exorcistas y demonios en uruguay
[Jon Jeter]Montevideo. Por supuesto empezamos haciéndole la preguntita pertinente. Y sí, el Padre Julio César Elizaga vio´El Exorcista´, y le gustó. Pero dijo que el exorcismo de verdad no tiene casi nada que ver con la versión fílmica.
Si alguien conoce la diferencia, ése es Elizaga, un sacerdote católico que en los últimos 47 años ha realizado, según sus propias cuentas, más de cien rituales de exorcismo en este pequeño e intensamente católico país incrustado en la costa atlántica de Sudamérica. Nunca ha visto levitar a nadie, ni que nadie gire su cabeza en 360 grados, o que su vómito sea verde.
"Eso sólo ocurre en las películas", dijo en una entrevista en su despacho de Montevideo. "El exorcismo de verdad es mucho más ordinario".
La gran mayoría de la gente que es llevada a él sufren de enfermedades mentales, dijo. Y él a su vez los envía a psiquiatras locales y profesionales de la salud mental.
Pero el Demonio existe, dijo, y, de vez en vez, sus emisarios se meten en la gente. La posesión no es nunca involuntaria. En realidad, tienes que cortejar al Demonio, buscar activamente su magia negra, antes de que él pueda entrar en el cuerpo. Se necesita fe, si no en Dios, en todo caso en el Demonio, dijo.
"La mayoría de las veces es gente enrabiada con Dios", dijo. "Porque han roto con un novio, o alguien cercano se murió, o no les dieron el trabajo que querían. Se enfadan. Se vuelven contra Dios y buscan el mal. No es una especie de resfriado o de gripe. No es una cosa que te agarres sin más".
A los 74 años, Elizaga se ha convertido en un personaje curioso e icono de Montevideo. Ha viajado por Brasil, el Líbano y otros países estudiando exorcismos y cultos. Escribe libros sobre el tema. Su parroquia es terriblemente popular. La policía ha declarado haber solicitado su ayuda para resolver casos difíciles. En 1986, el Papa Juan Pablo II lo nombró consejero del Vaticano sobre cultos no cristianos.
El Vaticano reconoce el exorcismo y la posesión diabólica y autoriza al obispo de una diócesis a nombrar a una persona "de piedad, sabiduría, prudencia y vida santa" para llevar a cabo el ritual.
En 1999, en un volumen empastado en cuero de 84 páginas, el Vaticano actualizó las reglas para realizar el antiguo ritual de exorcismo. En esa época, el cardenal Jorge Arturo Estévez, un prelado del Vaticano, dijo, "Con el exorcismo se busca expulsar a los demonios o liberar a alguien de la influencia del demonio".
Elizaga dijo que alguien verdaderamente poseído se encogerá de miedo o lo rehuirá al verlo, como lo haría si fuesen repelidos con símbolos abiertamente religiosos. A veces, la gente poseída habla en lenguas extrañas que no han estudiado, aunque dijo que es más común oírlos hablar en tercera persona, a veces con una voz muy diferente de la propia.
En el último rito de exorcismo que realizó, hace más de un año, una mujer de 25 años no hacía más que repetir, "¡No la puedes tener, no te la entregaré!", recordó Elizaga.
"Estaba sudando profusamente", dijo Gerardo Pereira, uno de los feligreses que ayudó en el ritual". Respiraba agitadamente y la expresión de su cara era de odio puro. Nunca vi una cosa semejante. Nos maldecía. Sentí pena por ella, una chica tan guapa que tenía que pasar por todas esas pruebas. Pero al mismo tiempo sentí temor. Eso era de verdad".
Ese ritual duró toda la noche, dijo Luis Lombardi, otro feligrés que también participó, agregando que se necesitaron cuatro para sujetar a la mujer mientras Elizaga rezaba sobre ella.
Elizaga dijo que el exorcismo no consiste más que en rezar, en "un rezo liberador". No se necesita ni agua bendita ni crucifijo.
Lo importante es repetir la oración y poner las manos sobre la persona hasta que las fuerzas demoníacas sean expulsadas, dijo.
Dijo que la cantidad de posesiones demoníacas recrudece en tiempos de crisis económica.
"El desempleo, la desintegración familiar, el alcoholismo, las drogas, la influencia de la televisión, la incertidumbre sobre el futuro, son todas cosas que juegan un papel", dijo. "Las amistades se disuelven y la gente no tiene a esa persona en la que confiar para ayudarles a pensar sobre sus problemas".
Gustavo Fernández, subdirector de la policía de Montevideo, dijo que los detectives solicitan de vez en cuando la ayuda de Elizaga. Contó un caso del último año en el que Elizaga ayudó a resolver una serie de actos de vandalismo en los cementerios, que fueron cometidos por adolescentes metidos en un culto no cristiano. Elizaga dijo, "No todos entienden lo que hacemos. Pero yo vivo en un mundo de profundas experiencias religiosas. Ése es mi mundo".
Si alguien conoce la diferencia, ése es Elizaga, un sacerdote católico que en los últimos 47 años ha realizado, según sus propias cuentas, más de cien rituales de exorcismo en este pequeño e intensamente católico país incrustado en la costa atlántica de Sudamérica. Nunca ha visto levitar a nadie, ni que nadie gire su cabeza en 360 grados, o que su vómito sea verde.
"Eso sólo ocurre en las películas", dijo en una entrevista en su despacho de Montevideo. "El exorcismo de verdad es mucho más ordinario".
La gran mayoría de la gente que es llevada a él sufren de enfermedades mentales, dijo. Y él a su vez los envía a psiquiatras locales y profesionales de la salud mental.
Pero el Demonio existe, dijo, y, de vez en vez, sus emisarios se meten en la gente. La posesión no es nunca involuntaria. En realidad, tienes que cortejar al Demonio, buscar activamente su magia negra, antes de que él pueda entrar en el cuerpo. Se necesita fe, si no en Dios, en todo caso en el Demonio, dijo.
"La mayoría de las veces es gente enrabiada con Dios", dijo. "Porque han roto con un novio, o alguien cercano se murió, o no les dieron el trabajo que querían. Se enfadan. Se vuelven contra Dios y buscan el mal. No es una especie de resfriado o de gripe. No es una cosa que te agarres sin más".
A los 74 años, Elizaga se ha convertido en un personaje curioso e icono de Montevideo. Ha viajado por Brasil, el Líbano y otros países estudiando exorcismos y cultos. Escribe libros sobre el tema. Su parroquia es terriblemente popular. La policía ha declarado haber solicitado su ayuda para resolver casos difíciles. En 1986, el Papa Juan Pablo II lo nombró consejero del Vaticano sobre cultos no cristianos.
El Vaticano reconoce el exorcismo y la posesión diabólica y autoriza al obispo de una diócesis a nombrar a una persona "de piedad, sabiduría, prudencia y vida santa" para llevar a cabo el ritual.
En 1999, en un volumen empastado en cuero de 84 páginas, el Vaticano actualizó las reglas para realizar el antiguo ritual de exorcismo. En esa época, el cardenal Jorge Arturo Estévez, un prelado del Vaticano, dijo, "Con el exorcismo se busca expulsar a los demonios o liberar a alguien de la influencia del demonio".
Elizaga dijo que alguien verdaderamente poseído se encogerá de miedo o lo rehuirá al verlo, como lo haría si fuesen repelidos con símbolos abiertamente religiosos. A veces, la gente poseída habla en lenguas extrañas que no han estudiado, aunque dijo que es más común oírlos hablar en tercera persona, a veces con una voz muy diferente de la propia.
En el último rito de exorcismo que realizó, hace más de un año, una mujer de 25 años no hacía más que repetir, "¡No la puedes tener, no te la entregaré!", recordó Elizaga.
"Estaba sudando profusamente", dijo Gerardo Pereira, uno de los feligreses que ayudó en el ritual". Respiraba agitadamente y la expresión de su cara era de odio puro. Nunca vi una cosa semejante. Nos maldecía. Sentí pena por ella, una chica tan guapa que tenía que pasar por todas esas pruebas. Pero al mismo tiempo sentí temor. Eso era de verdad".
Ese ritual duró toda la noche, dijo Luis Lombardi, otro feligrés que también participó, agregando que se necesitaron cuatro para sujetar a la mujer mientras Elizaga rezaba sobre ella.
Elizaga dijo que el exorcismo no consiste más que en rezar, en "un rezo liberador". No se necesita ni agua bendita ni crucifijo.
Lo importante es repetir la oración y poner las manos sobre la persona hasta que las fuerzas demoníacas sean expulsadas, dijo.
Dijo que la cantidad de posesiones demoníacas recrudece en tiempos de crisis económica.
"El desempleo, la desintegración familiar, el alcoholismo, las drogas, la influencia de la televisión, la incertidumbre sobre el futuro, son todas cosas que juegan un papel", dijo. "Las amistades se disuelven y la gente no tiene a esa persona en la que confiar para ayudarles a pensar sobre sus problemas".
Gustavo Fernández, subdirector de la policía de Montevideo, dijo que los detectives solicitan de vez en cuando la ayuda de Elizaga. Contó un caso del último año en el que Elizaga ayudó a resolver una serie de actos de vandalismo en los cementerios, que fueron cometidos por adolescentes metidos en un culto no cristiano. Elizaga dijo, "No todos entienden lo que hacemos. Pero yo vivo en un mundo de profundas experiencias religiosas. Ése es mi mundo".
2 mayo 2004 ©the washington post ©traducción mQh
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Veronica Andrade -