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derechos humanos

malos tratos en cárceles de los ángeles


Un informe denuncia extendidos abusos en sistema penitenciario de Los Angeles.
[Jennifer Medina] Los Angeles, California, Estados Unidos. Un reo dijo que lo obligaron a caminar desnudo por un pasillo después de que alguaciles del sheriff lo acusaran de robar correspondencia. Se burlaron de él en español, llamándolo con términos peyorativos para referirse a homosexuales.
Un monitor de ACLU dijo que vio a varios alguaciles golpear a un hombre en la cárcel de las Torres Gemelas.
Otro ex reo dijo que después de protestar de que los gendarmes estaban molestando a un reo que es un enfermo mental, los mismos alguaciles lo llevaron a otro cuarto, golpearon su cabeza contra la pared y le dieron repetidos puñetazos en el pecho.
Y un capellán dijo que vio a los alguaciles golpear a un reo hasta que este colapsó. Entonces empezaron a patear la cabeza y el cuerpo del hombre aparentemente inconsciente.
Los ejemplos son sólo una fracción de las decenas de detalladas acusaciones de maltrato en la Cárcel Central de Hombres y la cárcel de las Torres Gemelas del condado de Los Angeles, de acuerdo a un informe que se espera que la Unión Americana por las Libertades Civiles (ACLU) presente en la Corte de Distrito Federal aquí el miércoles. El sistema penitenciario del condado de Los Angeles, el más grande del país, es también el más difícil, de acuerdo a abogados, activistas y ex funcionarios policiales.
"Esta situación, el tiempo que se ha prolongado, el volumen de las quejas y la naturaleza atroz de estas son mucho, mucho peor que cualquier cosa que yo haya visto", dijo Tom Parker, funcionario retirado del FBI, que dirigió la agencia en Los Angeles durante años y supervisó las investigaciones sobre la golpiza de Rodney King y los cargos de corrupción en el Departamento de Policía de Los Angeles. "Están maltratando a los reos con total impunidad, y lo peor de todo es que creen que pueden hacerlo y no pagar las consecuencias."
El sistema tiene una larga historia de acusaciones de malos tratos y malas condiciones. La ACLU presentó una demanda federal hace 35 años y finalmente un acuerdo permitió a la organización estacionar monitores en las cárceles. Pero esos monitores dicen que reciben seis a siete quejas a la semana, fundamentalmente de las dos grandes cárceles en el centro de Los Angeles, que albergan a miles de hombres. El FBI también empezó a investigar varios episodios en las cárceles.
El sheriff Lee Baca ha desechado repetidas veces toda sugerencia de problemas sistemáticos en las cárceles, diciendo que todas esas acusaciones de malos tratos son investigadas y que la mayoría resultan ser infundadas.
Esta semana, Los Angeles Times informó que agentes del FBI pasaron a escondidas un celular a un reo como parte de una investigación. El sheriff Baca reaccionó enfadado ante la investigación, diciendo que la agencia no sabía lo que estaba haciendo, y era que estaba poniendo en peligro a reos y gendarmes.
El sheriff Baca discutió el asunto con un funcionario del ministerio de Justicia en una reunión el martes. Nicole Nishida, la portavoz del sheriff, dijo que el departamento de policía investigaba exhaustivamente todas las quejas de malos tratos y que la mayoría eran infundadas.
Una vez que California cumpla la orden de la Corte Suprema de Estados Unidos de deshacerse de miles de reclusos de las prisiones estatales, se espera que las cárceles de condados reciban muchos reos más el próximo año, lo que podría agravar la sobrepoblación y otros problemas. Funcionarios del departamento del sheriff dijeron que no enviarán a nadie del estado a la Cárcel Central de Hombres, que conceden que es un edificio anticuado.
Pero abogados de la ACLU dicen que el sistema del condado de Los Angeles es, de muchas maneras, incluso peor que las prisiones estatales, que han sido declaradas inconstitucionales. Dicen que muchas quejas no son nunca investigadas propiamente, y que a menudo los mismos gendarmes acusados de malos tratos están en la habitación cuando un reo es entrevistado sobre una queja.
En los últimos meses, la organización de derechos civiles ha reunido setenta declaraciones de ex reos y civiles que presenciaron golpizas. Las declaraciones sugieren pocas regularidades: las quejas cubren todos los momentos del día en múltiples unidades de la cárcel. Pero, dice la ACLU, los gendarmes parecen usar las mismas palabras gritando "¡No se resista!" y "¡Deje de pelear!" cuando golpean a los reos, incluso cuando los reos no se están moviendo o están esposados.
Paulino Juárez, capellán católico que trabaja en la cárcel desde 1998, estaba visitando a un reo en su celda una mañana de febrero de 2009 cuando oyó varios ruidos y gritos en el pasillo. Cuando se acercó a mirar a la puerta de la celda, vio a tres gendarmes golpeando a un hombre y gritando: "¡Deje de pelear!"
"Pero él no estaba peleando. Ni siquiera se estaba defendiendo", dijo Juárez en una entrevista. "Cuando me vieron, se inmovilizaron. Yo también me paralicé. No dije nada. Estaba demasiado impresionado, y estaba aterrado."
Juárez presentó un informe al departamento del sheriff, pero no oyó nada sino hasta hace unos meses. Más de dos años después, durante una reunión con su supervisor y Sheriff Baca, a Suárez le dijeron que el departamento había concluido que el reo se había negado a entrar a su celda. No existen copias del informe de Juárez, aunque un gendarme indicó en el expediente que el capellán había exagerado lo que había visto. Le dijeron que el reo, cuyo nombre no conocía entonces, había sido liberado más tarde.
"No confío en nadie", dijo Juárez. "Siempre dicen que los reos son mentirosos y nadie les cree. Pero yo vi cómo los trataban."
Aunque el sheriff ha desechado repetidas veces quejas de reos, el número de civiles que han presenciado golpiza ha aumentado firmemente, mostrando la desfachatez de muchos de los gendarmes en las cárceles, dijo Peter Eliasberg, director jurídico de la Fundación de California del Sur de la ACLU.
Este año, Esther Lim, actual monitor de la ACLU, dijo que vio a varios gendarmes golpear a un hombre en la cárcel de las Torres Gemelas, junto a la Central de Hombres, como si fuera un "saco de arena humano." El ataque fue ampliamente cubierto en la prensa local, y en la época un portavoz lo desechó, diciendo que Lim debía haberles informado antes y que el reo había atacado a los gendarmes.
Eliasberg y Lim dijeron que los reos que eran golpeados eran rutinariamente encerrados durante varios días en celdas de aislamiento, conocidas como "el hoyo", y eran a menudo acusados de agredir a los gendarmes.
La ACLU planea pedir una investigación federal de alcance amplio, y la renuncia del sheriff Baca.
29 de septiembre de 2011
28 de septiembre de 2011
©new yokr times
cc traducción c. lísperguer

abusos británicos en iraq


Dos casos de abusos que mancharon la reputación de las fuerzas militares británicas.
Londres, Inglaterra. Una comprehensiva investigación de los más notorios casos de maltrato de prisioneros cometidos por soldados británicos en Iraq, los describió en su informe publicado el jueves como "una gran mancha en la reputación del ejército", relatando en detalle una serie de espeluznantes abusos cometidos por militares en un regimiento con una historia de trescientos años de honores de guerra en el extranjero. Concluyó que un iraquí, empleado de un hotel en Basra, de veintiséis años, murió en un "escandaloso y grave episodio de violencia arbitraria."
El informe sobre el caso de 2003 fue uno de los golpes más serios a la reputación que ha sufrido el ejército británico, debido a su problemática intervención en la guerra contra Iraq, donde su rol de combate, entre las fuerzas extranjeras, sólo era segundo al de Estados Unidos.
El primer ministro David Cameron habló con periodistas poco después de la publicación de las conclusiones, condenando el "verdaderamente atroz y escandaloso abuso" dejado al descubierto por la investigación y diciendo que "no debería volver a ocurrir." El ministro de Defensa, Liam Fox, comentó sobre las conclusiones diciendo que eran "deplorables, escandalosas, vergonzosas."
La investigación británica, encabezada por uno de los más reputados jueces retirados de Gran Bretaña, duró tres años y costó veinte millones de dólares. Empezó sólo después de que el ministerio de Defensa perdiera una batalla de cuatro años en tribunales para bloquearla. Los comandantes británicos dicen que las medidas que ya se han tomado para supervisar las operaciones con detenidos han minimizado el riesgo de una ocurrencia como en Afganistán, donde las fuerzas británicas también se desplegaron en números sólo inferiores a los estadounidenses en la coalición internacional.
El informe final de mil 400 páginas encontró un patrón de "violentos y cobardes asaltos" cometidos por "un enorme contingente de soldados" de una unidad del Regimiento Lancashire de la Reina, que había resultado en 93 lesiones separadas que debilitaron con fatales consecuencias al empleado de hotel, Baha Mousa, padre de dos hijos. Mousa murió finalmente en el suelo de un retrete abandonado. También criticó al doctor militar y al capellán católico por no informar sobre los abusos después de haber visto las lesiones de Mousa.
Los malos tratos descritos en el informe incluyen encapuchar a los detenidos con sacos de arpillera, obligarlos a estar de pie o agachados en posiciones estresantes, privándoles de sueño durante largos periodos, y una práctica que los soldados británicos llaman ‘harshing’ -gritar directamente a los detenidos desde distancias de seis pulgadas o menos. Los detenidos en Basra también contaron que les habían privado de alimentos, les habían metidos los dedos en los ojos, y les habían pateado en los genitales y riñones.
El informe dice que el asalto final contra Mousa -un chaparrón de puñetazos mientras estaba esposado- tuvo lugar poco antes de su muerte.
El autor del informe, Sir William Gage, dijo que hubo un "fracaso corporativo" en el ministerio de Defensa por los métodos violentos de interrogatorio, incluyendo el encapuchamiento, las posiciones estresantes y la privación de sueño, que habían sido prohibidas en 1972 por el primer ministro Edward Heath después de un escándalo sobre maltratos a detenidos en Irlanda del Norte.
Aunque el caso de maltrato en Basra fue ejecutado por un grupo de soldados dirigidos por un cabo, Gage dijo que los oficiales tenían una "fuerte responsabilidad" por no detener las agresiones.
El ministerio de Defensa había impuesto previamente medidas disciplinarias a varios de los oficiales y soldados implicados, licenciando de las fuerzas armadas a algunos de ellos. El jueves, declaró que suspendería a todos los que todavía estuvieran en las fuerzas armadas, a la espera de una revisión de sus casos.
Seis hombres fueron absueltos por una corte marcial en 2007. El séptimo, el cabo Donald Payne, al que el informe del jueves se refiere como un "matón violento", fue condenado a un año de prisión por someter a Mousa a tratos inhumanos. Fox, el ministro de Defensa, dijo al Parlamento el jueves que había instruido a los funcionarios que hicieran "un poco más para llevar a justicia a los responsables." Los abogados de Mousa exigieron que los implicados sean juzgados en cortes civiles.
Los paralelos entre los casos en Basra y el escándalo estadounidense de la cárcel de Abu Ghraib -incluyendo el uso de técnicas similares y la dificultad de hacer responsables a los oficiales- han angustiado a muchos en Gran Bretaña. Ambos casos giraron sobre maltratos a detenidos civiles bajo custodia militar, y ocurrieron gruesamente al mismo tiempo, unos meses después de la invasión de 2003. Durante ese periodo, tropas de Estados Unidos y británicas habían empezado a hacer frente a sostenidos ataques de parte de insurgentes iraquíes, los que resultaron en crecientes bajas militares.
En la época, comandantes británicos en el sur de Iraq fueron a menudo explícitos al comparar lo que describían a los periodistas visitantes como las tácticas restringidas y amistosas con la población civil de las tropas, con prácticas estadounidenses al norte. Citando la larga historia colonial de Gran Bretaña, dijeron que sus tropas entendían mejor que las fuerzas norteamericanas los resultados contraproducentes de las tácticas agresivas contra los nativos.
Gran Bretaña retiró sus últimas fuerzas de Iraq en 2009, dejando tropas estadounidenses como la única presencia militar extranjera significativa. Muchos analistas en Gran Bretaña, y algunos oficiales en retiro, describieron la intervención de seis años en Iraq como un funesto fracaso, centrado principalmente en la incapacidad de las fuerzas británicas para impedir que las milicias chiíes controlen efectivamente partes de Basra y otras ciudades.
El informe no halló evidencias de que Mousa y otros detenidos fueran abusados sexualmente, un persistente elemento en los casos de abusos contra detenidos en Abu Ghraib, aunque acusaciones en ese sentido han sido frecuentes, de acuerdo a abogados de la familia Mousa, en ciento cincuenta otros casos de abusos contra detenidos por soldados británicos en Iraq entre 2003 y el fin de las operaciones británicas con detenidos. Los abogados dijeron que esos casos serán proseguidos con renovado vigor en tribunales británicos.
El ministerio de Defensa luchó durante años contra los llamados a una investigación independiente sobre la muerte de Mousa, finalmente perdiendo cuando la Cámara de los Lores resolvió que la Carta Europea de Derechos Humanos, incorporada en la legislación británica en 1998, se aplicaba a Mousa cuando estaba bajo custodia militar británica en Ira, En 2007, el ministerio de Defensa accedió a pagar una indemnización de 5.4 millones de dólares a la familia Mousa, incluyendo a su padre, que había sido coronel de policía durante el régimen de Saddam Hussein.
Los intentos de comunicación con la familia Mousa no fueron fructíferos. Después de que la indemnización fuera pagada en Gran Bretaña, dejaron Basra. Un entrevistador de la BBC habló con el padre de Mousa, Daoud, el jueves en El Cairo, donde recibió al periodista británico, pero dijo que su familia no se recuperaría nunca de la muerte de su hijo.
El informe de Basra incluye 73 recomendaciones para eliminar futuros abusos. Fox, el ministro de Defensa, dijo a la Cámara de los Comunes que el gobierno las había aceptado todas, excepto una: prohibir ciertas "técnicas verbales y no-físicas" usadas tradicionalmente por interrogadores del ejército para sacar información de los detenidos. No especificó esas técnicas, pero dijo que había pedido al más alto mando militar británico, el general Sir David Richards, que volviera a redactar las normas de modo que sólo "personas definidas en circunstancias definidas" puedan usarlas.
27 de septiembre de 2011
9 de septiembre de 2011
©new york times vía
cc traducción c. lísperguer

homicidios que comete el estado


La abogada norteamericana Sandra Babcock habló sobre ejecuciones y pena de muerte. Defensora de presos que viven en el "pasillo de la muerte", tras participar en un congreso sobre el tema en Buenos Aires, Babcock dijo a Página/12 que esa pena es alentada por políticos oportunistas, bajo el mito de que disuade a los delincuentes.
[Carlos Rodríguez] La abogada norteamericana Sandra Babcock, defensora de presos condenados a muerte por delitos comunes o supuestos actos de terrorismo, afirmó que la pena capital "debe ser abolida, pero se mantiene en 23 países porque los políticos oportunistas" siguen afirmando que "disuade a los delincuentes que cometen delitos violentos, cuando criminólogos y sociólogos han demostrado que no hay ninguna prueba de ello". En una entrevista con Página/12, sostuvo que las "ejecuciones" –como se denomina a la puesta en práctica de la pena de muerte– deberían llamarse "homicidios cometidos por el Estado". Recalcó que "esos homicidios son más graves que los que cometen personas bajo el efecto de las drogas o con problemas mentales, porque mientras ellos actúan espontáneamente, el Estado actúa en forma premeditada. Son homicidios cometidos a sangre fría". Babcock participó en Buenos Aires del Congreso Sobre Abolición Universal de la Pena de Muerte, organizado por la Defensoría General de la Nación.
Directora clínica del Centro Internacional de los Derechos Humanos, Babcock defiende a un ciudadano saudita que está preso en la cárcel de Guantánamo por su presunta participación en el atentado contra las Torres Gemelas. "Hace nueve años que está preso sin acusación, sin testigos, sin pruebas", a pesar de que el gobierno de Estados Unidos reconoce que "no entró al país" cuando ocurrió el hecho "y cuando también se reconoce (oficialmente) que ha sido sometido a torturas".

¿Cómo es posible que a esta altura de la historia de la civilización se mantenga vigente una medida extrema que remite a la Edad Media?
Es una buena pregunta. Lo que se ve es que cada año más países están aboliendo la pena capital. En todo el mundo tenemos sólo 23 países que el año pasado llevaron a cabo ejecuciones. Creo que estamos avanzando, pero Estados Unidos o Japón, y otros países, todavía aplican la pena capital. Es cierto que es algo difícil de entender. Creo que la pena de muerte persiste porque es alimentada por mitos perdurables, pero falsos.

¿Por qué persisten esos mitos?
Porque hay políticos oportunistas que reclaman medidas, como la pena de muerte, para los casos muy graves de delitos violentos. Eso se aplica como respuesta a las preocupaciones de una población que tiene miedo por la inseguridad y los políticos se aprovechan de esa inseguridad y de la ignorancia. La población no sabe realmente cuáles son las causas, los factores que contribuyen a la delincuencia. Es mucho más fácil, para un político, decir: "Bueno, yo tengo una solución". Esa solución muy simple, muy rápida, es la pena de muerte. Es como decir "vamos a matar a todas esas personas que están causando ese daño en la sociedad".

Pero está demostrado que es una medida que no soluciona nada.
Claro, es una solución que no funciona porque sabemos que otro mito es que la pena de muerte disuade a los delincuentes, que ya no van a cometer delitos violentos porque tienen miedo de que se les aplique la pena de muerte. Sabemos, a través de criminólogos y de sociólogos, que no hay ninguna prueba de que sirva para disuadir.

En Japón o Estados Unidos, ¿con qué frecuencia se aplica?
Ahora, en Japón, no hay muchas ejecuciones porque hay un ministro de Justicia que está en contra de la pena capital. En Japón hay normalmente menos de media docena de ejecuciones cada caño. En Estados Unidos está disminuyendo (el número), pero el año pasado tuvimos 46 y en lo que va de éste hemos tenido más de 30.

¿Se puede hacer una comparación entre la aplicación de la pena de muerte y las ejecuciones extrajudiciales, por agentes del Estado, que ocurren en países latinoamericanos que no tienen pena capital?
Son dos cosas relacionadas, pero distintas. En Estados Unidos, la pena de muerte es una política de gobierno abierta, deliberada, proyectada. En el caso de las ejecuciones extrajudiciales también podría ser, en algunos casos, una política deliberada, pero es más escondida, no es abierta. Es más difícil abordar el tema porque las causas son distintas. En muchos países son las fuerzas armadas las que cometen estas ejecuciones extrajudiciales y eso es posible por la impunidad que existe. En Estados Unidos no tenemos tanta impunidad, aunque seguramente tenemos abusos en el trato de los presos.

Cuando usted habla sobre la pena de muerte, dice que se las llama "ejecuciones", pero que en realidad son "homicidios".
Las ejecuciones son homicidios cometidos por el Estado. Habría que modificar la palabra "ejecución" y decir "matanza" u "homicidio", porque es lo que son. Es aún peor que un homicidio cometido por una persona bajo la influencia de drogas o alcohol o que tiene daño cerebral y actúa de una manera espontánea. El gobierno, cuando ejecuta a personas, actúa de manera calculada, deliberada, premeditada. Es un homicidio a sangre fría.

Usted habla de la necesidad de educar a los detenidos, de darles atención adecuada a los que cometen delitos graves, porque por lo general son personas con daño cerebral, enfermedades psicológicas o que provienen de familias abusivas. En Argentina se condena al violador, pero no se le brinda atención psicológica. De nuevo en libertad, vuelve a violar.
Claro, por supuesto, eso ocurre. Es uno de los problemas más perdurables que tenemos. Nos hemos rendido y no aplicamos el concepto de rehabilitación. Los criminólogos, muchas décadas atrás, decían que las unidades penitenciarias tenían que ser lugares donde los presos pudieran ser rehabilitados. Ahora no ocurre eso. En Estados Unidos no tenemos educación, no tenemos trabajo para los presos. Están encarcelados como animales. Para parar la violencia, es necesario primero entenderla. Y segundo, intentar tratar a las personas, con psicólogos, sociólogos, con educación, con personas que puedan entender mejor los factores que llevan a esa violencia, tanto en ese individuo como en la sociedad. Ese medio ambiente que contribuye a la delincuencia.

¿Las personas que comenten delitos graves pueden recuperarse?
La mayoría de los que cometen delitos violentos pueden sobrevivir y aprender a contribuir con la sociedad. En Estados Unidos tenemos personas en las cárceles que abusan de las drogas, pero que no representan una amenaza para la sociedad. Lo que necesitan es tratamiento. Son personas que no deberíamos tenerlas en la cárcel, porque no es necesario. Nosotros, como país, tenemos la tasa de encarcelamiento más alto en el mundo, más que China, más que Rusia. Y hay otro problema grave: la discriminación en las sentencias. Es mucho más probable que recibas una condena más severa si eres afroamericano o latino, que si eres blanco. Y si alguien cometió un delito, aunque sea robo, sin agresión ni daño a las personas, igual pierde sus derechos civiles y ya no puede votar, por ejemplo.

Las medidas contra la inseguridad crean muchas veces más inseguridad.
Exactamente. En Estados Unidos, después del 11 de septiembre (de 2001), hemos abandonado algunos principios fundamentales, del debido proceso, del tratamiento humano de las personas, sobre todo en Guantánamo.

Es difícil ser el abogado defensor de los que están imputados por supuestos delitos relacionados con el 11 de septiembre.
Lo que es difícil es ganar los casos. Perdemos mucho, porque las cortes son muy conservadoras, los políticos también y entonces es algo muy frustrante, porque no puedes ayudar a tus clientes. Intentamos, pero es muy duro. Para mis clientes que están en el corredor de la muerte o para el que está en Guantánamo, es una tortura.

¿Cuál es la situación de su defendido en Guantánamo?
Es de Arabia Saudita. Hace nueve años que está detenido, sin juicio. No fue formalmente acusado en las cortes penales. El gobierno dice que cree que es una persona que iba a participar en los ataques del 11 de septiembre. Según el gobierno, él no pudo entrar al país y por eso no tomó parte en el ataque. Pero según el gobierno, él ayudaba a Al Qaida. Hasta el momento no han presentado ningún testigo, ninguna prueba, no hemos tenido un proceso. El gobierno, además, ha reconocido que mi cliente fue torturado. No sabemos qué va a ocurrir, pero sigue en Guantánamo.
25 de septiembre de 2011
24 de septiembre de 2011
©página 12

atrocidades de kim jong-il


La comunidad internacional no se puede cruzar de brazos frente a las atrocidades que comete el régimen comunista norcoreano contra su propia población.
[Benedict Rogers] Corea del Norte es clasificada en todos los sondeos de libertad y derechos humanos como lo peor de lo peor. Una red de al menos seis campos de prisioneros políticos, con cerca de veinte mil personas internadas, forma el núcleo del terrible aparato represivo de Kim Jong-il. Espeluznantes relatos de las peores formas de tortura posibles han sido proporcionados por sobrevivientes que han escapado de los gulags.
¿Qué debería hacer la comunidad internacional?
Primero, terminar con su silencio. Es extraordinario que una situación tan grave como la de Corea del Norte sea rara vez discutida. Cuando Corea del Norte aparece en la agenda, es en el contexto de su programa nuclear, seguridad regional o escasez de alimentos. Muy rara vez entran los gulags de Corea del Norte en la conciencia de las potencias internacionales. Eso debe cambiar.
Segundo, es urgente apoyar los esfuerzos para hacer llegar a Corea del Norte información desde fuera. Las transmisiones radiales son el modo más efectivo de hacerlo. Cada vez más norcoreanos tienen acceso a la radio y a celulares, y la comunidad internacional debería recurrir a esos canales para difundir información sobre el país.
Tercero, debemos encontrar maneras de hablar directamente con el régimen y plantear nuestras inquietudes sobre los derechos humanos. El año pasado acompañé a dos parlamentarios británicos, Lord Alton y la baronesa Cox, en un viaje a Pyongyang. En todas las reuniones con altos funcionarios norcoreanos, hablamos sobre los campos de prisioneros y otros graves problemas de derechos humanos.
Sólo el tiempo dirá si esas iniciativas tuvieron algún efecto, pero Corea del Norte es el país más cerrado del mundo, así que nuestro objetivo debería ser encontrar maneras de abrirlo, no de aislarlo aun más.
Más importante, necesitamos hacer un esfuerzo para terminar con la impunidad. Es hora de que Naciones Unidas forme una comisión para investigar los crímenes contra la humanidad que se cometen en Corea del Norte.
Los escépticos dirán que los norcoreanos no cooperarán nunca con una pesquisa semejante, y que el acceso al país será imposible. Eso es muy probable, pero no quiere decir que no se puede investigar.
[El autor es jefe de equipo de Christian Solidarity Worldwide y co-fundador de la International Coalition to Stop Crimes Against Humanity in North Korea.]
19 de septiembre de 2011
9  de septiembre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

eua mantiene cárcel de guantánamo


Pese a la promesa de Obama, la cárcel de Guantánamo no cerró. La cárcel sigue funcionando como campo de concentración, y los funcionarios de la era Bush que justificaron las torturas a presos en Guantánamo y en las cárceles secretas de la CIA aún no han sido puestos en el banquillo de los acusados.
[Mercedes López San Miguel] Estados Unidos. La cárcel de Guantánamo, definida como un campo de concentración por algunos analistas, sigue abierta diez años después de los atentados contra las Torres Gemelas. Guantánamo fue una de las respuestas más criticadas de la administración de George W. Bush tras los ataques de 2001, como lo fueron la invasión a Afganistán e Irak. Su sucesor, Barack Obama, no pudo cumplir su promesa al asumir de cerrar el penal. Tampoco puso en el banquillo a los funcionarios de la era Bush que justificaron las torturas a presos en Guantánamo y en las cárceles secretas de la CIA en el nombre de la guerra contra el terrorismo.
Quien haya visto el documental Camino a Guantánamo se habrá impactado al observar de primera mano la recreación de las torturas y vejaciones que sufrieron cuatro veinteañeros británicos de origen paquistaní encarcelados en la prisión norteamericana por ser considerados terroristas. Que se haya comprobado que no tenían ningún vínculo con Al Qaida no repara las horas de angustia que vivieron. Sus relatos reflejan uno de los tantos testimonios de los prisioneros en este penal de la base naval estadounidense en Cuba. Un penal que empezó a albergar a "sospechosos" de terrorismo en enero de 2002 y debía ser cerrado a más tardar en enero de 2010.
Organizaciones defensores de los derechos humanos denunciaron el limbo jurídico en el que quedaron los 800 detenidos que pasaron por Guantánamo, sin poder acceder a un juicio en tribunales ordinarios. Según documentos de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), revelados en 2007 como parte de una demanda entablada por la Unión de Libertades Civiles de EE.UU., varios detenidos fueron sometidos desde 2002 a malos tratos y torturas físicas y psíquicas, como la exposición a temperaturas y sonidos extremos, la privación del sueño o la profanación del Corán.
Guantánamo no es el único lastre de la guerra preventiva. Durante la era Bush se develó que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) trasladó a unos 3000 sospechosos de terrorismo a sus centros clandestinos de detención (black sites), que tiene en todo el mundo. Según un informe de la Unión Europea de 2007, la CIA operó 1245 vuelos a través del territorio europeo. Allí los prisioneros fueron sometidos a "interrogatorios durísimos", que según las leyes internacionales corresponden a métodos de tortura, como por ejemplo el "submarino" (simulación de ahogamiento).
"La base naval de Guantánamo es un campo de concentración. Lo que la CIA hace hoy es igual que la Gestapo de Hitler. Mantiene prisiones secretas en diversos países donde tortura a los prisioneros", afirma a Página/12 desde Alemania Luiz Alberto Moniz Bandeira, politólogo y profesor de la Universidad de Brasilia. El cientista político señala que Obama continúa la política de Bush pero con otros métodos. "Obama pretende cambiar el concepto de la OTAN, contrariando el objetivo del tratado que creó a la alianza atlántica y darle la capacidad de policía global (global cop) para enfrentar las ‘nuevas amenazas’ como el terrorismo, los ataques cibernéticos y los misiles balísticos."
Los activistas de derechos humanos le reclaman y reprochan al mandatario demócrata que se niegue a procesar a los funcionarios que durante el gobierno de Bush aprobaron el uso de esos métodos de interrogatorio. Como el ex vicepresidente Dick Cheney, quien dijo sin ruborizarse a la cadena ultraconservadora Fox: "Esa práctica funcionó. Aportó datos secretos de relevancia vital".
Raúl Cerdeiras, filósofo y director de la revista Acontecimiento, señala a este diario la contradicción de Occidente. "Las grandes democracias no tienen empacho en decir que torturan y llegan a justificar la tortura. Invaden países y matan a poblaciones indefensas como la de Irak. El discurso en el que se basó George Bush para invadir era el de la cruzada contra el mal. En el momento en que un pensamiento que viene de la democracia plantea una cuestión casi religiosa del Eje del Bien y del Mal se convierte en fundamentalista. Bush dividió al mundo en dos: la democracia del lado del bien, el terrorismo del lado del mal. Esto muestra los límites del pensamiento democrático."
Con todo, Obama prohibió a sus hombres el uso del submarino y toda práctica de tortura en general, así como el cierre de las cárceles secretas de la CIA. En marzo pasado, el presidente emitió una orden ejecutiva para mantener un régimen de detenciones "legal, sostenible y conforme a principios", hasta que pueda cerrar el penal. Si es que puede.
El Congreso norteamericano pone trabas para destinar fondos a la clausura de Guantánamo, trasladar los presos a Estados Unidos y enjuiciarlos en tribunales federales. Hoy los detenidos allí son 171: afrontan la posibilidad de un juicio ante un tribunal militar, el traslado a sus países o detenciones indefinidas. Algunos de esos hombres en overol naranja puede que sigan presos de por vida, sin recibir un proceso justo.
12 de septiembre de 2011
11 de septiembre de 2011
©página 12

niños en venta


Pese a las leyes que prohíben el trabajo infantil, nadie en India se inmuta de que en el país haya diecisiete millones de niños trabajando, muchos de ellos como esclavos.
[Sonia Faleiro] Patna, India. Cuando el mes pasado investigaba para un libro sobre el trabajo infantil en India, viajé al norteño estado de Bihar, una reconocida fuente de niños para las redes de trata.
Aquí, junto a las esperadas historias de secuestros, oí sobre otra inesperada y desgarradora ruta hacia la servidumbre. Niños de apenas diez años habían empezado a ofrecerse directamente a traficantes debido a que ya no podían soportar el hambre.
Conocí a un chico de catorce años, Arun Kumar, que me contó su experiencia.
Kumar vive con su tío y dos hermanos menores en el pueblo de Amni, a un día en autobús de Patna, la capital del estado de Bihar.
Dos días antes de que nos encontráramos, Kumar había sido devuelto a casa por una organización sin fines de lucro local, respaldada por Save the Children, tras ser rescatado de un molino de arroz en el estado de Haryana, donde había estado trabajando dieciocho horas al días, siete días a la semana. Le pagaban ochocientas rupias al mes, un poco menos de veinte dólares.
En raras ocasiones, contó, se rompía una máquina y los trabajadores eran enviados de "vacaciones." "Yo me iba caminando hasta el pueblo más cercano, a una hora de camino, a comprar bizcochos", dijo.
La organización sin fines de lucro primero suplicó, luego amenazó al dueño del molino con una ruidosa protesta frente a su local. "Pagué por él", argumentó el dueño, antes de dejar marcharse a Kumar.
No era la primera vez que la organización se ponía en acción por Kumar: el año pasado había sido rescatado de otra fábrica de arroz. En ninguna de las dos ocasiones se aproximó a la policía, porque se sabe que está sobornada por los traficantes.
Cuando le pregunté a Kumar quién lo había enviado al molino, me dijo: "Nadie. Fui porque quería."
Kumar me contó que aunque su tío trabajaba, no ganaba suficiente dinero como para comer más de una vez al día.
Las familias en mejor posición económica de Amni comen dos veces al día. El pueblo no tiene electricidad. Tampoco tiene agua potable ni tierras agrícolas. No hay oportunidades ni de educación ni de empleo, y las familias de las castas superiores del pueblo vecino desvían pata sí mismas las provisiones que envía el gobierno para aliviar las duras y sombrías vidas de las familias de las castas inferiores de Amni.
Tradicionalmente la pobreza ha mantenido en pie el trabajo infantil. Se calcula que India tiene diecisiete millones de niños trabajadores, muchos de los cuales son visibles en los restaurantes a orillas de los caminos, panaderías y talleres mecánicos. Los indios en las ciudades asumen que estos niños son de la localidad que han sido enviados por sus padres para ganar un poco de dinero extra, o escapados.
La verdad es que muchos de ellos son vendidos a través de enormes redes. La pobreza del país, las necesidades de los niños, la indiferencia de la opinión pública y las ganancias de este negocio ilegal permiten que estas redes sean inmunes frente a las leyes indias sobre el trabajo infantil.
Las redes pagan a intermediarios para encontrar víctimas no solamente en las extensiones urbanas de ciudades como Delhi o Haryana, donde los niños trabajadores son muy demandados para trabajar en molinos, fábricas y casas particulares, sino en ciudades y pueblos remotos donde la pobreza empuja a la gente al límite. Debido a que los reclutadores son tan numerosos, niños como Kumar pueden acercarse a ellos voluntariamente, a veces incluso sin el conocimiento de sus padres.
Kumar sabía que la vida en Amni no le ofrecía nada, pero el hecho de que no tuviera lo suficiente para comer lo había llevado a acercarse a lo que llamó un "contratista laboral." Habló con unas personas que habían ido y vuelto de Haryana, a veintidós horas de viaje en tren. Todas eran niños de entre diez y quince años. Como él, todos creían que necesitaban trabajar sobre sobrevivir.
Incluso aunque las leyes sobre el trabajo infantil prohíben el empleo de niños menores de catorce años, el contratista no sólo contrató de inmediato a Kumar, sino también le dio un avance de mil rupias (unos veinte dólares). La suma es una pequeña fortuna para un niño hambriento, y casi el salario de un mes de un trabajador adulto.
Kumar se enteró pronto de que a él le pagarían mucho menos que a los adultos por el mismo trabajo en el molino, y que algunas tareas a las que sería asignado, como operar maquinaria pesada, eran peligrosas. Esa también era una violación de la ley. Pero dijo que estaba agradecido por la oportunidad.
El hecho de que hubiera sido devuelto a casa contra su voluntad no una sino dos veces, no inquietaba a Kumar. Cree que los activistas de la organización sin fines de lucro deben obedecer la voz de su conciencia. Pero él también debe obedecer la suya.
"Cuando se acaben las verduras", dice Kumar, "comeremos roti" -un pan sin levadura. "Y cuando el roti se acabe, volveré a trabajar."
[La foto muestra a niños indios, pero no está relacionada con el caso descrito en el artículo. Proviene de telegraph.]
[Sonia Faleiro es la autora de ‘Beautiful Thing: Inside the Secret World of Bombay’s Dance Bars.’]
12 de septiembre de 2011
6 de septiembre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

murió vann nath


Artista. Sobrevivió la tortura de los khmer rouge.
[Seth Mydans] Murió el lunes en Phnom Penh, Camboya, el artista Vann Nath, uno de los pocos sobrevivientes del centro de tortura de los khmer rouge, Tuol Sleng, y que alcanzó a declarar hace dos años en el juicio de su encarcelador. Tenía 65 años.
Su familia informó que falleció a causa de un paro cardíaco, agregando que había estado en coma en los últimos tres días. Durante años sufrió de una enfermedad renal y otros achaques.
Encadenado y torturado con otros prisioneros cuando fue detenido a fines de 1977, a Vann Nath sus celadores le perdonaron la vida para que hiciera retratos del líder khmer rouge, Pol Pot. Sus pinturas más recientes con escenas de tortura se exhiben en las paredes de Tuol Sleng, ahora un museo.
Se cree que sólo catorce prisioneros sobrevivieron Tuol Sleng, donde al menos catorce mil personas fueron enviadas a la muerte, de acuerdo al Centro de Documentación de Camboya, un repositorio de archivos de los khmer rouge. En total durante el régimen de los khmer rouge, de 1975 a 1979, murieron 1.7 millones de personas.
Las memorias de Vann Nath, ‘A Cambodian Prison Portrait: One Year in the Khmer Rouge’s S-21 Prison’, de 1998, es la versión más vívida escrita por un sobreviviente.
Vann Nath murió en momentos en que se celebran los largamente esperados juicios de los antiguos líderes khmer rouge. En 2009 fue el primer sobreviviente que declaró contra el comandante de Tuol Sleng, Kaing Guek Eav, o Duch, que ahora ha recurrido su sentencia que ya fue reducida de treinta y cinco a diecinueve años.
"No pude dormir la noche anterior", dijo en el tribunal cuando empezó el juicio. "Estuve esperando el amanecer para poder ver a Duch en el banquillo de los acusados."
En el estrado de los testigos contó que los prisioneros pasaban tanto hambre que se comían los insectos que caían del cielo raso y que él llegó incluso a soñar con comer carne humana. "Aunque he tratado de olvidarlo, son recuerdos que todavía me persiguen", dijo a la corte.
Los testimonios de un segundo juicio de cuatro importantes líderes khmer rouge deben empezar pronto.

Vann Nath nació en el seno de una familia pobre en la provincia de Battambang en 1946 y trabajó como pintor de letreros y carteleras. Dijo que fue detenido por razones que desconocía cuando trabajaba en un arrozal y le perdonaron la vida cuando sus celadores se enteraron de que sabía pintar.
"Cada vez que tomabas el pincel", contó en una entrevista, "lo hacías esperando que les gustara y te dejaran vivir."
Desde su taller podía oír los gritos de los prisioneros que eran torturados y de los niños separados de sus padres para ser asesinados.
"Cuando los gritos no se podían ignorar, nos dábamos vuelta y nos mirábamos unos a otros como si tuviéramos una cita", dijo. "Hablábamos con los ojos. Queríamos decir: ‘¿Es eso lo que nos pasará a nosotros también?’"
Recobró su libertad en enero de 1979 cuando la invasión vietnamita derrocó a los khmer rouge y sus celadores se dieron a la fuga.
Desde entonces, gracias a sus pinturas y a su restaurante, se convirtió en el representante vivo de las víctimas de Tuol Sleng, y fue a menudo entrevistado por periodistas para que contara su historia.
11 de septiembre de 2011
6 de septiembre de 2011
©new york times   
cc traducción c. lísperguer

ue critica a eua por cárcel de guantánamo


UE: es "una vergüenza" que EEUU aún no cierre Guantánamo. Esta prisión, mantenida en la base naval que EEUU tiene en la isla de Cuba, acogió a los sospechosos de terrorismo tras el lanzamiento de la guerra internacional contra el terrorismo luego de los atentados del 11 de septiembre, hace diez años.
Unión Europea. La comisaria europea de Interior, Cecilia Malmstrom, afirmó este viernes que la Unión Europea considera "una vergüenza" que Estados Unidos no haya cerrado todavía la prisión de Guantánamo, una de las promesas del Presidente Barack Obama para su primer año de mandato.
Esta prisión, mantenida en la base naval que EEUU tiene en la isla de Cuba, acogió a los sospechosos de terrorismo tras el lanzamiento de la guerra internacional contra el terrorismo luego de los atentados del 11 de septiembre, hace diez años.
"Estamos muy descontentos. Esta opinión de la Unión Europea, de todas las instituciones y de todos los Estados miembros, la hemos manifestado ya en muchas ocasiones en nuestros contactos con EEUU", dijo la comisaria en rueda de prensa.

Sin Procesamiento
Malmstrom, consideró "una vergüenza" que el centro permanezca aún abierto y que los detenidos en esa prisión no hayan tenido derecho a un procedimiento judicial y reiteró que la UE "recuerda" ese asunto a "los amigos americanos" cada vez que tiene ocasión de hacerlo.
Bruselas y Washington mantienen una estrecha cooperación en materia antiterrorista.
La comisaria compareció ante la prensa para presentar la puesta en marcha de una nueva red formada por profesionales de todos los Estados miembros que pretende combatir el extremismo y el reclutamiento de personas para su participación en actos terroristas.
9 de septiembre de 2011
©la nación