debate por la carne
[Raúl Sohr] "Este menú no contiene carne pues el ganado daña el planeta". Ésta era la leyenda en el comedor en un colegio en la ciudad de Saint-Nazaire, en Francia. A los niños se les ofreció una explicación sencilla y directa: "Las vacas requieren prados y para ello se destruyen los bosques. Ello en circunstancias que los árboles contribuyen a absorber la contaminación del aire". Los padres recibieron explicaciones con mayor argumentación en que se decía que "un consumo importante de carne vacuna tiene consecuencias sobre nuestro medio ambiente". En primer lugar se destaca la emisión de gases invernadero, luego se apuntaba a la polución de las aguas y con ello a las lluvias ácidas y, finalmente, a la deforestación. [Foto viene de tyllerkeller]. 21 de mayo de 2010
Crece resistencia al consumo de carne. Una interesante columna de Raúl Sohr, en La Nación.
Los críticos señalan que producir carne roja consume más energía que cualquier otro producto alimenticio. Un tercio de los cereales y 90% de la soja son destinados a nutrir el ganado. Se requieren diez kilos de alimentos para producir tan sólo un kilo de carne bovina, cuatro kilos para uno de carne de cerdo y dos kilos para uno de pollo. Calculado esto en términos de distancia geográfica, un kilo de bife representa emisiones equivalentes a recorrer 250 kilómetros en automóvil. En Brasil, dos tercios del talaje del Amazonas son destinados a cultivos de soja, que sirve, principalmente, para engordar ganado. En cuanto a las emisiones de gases invernadero, el ganado vacuno es un gran productor de metano y contamina más que los sistemas de transporte.
La decisión de excluir la carne del menú escolar, como cabía esperar, indignó a los ganaderos de la región. En una carta pública de su asociación gremial declaran: "Estamos profundamente choqueados de un procedimiento que toma rehenes a los niños y sus padres, difundiendo tesis falaces y mentiras a través de un canal oficial (la central alimentaria municipal)". Señalan que en Francia no se talan bosques para destinarlos a pastizales, no desde la Edad Media y que, por el contrario, los bosques crecen a razón de 30 mil hectáreas anuales a partir de 1998 en detrimento de las superficies para la ganadería. En lo que toca a los gases de efecto invernadero las vacas aportan, en Francia, 13% contra el 23% producido por los sistemas de transporte. Los criadores de ganado reconocen que importan soja para completar las proteínas vegetales de la alimentación de los animales. Pero dicen que en el caso de los bovinos "ello no pasa de 5% de la alimentación". El 95% restante proviene de pastos y cereales producidos en las granjas. Agregan que trabajan para sustituir las importaciones de soja con productos locales como la colza. También señalan su preocupación por la contaminación de las aguas e informan que hace 15 años trabajan sobre el tema. Los ganaderos tienen razón de alarmarse ante la decisión municipal. En los últimos años el consumo de carne roja ha bajado de manera importante en la mayoría de los países europeos.
En EEUU se ha puesto en boga el consumo de carne orgánica, en rechazo de los excesos en el empleo de hormonas y antibióticos. Pero para contar con carne orgánica se requiere alimentar a las vacas con cereales orgánicos. En un caso en Carolina del Norte, que no los produce, los agricultores debieron importarlos el año pasado, por un valor de ocho millones de dólares. Lo que se gana en una carne sin elementos ajenos se pierde multiplicando la huella de carbono del producto. Al considerar un alimento es necesario un análisis acucioso de todo el ciclo de producción desde la tierra, los métodos de producción, los insumos, el transporte, el embalaje, la distribución y la eliminación de los desechos. Sólo entonces el consumidor podrá juzgar cuál es el más amigable desde una perspectiva ambiental.
©la nación
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claudio lisperguer -