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preparan retirada de iraq


Mientras Estados Unidos se prepara para retirarse, la resistencia iraquí se prepara para pelear. "Habrá guerra en Bagdad", advierte un líder. Los insurgentes se muestran frustrados por la falta de progreso desde que depusieran las armas.
[Ned Parker] Bagdad, Iraq. Bagdad arderá, advierte un líder de la resistencia. "Si los norteamericanos nos dicen que no pueden mantenernos... en seis horas vamos a organizar nuestros grupos para luchar contra el gobierno corrupto", dice el comandante, un hombre corpulento con anillos de oro y túnica de color limón, que, quizás comprensiblemente, habló a condición de preservar su identidad. "Habrá otra guerra en Bagdad".
El comandante y otro líder insurgente entrevistado para este reportaje pertenecen al secreto mundo de las tribus musulmanas sunníes y ex militares que depusieron sus armas y ayudaron a llevar paz a Iraq en los últimos dos años. Decidieron luchar contra los partidos religiosos chiíes que controlan el gobierno, por medio de canales políticos, aunque nunca renunciaron a la resistencia.
Ahora las organizaciones insurgentes inactivas, con hombres, armas y redes intactas, se están acercando a su momento de la verdad. Si sus esfuerzos para integrarse a la clase política fracasan, parece casi inevitable que vuelvan a tomar las armas, después de las elecciones nacionales de principios del próximo año o antes.
Mientras las fuerzas estadounidenses se preparan para retirarse de ciudades iraquíes el mes próximo, las organizaciones insurgentes no ven signos de progreso en cuanto a sus demandas de que los norteamericanos garanticen su entrada al sistema político y les protejan contra los partidos en el poder.
Mientras los insurgentes observaban y esperaban, vieron que el gobierno continuaba encarcelando a sus combatientes, pese a su decisión de detener el fuego. Del mismo modo observaron la incapacidad o reticencia de parte de las tropas estadounidenses para detener la persecución de los líderes del movimiento Despertar, sus hermanos que se salieron de la resistencia para trabar relaciones de colaboración formales con los estadounidenses.
El desencanto de los sunníes podría también tener implicaciones para Afganistán, donde los militares estadounidenses esperan reproducir el éxito de su alianza con el movimiento Despertar acercándose a talibanes moderados. Pero el destino de los miembros de Despertar y las organizaciones insurgentes inactivas podría llevar a que los combatientes talibanes se lo pensasen dos veces antes de embarcándose para un trayecto similar.
"Las percepciones pueden ser difíciles de predecir, pero en principio podría reducir la disposición talibán a realinearse con nosotros en Afganistán si no logramos proteger a nuestros amigos en Iraq", dijo Stephen Biddle, experto en defensa del Consejo de Relaciones Exteriores.
Al final, la desconfianza entre los chiíes y sunníes involucrados puede ser demasiado difícil de superar. El gobierno iraquí ve a los grupos armados como un caballo de Troya del partido Baaz de Saddam Hussein para volver al poder y está decidido a bloquear un golpe sigiloso desde fuera del gobierno bagdadí. Por su parte, los líderes rebeldes consideran al gobierno una extensión del vecino Irán, país controlado por los chiíes.
Un oficial estadounidense, que habló a condición de no revelar su identidad, dice que los militares y personal de la embajada norteamericana se sienten frustrados por su incapacidad de reconciliar al gobierno con las organizaciones armadas. Temen que sea sólo una cuestión de tiempo antes de que los rebeldes reanuden su levantamiento.
"Cuando finalmente se den cuenta de que Estados Unidos es una fuerza impotente, o que se comporta como tal, ¿abandonarán los esfuerzos por considerarlos inútiles y volverán al conflicto armado para derrocar al gobierno?", preguntó el oficial. "¿También van a tomar las armas contra la coalición?"
Los contactos entre los grupos armados y los norteamericanos han girado en torno a las demandas de los comandantes insurgentes de protección contra las detenciones y acoso del gobierno iraquí, la rehabilitación de oficiales militares en sus antiguos puestos y ayuda para ingresar a la vida política. Los americanos no han dado respuestas firmes.
Apretujado en una pequeña butaca, el comandante sunní, que tiene cerca de doce mil combatientes a su disposición, habla francamente sobre lo qué ocurrirá si los americanos no cumplen.
"Nuestra última opción es volver a la resistencia, a la guerra. Dimos nuestra palabra a las fuerzas de la coalición, pero esta es nuestra última opción", dice el ex general de la inteligencia militar que dirigió a combatientes en la provincia de Salahuddin después de la invasión norteamericana de 2003.
Dice que se podrá discutir todas las opciones cuando los americanos reduzcan su presencia. Deja en claro que es por los militares estadounidenses que su grupo quiere una solución pacífica, pero que eso podría cambar rápidamente.
"Si los americanos dejan Bagdad en veinticuatro horas, la calle pertenecerá a la resistencia y la gente. La gente está hirviendo. Ahora entienden que el gobierno representa a Irán", dice.
El comandante insurgente, que dirige una organización llamada Ejército de Liberación Iraquí, dice que dejó de pelear contra los norteamericanos a fines de 2007. Ese año ya había roto con la organización al Qaeda en Iraq.
Tras ser herido en una batalla, fue capturado por tropas estadounidenses y tratado en una de sus bases. No sabían que lo tenían en la lista de buscados. Poco después de su libertad, negociaron con los americanos e hicieron una tregua.
"El acuerdo fue que seríamos amigos, no enemigos. Creo que deberíamos unimos a ellos, porque son mejor que los partidos religiosos. Son seres humanos. Confiamos en ellos", dice el comandante. "Dimos órdenes de detener la violencia contra las tropas americanas. Estamos negociando con ellos".
Pero el comandante se queja de que cuando se difundió su alianza con los americanos, los partidos religiosos chiíes en el gobierno empezaron a tratar de detenerlos.
El comandante señala a un hombre sentado a su lado como su vínculo con los militares norteamericanos. Abu Fatima, un hombre delgado en un traje gris, pertenece a un grupo armado en el norte, que se calcula tiene entre dos mil y cinco mil combatientes.
Abu Fatima dice que a fines de 207 ayudó a convencer a las organizaciones armadas a deponer las armas y a principios de 2008 creó una asociación política informal que está siendo respaldada por el Ejército de Liberación Iraquí y otros grupos.
Pero la tregua y formación de su partido han reportado pocos beneficios tangibles, dice. Menciona "la traición de Despertar" y habla sobre la cautela de algunos líderes de la resistencia para reconocer la tregua y aceptar las elecciones.
"De hecho, algunos grupos se han reunido con nosotros para aliarse con nosotros y dejar de pelear. Nos preguntan: ‘¿Qué hicieron los americanos por nosotros?’ Este asunto se ha convertido en una pregunta muy molesta.
"Puedo sortear preguntas sobre política y religión, pero no esto... Estoy perplejo y avergonzado. No tengo respuesta", dice Abu Fatima.
"Digo: ‘No depongan las armas’, porque de otro modo sería deshonesto con ellos. Les he dicho a los americanos: ‘Si continúan enajenándose el apoyo de la gente, los iraquíes lucharán contra ellos, incluso el gobierno’".

25 de mayo de 2009
©los angeles times 
cc traducción mQh
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