el gobierno de los fieles, el nuevo califato. Ese será el primero de muchos califatos, de muchos gobiernos verdaderamente devotos, que gobernarán a todos los países del islam. Y algún día, mucho después de que hayamos partido, se unirán, con la gracia de Dios, en un solo califato para gobernar todo el mundo".
Pero el líder de los talibanes está moviendo la cabeza en desacuerdo. "¿El comandante de los fieles no está de acuerdo en que este sea el plan de Dios?", pregunta bin Laden al clérigo afgano.
El ulema Muhammad Omar mira a su antiguo aliado con su único ojo. "A diferencia de usted, yo no puedo conocer el plan de Dios", dice. "Lo que sí sé es esto: antes yo gobernaba el Emirato de Afganistán y ahora, debido a que usted trajo a los americanos a mi país después de su operación con los aviones, estoy en el exilio. Sí, vivo con suficiente comodidad, en una mansión bajo la protección de la ISI en Quetta, pero otros militares paquistaníes nos están haciendo las cosas difíciles. Mis tropas se están preparando para liberar a nuestro país del siervo de los norteamericanos, Hamid Karzai, pero a veces, cuando los americanos insisten, los militares paquistaníes nos persiguen. Y Pakistán no impedirá que los americanos nos sigan lanzando misiles desde sus ‘aviones no tripulados’, matando a mis tenientes".
El único joven en el círculo, Hakimullah Mehsud, líder de una organización paquistaní conocida también como los talibanes, sacude un dedo en el aire. "Si los militares paquistaníes no ponen fin a la persecución, cortaremos las líneas de aprovisionamiento de los norteamericanos", declara. "Todas las cosas americanas en Afganistán llegan a través de nuestro país". Cada vez más agitado, el joven paquistaní se levanta. "Si los militares paquistaníes siguen persiguiéndonos, les declararemos la guerra santa aquí mismo y ocuparemos el país. ¡Para entonces tendremos la bomba atómica!"
"Siéntate", ordena Ayman al-Zawahiri, el lugarteniente de al_Qaeda. "Pronto, el ejército paquistaní dejará la frontera afgana. Gracias a Dios, a Hafiz Muhammad Sayeed y a Lashkar-i-Taiba". Zawahiri asiente con su cabeza como signo de agradecimiento al barbudo peligrrojo Sayeed, jefe de la organización terrorista paquistaní Lashkar-i-Taiba (Ejército de los Piadosos). "Nadie en India cree que usted, en Lashkar, pueda haber realizado el ataque de Bombay sin la ayuda de la inteligencia paquistaní. Así que la indignada opinión pública india exigirá que su gobierno responda. Y una vez que India empiece a mover sus tropas hacia la frontera paquistaní, el ejército paquistaní abandonará la frontera afgana, dejándonos el camino libre para actuar, cortar las líneas de aprovisionamiento de los americanos y reforzar a nuestros hermanos que están matando norteamericanos en Afganistán".
Zawahiri echa hacia atrás su cuerpo rechoncho para descansar en un montón de cojines y sonríe a bin Laden. "Nuestras tácticas están obligando a los norteamericanos a bombardear pueblos afganos’, dice el médico egipcio convertido en terrorista. "Esto obliga al gobierno en Kabul a exigir un calendario para la retirada de los americanos. Esta primavera aumentaremos nuestros ataques, antes de que los americanos pueden trasladar sus tropas en Iraq hacia Afganistán. Después de que se derrita la nieve, arrasaremos con las bases americanas. Este nuevo sirviente negro, Barack, se verá obligado a negociar la paz con nuestros hermanos talibanes. Entonces los americanos se marcharán y nosotros crearemos el califato que soñamos".
Se produce un largo silencio. Bin Laden lo rompe, hablando suavemente, mirando la estera debajo de él. "Me temo que este Barack no es tan débil como piensa usted, doctor. Muchos fieles están dispuestos a perdonar sus pecados a los americanos simplemente porque lo eligieron a él como su presidente. Es un revés para nosotros". Bin Laden levanta su cabeza, y una sonrisa irónica cruza brevemente su cara. "Pero... su economía está muy mal. Si empeora, tendrá que llevarse a casa todas sus tropas. Así... podríamos aumentar su nivel de dolor. Ya lo hemos hecho antes".

En la planta baja del Ala Oeste de la Casa Blanca, una docena de hombres y mujeres entraban poco a poco a la Sala de Crisis, de paneles de madera. Llevan gruesos libros y tazas de café caliente desde el comedor de la Casa Blanca en la puerta contigua. El coordinador de la reunión, miembro del Consejo de Seguridad Nacional, CSN, llama al orden a esta reunión del Grupo de Seguridad contra el Terrorismo, el comité que coordina la campaña antiterrorista de Estados Unidos. Detrás y encima de su silla está el sello del presidente de Estados Unidos.
"Muy bien, empecemos", entona el hombre del CSN. "El presidente Obama quiere una estrategia de alto nivel para las campañas antiterroristas de 2009. Primero, necesitamos el informe de inteligencia". El hombre del NSC se vuelve hacia la mujer sentada a su izquierda, la que trabaja en el Centro Nacional Contraterrorista.
"Bueno, como dijimos en el reciente Estimado Nacional de Inteligencia sobre terrorismo, tuvimos un respiro después de que destruimos el santuario de al_Qaeda en Afganistán después del 11 de septiembre", empieza. "Pero ahora sabemos que al_Qaeda se ha reagrupado en las áreas tribales de Pakistán, justo a lo largo de la frontera con Afganistán. El ejército paquistaní trata de ven en cuando de contenerlos, pero esencialmente es demasiado débil como para hacerse con el control de las zonas fronterizas del Salvaje Oeste. Al_Qaeda está adiestrando terroristas allá, incluyendo a europeos y asiáticos, gente que podría introducirse a Estados Unidos sin despertar sospechas.  Y al_Qaeda está montando otro santuario en Somalia, donde sus aliados locales se han apoderado de ciudades somalíes. No es un panorama tranquilizador. Podríamos tener ataque de al_Qaeda en 2009, en la Península Arábiga, en Europa, incluso aquí en casa. Pero por supuesto, no tenemos informes operacionales sobre planes específicos".
El agente de inteligencia se detiene. "También estamos recibiendo informes de que al_Qaeda ha creado unidades de combate conjuntas con los talibanes, que están atacando las bases estadounidenses en Afganistán desde su santuario en Pakistán".
Suspirando, el hombre del CSN se vuelve hacia el almirante de la armada a su derecha para oír el informe de las fuerzas armadas. El oficial vestido de blanco hace una seña a un coronel que está sentado detrás de él para que inicie la presentación en PowerPoint sobre la enorme pantalla plana al otro lado de la habitación. "Como podéis ver en el Gráfico Uno", dice el almirante, "reforzaremos Afganistán con una brigada de la División Aerotransportada 82 en el primer trimestre de 2009. Lo que hagamos después depende de lo rápido que podamos sacar más brigadas de Iraq para mandarlas al frente afgano".
El coronel pulsa un botón. "Gráfico Dos", dice el almirante. "Anticipamos una importante ofensiva talibán en abril, una vez que pase el despiadado invierno. Y eso es bueno para nosotros, porque una vez que los saquemos al espacio abierto, los podemos machacar con poder aéreo".
Otro click del coronel. "Gráfico Tres", continúa el almirante. "Pero para ‘ganar’ en Afganistán, necesitamos que el Departamento de Estado tome la iniciativa. Necesitamos reconstrucción, desarrollo económico, proyectos del gobierno. El Departamento de Estado también debe convencer a los paquistaníes de que limpien la zona fronteriza y mantengan seguras nuestras líneas de aprovisionamiento en Afganistán".
La representante del Departamento de Estado, una funcionaria de carrera del Servicio Diplomático, toma la palabra. "Eso no va a ser fácil", advierte. "Estábamos haciendo avances bastante decentes con los paquistaníes el año pasado, incluso los convencimos de que buscaran un acercamiento con los indios. Pero después de Bombay, todo eso quedó pendiente. Si el gobierno indio reacciona en forma exagerada, podríamos perder. Necesitamos que nuestro nuevo presidente utilice su extraordinario atractivo en el sudeste asiático, no solamente para impedir que estos exaltados declaren la guerra, sino para lograr un acuerdo entre India y Pakistán. También tiene que convencer a los aliados de la OTAN que mantengan sus tropas en Afganistán, quizás aumentar el contingente de tropas y permitirles pelear. Y, por supuesto, tiene que ganar la guerra de las ideas restableciendo el apoyo estadounidense a la democracia, los derechos humanos y el derecho internacional".
El hombre del NSC mira el cielo raso. "¿Y qué quieres que haga el presidente en el segundo día?"

Siete años después del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos no ha ni anulado la amenaza de al_Qaeda ni asegurado Afganistán, donde los terroristas de bin Laden llegaron a tener su cuartel general en el pasado. Para concretar estas dos tareas, ahora debemos eliminar el nuevo refugio de terroristas en Pakistán. Pero eso requerirá la intervención efectiva de un gobierno paquistaní débil y dividido. También puede depender de cómo se aborde la larga rivalidad entre India y Pakistán. Pensándolo bien, el programa de al_Qaeda para 2009 parece fácil.

raclarke04@gmail.com

Richard A. Clarke fue coordinador de contraterrorismo de la Casa Blanca durante los gobiernos de Bill Clinton y George W. Bush. Su libro más reciente es ‘Your Government Failed You: Breaking the Cycle of National Security Disasters’.

2 de enero de 2009
7 de diciembre de 2009
©washington post
cc traducción mQh
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