muerte y tortura en camboya
26 de julio de 2009
Los restos de un campo de la muerte de los Khmer Rouge en las afueras de Phnom Penh. En una cárcel, al menos catorce mil personas fueron torturadas y enviadas a la muerte. Los periodistas fotografiaron a Mam Nai, ex subdirector de una cárcel khmer rouge, en una transmisión en video en directo durante el juicio del ex alcaide de la cárcel, Kaing Guek Eav.
Durante las dos últimas semanas, jueces y abogados en el juicio de un khmer rouge que fue director de una cárcel han buscado detalles sobre los sufrimientos de las víctimas de un régimen que causó la muerte de cerca de 1.7 millones de personas entre 1975 y 1979.
A medida que las historias personales de terror y brutalidad llenan la sala del tribunal por primera vez, incluso el acusado, Kaing Guek Eav, o Duch, se ha despojado de su máscara de dureza y se ha echado a llorar.
"Envío mis respetos al alma de su esposa", dijo a un testigo, Bou Meng, cuya mujer murió en la cárcel y al que Duch conoció cuando lo sacó de una hilera de prisioneros encadenados y lo puso a trabajar como pintor.
Bou Meng se cubrió la cara con las manos. Duch, con los labios temblando, dio la espalda al tribunal, y ambos hombres lloraron.
Duch, 66, es el primero de cinco dirigentes centrales del régimen khmer rouge que será juzgado aquí por un tribunal patrocinado por Naciones Unidas. Está acusado de crímenes contra la humanidad y de guerra como alcaide de la cárcel de Tuol Sleng, donde al menos catorce mil personas fueron torturadas y asesinadas.
Duch ha asumido la responsabilidad por las torturas y asesinatos en el campo, y ha expresó sus "sinceros remordimentos" cuando subió al estrado. Pero también ha dicho que formaba parte de una cadena de mando en la que la desobediencia a menudo se castigaba con la muerte.
En una vívida declaración, el tribunal ha escuchado la descripción de la extracción de las uñas de los pies -y visto los cicatrizados pies de la víctima- y ha oído los sollozos de un hombre que dijo que había bebido su propia orina para sobrevivir.
Ha oído a un hombre que contó que había escapado vivo de un pozo en un campo de la muerte, y a una mujer que dijo que vio cómo arrojaban a un niño al aire y lo atravesaban con una bayoneta al caer.
La mayor parte de estos testimonios no han sido corroborados, y algunos han sido enérgicamente rechazados por la defensa y el escepticismo de los jueces. En particular, los jueces han cuestionado los testimonios de testigos que también son designados ‘partes civiles’ -una innovación en los tribunales internacionales que permite que las víctimas participen en el caso y busquen reparaciones de los acusados si llegan a ser condenados.
Los testimonios de estos testigos no han sido examinados por los fiscales, y la mayoría han sido muy mal preparados por abogados sobrecargados de trabajo. Sus testimonios a menudo se desvían de sus declaraciones juradas, dejando a los jueces la tarea de decidir que versión aceptar.
El juicio de Duch se inició a fines de marzo; se han escuchado testimonios no solamente del acusado mismo, sino también de testigos expertos. El juicio se ha retrasado por problemas de procedimiento y ha sido denostado por acusaciones de corrupción y manipulación política de parte del gobierno camboyano. El tribunal, un híbrido experimento de sistemas judiciales internacionales y locales, ha sido criticado por organizaciones de derechos humanos y algunos juristas que dicen que compromete las normas internacionales de justicia.
La misma intensa exhibición de emoción de Duch, a la fecha, se vio en un video que fue mostrado públicamente por primera vez de cuando su visita escoltada, en febrero de 2008, a la cárcel de Tuol Sleng, que es ahora un museo en Phnom Penh.
Estando los sobrevivientes cerca, Duch, en el video rodeado por sus abogados y agentes de seguridad, empezó a leer una declaración en que pide perdón a las víctimas. Se detuvo repentinamente, se limpió con el antebrazo sus ojos y soltó un gemido que sonó como el ladrido de una foca, antes de darse vuelta y echar a llorar.
Pero aparte de esos momentos emotivos, Duch ha mantenido un tono didáctico y arrogante, introduciendo sus preguntas con frases como "basándome en mis análisis y suposiciones" y "de acuerdo a documentos todavía disponibles".
La comisión de cinco jueces extranjeros y camboyanos se ha dirigido a él a menudo más como una autoridad desinteresada que como acusado. Parecía tener la última palabra en el tribunal en cuanto a la autenticidad de los documentos de la cárcel y la larga y meticulosa lista que compiló de los prisioneros enviados a morir en un campo de la muerte.
Al rechazar la historia de un testigo que dijo que había sido prisionero en la cárcel de Tuol Sleng, Duch presentó la curiosa defensa de que el testigo no podía ser la persona en cuestión porque, de acuerdo a los archivos de Duch, lo había matado.
Utilizando un argumento similar, cuestionó la versión de un hombre que dijo que había sobrevivido el campamento, donde había estado encarcelado como niño de ocho años: Duch afirmó que él se había asegurado de que todos los niños que entraron con sus padres a la cárcel, fueran asesinados.
Ese testigo, Norng Chan Phal, ahora de 39, cuya autenticidad fue más tarde confirmada por documentos de la cárcel, presentó una desolada descripción de la vida de los millones que sobrevivieron el gobierno de los Khmer Rouge.
Declaró que él y otros cuatro niños fueron dejados solos en la cárcel vacía cuando Duch y su personal huyeron de la invasión vietnamita que terminó con la dictadura en febrero de 1979. Norng Chan Phal dijo que corrió por los pasillos vacíos, entre cadáveres y moscas, buscando a su madre, que había sido encarcelada con él.
"Había sangre, y yo tenía miedo", dijo. "Seguí corriendo y llamando a mi madre, buscando a mi madre". Como casi todo el resto de la gente que estuvo encarcelada, había sido asesinada.
Duch dijo que no visitaba las celdas de los presos ni las cámaras de tortura, afirmando que era un cobarde y que no participaba, ni siquiera conocía en detalle las torturas a que eran sometidos los prisioneros.
"Cerré mis ojos y oídos", dijo. "No quería ver la realidad que no se conciliaba con mis sentimientos. No me permití ni ver ni oír".
Este testimonio, que parece contradecir su estilo administrativo práctico, fue rechazado el lunes por una testigo que dijo que había trabajado para él como médico y había perdido en Tuol Sleng a varios miembros de su familia.
La testigo, Nam Man, 48, dijo que había visto a Duch, parado debajo de un cocotero, golpear hasta la muerte, con una barra de metal, a dos de sus tíos.
"¿Va usted a negar los hechos y la verdad que acabo de contar al tribunal?", dijo, dirigiéndose directamente a él.
Duch dijo que no había encontrado ningún documento sobre su familia y que ninguna mujer había trabajado allí como médico. Negó todo.
Interrogada más tarde sobre esta respuesta, Nam Man dijo: "Ahora tengo que encontrar los documentos para probar que estoy diciendo la verdad".
14 de julio de 2009
©new york times
cc traducción mQh
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