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el mundo de los interrogatorios


[Dana Priest & Joe Stephens] En Afganistán, el centro secreto de interrogatorios de la CIA en Kabul es conocido como "El Hoyo", llamado así por sus desesperantes condiciones. En Iraq, los prisioneros más importantes son retenidos en un enorme hangar cerca de la pista de aterrizaje del Aeropuerto Internacional de Bagdad, dicen personeros estadounidenses, expertos en contraterrorismo y otros. En Qatar, las fuerzas estadounidenses han estado transportando a algunos prisioneros iraquíes a una cárcel lejana en una gigantesca base aérea norteamericana en el desierto.
La prisión de Abu Graib en Iraq, donde una unidad de soldados maltrató a los prisioneros, es justamente la más grande y la más sonada de una constelación mundial de centros de detención -muchos de ellos secretos y fuera de todo escrutinio público- que los militares y la CIA han manejado en nombre del contraterrorismo o de las operaciones de contrainsurgencia desde los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Estas prisiones y cárceles son a veces tan pequeñas como un contenedor o tan grandes como el inmenso complejo de Bahía Guantánamo en Cuba. Son parte de una elaborada infraestructura cuyo propósito es retener a sospechosos de terrorismo o insurgentes para interrogarlos y por razones de seguridad, al mismo tiempo que se eluden tribunales nacionales e internacionales, donde los métodos y las evidencias usadas contra los acusados serían ventiladas en público. Algunos son retenidos en prisión por gobiernos extranjeros, a petición de Estados Unidos.
"La cantidad de personas que en el mundo árabe han sido detenidas a petición de Estados Unidos es mucho más grande que en Bahía Guantánamo. En serio, miles", declaró Najeeb Nuaimi, ex ministro de Justicia de Qatar, que representa a las familias de una docena de prisioneros.
La serie, en gran medida oculta, incluye tres sistemas que sólo rara vez se superponen: la red de prisiones, cárceles y centros de detención del Pentágono en Iraq, Afganistán, Guantánamo y otros lugares; las instalaciones menores, también secretas, donde se retiene a líderes de Al Qaeda y otros personajes; y las salas de interrogatorio de servicios de inteligencia extranjeros -sobre algunos se cuenta ya con informes documentados de torturas- a los que el gobierno de Estados Unidos entrega sospechosos de niveles medio o bajo para ser interrogados.
En total, más de 9 mil personas se encuentran detenidas por las autoridades estadounidenses fuera del territorio continental, la gran mayoría bajo control militar, de acuerdo a cifras y cálculos de expertos en inteligencia. Los detenidos no gozan de derechos legales convencionales: no tienen acceso a abogados, no gozan de juicios imparciales y, al menos en el caso de los prisioneros retenidos en el pabellón 1A de Abu Graib, no hay una garantía aparente del tratamiento humano que se concede a los prisioneros de guerra bajo las Convenciones de Ginebra o a civiles en cárceles estadounidenses.
Aunque algunos de los detenidos por los militares en Iraq, Afganistán y Guantánamo han recibido visitas del Comité Internacional de la Cruz Roja, de hecho algunos de los detenidos por la CIA han dessaparecido, según entrevistas con antiguos y actuales funcionarios de inteligencia y según el informe del ejército sobre los maltratos de Abu Graib.
Los "detenidos fantasmas" de la CIA, como eran llamados por los miembros de la Brigada 800 de la Policía Militar, eran custodiados rutinariamente por soldados-guardias en Abu Graib "sin hacerse responsables de ellos, sin saber sus identidades e incluso sin tener razones para su detención", dice el informe. Estos presos fantasmas eran "trasladados dentro de las instalaciones para ocultarlos" de los equipos de la Cruz Roja, una táctica que era "engañosa, contraria a la doctrina del ejército, y en violación del derecho internacional".
Los funcionarios de la CIA están siendo investigados por el departamento de Justicia y la oficina de inspección general en conexión con la muerte de tres detenidos en los últimos seis meses, dos de los cuales murieron durante un interrogatorio y un tercero estaba siendo interrogado por un contratista de la CIA. Un vocero de la CIA dijo que el ocultamiento de los detenidos era inapropiado. Se negó a dar más comentarios.
Ninguna de las disposiciones que permiten a personal estadounidense secuestrar, transportar, interrogar y detener a extranjeros son ad hoc o no autorizadas, incluyendo las así llamadas ‘entregas'. "La gente tiende a verlo como un secuestro extra-judicial, que no es", dijo el antiguo agente de la CIA, Peter Probst. "Hay una larga historia detrás de todo esto. Se ha hecho durante décadas y es absolutamente legal".
De hecho, cada aspecto de este nuevo universo -incluyendo la mantención de líneas aéreas encubiertas para llevar a los prisioneros de un lugar a otro, el reglamento para los interrogatorios y la justificación legal para detener a extranjeros sin el debido proceso que se concede a la mayoría de los ciudadanos estadounidenses- ha sido desarrollado por abogados de las fuerzas armadas o de la CIA, aprobado por el despacho de asesoría legal del departamento de Justicia y, dependiendo del asunto particular de que se trate, aprobado por el despacho de asesoría legal de la Casa Blanca o por el presidente mismo.
En algunos casos, tales como determinar si un ciudadano estadounidense puede ser designado como combatiente enemigo y por tanto puede ser detenido sin cargos, es el presidente el que toma la decisión final, dijo Alberto R. González, asesor legal del presidente, en un discurso el 24 de febrero ante el Comité Permanente sobre Ley y Seguridad Nacional, del Colegio de Abogados de Estados Unidos.
Críticos de este tipo de detención y tratamiento, dijo González, "asumieron que había poco o nada de análisis -legal u otro- detrás de la decisión de designar a una persona en particular como combatiente enemigo".
Al contrario, la administración ha aplicado la ley de guerra, dijo. "Bajo esas reglas, los combatientes enemigos capturados, sean soldados o saboteadores, pueden ser detenidos mientras duren las hostilidades".
Debido a que la mayoría de las directrices e instrucciones sobre estas materias son confidenciales, antiguos y actuales funcionarios de inteligencia y militares que las describieron para el Washington Post dijeron que lo hacían sólo a condición de no ser identificados.
Junto con otras actividades de la CIA y el ejército para desbaratar los planes terroristas y destruir las redes financieras de Al Qaeda, funcionarios de la administración dicen que los interrogatorios son un componente clave de su estrategia antiterrorista global y de las operaciones de contrainsurgencia en Iraq. Como declaró recientemente el director adjunto de la CIA, John McLaughlin, ante la comisión que investiga los atentados del 11 de septiembre de 2001: "Este país, con toda su capacidad, está ahora mucho mejor organizado en una mezcla ofensiva que es implacable".

Cárceles Militares y Prisiones
Abu Graib -donde se tomaron las fotografías que han enfurecido al mundo árabe y sacudieron el liderazgo militar y político de Estados Unidos- albergaba entre 6 mil y 7 mil detenidos en la época en que se cometieron los abusos. Hoy, este y otros centros en Iraq albergan a más de 8 mil prisioneros, dijeron funcionarios estadounidenses y de la coalición. Los detenidos van de aquellos de los que se sospecha que han jugado papeles claves en la insurgencia hasta sospechosos de delitos comunes de poca monta.
Hasta que el escándalo reciente arrojara alguna tenue luz, poco se sabía públicamente de los sitios de detención en Iraq, su ubicación y quiénes están detenidos. Ha sido una fuente continua de frustración para los grupos de observadores internacionales, tales como Human Rights Watch, con sede en Nueva York, que ha tratado repetidas veces de visitar las instalaciones. Incluso el informe sobre la investigación del ejército sobre los maltratos en Abu Graib sigue siendo confidencial, a pesar de que las filtraciones lo han hecho público.
Las instalaciones del departamento de Defensa en Bahía Guantánamo son mucho mejor conocidas. Las barracas al aire libre alojan a cerca de 600 detenidos, transportados hasta allí desde todo el mundo en los últimos dos años. El secreto se mantiene estrictamente, con los detenidos y la mayoría de las instalaciones de acceso prohibido a los visitantes.
La Corte Suprema debe resolver si los individuos detenidos ahí, a los que el Pentágono declara "combatientes enemigos" en la guerra contra el terrorismo, deberían o no tener acceso a tribunales estadounidenses. La pasada semana, los militares estadounidenses reconocieron que dos guardias de Bahía Guantánamo han sido sancionados en relación con el uso excesivo de fuerza contra los detenidos. Y funcionarios de la Defensa confirmaron la existencia de una lista de técnicas de interrogatorio aprobadas, que datan de abril de 2003, y que incluían la inversión del horario diurno, la exposición de los prisioneros al calor y al frío, y "agresión sensorial", que incluía el uso de luces y música estridente.
El tratamiento de los prisioneros en Afganistán ha recibido menos atención de parte de la opinión pública.
Los militares estadounidenses mantienen a cerca de 300 personas retenidas en Bagram, al norte de la capital Kabul, y en Kandahar, Jalalabad y Asadabad. Según estimaciones de Human Rights Watch, al menos 700 personas han sido liberadas de esos sitios, la mayoría de las cuales fueron retenidas ahí durante algunas semanas, o menos. Unidades de las Fuerzas Especiales también tienen centros de detención en sus cuarteles, incluyendo Gardez y Khost.
En diciembre de 2002, dos afganos murieron mientras se encontraban bajo custodia estadounidense en Afganistán. Los militares estadounidenses clasificaron sus muertes como homicidios. Otro afgano murió en junio de 2003, en un centro de detención cerca de Asadabad.
"En 2002, los afganos en la base aérea de Bagram han declarado que han sido detenidos durante semanas, continuamente esposados y engrilletados, mantenidos intencionadamente despiertos durante largos períodos de tiempo, y obligados a arrodillarse o mantenerse en posiciones incómodas durante extensos períodos", estableció en marzo un informe de Human Rights Watch. "Algunos dicen que fueron golpeados y pateados cuando les arrestaron, o más tarde, como parte de la intención de mantenerlos despiertos. Algunos dicen que, en invierno, fueron mojados con agua gélida".

Detenciones de la CIA
Antes de que los militares estadounidenses comenzaran a detener e interrogar gente en Afganistán e Iraq, la CIA ya estaba recogiendo sospechosos de Al Qaeda en lugares tan remotos como Paquistán, Yemen y Sudán. Hoy, la CIA retiene probablemente a dos o tres docenas de presos de todo el mundo, según informes confiables de antiguos y actuales funcionarios. Entre ellos están los líderes de Al Qaeda, Khalid Sheik Mohamed y Ramzi Binalshubh, en Paquistán, y Abu Zubaida. La CIA también está a cargo del interrogatorio de Sadam Husein, del que se cree que está retenido en Bagdad.
La ubicación de los centros de interrogatorios de la CIA es una materia tan delicada que incluso los cuatro líderes de los comités de inteligencia de la Cámara y del Senado, que son informados de todas las operaciones encubiertas, no los conocen, dijeron fuentes del Congreso. Estos miembros son informados periódicamente sobre los presos, pero varios miembros dijeron que no recibieron información sobre las condiciones de detención de los prisioneros, y los miembros no insistieron en ello. La CIA ha dicho al Congreso que no practica la tortura como técnica de interrogatorio.
"Hay un agujero negro sobre informaciones como la ubicación y las condiciones en que son mantenidos", dijo un funcionario del Congreso que no quiso ser identificado. "Les han dicho que es muy delicado".
En Afganistán, la CIA comúnmente conducía interrogatorios en un patio de contenedores de metal usados para la carga marítima en la base aérea de Bagram, protegido por tres capas de alambre de concertina. No está claro si el centro continúa abierto, pero el principal centro de interrogatorios de la CIA parece estar ahora en Kabul, en un lugar llamado por la agencia y operadores de las Fuerzas Especiales, "El Hoyo".
"El maltrato a los prisioneros no es nada nuevo", dijo un militar que ha trabajado estrechamente con los interrogadores de la CIA en Afganistán. Una docena de antiguos y actuales funcionarios de la seguridad nacional entrevistados por el Washington Post en 2002, incluyendo a varios que han estado presentes en esos interrogatorios, defendieron el uso de tácticas de interrogatorio estresantes y el uso de la violencia contra los detenidos como algo justo y necesario.
El despacho de asesoría legal de la CIA elaboró un nuevo paquete de reglas de compromiso después de los atentados del 11 de septiembre. Fue aprobado por el departamento de Justicia y por el asesor del Consejo Nacional de Seguridad, según funcionarios de inteligencia familiarizados con el proceso. "Son instrucciones muy específicas que fueron aprobadas una por una", dijo un funcionario estadounidense que ayuda a supervisar el proceso fuera de Estados Unidos. "Todos están a bordo. Es legal".
Las reglas exigen que los operadores de campo pidan la aprobación de Washington para el uso de "medidas reforzadas", métodos que podrían provocar daños físicos o psicológicos temporales.
Funcionarios de inteligencia dicen que la CIA, contrariamente a su imagen glamorosa de películas y novelas, no tenía especialistas en interrogatorios a mano que se encargasen de la cantidad de sospechosos valiosos que fueron capturados después del 11 de septiembre. La agencia dependía de analistas y psicólogos. "Dos años y medio después", dijo un veterano de la CIA, "hemos elaborado un método muy profesional, controlado, meditado y legalmente justificado para tratar a los Abu Zubaidas del mundo".
Funcionarios de inteligencia dicen que lo mejor que pueden hacer no es endurecer las técnicas de interrogatorio, sino tener más tiempo y paciencia.

‘Entregas
Mucho más grande que el grupo de prisioneros retenidos por la CIA son aquellos que han sido capturados y transportados por todo el mundo por la CIA y otras agencias del gobierno estadounidense para ser interrogados por servicios de inteligencia extranjeros. Estas transferencias internacionales de gente es una táctica clave en las operaciones antiterroristas estadounidenses en los cinco continentes, una táctica que a menudo ha enfurecido a la opinión pública extranjera cuando casos individuales salen a luz.
El 17 de enero de 2000, por ejemplo, unas horas antes de que la Cámara de Derechos Humanos de Bosnia fuera a ordenar la liberación de cinco argelinos y un yemení por falta de pruebas, la policía bosnia los entregó a las autoridades estadounidenses, que los transportaron a Bahía Guantánamo.
El gobierno bosnio, enfrentado a la indignación pública, dijo que compensaría a las familias de los detenidos, de los que se sospechaba que habían amenazado a las embajadas estadounidense y británica de Bosnia.
Ese mismo mes, en Indonesia, Muhammad Saad Iqbal Madni, sospechoso de ayudar a Richard C. Reid, el británico acusado de querer detonar explosivos que llevaba en su zapato en un vuelo de American Airlines, fue detenido por agentes del servicio de inteligencia indonesio basándose en informaciones que les entregó la CIA. El 11 de enero, sin juicio ni abogado, fue subido a bordo de un avión a reacción Gulfstream V con matrícula estadounidense en un aeropuerto militar de Yakarta y trasladado a Egipto.
No fue coincidencia que Madni terminara en Egipto. Egipto, Marruecos, Jordania y Arabia Saudí son destinos bien conocidos de sospechosos de terrorismo.
"Estados Unidos está llevando a un montón de gente a Jordania, a nacionales de terceros países", dijo un alto funcionario saudí. "Pueden hacer lo que quieran con ellos, y Estados Unidos puede decir, ‘No los tenemos'".
En 2003, un inusual país se agregó a esa lista de destinos: Siria.
El año pasado, autoridades de inmigración estadounidenses, con el visto bueno del entonces procurador general del estado, Larry Thompson, autorizó el transporte inmediato de Maher Arar a Siria, un país que el gobierno estadounidense ha condenado durante largo tiempo como un violador crónico de derechos humanos. Maher, un ciudadano canadiense nacido en Siria, fue detenido en el Aeropuerto Internacional JFK de Nueva York cuando hacía su último enlace para el vuelo de regreso a su casa en Canadá.
Autoridades estadounidenses dicen que Arar tiene lazos con Al Qaeda. No queriendo devolverlo a Canadá por miedo a que no pudiera ser vigilado convenientemente, los funcionarios de inmigración lo llevaron, encadenado y engrillado, a una pista aérea de New Jersey, donde fue "subido a un pequeño jet privado y llevado a Washington, D.C.", según una querella presentada recientemente contra el gobierno estadounidense. Fue llevado a Jordania, interrogado y golpeado por autoridades jordanas que luego lo entregaron a Siria, de acuerdo a la querella.
Arar dijo que fue golpeado, torturado y encerrado en una tumba poco profunda durante los 10 meses que estuvo en prisión. Después de fuertes presiones del gobierno canadiense y de activistas de derechos humanos, fue liberado y retornado a Canadá.
El director de la CIA, George Tenet, en su testimonio a comienzos de año ante la comisión que investiga los atentados del 11 de septiembre, dijo que la agencia participó en más de 70 entregas en los años precedentes a los atentados. Según actas del Congreso, nada más en 1999 y 2000, la CIA y el FB participaron en 12 entregas.
Christopher Kojm, un antiguo funcionario de inteligencia del departamento de Estado y miembro del staff de la comisión, explicó el reglamento de entregas en una comparecencia reciente. "Si un sospechoso de terrorismo se encuentra fuera de Estados Unidos, la CIA ayuda a capturarlo y enviarlo a Estados Unidos o a un tercer país", declaró. "Aunque el FBI a menudo toma parte en el proceso, usualmente es la CIA el actor principal, construyendo y definiendo las relaciones con las agencias de inteligencia de gobiernos extranjeros y servicios de seguridad doméstica".
Los saudíes mantienen en detención e interrogan hoy a cerca de 800 sospechosos de terrorismo, dijo un alto funcionario saudí. Su destino está en gran parte en manos de las fuerzas de inteligencia especiales con sede en Arabia Saudí, entre cuyos miembros hay funcionarios de la CIA, del FBI y de otras agencias estadounidenses.
El funcionario saudí dijo que su país no participa en las entregas y que en la actualidad no detiene a más de una o dos personas, a petición de Estados Unidos. Sin embargo, mucho depende de la terminología que se use.
En algunos interrogatorios, por ejemplo, especialistas de Estados Unidos y Arabia Saudí elaboran las preguntas y una estrategia de interrogatorio antes de comenzar el interrogatorio, según una persona familiarizada con el proceso. Durante el interrogatorio, miembros de las fuerzas especiales estadounidenses observan a través de una luna de efecto espejo, dijo.
"Técnicamente, el interrogatorio lo hace un ciudadano saudí. Pero, prácticamente, se hace en directo", dijo. Estados Unidos y los saudíes "no están ‘colaborando'; lo estamos haciendo juntos".
Dijo que a veces la CIA prefiere sitios de interrogatorio saudíes y otros lugares del mundo árabe porque los interrogadores hablan la lengua de los detenidos y pueden sacar provecho de su religión y costumbres.
"Por difícil que sea de creer, en Arabia Saudí tú no puedes maltratar físicamente a un prisionero", dijo el funcionario saudí. "No lo puedes golpear ni le puedes aplicar electricidad".
En lugar de eso, dijo, los saudíes llevan imanes radicales a las sesiones para construir una relación con los detenidos, que más tarde son pasados a otros imanes más moderanos. Trabajando conjuntamente con familiares de los detenidos, los clérigos tratan durante días o semanas de convencerlos de que el terrorismo viola los principios del Corán y que les pueda cerrar las puertas del paraíso.
"Según nuestros hombres, casi todos ellos confiesan", dijo el funcionario saudí. "Es como deprogramarlos. No hay ninguna necesidad de ponerlos en situaciones estresantes. Es más un asunto de terapia".
Los saudíes no quieren ni necesitan ser supervisados por especialistas del servicio de inteligencia estadounidense, que tienen dificultades a la hora de entender la cultura árabe y las relaciones tribales. "Nosotros sabemos dónde nacieron", dijo refiriéndose a los detenidos. "Conocemos a sus familias. Sabemos qué muebles tienen en casa".


Margot Williams contribuyó a este reportaje.

11 mayo 2004 ©washington post ©traducción mQh

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