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doble nacionalidad en la mira


[Ulli D’Oliveira] Entre otros partidos, el CDA y el VVD encuentran indeseable que haya personas con dos nacionalidades. En algunos casos, no obstante, es imposible renunciar a una de las nacionalidades que se tienen. La alegación que exige lealtad exclusiva es un coleteo desesperado del nacionalismo reaccionario.
La sociedad recibe a “extranjeros que desean disfrutar en libertad de las bondades de la libertad, pacificamente, plenamente, recibiendo una igual seguridad y protección". Así rezaba nuestra primera constitución, el reglamento del Estado del pueblo bátavo de 1798. La hospitalidad aquí expresada ha sido convertida hoy en día de modo terrible en xenofobia institucionalizada.
El debate sobre el informe de la comisión Blok sobre si ha tenido éxito o no la política holandesa de integración de los últimos treinta años ha abierto la época de caza con medidas cuyo objetivo es hacerle la vida lo más difícil posible a determinado grupos de extranjeros. Todo partido que se precie intenta hacer pujas mejores que las de sus contrincantes mediante creativas muestras de miseria. Un punto en común de todos esos planes es machacar sobre la necesidad de una única nacionalidad.
Así, el CDA (partido democratacristiano) encuentra “deseable establecer la prohibición de la doble nacionalidad”. El LPF (extrema derecha) quiere hacer más difícil conseguir la nacionalidad holandesa y exige que para naturalizarse haya que tomar distancia de cualquier otra nacionalidad. El VVD (extrema derecha) ve como medios para fomentar la integración político-social “limitar las excepciones a la prohibición de doble nacionalidad” y “no permitir doble nacionalidad a los alóctonos de tercera generación”. El otro partido de gobierno, el liberal D66, no tiene “ninguna objeción a la doble nacionalidad, siempre que se satisfagan las exigencias para conseguir la nacionalidad holandesa”. El partido ChristenUnie tiene miedo de con una doble nacionalidad también existan dobles lealtades. Y el laborista PvdA dice en el informe de la comisión Patijn que “los ciudadanos con diversas sociedades pueden tener un vínculo sin que ello pueda estorbar a una participación plena, con el ejercicio de todos los derechos y deberes, en la sociedad holandesa”.

La ley sobre la nacionalidad holandesa va oscilando de un lado para otro ya desde 1985. Si pensamos en la naturalización de extranjeros, enseguida tendemos a considerar que mantener la antigua nacionalidad sería indeseable. Entonces enseguida hablamos de dobles lealtades, quintas columnas, querer comer de dos platos a la vez. Cuando pensamos en la igualdad entre hombre y mujer, nos parece estrictamente necesario que los niños con uno de sus progenitores holandés también obtengan la nacionalidad holandesa, sea cual sea la nacionalidad del otro progenitor. De este modo, en los matrimonios mixtos creamos una enorme cantidad de holandeses bipátridos*, con dos nacionalidades. También nos parece muy aceptable que las parejas obtienen con mayor facilidad que otros la nacionalidad de su cónyuge holandés, aun si no pueden renunciar a su nacionalidad originaria. Antes las mujeres holandesas obtenían automáticamente la nacionalidad holandesa.

Si pensamos en la Unión Europea encontramos muy normal que las personas de otros Estados miembros no necesiten integrarse y que tengan aproximadamente los mismos derechos que los holandeses. A la hora de establecer diferencias entre los ciudadanos europeos y las personas de otros países echamos mano de la discriminación en base a la nacionalidad. Y además se nos machaca sistemáticamente con la idea de que no sólo somos holandeses, sino sobre todo europeos, y que por lo tanto debemos mantener una doble lealtad. También tenemos derecho a voto en Europa, y si nos mudamos a Grecia tenemos derecho a votar en las elecciones locales.

En realidad los holandeses tenemos tantas nacionalidades como países hay en la Unión.

El debate es, pues, de carácter ideológico. Ahora queda establecido por ley que se le acabó la fiesta al extranjero que quiere naturalizarse holandés si no hace todo lo posible por perder su nacionalidad originaria. Pero hay algunas nacionalidades a las que sencillamente no puedes renunciar, y la legislación que así lo establece bien la conocen el LPF y el CDA. En otros, casos no se puede pedir un distanciamiento de la nacionalidad originaria debido a la existencia de acuerdos al respecto.

Si se quiere entonces prevenir en absoluto la doble nacionalidad deberán anularse una serie de acuerdos, o no abandonar sencillamente la posibilidad de la naturalización, ya que, como en el caso de Marruecos, la legislación no permite la pérdida de la nacionalidad.

La elaboración por tanto de la obligatoriedad severa de este distanciamiento es claramente discrepante con determinaciones de nuestra legislación que conducen automáticamente a la obtención de la nacionalidad holandesa y, junto a ello, a la formación de una gran reserva de extranjeros en nuestro país a quiénes se les niega el derecho fundamental de la ciudadanía.

En un período en que la identidad de los Estados cada vez tiene menos relevancia, insignificantes e indefensos como están ante la posibilidad de desintegrarse debido al fortalecimiento de la integración europea y a la fuerte influencia de países como Estados Unidos, alegar por una lealtad exclusiva a una Holanda que cada vez es más vaga no es sino una expresión desesperada de un nacionalismo reaccionario. Y no irá a dar a buen puerto.

[tt][color=000000]H. U. Jessurun d’Oliveira is antiguo catedrático de derecho en emigración de la Universidad de Ámsterdam.
17 abril 2004
©trouw ©traducción mQh"

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