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fracasa guerra contra las drogas


Guerra contra las drogas de Calderón ha sido un completo fracaso: ahora México exporta a EUA más drogas que antes.
[Tracy Wilkinson y Ken Ellingwood] Casi cuatro años después de que el presidente Felipe Calderón iniciara una campaña militar contra los carteles, estos ahora están enviando más narcóticos a Estados Unidos que antes, acumulando fortunas todavía más cuantiosas y extendiendo su imperio en casa con un salvajismo tal que hay regiones en México que no cuentan con presencia del estado.
Las organizaciones también están extendiendo sus ambiciones más allá del tráfico de drogas, convirtiéndose en amplios imperios criminales profundamente implicados en el transporte de inmigrantes ilegales, extorsión, secuestros y contrabando de artículos como DVDés ilegales.
Imperturbables ante las ochenta mil tropas y agentes de la policía federal convocados contra ellos, los pistoleros frecuentemente atacan a las fuerzas oficiales mexicanas abiertamente. Los operativos de un grupo -los Zetas- lo hicieron así en el norte de México cuando esta primavera bloquearon guarniciones del ejército. En junio, un grupo que se cree está asociado a otra organización, La Familia, emboscó a la policía federal en Michoacán, un estado el oeste del país, matando a doce agentes con las primeras luces del alba.
Desde que Calderón anunciara la ofensiva cuando asumió la presidencia en diciembre de 2006, más de 28 mil personas han muerto asesinadas. La mayoría de ellas eran narcotraficantes, dealers y similares. Pero los civiles inocentes son cada vez más.
Se han gastado miles de millones de dólares en la campaña antinarcóticos con el entusiasta apoyo de los gobiernos de George W. Bush y Obama. Calderón y su gobierno dicen que una razón que dificulta progresar, es que el problema fue descuidado durante demasiado tiempo. Ha pronosticado que la violencia se mitigará para fines de año.
Pero las estadísticas, los informes de inteligencia y las entrevistas con autoridades mexicanas y estadounidenses en los últimos seis meses han dejado en claro que la campaña ha fracasado en cuanto al desmantelamiento de las redes y no ha logrado reducir de modo significativo el tráfico de drogas.
Apenas diez años después de que México diera un gigantesco paso hacia una genuina democracia multipartidista, ahora los narcotraficantes representan un peligro a largo plazo para su estabilidad. El caos surgido "exige que cambiemos nuestra visión del problema", dijo en un editorial el importante diario El Universal, en junio.
Calderón mismo reconoció la amenaza la semana pasada en comentarios en un congreso sobre seguridad nacional: "Esta conducta criminal es la que ha cambiado, y se ha convertido en una amenaza para el estado, un intento de reemplazar al estado".
Los traficantes mexicanos han aumentado sus embarques hacia el norte, al otro lado de la frontera, de varios tipos de narcóticos, convirtiéndose en titanes de una industria que según algunos cálculos reporta unos 39 mil millones de dólares al año, el equivalente de casi el 20 por ciento del presupuesto anual del gobierno.
Han desplazado a competidores para controlar los envíos de la mayoría de las drogas ilícitas en el hemisferio: marihuana, cocaína, heroína y metanfetamina.
Y se están convirtiendo en productores cada vez más importantes -todo un cambio con respecto a una época pasada cuando las bandas mexicanas actuaban fundamentalmente como contrabandistas para los productores sudamericanos. Los campos de marihuana y amapola han florecido durante décadas en Sinaloa, un estado al noroeste del país, pero ahora la producción se ha expandido a otros estados, desde Chihuahua en el norte hasta Oaxaca en el sur. Algunos de los más grandes laboratorios de metanfetamina han sido descubiertos en Michoacán.
Desde que Calderón fuera elegido presidente, Los Zetas y La Familia se han convertido en centros neurálgicos del tráfico de drogas. Han alterado el campo de juego empleado métodos antes impensables, tales como decapitar y desmembrar a rivales y luego exhibir los restos en plazas, calles y otros lugares públicos.
Organizaciones de traficantes se retan mutuamente mostrando pancartas en los puentes, colgando cuerpos o aparcando buses en calles clave para paralizar el tráfico, acciones que parecen todas tener por fin intimidar a la población.
Las bandas de narcotraficantes, pertrechadas con armas de tipo militar introducidas desde Estados Unidos o, como informó el Times, desechadas después de las guerras impulsadas por Estados Unidos en América Central, ahora amenazan o controlan importantes ciudades industriales, como Monterrey. El 15 de julio, los traficantes derrumbaron otro hito histórico cuando detonaron un coche bomba en un atentado contra agentes de la policía federal en Ciudad Juárez, una de ciudades con más homicidios de México.
Los carteles se han diversificado, injertando el transporte de ilegales en sus rutas de transporte de drogas, y rellenando sus ingresos con secuestros, extorsión y el movimiento de una amplia gama de artículos de contrabando, como productos de lujo falsificados y animales exóticos.
En partes de Michoacán, el estado natal de Calderón, para poder operar las organizaciones criminales cobran honorarios a los empresarios, en lo esencial usurpando el papel del estado como recaudador de impuestos. El mismo fenómeno ocurre en estados como Tamaulipas y Coahuila, en la frontera con Texas.
Este año, los traficantes lograron por primera vez cerrar un importante centro de operaciones de Pemex, la compañía petrolífera estatal e importante fuente del ingreso nacional.
Juan José Suárez Coppel, director general de Pemex, reconoció ante una comisión parlamentaria que los descarados secuestros de los empleados obligaron a cerrar las plantas de petróleo y gas licuado en la cuenca de Burgos al nordeste de México, una de las instalaciones más rentables de la compañía.
Los traficantes han estado robando petróleo durante años, pero en este caso el objetivo era detener la producción y controlar la región.
Las familias de los empleados secuestrados dijeron al Times que funcionarios del estado, fiscales y el ejército han demostrado ser incapaces o no querer ayudar; las esperanzas de sus familiares de que vuelvan vivos disminuye día a día.
La difusión del caos relacionado con las drogas en México puede ser calibrada en general por la lista de lugares que el Departamento de Estado dice que los ciudadanos estadounidenses deben evitar.
Hace dos años, a los estadounidenses se les advirtió sobre ciudades fronterizas como Tijuana y Ciudad Juárez. Pero un aviso emitido en julio incluye las autopistas en los alrededores de Monterrey, la tercera ciudad de México, así como los estados de Coahuila, Chihuahua y Tamaulipas a lo largo de la frontera, Durango y Sinaloa en el noroeste y Michoacán en la costa del Pacífico.
Los enfrentamientos a bala se han derramado hacia el famoso balneario de Acapulco. El alcalde de Cancún, el mayor destino turístico de México, fue detenido en mayo por cargos de tráfico de drogas mientras hacía la campaña para gobernador por el estado de Quintana Roo.
Una evaluación de la amenaza de las drogas emitida antes este año por el Centro Nacional de Información sobre Drogas [National Drug Intelligence Center] de Estados Unidos, declaró que las organizaciones dedicadas al tráfico de drogas, o DTO [drug-trafficking organizations], "siguen representando la amenaza de mayor envergadura para Estados Unidos.
Los carteles mexicanos, con operaciones en más de 2.500 ciudades estadounidenses, son las únicas que operan en todas partes en Estados Unidos, se dice. Han desplazado en gran parte a los traficantes colombianos e italianos.
"La influencia de DTO mexicanos, ya dominantes entre los traficantes a granel en Estados Unidos, todavía se está expandiendo", dice el informe, conocido formalmente como la Evaluación Nacional de la Amenaza de las Drogas.
Desde 2004 el cultivo y contrabando de marihuana mexicana se ha duplicado para llegar a las 23.700 toneladas, se dice. La producción de heroína se ha más que cuadruplicado en 2008, con 41.9 toneladas. Un informe del Departamento de Estado dice que el cultivo de amapola se duplicó nuevamente entre septiembre de 2008 y septiembre de 2009 y que la producción de cannabis alcanzó su más alto nivel desde 1992.
La producción de metanfetamina también está aumentando, pese a la campaña del gobierno mexicano para frenar el flujo de precursores químicos. Nunca hubo tantos precursores disponibles en Estados Unidos como en los últimos cinco años.
La disponibilidad de cocaína al norte de la frontera, sin embargo, se ha reducido. El informe de evaluación de las drogas mencionó varios posibles explicaciones, incluyendo mayores decomisos en México. También se menciona la disminución de la producción en Colombia y el creciente flujo de cocaína hacia otros mercados.
Funcionarios del gobierno de Calderón han mencionado las cifras sobre cocaína como una señal de que están ganado la guerra contra el narcotráfico, y ponen en duda algunas estadísticas estadounidenses sobre la producción de marihuana y otras drogas, por ser demasiado altas.
Las tasas de decomiso de marihuana y heroína a menudo han sido más altas durante Calderón que durante los tres presidentes anteriores, de acuerdo a estadísticas del gobierno mexicano. Sin embargo, en algunos casos el informe de Calderón no es mejor, y las comparaciones son incluso menos favorables cuando se las ajusta con el crecimiento del mercado para drogas.
Fuerzas mexicanas requisaron 74.2 toneladas de cocaína durante los primeros dos años de Calderón en la presidencia. Sin la captura récord de 25.9 toneladas de cocaína en el puerto de Manzanillo en el Pacífico en noviembre de 2007, el total sería igual a la cantidad incautada en un periodo similar durante el gobierno del predecesor de Calderón, Vicente Fox, y durante el gobierno de Ernesto Zedillo a mediados de los años noventa. Es demasiado poco en comparación con las 98.6 toneladas decomisadas durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari en 1989 y 1990.
Sólo dos padrinos han sido asesinados, Arturo Beltrán Leyva and Ignacio ‘Nacho’ Coronel Villarreal. Pero las autoridades están deteniendo a más sospechosos, casi 78 mil desde el inicio del mandato de Calderón hasta enero de este año. De estos detenidos, casi el 96 por ciento son vendedores callejeros, vigilantes y otros soldados de bajo nivel. Pero sólo el dos por ciento fue imputado y condenado por algún delito, de acuerdo a las estadísticas oficiales. El resto sigue en la cárcel, o fueron liberados.
Las detenciones se han distribuido desigualmente. De las 53 mil detenciones relacionadas con el tráfico de drogas estudiadas en un informe este año por Edgardo Buscaglia, un experto internacional en crimen organizado y jurista del Instituto Autónomo Tecnológico de México, menos de mil eran personas relacionadas con el cartel de Sinaloa, el imperio narco más antiguo y más poderoso.
Esas cifras han llevado a muchos a concluir que el gobierno de Calderón ejerce mano blanda con los traficantes de Sinaloa, cuyo capo, el multimillonario fugitivo más buscado del país, Joaquín ‘Chapo’ Guzmán. El motivo, dice este argumento, es reducir la violencia permitiendo que gane una de las organizaciones. Calderón ha negado vehementemente cualquier favoritismo.
"Mi gobierno está determinado absolutamente a continuar la lucha sin cuartel contra la delincuencia hasta que detengamos a este enemigo común y consigamos lo que queremos en México", dijo Calderón en un mensaje pagado de dos páginas en diarios mexicanos, en junio.
Más recientemente, funcionarios han rechazado la idea de favoritismo señalando el asesinato de Coronel el 29 de julio, una importante figura del cartel de Sinaloa.
De momento, dice Guillermo Valdés, director del servicio nacional de inteligencia, los mexicanos tendrán que aceptar que el aumento de la violencia es inevitable.
"Hemos progresado en el despliegue de nuestras fuerzas y en limitar la capacidad operacional del crimen organizado", dijo en una inusual aparición pública este mes. "Pero no hemos alcanzado el objetivo de restaurar condiciones de vida normales en regiones afectadas por el crimen organizado".
Funcionarios e instituciones siguen bajo amenaza, especialmente los alcaldes, concejales, jefes de policía de pequeñas ciudades mal protegidas en las provincias.
Al día siguiente de que Calderón publicara la defensa de su estrategia contra los carteles, los vecinos de Nayarit, un estado en el centro oeste de México, sintieron pánico. Enfrentamientos recientes han dejado más de treinta muertos y circulan rumores en la red de que los próximos blancos podrían ser las escuelas.
Es una amenaza que, antes, habría sonado escandalosa.
Pero ahora no. El gobernador Ney González Sánchez llamó a terminar el año escolar con tres semanas de antelación para prevenir lo que llamó una "psicosis" pública.
Cecilia Sánchez contribuyó a este reportaje.
14 de agosto de 2010
8 de agosto de 2010
©los angeles times
traducción mQh
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