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histórico discurso de obama


¿Convence a los musulmanes? En su discurso en El Cairo, dirigido al mundo árabe, el presidente no ofreció suficientes detalles como para borrar las dudas. Pero es un inicio.
[Jeffrey Fleishman] El Cairo, Egipto. Vino. Habló. ¿Convenció a alguien? Hoy, el largamente esperado discurso del presidente Obama dirigido al mundo árabe intentó disipar la desconfianza entre el islam y Occidente llamando a poner fin a la intolerancia y la violencia y avanzar hacia un futuro compartido. Fue una combinación cuidadosamente redactada de historia, la experiencia personal del presidente con el islam y la necesidad de sofocar el extremismo religioso.
El discurso de 55 minutos en la Universidad de El Cairo fue parco en detalles. Pero lo que no tuvo de especificidad, lo compensó asociando la historia de Obama -hijo cristiano de un padre musulmán- con el objetivo de su gobierno de terminar con la crisis árabe-israelí, tratando de persuadir a Irán para que se acerque a la mesa de negociaciones y llamando a los musulmanes a rechazar las voces fanáticas, como la de Osama bin Laden.
Pocos presidentes del mundo hoy pueden competir con la elocuencia y carisma de Obama en el podio, y quedó claro que el presidente quería que los mil millones de musulmanes del mundo vieran a Estados Unidos a través del prisma enormemente popular de su propia imagen. Las palabras fueron un inicio, pero la pregunta que permanece es: ¿Representa Obama genuinamente un cambio en la política exterior de Estados Unidos, o será apenas una chispa de promesa antes de que sea superado por los problemas que surgen de los callejones bombardeados de la Franja de Gaza y de las montañas de Afganistán?
El discurso no dio respuesta a eso; no proporcionó suficientes soluciones concretas para borrar las dudas. Sin embargo, sugirió que el presidente es un conciliador, no un guerrero, y que Estados Unidos, especialmente en Iraq, había cometido errores. Salvar la cara es una apreciada virtud árabe, y un hombre que da la cara y confiesa sus errores es un hombre que merece respeto. Pero Obama fue también firme cuando instó al islam a domar a su violenta minoría y archivar su "crudo estereotipo" de Estados Unidos.
"Ningún discurso puede erradicar años de desconfianza, ni puedo responder, en el tiempo que tengo, todas las complejas interrogantes que nos han llevado a este punto", dijo Obama, que lucía un traje oscuro, camisa blanca y una corbata celeste. "Tiene que haber un esfuerzo sostenido para escucharnos unos a otros, para aprender unos de otros, para respetarnos mutuamente y buscar un terreno común".
Ese fue el mensaje, que se vio reafirmado cuando el presidente saludó a los presentes con la expresión assalaamu alayum, "que la paz sea con vosotros". Y el discurso fue dado del mismo modo que un vecino nuevo se presenta a sus vecinos: Contando de dónde eres, hablando sobre tus pasiones, tus sueños, pero sin ahondar demasiado en temas espinosos. Eso viene más tarde, en las semanas, meses y años que nos esperan.
Obama habló fervientemente sobre la creación de un estado palestino mientras que también enfatizó que el vínculo norteamericano-israelí es inquebrantable. Este era el tópico que muchos musulmanes estaban esperando, y Obama, como en gran parte de su discurso, volvió a la historia y a sus consecuencias, pero dijo que el mundo no debía sentirse limitado por esta.
Dijo que negar el Holocausto "no tiene fundamento alguno, es una demostración de ignorancia y es odioso". Pero observó rápidamente que "también es innegable" que los palestinos han sufrido por su patria. Llamó nuevamente, y firmemente, a paralizar la expansión de los asentamientos israelíes, pero también dijo que los palestinos debían adoptar la protesta no violenta, tal como fue practicada por los negros en Estados Unidos y Sudáfrica para alcanzar ese objetivo.
Sus observaciones sobre expandir la democracia se granjeó los aplausos de los tres mil asistentes, pero probablemente fueron formuladas con demasiada diplomacia para los activistas y disidentes egipcios cuyas voces han sido silenciadas durante casi veintiocho años por el anfitrión de Obama, el presidente Hosni Mubarak. Obama no mencionó por su nombre ningún país ni presidente árabes cuando dijo que el gobierno debía gobernar con "un espíritu de tolerancia y compromiso; debe anteponer los intereses de su pueblo y procedimientos legítimos del proceso político a los intereses de su partido. Sin estos ingredientes, las elecciones no convierten [a un país] en una verdadera democracia".
Pero el tenor de su discurso no era acusar -excepto a los extremistas-, sino poner fin a las hostilidades pasadas entre el islam y Occidente y empezar de nuevo. Su discurso subrayó sus dotes de orador, pero dejó abierta la pregunta sobre su propio liderazgo como hombre de estado.
"Tenemos el poder de modelar el mundo que queremos", dijo. "Pero sólo si tenemos el coraje de empezar de nuevo, teniendo en mente lo que ha sido escrito".
Seguidamente citó pasaje del Corán, el Talmud y la Biblia.

5 de junio de 2009
©los angeles times 
cc traducción mQh
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