el origen de los problemas
edmund.sanders@latimes.com 2 de enero de 2009
"¿Por qué tienen ellos tanto y yo no tengo nada?", preguntó.
Su abuelo vivía aquí en prosperidad, hasta que fue desplazado por los colonos británicos. Después de la independencia, los campesinos recuperaron el control, pero fueron pronto nuevamente expulsados, esta vez por un rico hombre de negocios keniata con lazos con el presidente.
En compensación, Ngugi recibió cuatro hectáreas de tierra a unos ciento sesenta kilómetros de distancia, pero los residentes allá, que pertenecen a otra tribu, siempre resintieron su presencia. Durante los disturbios electorales a fines del año pasado y principios de este que ocuparon las primeras planas en todo el mundo, su casa y su local comercial fueron incendiados.
"Ahora tengo que empezar de nuevo, y desde la nada", dijo.
A medida que este país del este de África lucha para sobrevivir en medio de la escasez de alimentos, una economía averiada y las heridas de la violencia post-electoral, existe un creciente consenso de que hay un problema en el origen de los males de Kenia.
Es la tierra.
En todo África, los conflictos por la tierra siguen hirviendo, en gran parte como consecuencia del colonialismo europeo. Durante la mayor parte de la historia de África, una población de poca densidad y tradiciones tribales explicaron la abundancia de tierras donde las disputas eran raras. Los colonos introdujeron conceptos ajenos, tales como fronteras y propiedad privada. Desde que hace cincuenta años la independencia empezara a barrer el continente, los novatos gobiernos africanos han luchado para reparar las injusticias, a veces con desastrosos resultados. La economía de Zimbabue fue devastada por la campaña del presidente Robert Mugabe para apoderarse de la tierra de los granjeros blancos y redistribuirla.
Kenia sufrió un legado colonial similar, pero ha tomado una ruta diferente. Como es el caso en muchos países africanos, más de la mitad de la tierra de Kenia es poseída por una minoría de las familias más ricas, incluyendo a algunos extranjeros blancos. Pero a diferencia de Zimbabue y Suráfrica, donde la lucha ha opuesto a blancos contra negros, aquí la tierra la poseen en su mayor parte políticos keniatas, que se han apoderado, en los últimos 45 años, de millones de hectáreas de las mejores tierras agrícolas mediante transacciones inmobiliarias dudosas.
"Este es realmente un problema entre nosotros, como keniatas", dijo Paul Ndungu, director de un histórico informe de 2004 que investigó más de cuarenta años de fraudes. "Son los keniatas contra los keniatas".
Los conflictos tribales que costaron la vida a más de mil personas después de la polémica elección presidencial de diciembre pasado, surgieron en gran parte como antiguas disputas sobre la tierra. Mientras Kenia lucha para alimentar a su gente, enormes extensiones de sus mejores tierras agrícolas permanecen baldías y subutilizadas -y las quejas por la tierra siguen sin resolución.
"La paz, tranquilidad y estabilidad en Kenia dependen de la solución del problema de la tierra", dice Odenda Lumumba, director de la Kenya Land Alliance, una organización que promueve la reforma agraria.
El recién instalado ministro de Tierras, James Orengo, ex estudiante y activista que fue encarcelado en 1982 por colaborar con un intento de golpe de estado, ha prometido atacar a los ricos y poderosos de Kenia con una nueva y progresista política agraria.
Entre otras cosas, quiere reclamar la devolución de las tierras públicas robadas, prohibir que los extranjeros posean tierras, imponer impuestos a las tierras baldías y aumentar los derechos de los campesinos que las ocupen ilegalmente.
Orengo también quiere automatizar el antiguo sistema de registros agrarios de Kenia, que no ha cambiado desde la época colonial. Los documentos de papel han facilitado la falsificación y la corrupción. Cuando un turbio agente inmobiliario fue investigado hace poco, según la policía cubrió sus huellas incendiando la oficina local de bienes raíces, donde se guardaban las escrituras.
La oposición está ganando fuerzas. Los críticos han apodado a Orengo "el decano del radicalismo". Un grupo de terratenientes dijo que sus "ideologías marxistas" conducirían al "cataclismo económico de Zimbabue".
Pero el principal obstáculo de Orengo provendrá probablemente de dentro del gobierno. Los miembros de la élite política han sido los usurpadores de tierra más importantes del país en las últimas décadas, que es la razón por la que Kenia no ha intentado nunca realizar una reforma agraria o una redistribución de la tierra, como hicieron otros países africanos. Muchos de esos políticos siguen en el poder.
"La gente responsable de este caos todavía está en el gobierno y han recurrido a su influencia para retrasar la reforma", dijo Ndungu.
Su informe menciona a algunos de los políticos más poderosos del país como los que se han beneficiado de transacciones ilegales, incluyendo a miembros del parlamento, ministros, jueces, comandantes militares y concejales. Los líderes de la oposición también han sido señalados, incluyendo al primer ministro Raila Odinga, cuya familia, según se dice, se aprovechó de una transacción sospechosa sobre una planta de melaza.
El estudio trazó más trescientas mil escrituras ilegales y llamó al gobierno a expropiar casi doscientas mil hectáreas. Pero las recomendaciones no fueron implementadas nunca. De hecho, los ministros de Tierras previos trataron inicialmente de borrar los nombres de los políticos antes de hacer público el informe.
Las patentes disparidades en la riqueza agrícola de Kenia empezó con los colonos británicos, los que expulsaron a miles de familias de las ricas tierras altas, de modo que los granjeros blancos pudieran cultivar café y té.
Antes que resolver las disputas por la tierra después de obtener la independencia, los padres fundadores de Kenia agravaron las injusticias, apoderándose del botín de los colonos que se marchaban y continuaron con los programas de reasentamientos forzados. Todos los presidentes de Kenia han sido acusados de acumular extensas propiedades agrícolas, de asignar propiedades públicas a miembros de su tribu y de repartir títulos de propiedad para comprar votos.
La familia de Jomo Kenyatta, el George Washington de Kenia, se hizo con doscientas mil hectáreas, mientras que su sucesor, Daniel Arap Moi, posee más de cuarenta mil hectáreas, según constató una comisión del gobierno. El actual presidente, Mwai Kibaki, posee cerca de doce mil hectáreas, según informes locales.
Mientras el actual grupo de políticos keniatas permanezca en el poder, Ndungu no ve ninguna posibilidad de una reforma agraria. "No veo la voluntad política", dijo.
Orengo reconoció que se le hará cuesta arriba, especialmente entre los miembros del gabinete. Pero prometió empezar a reclamar las tierras públicas, empezando con los compradores y arrendatarios de tierras nacionales que no han desarrollado las propiedades en conformidad con sus contratos.
Está amenazando con no renovar los contratos de arrendamiento de 99 años con extranjeros y descendientes de colonos blancos, especialmente si no han maximizado el uso de la tierra o no cumplen con las condiciones de los contratos. Quiere cancelar todos los contratos de 999 años, que fueron negociados hace un siglo por los británicos con jefes tribales ignorantes.
Orengo dijo que pensaba redistribuir las tierras expropiadas entre los campesinos sin tierra o desplazados, y dijo que no dudará en avergonzar o molestar a los políticos que se nieguen a devolver las tierras mal habidas.
"Esta es una patata política caliente", dijo. "Pero algunos críticos encuentran difícil hablar en voz alta. Hay gente en el gobierno que se aprovechó inmensamente. Es una obscenidad".
©20 de diciembre de 2008
©los angeles times
cc traducción mQh
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